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lunes, 1 de junio de 2015

CHINA 2013. China se abre aún más a la inversión de EE.UU.


China se abre aún más a la inversión de EE.UU.

MIRADA GLOBAL

  • Jorge Castro

Treinta días después del encuentro de Annenberg (California, 9/6/13), en el que Barack Obama y Xi Jinping acordaron una alianza estratégica entre las dos superpotencias, que fija los rasgos fundamentales de un Estado mundial, los representantes de Beijing en las negociaciones de un tratado bilateral de inversión, revirtieron su posición inicial y abrieron la totalidad de la estructura económica a la inversión estadounidense.
Son más de 100 las industrias chinas que se abren de inmediato a la inversión norteamericana, incluyendo la automotriz — la primera del mundo -, el sistema financiero y las compañías energéticas, químicas y petroquímicas.
La IED estadounidense en China ascendió en 2012 a U$S 51.400 millones, y ahora — Tratado de inversión mediante — se multiplicaría por 4 o por 6 en los próximos 2/5 años.
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La clave son los servicios financieros para el mercado doméstico, por definición en moneda china (renminbi/yuan); y en general, la industria de servicios, esencial en el auge del consumo doméstico y factor principal del crecimiento chino en la segunda década del siglo XXI.
La lógica del sistema capitalista en su fase de globalización es que la inversión es más importante que el comercio.
El capitalismo es primordialmente un modo de producción, y solo accesoriamente un proceso circular de comercio, denominado mercado. La inversión es el modo principal de acción de ese mecanismo de producción, que se amplía a medida que se reproduce.
El cálculo del gobierno chino es que el auge de la demanda doméstica obliga a importar bienes y servicios por U$S 10 billones en los próximos 5 años.
Ello exige abrir todavía más su economía, con una relación comercio internacional/PBI de 75%, similar a la de Holanda y ampliamente superior a la de Francia.
China aprobó la conversión de Shanghai en una zona de libre comercio en julio de este año. Incluye la liberalización de las tasas de interés y la plena convertibilidad del renminbi. A ellas se les suma la completa eliminación de los controles de la cuenta capital. En adelante, es exclusivamente el mercado global quien fija allí el costo del capital.
Desde julio de este año pueden establecerse en Shanghai compañías aseguradoras 100% extranjeras, sin necesidad de joint ventures con firmas nacionales; y las empresas transnacionales se incorporan al mercado a través de un simple registro.
Esto otorga a Shanghai un status similar al de Hong Kong (la ex-colonia británica), de completa liberalización e integración con el sistema capitalista, sobre todo en el rubro crítico, estratégicamente decisivo, del capital extranjero.
Las reformas chinas tienen un carácter experimental y deliberado desde 1978. Lo que torna posible su generalización es el desarrollo de los acontecimientos en una ciudad o región. Es un criterio hiperrealista, no pragmático, que impulsa la totalidad de las potencialidades de una determinada situación.
La única forma de conducir una tendencia es acelerarla.
Es la concepción de Mao sobre la “guerra prolongada”.
Lo esencial no es el espacio, sino el tiempo; y lo que define una situación es el rumbo o el sentido del proceso.
El crecimiento chino es inseparable de la inversión transnacional. Desde 2001 (ingreso a la OMC) su expansión ha dejado de ser un fenómeno doméstico y se ha convertido en la dimensión decisiva del sistema transnacional de producción (constituido por las 88.000 empresas transnacionales y sus 600.000 asociadas o afiliadas).
Por eso el año pasado atrajo U$S 253.000 millones de IED, seguida por EE.UU. (U$S 175.000 millones) y en tercer lugar por Brasil (U$S 66.000 millones).
La zona de libre comercio en Shanghai y el tratado de inversiones con EE.UU., encabezan la tendencia central de la época. Son la punta de lanza del Dragón.

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