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jueves, 30 de abril de 2015

EE.UU. - IRAK 2007 ARMAR A REBELDES EN IRAK, LA NUEVA ESTRATEGIA DE EE.UU.


La violencia en Medio Oriente: Washington recurre a una táctica controvertida y riesgosa

Armar a rebeldes en Irak, la nueva estrategia de EE.UU.

Muchos se relacionaban con Al-Qaeda
BAGDAD.- En los últimos cuatro meses, el aumento de las tropas norteamericanas ha mostrado apenas un modesto éxito en la lucha para neutralizar los ataques rebeldes. Por ello, los comandantes estadounidenses han decidido recurrir a otra estrategia que, según admiten, es muy riesgosa: armar a grupos árabes sunnitas que prometieron combatir contra militantes vinculados a Al-Qaeda, de los que alguna vez fueron aliados.
Los comandantes norteamericanos señalan haber probado exitosamente la estrategia en la provincia de Anbar, al oeste de Bagdad, y que mantuvieron conversaciones con grupos sunnitas en por lo menos cuatro zonas del centro y el norte de Irak, donde la insurgencia es más que intensa.
En algunos casos, según admiten los comandantes norteamericanos, los grupos sunnitas son sospechosos de haber participado en anteriores ataques contra tropas norteamericanas. Afirman que algunos de estos grupos fueron provistos, a través de unidades militares iraquíes aliadas a los norteamericanos, de armas, municiones, dinero, combustible y provisiones.
Los oficiales norteamericanos que se han involucrado en lo que definen como un "acercamiento" a los grupos sunnitas dicen que muchos de ellos tuvieron en algún momento contactos con Al-Qaeda en Mesopotamia, pero que se desilusionaron de las tácticas de los militantes extremistas islámicos, especialmente de los atentados suicidas que mataron a miles de civiles iraquíes.
A cambio del respaldo norteamericano, añaden esos funcionarios, los grupos sunnitas aceptaron combatir contra Al-Qaeda y poner fin a sus ataques contra las unidades norteamericanas.
Los comandantes que emprendieron esas negociaciones sostienen que, en algunos casos, los grupos sunnitas aceptaron alertar a las tropas norteamericanas sobre la ubicación de bombas al costado de las rutas y otras letales trampas cazabobos.
Pero quienes critican la estrategia indican que podría equivaler a que los norteamericanos armaran a ambos bandos para una futura guerra civil. Estados Unidos ha gastado más de 15.000 millones de dólares en reconstruir la estructura de la policía y el ejército iraquí, cuyos 350.000 efectivos son mayormente chiitas.
Con la probabilidad cada vez mayor de una disminución en el número de tropas norteamericanas para el año próximo en Irak y ante las pocas señales de un reacomodamiento político entre políticos chiitas y sunnitas en Bagdad, se corre el riesgo de que cualquier arma entregada a grupos sunnitas sea posteriormente usada contra los chiitas. Y también existe la posibilidad de que las armas puedan ser utilizadas contra los propios norteamericanos.
Un comandante norteamericano dijo que, a pesar de los riesgos de armar a los grupos que hasta ahora combatieron contra los norteamericanos, las ventajas potenciales frente a Al-Qaeda eran demasiado importantes como para desperdiciarlas. Añadió que la estrategia ofrece la posibilidad de finalmente dividir las dos alas de la insurgencia sunnita, que previamente habían operado en una alianza devastadora, integrada por individuos leales al Partido Baath, de Saddam Hussein, y por militantes islámicos que forman parte de diversos grupos vinculados a Al-Qaeda.
Aunque sólo sea exitosa a medias, agregó el comandante, la estrategia podría hacer tanto o más para estabilizar a Irak, y acelerar el regreso de las tropas norteamericanas.

La experiencia de Anbar

La estrategia de armar a grupos sunnitas fue puesta a prueba a principios de este año en la provincia de Anbar, la desértica zona interior al oeste de Bagdad, y los ataques contra las tropas norteamericanas disminuyeron después de que jeques tribales, enfurecidos por los ataques de Al-Qaeda que mataron a un gran número de civiles sunnitas, reclutaron a miles de hombres para sumarse a las fuerzas de seguridad del gobierno y a la policía tribal. A medida que los grupos de Al-Qaeda abandonaban esa provincia en busca de otros refugios sunnitas, Anbar perdió su larga fama de ser el lugar más peligroso de Irak para las tropas norteamericanas.
Ahora, los norteamericanos están ensayando "el modelo Anbar" en extensas regiones iraquíes predominantemente sunnitas.
Si bien el compromiso norteamericano con los grupos sunnitas produjo al principio algunos éxitos contra Al-Qaeda, especialmente en Anbar, muchos de los problemas que hasta ahora frustraron los esfuerzos norteamericanos de sofocar la insurgencia no se han modificado. Los comandantes norteamericanos dicen que los grupos sunnitas con los que están negociando muestran pocas señales de querer trabajar con el gobierno de predominio chiita del primer ministro, Nouri al-Maliki.
Por su parte, ciertos líderes chiitas sospechan profundamente de cualquier decisión norteamericana de elegir a grupos sunnitas comprometidos con la vuelta del predominio político sunnita. .

Traducción de Luis Pressenda

Por J. F. Burns y A. J. Rubin De The New York Times 
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Ecos del caso "contras"

El plan de Estados Unidos para proveer armas y apoyo financiero a grupos rebeldes en Irak no es una práctica nueva para Washington ni para gobiernos que hicieron lo mismo en guerras contrainsurgentes de distintos países.
En la historia de Estados Unidos, el caso más emblemático es probablemente el de los "contras" nicaragüenses, las guerrillas que combatieron al gobierno sandinista en los años 80, con el apoyo de Washington.
Los "contras" (forma abreviada del término contrarrevolucionarios) fue el nombre con el que la prensa bautizó a los distintos grupos que lucharon contra el gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) después de la revolución de 1979 contra la dictadura de Anastasio Somoza.
La Casa Blanca, que acusaba a los sandinistas de pretender importar el modelo socialista cubano y de apoyar a la guerrilla de izquierda en El Salvador, brindó respaldo militar y financiero a estas guerrillas, a través de la CIA.
Estados Unidos llegó a organizar una especie de ejército irregular que tenía base en los países vecinos de Nicaragua, Honduras y Costa Rica.
Sin embargo, el apoyo a los "contras" se tornó en escándalo a fines de los 80, cuando se reveló que el gobierno del presidente Ronald Reagan había vendido armas ilegalmente a Irán -por entonces en guerra con Irak- para conseguir fondos para financiar a la guerrilla nicaragüense. El escándalo se transformó en una sombra que persiguió a Reagan hasta que finalizó su segundo mandato, en 1988.
También en otros países en los que se llevó a cabo esta práctica de apoyar a la contrainsurgencia el esfuerzo produjo un efecto boomerang, ya que, con el tiempo, los rebeldes terminaron apuntando sus armas contra quienes se las habían provisto. Ese fue el caso de la guerra colonial francesa en Argelia, entre 1954 y 1962, y de la lucha liderada por los británicos contra los insurgentes de Malasia, a principios de los 50. .

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