Diario "La Nación!" Domingo 13 de junio de 2010 |
Entrevista a Gianfranco Pasquino
"La crisis indica que Europa deberá repensar el Estado de bienestar social"
El
reconocido politólogo italiano afirma que Europa reaccionó tarde a la
crisis y paga ahora, con duras políticas de ajuste, los costos de un
sistema de decisiones demasiado lento, y aunque no cree que el bloque
corra riesgos de desintegración, señala que el capitalismo globalizado
exige también controles a nivel global
Elisabetta Pique
Corresponsal en Italia
Elisabetta Pique
Corresponsal en Italia
ROMA
En tiempos de ajustes "absolutamente indispensables" en toda Europa,
para Gianfranco Pasquino, uno de los politólogos italianos más
prestigiosos, de reconocimiento internacional, es urgente redefinir el
Estado de bienestar, nada menos que una de las mayores conquistas
políticas y sociales europeas del siglo XX. "Se trata de una operación
difícil -admitió en una entrevista con LA NACION-, pero que seguramente
en Europa se puede hacer. Y de todos modos el Estado de bienestar no
muere porque es una de las adquisiciones necesarias para que el Estado
funcione bien".
Alumno de Norberto Bobbio y de Giovanni Sartori, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Bologna, Pasquino considera prioritario que la Unión Europea se convierta en una fuerza política capaz de actuar coordinadamente y con rapidez, y que encuentre una "clase política más sólida y competente". Y culpa de la catastrófica situación financiera actual a las políticas económicas liberales "sin ningún control" y al "capitalismo desregulado".
Hombre de izquierda y "antiberlusconiano" de la primera hora, como le gusta definirse, Pasquino lamenta además la ausencia de propuestas convincentes en la izquierda europea e italiana.
-Casi todos los gobiernos europeos están imponiendo ajustes muy duros, recortes, austeridad. ¿Usted cómo ve la situación?
-Pienso que hacen bien, naturalmente. Quizás hubieran podido anticipar estos recortes, porque hace seis meses la situación hubiera sido un poco mejor. En cambio, tuvieron que esperar que hubiera una emergencia. Pero se trata de recortes absolutamente indispensables.
-¿Para usted cuáles son las causas de fondo de esta crisis?
-El detonante fue seguramente la crisis de los subprime en Estados Unidos, que fue efecto de una política que los Estados Unidos habían aceptado y hasta propuesto. Es decir, es el efecto de políticas liberales, sin ningún control o con poquísimos controles. Esto naturalmente no funciona, como se ha visto y se ha reflejado de algún modo en el resto del mundo y en particular en Europa. No es casual que la crisis sea más grave en los países que fueron gobernados fundamentalmente por partidos cercanos al Partido Republicano norteamericano y por ende partidos de centroderecha. Es decir, la causa general de fondo es el liberalismo: el capitalismo debe ser reglamentado y las reglas deben ser aplicadas. Un capitalismo desregulado produce crisis, y esta es la crisis que tenemos.
-Usted denunciaba a los partidos de centroderecha... Pero en algunas recientes elecciones, por ejemplo en el Reino Unido, donde estaban un tanto cansados del laborismo, parece que sigue habiendo una tendencia a votar por la centroderecha...
-No necesariamente. En Alemania, por ejemplo, ahora parece que los socialdemocrátas están en ascenso; en Grecia han ganado los socialistas; en el Reino Unido el problema era que Brown era absolutamente impopular y el premier cuenta muchísimo... En realidad, para lograr convencer a los electores de que debe votarse por un partido de centroizquierda o de izquierda, hace falta que ese partido antes que nada exista. Porque en el caso italiano tampoco existe. Y en segundo lugar, que su líder sea creíble. En el caso italiano no son creíbles, y en el caso inglés, Brown ya no era creíble. Tercero, que propongan políticas claras, precisas, que de algún modo puedan involucrar a parte del electorado. Es aquí donde la izquierda europea ya no encuentra su norte, porque ya no tiene una guía, no tiene más objetivos claros. Cuando no hay alternativas, el electorado habitualmente prefiere la centroderecha.
-Volviendo a la crisis económica, ¿estamos llegando al fin del Estado de bienestar social que se había construido después de la Segunda Guerra Mundial?
-No, no es el fin del Estado de bienestar, sino que es la indicación de que hay que repensarlo. Es más, los mismos partidos socialdemocrátas en toda Europa han dicho que hay que repensar el Estado de bienestar social. Pero no han sabido cambiar esas partes necesarias porque demasiado a menudo se dejan condicionar por los sindicatos. Y los sindicatos por definición defienden los intereses de los trabajadores y los trabajadores son aquellos ocupados, es decir, los que ya tienen un empleo. Por eso, los partidos socialdemócratas deberían en cierto modo también desafiar a los sindicatos, haciéndoles notar que el problema es lograr tener más puestos de trabajo, hacer una política que cree oportunidades para los jóvenes. Es decir, estamos frente a la necesidad de redefinir el Estado social, tanto en referencia a los no ocupados -que de todos modos en el viejo Estado social tenían un rol mínimo-, como en referencia a las denominadas nuevas necesidades. Se trata de una operación difícil, pero que seguramente en Europa se puede hacer. Por otra parte en Estados Unidos, paradójicamente, se está yendo hacia un sistema sanitario que tiene fuertes componentes nacionales.
-Entonces hay que redefinir el Estado de bienestar, que no muere...
-No, no muere. El Estado de bienestar es una de las adquisiciones necesarias para que un Estado funciones bien.
-La Unión Europea le ha impuesto a Italia que la edad de jubilación de las mujeres pase a los 65 años: ¿qué le parece?
-Es algo absolutamente necesario y también equitativo. Lo que las mujeres tienen que hacer es obligar a los hombres a trabajar más en casa, si este es el problema. Y que también presionen para que haya un servicio de apoyo a su trabajo que sea más eficaz que el que existe actualmente, si esto es un problema. Dicho esto, todos deberían trabajar más, en el sentido de que Italia, por ejemplo, es un país en el que se envejece mucho y se vive mucho, y es justo que se trabaje más.
-¿Cómo cree que podrá evolucionar en general la situación en los próximos años?
-Es difícil decirlo. Europa deberá lograr encontrar una clase política más sólida, más competente. Porque no se puede permitir que haya distintas políticas económicas en los 27 países, que no estén coordinadas. Debemos ir hacia una coordinación, y coordinación significa que haya poderes políticos, instituciones y autoridades que puedan poner en práctica esta coordinación en relación estrecha con las autoridades estatales. Esto es lo que pasa. Por lo demás, el problema de los Estados Unidos es que si el presidente Obama tiene éxito, la coordinación de Europa con el presidente Obama se puede hacer. Pero si vuelven los republicanos, no será posible ninguna coordinación.
-¿Por qué?
-Porque los republicanos siguen teniendo una visión liberal, equivocada, que no ha funcionado ni siquiera en los Estados Unidos, que produjo problemas en los Estados Unidos y que funcionaría menos aún en Europa. Porque Europa tiene un sistema distinto, que debería ser reconstruido de forma distinta. Por otra parte, los republicanos son mucho menos europeístas: no les importa nada Europa, por lo que naturalmente seguirían mirando hacia China y causando "pastichos" en el resto del mundo, interviniendo para llevar una democracia que no tienen, y obligando a los europeos a ir detrás de ellos, intentando calmarlos...
-Esta es la primera gran crisis de la zona euro: ¿pone en riesgo el concepto de Unión Europea? ¿Qué perspectivas tiene el bloque?
-No, no creo que Europa corra un riesgo de desintegración. Europa lamentablemente corre los riesgos que se derivan de su lentitud en tomar decisiones. Esta lentitud es muy costosa, porque ciertas decisiones deben tomarse con rapidez. Por eso es necesario tener una autoridad más fuerte. Lamentablemente, varios gobiernos europeos siguen siendo celosos de ciertos poderes que después, solos, no logran ejercitar. Y esto es lo grave.
-¿Es también una causa de la crisis que haya sido demasiado rápida la ampliación de la UE?
-No sé si fue la ampliación. Porque si usted piensa en lo que está sucediendo, los países que están especialmente en crisis ya lo estaban desde hace tiempo. Grecia ya lo estaba, España también, Portugal, Irlanda... Estos países son los que entraron en crisis, no los nuevos... Por eso no es necesariamente la ampliación la culpable. Insisto, el problema es que no fueron dados los poderes suficientes para que los diversos países, los diversos gobiernos, a nivel federal y a nivel interno, pudieran actuar de modo eficaz. Por ejemplo, Berlusconi está diciendo que la Constitución italiana no le permite gobernar: es una estupidez, pero es su coartada...
-¿Es esta falta de poder real de la UE la causa del euroescepticismo que se respira un poco en todo el continente?
-Yo no estoy tan convencido de que se respire en todo el continente euroescepticismo. Pero estoy seguro de que debe haber un reforzamiento del poder de gobierno de las insitutuciones europeas. Para entendernos: la Comisión debería convertirse efectivamente en el gobierno de Europa, y los jefes de gobierno deberían utilizar su Consejo como el Senado, una cámara en la que se reflexiona sobre lo que es necesario y después se da mandato a la Comisión, que es el gobierno. Lamentablemente Barroso, que es un hombre inteligente y capaz, es el ex jefe de gobierno de un país pequeño y débil, es decir, no tiene suficiente poder. Paradójicamente, ese poder lo podría haber tenido Tony Blair si no hubiera sido que se arruinó la reputación cometiendo un error gravísimo yendo a la guerra en Irak y, además, negándose a reconocer su error.
-¿Cómo evalúa la situación italiana si se la compara con el resto de Europa?
-Es difícil decirlo porque nunca estoy muy convencido de que los datos que nos da el gobierno sean del todo correctos. Parecería que estamos un poco mejor que el resto de Europa. Y desde un cierto punto de vista probablemente sea así, porque los italianos tienen una gran propensión a ahorrar, por lo que hay un alto nivel de ahorro privado que después se encuentra en los bancos o invertido, por ejemplo, en títulos del Estado. Pero tenemos una alta deuda pública y esto pesa naturalmente sobre el Estado en su conjunto. Por lo tanto, estamos un poco mejor, pero por otro lado corremos algún riesgo de más porque nuestra deuda pública es una de las más alta de Europa.
-¿Qué le parecieron las medidas tomadas por el gobierno de Berlusconi?
-Las medidas para mí son probablemente útiles para frenar la crisis, pero no útiles para relanzar la economía.
-Hay economistas que dicen que las medidas son algo tímidas, que deberían haber sido más duras...
-Sí, yo pienso que se hubiera podido ser más exigente. Pero Berlusconi siempre teme perder el consenso y entonces va en la dirección en la que toca especialmente al sector público, sabiendo perfectamente que el 85% de los que pertenecen al sector público votan a la centroizquierda, es decir, sabe que ahí no perderá votos. Podría haber sido más riguroso con todo lo que tiene que ver con los costos de la política.
-Volviendo a la crisis de la economía europea, que parece bastante catastrófica, ¿la situación es única o es comparable con otro período histórico? ¿La clase política europea está a la altura de enfrentar esta situación?
-La clase política europea ciertamente tiene personas muy competentes y muy capaces. Tengo la impresión, sin embargo, de que no hay grandes líderes como los que existieron en otra época, por ejemplo, en Gran Bretaña, o en Suecia. Porque en Suecia, después de la crisis de 1929, con los socialdemócratas se produjeron una serie de políticas innovadoras. Pero no nos olvidemos de que la crisis de 1929 entre otras cosas hizo caer la democracia en Alemania... Por lo tanto, es difícil decir si es un problema sólo de clase política. Porque es un problema quizás también de la globalización, del capitalismo. Entiendo que estas cosas suenen demasiado vagas, pero en el momento en que hay muchas personas que pueden mover mucho dinero con un simple click de la computadora, esto por supuesto complica cualquier manejo de una crisis económica. Y en el momento en que el capitalismo es efectivamente globalizado deberíamos tener reglas a nivel global. Porque nosotros hablamos de Europa, pero también hay un capitalismo estrechamente controlado por el Estado, que es el capitalismo chino, que parece funcionar bien. Pero es un capitalismo de explotación, que nosotros no podemos de ningún modo aceptar.
Quién es Gianfranco Pasquino
Politólogo Profesión: profesor universitario
Edad: 67 años
Origen: italiano
Nacido en Turín en 1942, Pasquino es autor de varios libros y artículos de teoría política, entre ellos Los poderes de los jefes de gobierno y La oposición (traducidos ambos al castellano). Entre 1983 y 1992, y nuevamente entre 1994 y 1996, incursionó en política para ocupar el cargo de senador, en el marco de la Izquierda Independiente y la Alianza Progresista.
Pero Pasquino es además un gran conocedor de la Argentina, donde recibió distintos doctorados honoris causa. Estuvo recientemente en nuestro país, en el mes de abril, para la presentación de la Fundación Taeda, una organización sin fines de lucro dedicada a la promoción de nuevos líderes en diversas disciplinas y al fomento de la investigación académica en la Argentina y la región. Según afirmó, volverá al país en agosto. .
© LA NACION
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