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martes, 21 de enero de 2014

ARGENTINA. CONTAR CON LOS MILITARES COMO APOYO DEL PODER POLÍTICO...



Diario “La Nación”. Buenos Aires, domingo 19 de enero de 2014 
Entrevista con
Rut Diamint: "Contar con los militares como apoyo del poder político no es conducción democrática de las FF.AA."
Experta en temas de seguridad, cree que el ascenso de César Milani refleja una riesgosa politización de las Fuerzas Armadas, cuyo rol en democracia es aún un tema tabú
Por Astrid Pikielny  | Para LA NACION
"La politización de las Fuerzas Armadas (FF.AA.) destruye la idea del Estado de Derecho, la división de poderes y la función de cada agencia. Las FF.AA. no están para hacer política, ni para hacer caminos, ni para educar, ni para construir viviendas, ni para reparar barcos civiles, ni para construir vehículos civiles, ni para tener una actividad económica."
Quien lo dice es una de las mayores expertas en temas de FF.AA. y seguridad de la Argentina y América latina, a tal punto que, en la actualidad, además de su cátedra de Seguridad Internacional en la Universidad Torcuato Di Tella y su fecunda trayectoria como investigadora del Conicet, Rut Diamint es asesora de Ban Ki-moon, el secretario general de la ONU, en una comisión especial de asuntos de desarme. De los 15 miembros que integran esa junta, a la que se llega sólo por credenciales académicas y profesionales, Diamint es la única latinoamericana.
"¿Por qué uno le teme a la politización de las FF.AA.? Porque las FF.AA. son u na institución que actúa con mucha organicidad y nosotros estamos de alguna manera alimentando que estas FF.AA. mañana, con otro gobierno, hayan adquirido muchísimo poder, tengan un proyecto político propio y se constituyan tal vez nuevamente como un partido político, como ha sido en la historia pasada argentina", agrega quien fue primero asesora y luego jefa de gabinete del ministro de Defensa José Pampuro entre 2004 y 2005.
En diálogo con LA NACION, Diamint analiza cuál es el rol de las FF.AA. en democracia y cuestiona el perfil del jefe del Ejército, César Milani (ligado a tareas de inteligencia y no al mando de tropa) , investigado por crímenes de lesa humanidad durante la dictadura y ascendido recientemente al grado de teniente general.
"Si en cualquier proceso de selección no se tienen en cuenta los méritos, prima la afinidad, y hay premios y castigos arbitrarios, se lesiona la institución", dice esta socióloga con maestría en Ciencia Política.
-Durante los años ochenta, los países de la región encaran sus transiciones democráticas y aspiran al control civil de las FF.AA. ¿Qué singularidades tuvo el caso argentino?
-El caso argentino tiene una particularidad que le permitió avanzar de una manera que no experimentó ningún otro país de América latina, y es que las FF.AA., además de derrotadas en el tema de derechos humanos, de manejo económico y gestión política, vivieron algo específico: perdieron una guerra. Y su accionar en la guerra fue cuestionado incluso internamente por las propias FF.AA. con el Informe Rattenbach. Eso le permitió a Alfonsín desechar la autoamnistía que se había asignado Bignone y avanzar mucho más fuertemente en la idea de control civil, que era algo que Alfonsín había expresado en la campaña y formaba parte de una visión que tenía muy republicana de instalar la justicia como punto de equilibrio de las tensiones que podía haber en la política. Él decía que había que volver a la "juridicidad", y la forma de hacerlo y fortalecer la república eran los juicios.
-Igualmente, fue un camino complicado, con avances, retrocesos e intentonas frustradas.
-No fue nada fácil. Uno tiene que reconocer que incluso la buena voluntad o la equivocada decisión que pudo haber tenido Menem con el tema de los indultos, supongo -porque no tengo por qué suponer lo contrario- que fue hecho con intención de pacificar, y obviamente no lo logró. Todos los gobiernos de alguna manera respetaron, en mayor o menor medida, ese bagaje de que había que castigar a las FF.AA. y eliminar la impunidad. Y quedó asentado en la sociedad, y la sociedad, y en especial los organismos de derechos humanos, fortaleció también ese pensamiento.
-¿Cuál es la herencia que supone la dictadura militar para esta "reconversión" de los militares?
-Si uno mirara del 83 en adelante, se avanzó muchísimo, pero nunca se logró completamente la conducción política de las FF.AA., una conducción sin cuestionamientos, sistemática y que de alguna manera convirtiera una política de defensa en una política de Estado.
-¿Dice que no se logró una conducción política?
-Nunca se completó del todo: parte sí y parte no. Se avanzó mucho, se lograron muchísimos cambios, claramente las FF.AA. argentinas perdieron muchísimo poder, tienen en claro que no pueden desafiar el poder político, pero han mantenido pequeños espacios de autonomía y pequeños resguardos económicos. De alguna manera han desafiado esa ausencia de conducción, que no es una falla del lado de los militares, sino del lado civil. O sea, las FF.AA. estaban en disponibilidad para ser conducidas. Y no tiene que ver sólo con el Poder Ejecutivo. Si usted pregunta a los legisladores cuántas veces visitan instalaciones militares, o tienen diálogos abiertos transparentes con las FF.AA., le dirán que prácticamente nunca.
-Esos enclaves dentro de las FF.AA. que mantienen cierta autonomía, ¿no suponen algún riesgo?
-Si usted me pregunta si yo veo alguna posibilidad de que haya algún tipo de golpe de Estado, le digo que no.
-¿Es posible pensar que no se encaran reformas y reestructuras de fondo en las FF.AA. por temor a que eso pueda generar algún tipo de amenaza?
-Creo que en el fondo es un tema con el que no se meten demasiado no porque haya una amenaza latente o la posibilidad de un golpe de Estado, sino porque puede desestabilizar y generar controversia. Todavía hay temor a una reacción que sea de alguna manera delimitante del acuerdo político. Y hay otro tema más, y esto lo muestra muy claro Venezuela: quizás en algún momento las puedan necesitar. Si confronto demasiado y mañana las necesito para que me apoyen políticamente o porque hay una catástrofe -no una acción absolutamente reglamentaria, sino más politizada-, las FF.AA. son un instrumento de mucha utilidad.
-¿Cuál sería el rol primordial de las FF.AA. en democracia?
-La defensa de nuestra soberanía y de la forma de vida de nuestro pueblo. Uno puede preguntarse: ¿para qué tener FF.AA. si me llevo bien con Brasil, bastante bien con Chile, muy bien con Bolivia, hay algunos problemitas con Uruguay, pero no voy a resolverlos militarmente? Y lo que responderíamos los que estamos en este tema es que es un seguro que uno compra con la idea de no usarlo. Es como un seguro del auto: ojalá que no choques nunca. Ojalá que no tengamos nunca un conflicto armado así no las tenemos que usar, pero las tenemos que tener, aunque no en las condiciones en que las tenemos: habría que tenerlas más disminuidas, mucho mejor equipadas y mucho mejor entrenadas.
-No hay hipótesis de conflicto externo, pero les han asignado a las FF.AA. la lucha contra el narcotráfico en la frontera norte.
-Si las ponés a hacer eso o caminos en el Sur, o reparar un puente en el Este, las estás desvirtuando de su función y de alguna manera estás demostrando que no las necesitás como institución militar para su fin específico. A veces se confunde esto con la actuación frente a una inundación. Por la ley de defensa, en una emergencia de cualquier tipo, las FF.AA. están muy preparadas para poder dar una respuesta: logísticamente saben reaccionar rápido y tienen movilidad para trasladarse y rescatar gente. Ahora bien, no había ninguna situación de emergencia que justificara que las FF.AA. intervinieran en el Escudo Norte.
-Pero, además, ¿las leyes de seguridad interior y de defensa no prohíben a los militares participar en acciones policiales, como la lucha contra el narcotráfico?
-Totalmente, y el Congreso está paralizado frente a este asunto. El Congreso debería estar pidiendo aclaraciones y llamando al jefe de Gabinete para que diga por qué se está actuando fuera de una ley de defensa, que además es una ley que articuló y reglamentó Nilda Garré, ex ministra de este Gobierno, lo que es todavía más llamativo.
-¿Qué tipo de operativos están haciendo las FF.AA. en el Norte?
-Lo que el Gobierno viene argumentando es que por ahora son funciones de apoyo, de logística y de interceptación, porque tienen radares más sofisticados que la Gendarmería. Pero en todas estas actividades es muy difícil poner un límite.
-¿En qué sentido?
-En hasta dónde uno puede decir que hubo sólo un apoyo logístico. Es una zona gris que es difícil de definir. Además, otro tema para considerar es que todas las intervenciones de las FF.AA. en México, Afganistán, Guatemala, Perú, Colombia para controlar el tema narcotráfico han fracasado. No son más eficientes que la policía o la Gendarmería para combatir el narcotráfico. No están entrenadas para la lógica de lo que es una actividad ilegal. No tienen los recursos ni los mecanismos ni los instrumentos para poder hacer un buen seguimiento, como sí creo que en el caso argentino lo tiene la Gendarmería. No habría ninguna justificación para la intervención de las FF.AA. porque hay un buen número de gendarmes que podrían accionar en el Norte.
-Pero algunos dirán: "Si las tenemos paradas, desocupadas".
-Bueno, entonces esas FF.AA. sobran. Reduzcamos las FF.AA. para que de alguna manera estén preparadas para las tareas que tienen que estar preparadas y lo que sobra, hay que redistribuirlo a otras instituciones. No tiene lógica mantenerlas porque además, en eso, son ineficaces.
-En la entrevista que Hebe de Bonafini le hizo a César Milani le pide que las FF.AA. urbanicen asentamientos y barrios precarios. ¿Eso es algo que podrían hacer?
-En eso hay una paradoja, porque eso es justamente lo que muchas veces hacen cuando salen en misiones al exterior. Se hizo, por ejemplo, en Puerto Príncipe, Haití. Para poder controlar esa sociedad las FF.AA. - sobre todo las brasileñas- tuvieron que meterse en las villas, hicieron calles, iluminaron y generaron mecanismos de control. Uno les pide que hagan afuera lo que tienen prohibido hacer adentro, y yo supongo que algún tipo de confusión eso debe generar. ¿Cuál es el beneficio que tiene el Estado de mandar a las FF.AA. a hacer tareas que tendrían que hacer otras instituciones? No tiene sentido que esas tareas las hagan las FF.AA. Si usted me dice que se van a levantar los cimientos de un barrio en 20 días y se ha pedido ayuda a la comunidad, y entre los que van a ayudar están las FF.AA., uno lo puede entender casi como un caso de emergencia. Ahora, si después de esos 20 días se quedan trabajando ahí, eso no tiene justificativo y se están gastando los recursos para hacer defensa en otro tipo de actividades.
-El ascenso de Milani ha generado rechazos y controversias no sólo en algunos organismos de derechos humanos y en la oposición, sino en miembros del oficialismo. ¿Qué lectura hace usted de este ascenso?
-Me llamó la atención que fuera Nilda Garré quien de alguna manera le ha dado protagonismo en las FF.AA. a Milani, porque se conocían sus antecedentes vinculados a temas de derechos humanos. Y porque después de las respuestas que Milani dio a los cuestionamientos del CELS, de Pérez Esquivel, de Madres de Plaza de Mayo de La Rioja, queda en un lugar dudoso. Y por otro lado es llamativo, en cuanto a la mentalidad militar, que sea un oficial de inteligencia el que está frente a la fuerza, porque en general siempre se han elegido oficiales de carácter operativo, que han estado al frente de un regimiento. En todo el mundo se tiende a elegir militares que han tenido conducción de tropa, porque eso les da posibilidad de liderazgo para conducir una fuerza que tiene carácter jerárquico.
-Se sostiene que en estos años Milani ha estado a cargo de un aparato de inteligencia paralelo al de la SIDE, brindando servicios de inteligencia a funcionarios del gobierno nacional y realizando espionaje a opositores.
-Eso no está comprobado y no voy a decir nada sobre algo que no está comprobado, pero que alguien de inteligencia esté manejando la fuerza genera, por lo menos, resquemor. Además, ha tenido una función muy vinculada a las autoridades que tenía en ese momento el Ministerio y es un perfil muy politizado de militar, que es justamente lo que se trata de evitar. Esto no implica, y todos los presidentes lo han hecho, que uno no seleccione dentro de las máximas autoridades de cada fuerza personas con las que uno pueda tener mayor afinidad o confianza. Pero otra cosa es cuando esa afinidad genera dudas respecto de la transparencia de la política de la institución.
-Un perfil como el de Milani, vinculado a inteligencia, ¿no podría responder a la hipótesis de un posible conflicto interno?
-No creo que se vincule con hipótesis de conflicto interno, pero sí con la idea de manejar más variables políticas. Los agentes de inteligencia son más políticos que los militares profesionales puros. Si estoy en lo correcto, esto se vincula con el propósito de politizar a las FF.AA. contando con mayor información sobre la sociedad, la clase política y las propias fuerzas. Es ponerlas en sintonía con un proyecto político. Es poder contar con los militares como apoyo del poder político, pero eso no es conducción civil, democrática e institucional de las FF.AA.
-En el contexto de un gobierno que ha levantado la política de derechos humanos como principal bandera, ¿se puede pensar esto como una claudicación?
-No, yo no hablaría de claudicación sobre todo por lo que se ha intentado hacer a través de la Justicia. Creo que hay una conveniencia política y que algunos creen que con este militar se abre un camino para reconciliar a la sociedad con las FF.AA. Pero lo que sí queda claro es que se destruyen instituciones, porque no hay ascenso en función de los méritos y porque hay premios y castigos arbitrarios. Y uno de los peores legados de la dictadura militar fue justamente el quiebre de las instituciones. Esto deja un legado complicado respecto de que la forma de ascenso no es el mérito, sino la asociación o el vínculo al poder político amigo.
-Milani declaró su apoyo al proyecto nacional y popular. Si quien ocupara en otro momento la Jefatura de Estado no encarnara ese proyecto, ¿las FF.AA. se tornarían incontrolables?
-¿Si podrían las FF.AA. reaccionar? Si el proyecto hubiera avanzado como en el caso de Venezuela, y hubieran tenido tentáculos de poder en las distintas instituciones, las FF.AA. reaccionarían. No tengo ninguna duda. El caso de la Argentina es muy distinto. No lograron construir un consenso o poder interno como para que si mañana ese modelo nacional y popular de las FF.AA. se cae, haya una reacción. Muchos no quieren ese modelo politizado de las FF.AA. y quieren mantenerse apartados del poder político, si se tiene en cuenta lo que ha pasado y lo costoso que ha sido para ellos el rechazo popular. Acuérdese de que los militares no iban de uniforme en la época de Alfonsín. Eso lo vivenciaron como un golpe fuerte que de alguna manera les generó un cambio de mentalidad. Yo creo que hoy los militares están convencidos de que, a pesar de todos los defectos que tiene la democracia, sobre todo ligados a la corrupción y la falta de idoneidad profesional de los políticos, la democracia es el mejor régimen..

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