Jueves 05 de septiembre de 2013
Las revueltas árabes / Avanza el plan para una ofensiva
Obama suma respaldo en el Congreso por Siria y le pide al mundo que lo apoye
Una
comisión del Senado aprobó un primer texto para permitir la
intervención; el presidente dijo que está en juego la "credibilidad de
la comunidad internacional"
WASHINGTON.-
El primer voto favorable en el Senado, gracias, sobre todo, a la
adhesión de figuras republicanas, le dio impulso político. Pero Barack Obama está aún lejos de persuadir tanto a los norteamericanos como a la comunidad internacional de que una operación militar en Siria es "necesaria" para poner freno a las armas químicas de Bashar al-Assad.
Tal
vez por eso, Obama hizo un fuerte llamado al mundo a apoyarlo en su
ofensiva sobre Siria: "No es mi credibilidad la que está en juego, es la
de la comunidad internacional", dijo desde Estocolmo, una escala previa
antes de dirigirse a San Petersburgo, donde hoy participará de la
cumbre del G-20 (ver página 4)."No soy yo el que ha puesto una línea roja a Al-Assad. Ha sido la comunidad internacional, con sus normas sobre armas químicas y no debe ahora permanecer impasible", insistió en una conferencia de prensa junto al primer ministro sueco, Fredrik Reinfeldt.
En una clara alusión a Irak, Obama dijo que no está "interesado en repetir los errores del pasado", y por eso reafirmó que no tiene dudas de que Al-Assad usó armas químicas contra civiles el 21 de agosto pasado. Y aprovechó para enviarle un mensaje a la potencia más reticente a intervenir, y que hasta ahora ha frenado todas las iniciativas en la ONU. "La acción internacional sería más efectiva si Rusia tomara una postura diferente en este problema", señaló.
El presidente ruso, Vladimir Putin, anfitrión del G-20, no se dejó presionar, y dijo que un ataque sin aval del Consejo de Seguridad "sólo puede interpretarse como una agresión".
Mientras se preparaba para el tenso clima que seguramente vivirá hoy en San Petersburgo, Obama recibió buenas noticias desde esta capital.
La Casa Blanca logró ayer que la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado aprobara un primer texto para permitir la intervención en una votación muy justa: diez votos a favor y siete en contra. La iniciativa tuvo el respaldo de tres referentes republicanos, entre ellos, el ex candidato presidencial John McCain.
Ahora, el texto deberá ser votado, la semana que viene, por todo el Senado. No hay garantía sobre su resultado como tampoco de que el texto quede, en el futuro, como se cerró ayer.
Esto es, con la autorización para intervenir durante 60 días, con una posible prórroga de otros 30, previa notificación al Congreso. La novedad más notoria, sin embargo, la introdujo McCain, al pedir que haya "una pequeña dotación de efectivos en tierra" para eventuales "operaciones de rescate". Fue la primera marcha atrás del elenco presidencial, que, hasta ahora, juraba que no habría tropa alguna en territorio sirio, sino que los ataques se lanzarían desde el aire o el mar. "No iremos a la guerra", dijo ayer el secretario de Estado, John Kerry.
Mucho más difícil es la situación en la Cámara de Representantes, donde necesitan 218 de los 435 legisladores que la integran. "Nadie, realmente, está en condiciones de vaticinar qué pasará", admitió el demócrata Chris Van Hollen en diálogo con periodistas, entre ellos, LA NACION.
Ante legisladores de ese cuerpo reunidos en comisión expuso ayer Kerry, junto con su par de Defensa, Chuck Hagel, y el jefe del estado mayor conjunto, Martin Dempsey. Fue una repetición de lo vivido 24 horas antes frente a los senadores, pero con dardos propios.
"¿Qué pasará si el ataque escala y hay represalia? ¿Responderemos nosotros?", quiso saber el republicano Ted Poe. "Sí", admitió Dempsey.
"No vamos a Siria para meternos en una guerra", apostilló Kerry. Desde su costado, Hagel intentó dar dimensión a la operación en mente al asegurar que "costará decenas de millones de dólares" y que, incluso, "podría cubrirse" con los recursos ya previstos, sin necesidad de presupuestos adicionales.
Pero si a alguien agradeció ayer Kerry fue a dos jóvenes representantes republicanos por su firme alegato en favor de la operación. "Veo que muchos preguntan por los riesgos y las represalias. Dios nos libre de no hacer lo que debemos por miedo a las consecuencias", sostuvo Adam Kizinger. Ex combatiente y piloto de helicóptero, el republicano mostró fotos de chicos sirios y previno que esos mismos u "otros como ellos morirán sofocados por el gas sarín" si Estados Unidos no intervine. Nadie lo aplaudió. Sólo el demócrata Kerry le agradeció.
La administración de Obama quiere acelerar una definición. Pero ayer la impresión era que eso está aún lejos. La Cámara de Representantes no abordará la cuestión en el recinto hasta que lo haga el Senado, pero esa cámara no lo llevará a debate y, con suerte, votación sino hasta la semana que viene.
Lo que está claro es que en Estados Unidos no todos compran la idea. De hecho, un mar de manos pintadas en rojo, como la sangre, se alzó detrás del secretario de Estado apenas empezó su segunda jornada de exposiciones. Kerry no se inmutó: "Es su punto de vista", dijo, y siguió adelante. Las encuestas insisten en un profundo rechazo popular.
Un llamado a la comunidad internacional
- Obama está decidido a conseguir apoyo externo
- "En el mundo existe la memoria de Irak. No estoy dispuesto a repetir esos errores sobre la base de datos falsos"
- "Mi credibilidad no está en juego. Es la credibilidad de la comunidad internacional la que está en juego"
- "Yo no fijé una línea roja. El mundo fijó una línea roja" al firmar el tratado internacional contra armas químicas
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