Diario "Clarín". Buenos Aires, 8 de setiembre de 2013.
El desprecio por los trabajadores de bajos ingresos
TRIBUNA. EN ESTADOS UNIDOS, LA DERECHA CALIFICA DE PARÁSITA A CASI LA MITAD DE LA POBLACIÓN.
Hay que considerar la definición cada vez más amplia de aquéllos a quienes los conservadores consideran parásitos. Hubo un momento en que su ira se dirigía a los vagos subsidiados. Pero hasta en el momento de mayor auge del programa, la
cantidad de estadounidenses “subsidiados” -Ayuda a Familias con Hijos a
Cargo- nunca superó el cinco por ciento de la población. El sucesor mucho menos generoso de ese programa, la Asistencia Temporaria a Familias Necesitadas, alcanza a menos del dos por ciento de los estadounidenses.
Sin embargo, a pesar de ese declive, el
porcentaje de ciudadanos que la derecha considera “receptor” y no
“productor” abarca a casi la mitad de la población. La gran mayoría de
ese nuevo ejército consiste en familias trabajadoras que no pagan impuesto a los ingresos pero pagan impuestos laborales. ¿Cómo puede considerarse que alguien que trabaja para ganarse la vida es el equivalente moral de un vago que vive de la asistencia social?
Parte de la respuesta es que, en la derecha, muchos practican juegos de palabras: hablan de que alguien no paga impuesto a los ingresos y espera que sus oyentes no adviertan la palabra “ingresos” y olviden todos los otros impuestos que pagan los trabajadores de ingresos más bajos.
Pero también es cierto que en Estados Unidos, si bien se ha eliminado buena parte de la asistencia social tradicional, hay otros programas destinados a ayudar a los menos ricos, en especial el crédito fiscal por ingresos laborales.
La mayoría de los beneficiarios de esos programas son niños, ancianos o adultos que trabajan.
Es por eso que, si se considera que alguien que trabaja mucho para tratar de llegar a fin de mes, pero que también recibe cierta ayuda del gobierno, es un “receptor”, se termina por despreciar a una cantidad muy alta de trabajadores.
Podríamos preguntarnos por qué hay que proporcionar ayuda a estadounidenses que trabajan si, después de todo, no son indigentes.
La realidad es que la desigualdad económica ha aumentado mucho en las últimas décadas, y mientras un pequeño grupo de personas tiene ingresos estratosféricos, una cantidad mucho mayor comprueba que, no importa cuánto trabaje, no puede acceder a los elementos básicos de una existencia de clase media, en particular a una cobertura médica, pero hasta llevar comida a la mesa puede ser un problema. Decir que les viene bien una ayuda no nos hace menospreciarlos, y sin duda no debe disminuir el respeto que se le tiene a todo el que trabaja mucho y se atiene a todas las reglas.
Pero es obvio que no todos lo ven de esa manera. En especial, es evidente que en los Estados Unidos hay muchas personas ricas que consideran que todo el que no es rico es un perdedor, una actitud que se ha hecho más fuerte a medida que se amplía la brecha entre el uno por ciento y todos los demás. Y esa gente tiene muchos amigos en Washington.
Traducción de Joaquín Ibarburu. Copyright The New York Times, 2013.
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