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miércoles, 15 de enero de 2014

EE.UU. HAWAI. NOSTALGIA DE LA GRAN RUSIA Y DE SU AVENTURA POLINESIA



Diario “La Nación”. Bueno Aires, lunes 29 de septiembre de 1997 | 
Hipótesis de conflicto: Hawai
Nostalgia de la Gran Rusia y de su aventura polinesia
El poscomunismo reivindica una situación imperialista
Mentiría escandalosamente si dijera que soy un fiel lector de Sobornaja Monarkhia. Mentiría también si afirmara que la he leído alguna vez. Y diría la verdad si reconociera que hasta hace muy poco no tenía idea siquiera de que existía. Se trata de un vocero periodístico de la extrema derecha rusa y, a través de una nota apasionante -traducida por la revista romana Limes-, nos hace entrar en un túnel del tiempo llevándonos de la aldea global al siglo XIX al plantear un tema de política ficción extremadamente curioso y casi olvidado.
Limes indica que el artículo quiere probar que Hawai, "antes de caer bajo el control de los Estados Unidos, era colonia de Moscú. Pero el valor del artículo trasciende el argumento. Es indicativo no sólo de una cultura que no vacila... en falsificar groseramente su historia. Es, sobre todo, el espejo de una ideología que, después del comunismo, va difundiéndose rápidamente en la Rusia postsoviética".
Con los lemas "ºA Rusia lo que es ruso, a los otros lo que queda! ¡Por la Santa Rusia! ¡Por la Gran Rusia!, se ha desempolvado de los estantes de algún archivo un documento por el cual "Su Majestad Tomari Taaevich (sic, con patronímico a la rusa), rey de las islas Sandwich, que se encuentran en el océano Pacífico, de Kahuai (1) y Niiahu, por derecho de nacimiento príncipe de las islas Oahu y Maui, pide a Su Majestad Alejandro Pablovich (Alejandro I), autócrata de Todas las Rusias, tomar las islas antes mencionadas bajo su propia tutela y desea ser, para siempre, fiel al cetro ruso". Y como signo de fidelidad "tomó en custodia la bandera rusa de la nave Otkritye, perteneciente a la Compañía Ruso-Americana".
Tomari firmó con una cruz el texto de la petición; traducido, fue leído al pueblo, y suscribieron el doctor Igor de Schaefer, comisionado de la Compañía, y el subteniente de navío caballero Podushkin ante la tripulación reunida. El documento está fechado el 21 de mayo de 1816, mes y medio antes de la declaración de nuestra independencia en Tucumán.
Como regalo personal, el rey Tomari recibió una bandera rusa más para su casa y pidió un uniforme de oficial de marina ruso que le gustaba usar.
Schaefer no perdió el tiempo. Hasta mediados de 1817 se dedicó a cambiar los nombres hawaianos de ríos y lagos poniéndoles nombres en ruso. Y levantó tres fortalezas. Alejandrina fue llamada así por el zar, Alejandro; Elisabetiana, por su esposa; y la tercera, Barclay, por el general de ese nombre.
Es desconcertante encontrarse en plena Polinesia con todos estos apelativos del norte de Europa: Sandwich, ese pueblo de Kent a cuyo conde se debe el único aporte inglés de monta a la gastronomía mundial, y que lo hizo famoso; Alejandro I, el vencedor de Napoleón; el alemán Schaefer y el gran general escocés Barclay de Tolly. Lo más curioso del caso es que todo es verdad, salvo el análisis y la conclusión.
EL PROTEGIDO DE TOMARI
Schaefer llegó a las islas Hawai (a las que el capitán Cook había puesto Sandwich) como enviado de la Compañía y, oficiosamente, del zar, para colonizar el archipiélago justamente cuando un gran rey, Kamehameha, había emprendido la conquista de todas las islas (ver recuadro).
Nombrado médico del soberano, Schaefer comenzó a comprar tierras para su empresa, pero los comerciantes norteamericanos intrigaron con éxito en su contra y huyó. Encontró protección junto a Tomari y éste, evidentemente, halló muy ventajoso buscar la amistad de una potencia europea contra su peligroso vecino. Tomari gobernó en Kahuai y Niiahu, "un pequeño reino separado e independiente", de ningún modo en todo el archipiélago.
El año siguiente, 1818, la Compañía informó al canciller Nesselrode, y Alejandro I le concedió al rey polinesio la orden de Santa Ana con medalla de oro y le envió una daga y una capa de terciopelo púrpura con flecos y charreteras de oro. La aventura rusa en la Polinesia, sin embargo, no tuvo continuación y las islas Hawai quedaron dentro de la órbita norteamericana, aunque muy disputadas con países europeos.
Pero las cosas deben verse dentro de la realidad de su época y por entonces, con Kamchatka en el oeste del Pacífico norte en manos rusas, y con la Compañía Ruso-Americana controlando Alaska y avanzando hacia el Sur, "parecía casi posible que el Pacífico norte se convirtiera en un lago ruso y que América del Norte se repartiera entre los Estados Unidos, Gran Bretaña y Rusia" (B.H. Sumner "Historia de Rusia", México, Fondo de Cultura Económica, 1944, Pág. 29).
Lo que hace disparatada esta historia no es que Rusia haya querido ocupar Hawai, hecho histórico auténtico y muy conocido, sino que se quiera dar hoy, a fines del siglo XX, una lectura política actual a una anécdota curiosa y nada más de comienzos del siglo XIX.
Este audaz planteo, por lo que dice y por lo que se sugiere, debe leerse con estas palabras aclaratorias del mismo texto: "Debemos conservar para nosotros y para los otros el recuerdo de que lo que perteneció a Rusia desde hace siglos y, por lo tanto, en los siglos, y que se ha perdido, no significa que permanecerá así para siempre". O sea, Hawai, Alaska y California. Así.
(1) La leyenda dice que la diosa del fuego, Pele, quiso establecerse en Kahuai, de la que era el rey su amante, pero que finalmente optó por el volcán Kilauea, en la isla de Hawai. .
Por Narciso Binayán Carmona

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