Diario "Clarín". Buenos Aires, 1 de setiembre de 2013.
Destronar al rey carbón, un primer paso ecológico
TRIBUNA. ES NECESARIO DETENER LAS INVERSIONES DESTINADAS A LAS ENERGÍAS MÁS CONTAMINANTES.
A comienzos de este año, la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera llegaba a 400 partes por millón (ppm). L a
última vez que hubo tanto CO2 en nuestra atmósfera fue hace tres
millones de años, cuando los niveles del mar eran 24 metros más altos
que los de hoy. Actualmente los niveles del mar están volviendo a subir.
Algunos
climatólogos creen que 400 ppm de CO2 en la atmósfera ya es suficiente
para que traspasemos el punto de inflexión en el que corremos el riesgo
de sufrir una catástrofe climática que convertirá a miles de millones de
personas en refugiados. Dicen que necesitamos reducir esa cantidad de
CO2 atmosférico a 350 ppm. Esa cifra está detrás del nombre adoptado por
350.org, un movimiento de base comunitaria integrado por voluntarios
de 188 países que intenta resolver el problema del cambio climático. Algo resulta claro: si no queremos ser absolutamente imprudentes con el clima de nuestro planeta, no podemos quemar todo el carbón, el petróleo y el gas natural que ya hemos localizado.
Aproximadamente el 80% de todo esto -especialmente el carbón, que emite
más CO2 cuando se lo quema- tendrá que quedarse en el suelo. Está empezando a aumentar la presión para que las instituciones educativas dejen de invertir en combustibles fósiles. Al hablar en Harvard este año, el ex vicepresidente norteamericano Al Gore elogió a un grupo de estudiantes que estaba presionando a la universidad para que vendiera sus inversiones en compañías de combustibles fósiles, y comparó sus actividades con la campaña de desinversión en los años 1980 que ayudó a poner fin a la política racista de apartheid de Sudáfrica. ¿Cuán justa es esa comparación?
Las líneas divisorias pueden ser menos marcadas de lo que eran con el apartheid, pero nuestro continuo nivel elevado de emisiones de gases de tipo invernadero protege los intereses de un grupo -la gente acaudalada.
Nuestro comportamiento no tiene en cuenta a la mayoría de los pobres del mundo, y a todos los que vivirán en este planeta en los próximos siglos.
Los pobres ejercen un impacto ecológico menor, pero son los que más sufrirán con el cambio climático. Muchos viven en lugares tórridos que cada vez lo son más, y cientos de millones de ellos son agricultores de subsistencia que dependen de las lluvias para sembrar sus cultivos. Los patrones de precipitaciones variarán.
Quienes vivan en el planeta en el futuro vivirán en un mundo más caluroso, con niveles del mar más altos, menos tierra arable y huracanes, sequías e inundaciones más extremos.
En estas circunstancias, desarrollar nuevos proyectos de carbón no resulta ético, e invertir en ellos implica ser cómplice de esta actividad antiética. Si bien esto se aplica, en alguna medida, a todos los combustibles fósiles, la mejor manera de empezar a cambiar nuestro comportamiento es reduciendo el consumo de carbón. En este momento, lo que hay que hacer es poner fin a la inversión en la industria del carbón.
Copyright Project Syndicate, 2013.
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