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martes, 17 de marzo de 2015

CRUZ VERDE INTERNACIONAL. 2007 GORBATCHEV

Revista de "La Nación". Buenos Aires, 2 de diciembre de 2007.


...mientras tanto...

Voy a matar a Gorbachov

Por   | LA NACION
DUBLIN.- Un hombre muere y va al infierno, donde descubre que puede elegir entre el capitalista y el comunista. Para comparar, va al primero, donde el diablo con cara de Ronald Reagan le dice que allí se hierve a la gente, se la quema con aceite y se la acuchilla. Luego va al comunista, donde el diablo con cara de Stalin le dice que allí se hierve a la gente, se la quema con aceite y se la acuchilla. "¡Pero es igual al capitalista!", se sorprende. ¿Por qué hay tanta cola para entrar, entonces? "Bueno -suspira Stalin-, es que a veces no tenemos aceite, a veces no hay cuchillos y otras falta el agua caliente..."
El chiste lo contó un taxista polaco, quien, como todos en Irlanda, teme que después de una bonanza sin precedente se esté entrando en una crisis.
Entre los inmigrantes de Europa del Este que llegaron de forma masiva en los últimos años, aseguró, esto ha vuelto a poner de moda los chistes políticos de las épocas de la Cortina de Hierro.
Incluso en las librerías ya puede verse un flamante libro que las compila y analiza, titulado Hammer and Ticke (o bien ´Martillo y cosquillas ). Su autor, Ben Lewis, sostiene que, si bien los chistes eran una forma de resistencia al régimen, en muchas oportunidades fueron también una válvula de escape. A pesar de que periódicamente perseguían a quienes los contaban, las autoridades también creían que los chistes eran alertas sobre los problemas más urgentes, y los veían como una forma de liberar tensiones. Lewis también señala que muchas de las célebres bromas, de hecho, ni siquiera eran originales y pueden encontrarse variantes en distintos momentos y puntos del planeta. Aunque el libro no llega a una respuesta definitiva sobre cómo los chistes funcionaban en términos políticos, sociales o psicológicos, la colección de anécdotas es imperdible.
Vaya como ejemplo un chiste que contó Gorbachov mismo: "Un hombre está haciendo una cola de varios kilómetros para comprar vodka en Moscú. Finalmente, harto, le dice a su amigo: «No aguanto más. Voy a ir a matar a ese Gorbachov». Dos horas más tarde, regresa y el amigo le pregunta: «¿Y? ¿Mataste a Gorbachov?», a lo que responde: «No, la cola ahí era aún más larga»". .


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