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miércoles, 8 de abril de 2015

EE.UU. KISSINGER (1999) COMPLETA SU VERSIÓN DE LA HISTORIA.

Kissinger completa su versión de la historia

El ex secretario de Estado de Richard Nixon reafirma que es un mito la creencia de que los Estados Unidos organizaron el golpe militar del general Pinochet, en 1973, contra Salvador Allende. La aseveración está contenida en el tercer volumen de sus memorias, Years of renewal (Años de renovación), que presentó esta semana en Washington.
WASHINGTON.- HENRY KISSINGER no sabe ni escribir a máquina ni usar una computadora, pero su obsesión con el trato que le dará la historia lo llevó a redactar a mano sus memorias, una saga de tres libros que en total tiene 3900 páginas.
En 1979 publicó White House Years (Los años en la Casa Blanca) y en 1982, Years of upheaval (Años de agitación). El último volumen, que hace unos días salió a la venta en los Estados Unidos, se titula Years of renewal (Años de renovación) y tiene un capítulo dedicado al golpe que lideró Augusto Pinochet en Chile.
Kissinger, que fue al mismo tiempo secretario de Estado y director del Consejo Nacional de Seguridad durante la gestión de Richard Nixon, aclara en una nota al pie de página que no le pareció necesario modificar el texto luego de la detención del ex dictador Pinochet en Londres.
El punto es que nada lo había hecho cambiar de opinión, como quedó claro durante la presentación del libro, esta semana, en el National Press Club de Washington.
"El gobierno de Pinochet, en comparación con el de (Salvador) Allende, era mejor para los intereses de los Estados Unidos", dijo Kissinger al responder a una de las preguntas que le hiceron llegar por escrito.
La novedad fue que, por primera vez desde la detención de Pinochet, Kissinger opinó sobre su extradición, ante una consulta que formuló La Nación .
"Hay dos cuestiones diferentes: una cosa son los crímenes de los cuales se lo acusa, y otra cosa es su extradición a España", fue la introducción al tema del ex secretario de Estado de Nixon y del presidente que lo sucedió luego del Watergate, Gerald Ford.
Si Pinochet fuera juzgado en Chile o por un tribunal internacional, Kissinger dijo que no lo consideraría "inapropiado", porque es algo que "podría comprender".
Pero la extradición a España sentaría "un antecedente muy peligroso que me genera muchas dudas", siguió el ex secretario de Estado, que se limitó a enfocar el tema desde el punto de vista del derecho internacional.
En el capítulo de sus memorias titulado Chile, derechos humanos y la Organización de Estados Americanos (OEA) , la única lógica que cuenta es la de la Guerra Fría.
"No cabe ninguna duda de que Pinochet y sus asociados se excedieron de las normas aceptables desde el punto de vista moral (...), pero un recuento honesto de las fuerzas que estaban en juego es necesario para entender la cuestión de manera apropiada", escribió Kissinger.
En el recuento de Kissinger, Allende estaba "determinado" a establecer un gobierno con la misma orientación que el de Fidel Castro y a confrontar con los Estados Unidos con "políticas que eran una amenaza para las libertades democráticas y los derechos humanos en Chile".
Pero lo más sorprendente para quienes estudiaron el papel que los Estados Unidos jugaron en el golpe contra Allende es que Kissinger sostiene que eso es "un mito".
"Después de la caída de Allende se propagó el mito de que los Estados Unidos habían organizado el golpe o al menos lo habían hecho posible por medio de un plan sistemático de desestabilización", escribió.
La reseña que John Lewis Gaddis, un respetado profesor de historia de la Universidad de Yale, escribió en el suplemento literario de The New York Times critica a Kissinger por haber basado sus memorias en documentos que aún no están al alcance de los historiadores.
De ese modo -escribió Gaddis-, Kissinger elaboró un libro que, como cualquier otro de memorias, cuida la reputación del autor, pero que será considerado por los historiadores "como una elaborada cortina de humo diseñada para ocultar lo que de verdad sucedió".
Durante la presentación de Years of renewal, en Washington, Kissinger se mostró muy fastidiado con el comentario, dijo que nadie escribe tantas páginas a mano si lo que pretende es esconder la historia.
El hombre que una vez se describió a sí mismo (en chiste) como la persona más influyente del siglo XX, dijo además que no había tenido acceso a ningún documento vedado al público, salvo al registro personal que llevó desde su ingreso en la Casa Blanca, en 1969, hasta que partió, en 1975.
Después de la detención de Pinochet, la administración Clinton se comprometió a revisar todos los documentos relacionados con el golpe en Chile, y a desclasificar los que aún permanecen en secreto.
El proceso, según dijo James Rubin, el vocero de Madelaine Albright, consumirá unos cuantos meses más.
Con los documentos que ya están disponibles, Peter H. Smith, director del programa sobre América latina de la Universidad de California, en San Diego, llegó a la conclusión de que "los Estados Unidos hicieron todo lo posible para derrocar a Allende".
En una conversación telefónica con La Nación , Smith consignó que "el golpe resultó de una combinación de factores domésticos con presión internacional", una mezcla en la que le resulta difícil señalar "cuál de los dos fue el factor determinante".
En su libro sobre la dinámica de la relación entre los Estados Unidos y América latina titulado Talons of the eagle (Las garras del águila), Smith sostiene que Kissinger, entonces director del Consejo Nacional de Seguridad, convocó, luego del triunfo de Allende, a una reunión con miembros del Departamento de Estado, el Pentágono y la CIA.
El grupo, reseñó Smith, diseñó dos planes alternativos para evitar el ascenso de Allende al poder.
El primer plan consistía en impedir que el Congreso chileno ratificara el triunfo que Allende había obtenido en las urnas. El objetivo era lograr una nueva convocatoria a elecciones.
Con los datos de la comisión del Congreso de los Estados Unidos que presidió Frank Church para investigar las actividades encubiertas de la CIA en Chile, Smith sostiene que el grupo encabezado por Kissinger estableció un fondo de 250.000 dólares para repartir entre los legisladores a modo de soborno.
En sus memorias, Kissinger admite que la CIA operó para conseguir que el Congreso chileno convocara a nuevas elecciones, pero sostiene que una vez fracasado el plan original, él mismo se encargó de abortar el que le seguía, y que consistía en la promoción de un golpe de Estado.
Nixon, según declaró Richard Helms, ex director de la CIA, en el Congreso, "quería que algo se hiciera, y no lo preocupaba mucho cómo...".
Kissinger sostiene que un grupo siguió adelante "por su cuenta" e intentó secuestrar al comandante en jefe de las fuerzas armadas chilenas, René Schneider, quien era percibido como un obstáculo para el golpe.
El ex secretario de Estado recuerda que el comité del Senado, al que describe como "hostil", absolvió a la administración Nixon del cargo de haber estado envuelta en un complot para asesinar a Schneider, quien murió en un secuestro que comandó otro grupo.
Kissinger sostiene que, con Allende en el poder, el gobierno de los Estados Unidos se limitó a brindarle su apoyo "a las fuerzas democráticas" chilenas.
"La administración Nixon desplegó una campaña multifacética para desestabilizar" al gobierno de Allende, disiente Smith. Eso es lo que Kissingir califica en su libro como un "mito".
"Aunque no intervinimos en el golpe, pensamos que había salvado a Chile del totalitarismo y al Cono Sur de la radicalización", escribió Kissinger.
En su primer encuentro con el canciller de Pinochet, Ismael Huerta, Kissinger le dijo que los Estados Unidos querían que su gobierno triunfara.
El ex secretario de Estado dice que también le advirtió que "de cuando en cuando nos tomaríamos la libertad de expresar nuestro propio punto de vista", que resultó ser el tema de los derechos humanos, una causa que el propio Kissinger admite quedó subordinada bajo su gestión a la lógica de la Guerra Fría.
El tercer volumen de sus memorias está dedicado principalmente a su gestión como secretario de Estado de Ford. Lo tituló Años de renovación , porque sostiene que Ford logró curar las heridas que la guerra de Vietnam y el Watergate habían dejado en la sociedad norteamericana.
Kissinger, que ganó el premio Nobel de la Paz de 1973 y es sin duda uno de los personajes más influyentes del siglo XX, dijo en Washington que cualquier persona que pasa por la Casa Blanca tiene un objetivo: dejar un legado que marque una diferencia.
"La polémica es inevitable, lo importante es dejar un legado para la historia", dijo el hombre que pretende moldearlo con sus propias manos. .
Por María O´Donnell (Corresponsal en EE.UU.)

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