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sábado, 11 de abril de 2015

HOBSBAWM, ERIC, EL HISTORIADOR DEL SIGLO XX

1917-2012

Eric Hobsbawm. Murió el historiador que vivió y describió el siglo XX como nadie

Por   | LA NACION
PARÍS.- Fue testigo del derrumbe del III Reich, de los imperios coloniales y del bloque soviético. Quizá por eso, Eric Hobsbawm, fallecido ayer a los 95 años, que nunca se hizo ilusiones sobre el futuro del imperio americano, afirmó que había "llegado la hora de volver a tomar en serio a Marx".
Nacido en la ciudad egipcia de Alejandría, en 1917, inmenso historiador y sorprendente figura del marxismo británico, Hobsbawm se hizo conocer en el mundo en los años 60 por sus trabajos sobre el mito de Robin Hood, antes de escribir una célebre trilogía sobre el siglo XIX ( La era de las revoluciones , La era del capital , La era de los imperios ) y más tarde sobre el siglo XX ( La edad de los extremos ).
Pero lo más fascinante de ese personaje, alto y delgado, con la cara marcada por un rictus que parecía trazado por la espátula del pintor Lucian Freud, fue su propia vida.
En Francotirador , su autobiografía publicada en 2007, Hobsbawm narró la dimensión de esa aventura: niñez en Viena, cuando triunfaba Freud; alumno en Berlín, durante los últimos días de la República de Weimar; estudiante en Londres con el Blitz; militante comunista, en momentos del informe Kruschev sobre el estalinismo; crítico de jazz, en la edad de oro de los fifties ; profesor invitado en California, en época de los hippies ? Sus recuerdos constituyen un fascinante panorama sobre la experiencia de la política en el transcurso de ese "corto siglo XX", como él lo calificó.
Verdadero hijo del siglo XX, nacido en el seno de un hogar judío, Hobsbawm llegó con su familia a Viena cuando tenía dos años. Tras la muerte casi simultánea de sus padres, viajó a Berlín, donde fue acogido por unos parientes. Allí asistió a la Escuela Socialista para niños.
"En Alemania no había otra alternativa", reconoció, en una entrevista con Maya Jaggi, publicada en 2002. "El liberalismo se derrumbaba. Si en vez de judío hubiera sido alemán, imagino que podría haberme transformado en un nazi, en un nacionalista alemán", admitió. En aquellos años, Hobsbawm explicó a uno de sus maestros que se había convertido al comunismo y que era necesaria una revolución.
"Mi profesor me hizo algunas preguntas, y dijo: «Es evidente que no tienes idea de lo que estás diciendo. Por favor, ve a la biblioteca y busca algo para leer». Allí descubrí el Manifiesto Comunista y comprendí todo", relató en una entrevista con la BBC.
En 1933, el joven marxista se mudó a Londres, donde la vida le pareció terriblemente aburrida, aunque allí se quedó para siempre. En 1936 se incorporó al Partido Comunista de Gran Bretaña y, desde entonces y hasta 1991, colaboró con la revista teórica Marxism Today.
Hobsbawm integraba esa famosa generación de estudiantes de Cambridge tentados por el marxismo, que dio estetas, intelectuales y hasta espías al servicio de Moscú, como Kim Philby, Donald Duart Maclean, Guy Burgess, Anthony Blunt y John Cairncross. Pero a diferencia de "los cinco de Cambridge", nunca traicionó a su país. Por el contrario, combatió en las filas inglesas en la Segunda Guerra Mundial.
Fue miembro del Partido Comunista británico hasta 1989. En su biografía describió la última manifestación legal del PC alemán, en Berlín, el 25 de enero de 1933: "Junto con el sexo, la participación a una manifestación de masas en un momento de gran exaltación política es la única actividad que combina experiencia corporal y una emoción intensa en el grado más alto". Y agregó: "Contrariamente al orgasmo", el placer de manifestar "puede ser prolongado durante horas".
Ésa podría ser la explicación de su complacencia (asumida) con los ex países del Este, y en particular con Alemania Oriental.
"Antes de 1956, fui un leal miembro del Partido Comunista durante dos décadas. En consecuencia, mantuve silencio ante numerosos episodios sobre los cuales había sobradas razones para no permanecer en silencio", reconoció en 2002.
Con el tiempo, sin embargo, comenzó a criticar los errores y excesos del régimen soviético. Pero nunca abjuró de la doctrina marxista. En su último libro, publicado en 2011, Cómo cambiar el mundo , en el que analizó los problemas de la economía en el comienzo de este siglo XXI, concluyó afirmando que había llegado nuevamente "el momento de tomar en serio a Marx".
A pesar de esa filiación, Hobsbawm era leído por generaciones enteras de estudiantes y reverenciado por su habilidad para vida a la historia, usando su perspectiva socialista para contarla a través de la vida de los pueblos. "Sacó a la historia de su torre de marfil y la puso en medio de la vida de la gente", declaró el líder del partido laborista británico, Ed Miliband.
Fiel a la disciplina de trabajo que se impuso desde que publicó su primer libro en 1948 ( Labour's Turning Point: extracts from contemporary sources ), Hobsbawm trabajó hasta su último suspiro. Su libro póstumo, aún sin título, aparecerá en 2013.
Casado con Marlene Schwarz desde 1962, Hobsbawm deja dos hijos varones y una mujer, siete nietos y un bisnieto.
Su hija, Julia Hobsbawm, relató que su padre murió en la madrugada de ayer en el Royal Free Hospital de Londres, víctima de una neumonía. "Peleó contra una leucemia durante años, con calma y con lucidez. Hasta el último momento, fue fiel a lo que siempre supo hacer: trabajar. En la cabecera de su cama, dejó una enorme pila de periódicos", agregó.
Poco antes de morir, le preguntó qué mensaje quería dejarles a sus nietos. "Que sean curiosos porque la curiosidad es la mayor de las cualidades", contestó. También les recomendó la lectura de tres libros: Crimen y castigo , de Fedor Dostoievski, la poesía de W.H. Auden y el Manifiesto Comunista . "Formuló esa última recomendación -confesó Julia Hobsbawm- con un brillo de malicia en la mirada."
El mejor homenaje póstumo a ese sembrador de conocimientos, a ese excepcional formador de generaciones de historiadores y políticos, haya sido probablemente el del periodista Max Angel, que contribuyó a hacer publicar en Francia algunos de sus libros: "Ciao Eric Hobsbawm!", escribió. " Bye bye ! And thank you very much ! "

Las reacciones en su país

Varias personalidades destacaron su obra
  • ED MILIBAND
    Líder del partido laborista
    "Un historiador extraordinario, un apasionado por la política y un amigo de la familia"
  • NIALL FERGUSON
    Historiador británico
    "Fue un gran historiador. Nunca fue un esclavo de la doctrina marxista-leninista"
  • TONY BLAIR
    Ex premier británico
    "Influyó a toda una generación de líderes políticos y académicos"

El legado de un historiador incansable

Trabajos
Su obra más famosa es la trilogía La era de la revolución , La era del capital y La era del imperio

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Opinión

El último representante de una estirpe

Por   | Para LA NACION
Solía pensar, dijo una vez Eric Hobsbawm, que el oficio de la historia -a diferencia de, por ejemplo, la física nuclear- por lo menos no hacía daño. Ahora sé que puede hacerlo. Nuestras investigaciones pueden transformarse en fábricas de bombas como los talleres en los que el IRA aprendió a transformar fertilizantes químicos en explosivos. El arma que contribuyó a forjar demolió una manera de concebir el oficio del historiador.
No fue el único que trabajó por destronar a la disciplina algo anquilosada de las viejas universidades de elite, donde él mismo se formó (el King's College de Cambridge), mal adaptada a los cambios que experimentaba la sociedad británica en la posguerra (el ascenso del laborismo, la formación del Estado de bienestar, la pérdida de las colonias).
La historia social que desarrolló en su prolífica trayectoria constituyó el rasgo característico de una nueva generación de historiadores que, influenciados por el marxismo, abordó el estudio del pasado como un medio para la emancipación de las clases trabajadoras. En ese ambicioso proyecto fue acompañado por algunos de los pioneros más influyentes de la "nueva historia" (Christopher Hill, Rodney Hilton, Edward P. Thompson) y de los más recientes "estudios culturales" (Raphael Samuel, Raymond Williams, Stuart Hall, Richard Hoggart).
Pero si hay algo que caracteriza la obra de Hobsbawm y que explica la enorme difusión de sus libros entre historiadores profesionales, estudiantes y el público es un estilo que combina la solidez investigativa del científico, la fuerza argumentativa del intelectual y la narración amena del divulgador excelso.
Hobsbawm fue quizás el último representante de una estirpe hoy prácticamente extinta, poseedora de la envidiable capacidad para las grandes visiones panorámicas. Su trilogía sobre el "largo siglo XIX" y el volumen sobre el "corto siglo XX" quedan como testimonios de una historia total en la que el acontecimiento relevante e incluso el dato curioso no son sacrificados en el altar de las estructuras y las tendencias de larga duración.
Nunca abjuró del marxismo, tampoco perdió la ocasión para fustigar a los ex comunistas conversos al liberalismo, en especial si se trataba de historiadores interesados en los mismos temas que él.
Sin embargo, supo mantener estas disputas limitadas a los ámbitos específicos de la profesión y fueron raras las veces que cedió a la tentación de ajustar cuentas a expensas del sentido común. Hobsbawm nos enseñó a pensar la historia como algo útil para hacer inteligible el mundo en que vivimos.
Mostró que las exigencias de una profesión cada vez más especializada no deben ser excusa para la reproducción de un conocimiento atrofiado y socialmente inútil. Más que un arma, la historia que nos dejó es una herramienta, y hoy más que nunca debemos usarla..



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