Diario "Clarín". Buenos Aires, 27 de octubre de 2013.
El oficio más antiguo goza de buena salud
La disolución de la Unión Soviética había creado la idea de que el espionaje salvaje de la Guerra Fría era una rémora del siglo XX. Esta semana nos enfrentamos a un espectáculo oprobioso del oficio más antiguo
en un peligroso juego en el que no sólo reaparecen las antiguas
rivalidades de Rusia y Estados Unidos sino de éste con sus aliados
europeos y latinoamericanos.
Tras las denuncias del espionaje
masivo lanzadas por el contratista Edward Snowden de la Agencia Nacional
de Inteligencia estadounidense, la NSA, la canciller alemana Angela
Merkel descubrió que su teléfono celular estaba intervenido.No tenía ninguna exclusividad. Unos 200 líderes de todo el mundo, incluidos 35 jefes de Estado y gobierno, estaban siendo espiados por los servicios secretos americanos. “No se espía a los amigos”, le dijo Merkel a Barack Obama y trazaba la raya de todos los aliados que cayeron en las escuchas ilegales.
El escándalo es apenas una parte del enorme entramado del espionaje que se desató en los últimos días entre Washington y Moscú. La prestigiosa revista Mother Jones reveló que el FBI está investigando las actividades del funcionario de la embajada rusa Yury Zaytsev, encargado del Centro Ruso para las Ciencias y la Cultura. Lo acusan de intentar reclutar como espías a 130 jóvenes egresados de las mejores universidades ofreciéndoles lujosos viajes a San Petersburgo y enormes sumas de dinero. Todo esto en un cruce de acusaciones entre el FBI y su contraparte rusa, el Servicio de Seguridad Federal (FSB) por la responsabilidad en no detectar a tiempo a Tamerlan Tsarnaev que puso las bombas en la maratón de Boston y por el asilo que le dieron a Snowden en Moscú.
Mientras se siguen detectado agentes encubiertos. El FSB expulsó el miércoles al funcionario estadounidense Ryan Fogle después de que quisiera reclutar a un agente ruso para la CIA. Otro agente americano, Thomas Firestone, había sido expulsado la semana anterior.
El oficio de “escuchar y repetir” parece estar gozando de una excelente salud y amenaza con terminar de minar la ya muy mellada credibilidad del presidente Barack Obama en el contexto internacional.
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