Miércoles 28 de enero de 2015
Guerra civil y jihadismo, el relevo de Khadafy
Después
de aprovechar el viento a favor de la "primavera árabe" para liberarse
de la dictadura de más de cuatro décadas de Muammar Khadafy, los libios
se encaminan ahora a una abierta guerra civil, el escenario perfecto y
deseado por Estado Islámico (EI), que desde hace meses exportó desde
Siria e Irak sus métodos brutales al este del país.
Desde agosto,
el caos avanza por duplicado en Libia, donde sus siete millones de
habitantes están partidos por dos gobiernos, dos parlamentos y dos
ejércitos, controlados por los islamistas del grupo Fayer Libia en
Trípoli y las fuerzas seculares de Operación Karama, asentadas en
Tobruk.Después de las elecciones generales de junio pasado, los integrantes del viejo Congreso General de la Nación, controlado por los Hermanos Musulmanes, se negaron a disolver ese cuerpo a pesar de la constitución del nuevo Parlamento, la Casa de Representantes reunida en Tobruk, donde fue designado premier Abdullah al-Thini, luego reconocido por la comunidad internacional. Los "rebeldes" en Trípoli formaron su propio gobierno, conducido por Omar al-Hassi.
Los poderes regionales no están ausentes. Egipto y los Emiratos Árabes Unidos respaldan a Tobruk, mientras que Turquía, Qatar y Sudán apoyan a Trípoli.
Esta semana, la ONU llevaba adelante en Ginebra negociaciones de paz que buscan quebrar la desconfianza entre ambos bandos a los que adhieren las diferentes facciones tribales libias, que emergieron con más poder tras el derrocamiento de Khadafy, en octubre de 2012, a manos de combatientes locales y la OTAN.
Expectante en Derna, controlada por EI, está el iraquí Wessam Abd Zeid -el enviado del califa Abu Bakr al-Baghdadi-, acompañado de 800 jihadistas, 300 de ellos veteranos de Siria e Irak. Ellos anhelan menos unidad y más conflicto, la fórmula que lleva al caos y le abre las puertas al terror..
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