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martes, 24 de marzo de 2015

EE.UU. 2001 BUSH GEORGE W. Y EL CONFLICTO COLOMBIANO

Bush y el conflicto colombiano

Carlos Alberto Montaner
Diario "La Nación". Buenos Aires, 28 de enero de 2001

MADRID
Donald Rumsfeld, el secretario de Defensa del flamante presidente Bush, se ha mostrado muy escéptico con la estrategia clintoniana de afrontar la crisis de Colombia. Y su razonamiento parece irrebatible: mientras varias decenas de millones de norteamericanos estén decididos a oler, inyectarse y hasta introducirse como supositorio -última modalidad- cincuenta mil millones de dólares de cocaína todos los años, es inútil erradicar los cultivos en una zona aislada del planeta. Inmediatamente, el narcotráfico se trasladará a otro sitio más intrincado y hospitalario. Si algún día lograran eliminar a los narcos colombianos, entonces se fortalecerán los de México, los de Turquía, o, incluso, los de los propios Estados Unidos. El problema principal radica en la demanda, no en la oferta. Adam Smith lo explicó con claridad hace más de doscientos años: la oferta se expandirá en la medida en que existan demanda y la promesa de buenos beneficios. El mercado es así.
Esto no quiere decir que el Plan Colombia y los mil quinientos millones de dólares en ayuda militar a Bogotá estén liquidados, sino que probablemente la estrategia norteamericana se mueva en otra dirección: abundante asistencia médica a los adictos, información masiva en las escuelas secundarias -donde se adquiere el hábito-, campañas publicitarias enérgicas y mayor presión sobre los grandes traficantes domésticos. De la guerra a los productores se pasará a una suerte de guerra a los consumidores encaminada a disuadirlos o a castigarlos para que no incurran en un hábito tan perjudicial para la salud.
Posiblemente la estrategia de Bush fracase con tanto estrépito como la de Clinton. Al menos, eso es lo que parece demostrar la experiencia "prohibicionista" con el tabaco y el alcohol. Pero mucho más grave que lo que pueda sucederles a los jóvenes norteamericanos embarcados en la dañina estupidez de consumir drogas es la tragedia de los colombianos: una sociedad en la que se cometen treinta mil asesinatos y más de tres mil secuestros todos los años, en la que el 95 por ciento de los crímenes queda impune, y en la que las guerrillas comunistas y los paramilitares han terminado con cualquier vestigio de Estado de Derecho. Una sociedad, en suma, de la que el 40 por ciento de la población parece estar dispuesta a largarse para siempre de la tierra en que nació porque ha perdido cualquier esperanza en que el futuro pueda ser mejor que la espantosa situación de hoy.

Una mala noticia

Para Andrés Pastrana, el cambio de gobierno en Estados Unidos es una mala noticia. En la nueva administración nadie cree que fue una buena idea entregarles a las FARC nada menos que 42.000 kilómetros cuadrados de santuario para instalar el primer ensayo de república narcocomunista en Colombia. Y con el mismo estupor se percibe su proyecto de repetir esa mutilación del territorio nacional en beneficio del ELN, el grupo narcoguerrillero más cercano a La Habana. "Si yo fuera un colombiano demócrata y amante de la ley -me dijo con ironía un estratego republicano del entorno de Bush-, le pediría a Pastrana, ahora que se dedica a parcelar la república, o a cortarla en trozos como si fuera un salchichón, que nos reservara un pedazo para los que no queremos vivir bajo una dictadura totalitaria." Este cambio de perspectiva en Washington, unido al instinto "aislacionista" del nuevo secretario de Estado, Colin Powell -militar que aborrece intervenir en conflictos en los que no esté realmente en juego la seguridad norteamericana-, indica que en el futuro Colombia tendrá que afrontar su guerra y el creciente peligro de descomposición del Estado con menos recursos ajenos, algo totalmente alejado de la personalidad blanda e indecisa del presidente Pastrana.
¿Hay alguien en el panorama colombiano que pueda brindar ese liderazgo enérgico? Según los analistas norteamericanos, el único dirigente nacional que tiene la experiencia y el perfil psicológico adecuados para enfrentarse a la situación actual, ganar la guerra, pacificar el país y encaminarlo en la dirección correcta es el economista Alvaro Uribe Vélez, exitoso ex gobernador de Antioquia. "Uribe -opinó el citado estratego republicano- no se autoengaña ni promete arreglos utópicos que sabe que los comunistas no van a aceptar; entiende que el país está en medio de una guerra feroz, percibe que las narcoguerrillas están convencidas de que están ganando el conflicto, y propone afrontar ese reto con realismo, no con falsas ilusiones concebidas para calmar a la opinión pública."
Curiosamente, las guerrillas narcocomunistas coinciden con los analistas cercanos a la nueva administración de Bush: el peor enemigo de sus planes de conquista es el ex gobernador de Antioquia. Por eso han tratado de matarlo una docena de veces, y en algún caso -cuando volaron medio hotel en el que el político estaba hospedado- estuvieron a punto de lograrlo. Para ellos, para las narcoguerrillas, el sustituto ideal de Pastrana es otro político dedicado a hacer elocuentes discursos pacifistas. Alguien como Pastrana que no comprenda la táctica vietnamita, hoy aplicada a Colombia, de conversar para ganar terreno, sin la menor intención de cumplir ninguno de los acuerdos a los que se llegue. Es terrible que la suerte de un país dependa de una cabeza, pero así son las cosas en esta atormentada América nuestra. .

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