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viernes, 2 de enero de 2015

BEN LADEN, OSAMA, DE VOCERO DE LOS OPRIMIDOS DEL ISLAM A SÍMBOLO DEL TERROR








Perfiles / Osama ben Laden

De vocero de los oprimidos del islam a símbolo del terror

Ben Laden pasó su juventud entre la riqueza, pero en los 80 inició una jihad cuya misión es matar norteamericanos

NUEVA YORK.- Con su mirada mansa, aspecto esquelético, larga barba negra, y el fusil Kalashnikov que siempre lleva consigo, Osama ben Laden se ha convertido en el símbolo de terror más denostado del planeta.
Aunque aún no han sido probadas su responsabilidad ni conexión directa con los devastadores atentados perpetrados en Nueva York y en Washington, en los últimos diez años su imagen pasó de ser la del financista del terror a la de su más prominente gestor y cerebro gris.
Su objetivo se ha mantenido firme durante ese lapso: alcanzar la victoria en una autoproclamada jihad o guerra santa islámica contra los Estados Unidos y sus aliados. Ahora es el principal sospechoso de haber sumado miles de nuevos muertos a una lista de víctimas del terrorismo que ya era impresionante.
Aunque anteriormente discutieron entre sí acerca de las redes específicas con el terrorismo que tendía Ben Laden, los servicios de inteligencia norteamericanos ahora reconocen que este saudita de aspecto frágil y de voz fina movilizó a cientos de musulmanes en lejanos países para combatir y morir en aras de su exacerbada visión del Islam.
Pero aunque funcionarios norteamericano ya no discuten sobre la influencia de Ben Laden, sí discrepan acerca de muchos de los mitos que tanto el propio saudita como sus secuaces se esmeraron en crear respecto de su persona.
Aunque se muestra como un hombre humilde, Ben Laden es, en realidad, un improbable vocero de los oprimidos y desposeídos. Nacido a mediados de los años 50 -fue el menor de una prole de 20 hijos de un yemenita convertido en magnate de la construcción en Arabia Saudita-, Ben Laden pasó una juventud de riqueza y privilegios.
Mientras muchos sauditas de su generación sudaban la gota gorda bajo el sol del desierto, Ben Laden vivía en residencias con aire acondicionado, rodeado de sirvientes. La empresa familiar tenía jugosos contratos para reconstruir mezquitas en La Meca y en Medina. Después de la muerte de su padre, heredó unos 300 millones de dólares.
Ben Laden, que estudió ingeniería en la Universidad Rey Abdul Aziz, en Jidda, no siempre estuvo interesado en la política religiosa. Sus allegados decían de él que, junto con miembros de la realeza saudita, visitaba a menudo Beirut, donde frecuentaba clubes nocturnos.
Ben Laden ha señalado que lo motivaron tres acontecimientos registrados hacia fines de los años 70: los acuerdos de paz promovidos por los Estados Unidos en Camp David entre Egipto e Israel, la revolución islámica de Irán, y la invasión soviética de Afganistán. "Esto me enfureció y me trasladé allí inmediatamente", comentó al diario Al Quds al Arabi.
Ben Laden pasó, en realidad, los primeros años de la guerra entre las fuerzas soviéticas y los guerrilleros afganos viajando por el Golfo Pérsico, tratando de juntar fondos para la jihad contra la Unión Soviética. No se trasladó a la ciudad fronteriza.
La riqueza de Ben Laden permitió que le abrieran las puertas y gozara de una gran popularidad entre los afganos. Abdullah Anas, un ex aliado argelino, afirmó que a pesar de que Ben Laden no era "muy avezado política u organizativamente", sí era un activista con "gran imaginación" y "muy generoso."

Influencia de la Jihad egipcia

Anas sostuvo que cuando estaba en Afganistán, Ben Laden cayó bajo la influencia de la Jihad Islámica Egipcia, un grupo de experimentados militantes egipcios que habían colaborado para asesinar al ex presidente Anwar el Sadat en 1981, y que lo persuadieron de que la jihad contra la Unión Soviética debía extenderse hacia otros musulmanes en Medio Oriente y otras partes que estaban viviendo bajo regímenes "infieles" autocráticos.
"En 1986, Ben Laden instaló el primero de lo luego sería más de una decena de campos de adiestramiento que eventualmente financiaría en Afganistán", indicaron agentes de inteligencia. Más o menos un año después, cuando la marea se volvió contra los soviéticos, Ben Laden y los egipcios fundaron Al-Qaeda, la base de operaciones para organizar su cruzada islámica global.
Eufórico por su triunfo contra los soviéticos, Ben Laden llegó a la conclusión de que ningún Estado secular podría derrotar a los guerreros sagrados. Estableció nuevos campos de adiestramiento y aportó más fondos de su fortuna personal -gran parte de la cual los Estados Unidos han congelado- para financiar la instrucción de militantes para una jihad sin fronteras.
Aun cuando los Estados Unidos habían colaborado con él para vencer a los soviéticos, Ben Laden adoptó una actitud vehementemente antinorteamericana en 1990 después de que el rey Fahd instó a aquéllos a estacionar fuerzas en Arabia Saudita durante la Guerra del Golfo. La presencia de soldados norteamericanos en Arabia Saudita, donde nació el profeta Mahoma, enfureció a Ben Laden. Con el tiempo, atribuyeron cada vez más la culpa a los Estados Unidos de las penurias musulmanas, entre ellas, la opresión del pueblo palestino.
Después de que agentes de los servicios de inteligencia sauditas atraparon a Ben Laden cuando contrabandeaba armas desde Yemen, la tierra natal de su padre, le retuvieron el pasaporte y lo presionaron para que abandonara el país. Ben Laden se dirigió a Sudán donde, una vez más, debido a su riqueza, fue recibido con beneplácito. Después del atentado en 1993 contra el World Trade Center por parte de militantes musulmanes, algunos de los cuales pertenecían a la red de Ben Laden, los servicios de inteligencia norteamericanos comenzaron a poner más atentamente el ojo en el renegado financista saudita.
Con la llegada al poder de los talibanes en Afganistán, Ben Laden una vez más encontró terreno fértil para su guerra santa. Tres meses después, aterrizó en Afganistán junto con su entorno. Y en mayo de 1996, les declaró la guerra a los Estados Unidos. Dos años después, su organización, Al-Qaeda, y media docena de grupos formaron una coalición musulmana militante internacional que declaró que la "misión" y el "deber" de los musulmanes de todas partes era matar norteamericanos. .
Por Judith Miller De The New York Times Traducción Luis Hugo Pressenda 
 
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Estalla la polémica en EE.UU. por la captura y muerte de Bin Laden

Diario "Clarín". Buenos Aires, 12 de mayo de 2015.

Críticas a la versión oficial de la Casa Blanca
Según un célebre periodista, Obama mintió al decir que el líder de Al Qaeda murió en combate en Pakistán.

Un reconocido periodista estadounidense –famoso por haber revelado históricos escándalos internacionales— acusa al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, de haber mentido sobre la operación en la que fue ejecutado Osama bin Laden en 2011 y encendió una gran controversia en Washington.

Según el reportero, el relato épico del operativo que difundió la Casa Blanca está lejos de la realidad: el líder terrorista no habría sido sorprendido “escondido” en su refugio, sino que estaba en manos de la inteligencia paquistaní cuando fue eliminado y Estados Unidos llegó a él a través de un informante al que le pagaron 25 millones de dólares.
La Casa Blanca rechazó ayer la denuncia y dijo que era una versión “sin fundamento”. Una fuente de la CIA dijo a The Washington Post que el artículo era un “absoluto sinsentido”.
La versión oficial asegura que Bin Laden murió en un tiroteo con soldados estadounidenses y que las autoridades paquistaníes no sabían nada sobre el operativo de las fuerzas especiales.
En un artículo en la última edición de la revista London Review of Books, el periodista Seymour Hersh señala que la colaboración del Ejército y los servicios secretos del Pakistán tuvieron un papel clave en la muerte de Osama, sobre todo en la preparación de las tropas de elite estadounidenses que llevaron a cabo la misión en Abbottabad en mayo de 2011.
Hersh señala que el líder de Al Qaeda estaba bajo custodia de los servicios secretos paquistaníes desde 2006 en ese complejo de Abbottabad y que su salud estaba tan deteriorada que no podía movilizarse por sus propios medios.
También asegura que Estados Unidos se enteró de dónde estaba Bin Laden por un agente de inteligencia paquistaní que se presentó en la embajada estadounidense y vendió la información sensible a cambio de 25 millones de dólares.
“La historia de la Casa Blanca pudo haber sido escrita por Lewis Carroll (el autor de “Alicia en el país de las maravillas”)”, ironiza Hersh.
El periodista sostiene que no hubo “ningún tiroteo” porque, cuando los soldados de Estados Unidos entraron en el complejo, los guardias del servicio secreto paquistaní “se habían ido”. Además, señala que los restos de Bin Laden “incluyendo la cabeza, que tenía agujeros de bala, fueron arrojados en una bolsa para cadáveres”.
“Durante el vuelo de regreso en helicóptero, algunas partes fueron lanzadas a las montañas del Hindú Kush”, dice Hersh, citando a un alto funcionario de inteligencia de Estados Unidos, desmintiendo así que Bin Laden fue sepultado en el mar como había informado la Casa Blanca.
Hersh, colaborador de la prestigiosa revista The New Yorker y experto militar, saltó a la fama mundial en 1969 al destapar la masacre de My Lai durante la guerra de Vietnam, por lo que ganó el Premio Pulitzer en 1970. También fue el primero que informó en 2004 sobre los abusos y torturas en la cárcel militar estadounidense de Abu Ghraib, cerca de Bagdad.
En el artículo sobre Bin Laden, Hersh se basó fundamentalmente en el testimonio de un alto funcionario de los servicios secretos estadounidenses –cuyo nombre no fue revelado— que conoce el operativo “en detalle” y además de otras fuentes locales y un general retirado de Pakistán, Assad Durrani. Críticos del artículo –como Peter Bergen, autor de un libro sobre ese raid— dicen que la información es un “fárrago de sin sentido que se contradice con múltiples relatos de testigos”. Otros, que es demasiado sensible como para estar en su mayoría basada en una fuente anónima. Hersh admite esto último, pero dice que es difícil que un funcionario de inteligencia en actividad sea citado de manera completa.
Ned Price, portavoz de seguridad nacional de la Casa Blanca, dijo ayer que la investigación estaba “privada de fundamento”. “En el artículo hay demasiados puntos inexactos” . “La noción de que no hu
 
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La corazonada que permitió a EE.UU. dar con Osama Bin Laden

Por Siobhan Gorman, Adam Entous y Zahid Hussain
 
Mientras los dos helicóptero repletos con los miembros de las fuerzas especiales de la marina estadounidense se abrían paso en medio del oscuro cielo hacia la guarida de Osama bin Laden, los cerebros que habían planificado la operación no estaban seguros de que su objetivo se encontrase ahí. Algunos de los hombres que habían diseñado la misión pensaban que la probabilidad de ello era de apenas 60%.
Habían, de todos modos, elegido una arriesgada estrategia de ataque: un asalto directo a la casa en lugar de sencillamente bombardear el lugar desde un avión que no pudiera ser detectado por los radares.
Pero después de pasar una década persiguiendo a bin Laden desde las cuevas del sur de Afganistán a las anárquicas provincias orientales de Pakistán, EE.UU. decidió que el riesgo bien valía la pena. Un examen de la decisión muestra que aunque se basó en meses de planificación detallada, en última instancia dependió de una corazonada.
El siguiente relato se basa en informes y entrevistas con casi una docena de funcionarios de la Casa Blanca, agencias de inteligencia, el Pentágono y el Congreso estadounidense.
En diciembre de 2010, el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Leon Panetta, decidió que la información que se había recopilado era lo suficientemente sólida para poner manos a la obra. Convocó a una reunión secreta con legisladores para buscar las decenas de millones de dólares necesarios para financiar el intensivo programa que desembocó en la muerte de bin Laden.
"Lo que convenció a la gente era que no había otra explicación probable" sobre qué otra persona podía estar ocultándose en el complejo residencial, dijo un funcionario de EE.UU., con la excepción del número dos de al Qaeda, Ayman al-Zawahiri.
La decisión dio inicio a una operación de cinco meses con pocos paralelos en la historia de EE.UU: una misión secreta ocultada a los aliados más estrechos que culminó más de una década de trabajo de inteligencia a menudo infructuoso.
El centro de atención de la inteligencia estadounidense era un complejo amurallado en Abottabad, Pakistán, construido para alojar a alguien que no quería ser visto. Para fines del año pasado, EE.UU. sabía que la mayoría de sus 22 residentes estaban emparentados con uno de los mensajeros más confiables de bin Laden. Pero una tercera familia seguía siendo un misterio. Los agentes de inteligencia sabían que vivía un hombre adulto, pero no podían verlo.
EE.UU. había buscado a bin Laden durante más de una década y fallado media docena de veces.
En 2002, apenas un año después de que bin Laden se escapara en las montañas de Tora Bora, en Afganistán, los interrogatorios de detenidos de la CIA revelaron el alias de uno de sus mensajeros, cuyo trabajo era llevar información y mensajes de bin Laden a agentes de al Quaeda en todo el mundo. El hombre -quien no ha sido nombrado por funcionarios de EE.UU.- era un protegido del artífice de los atentados del 11 de septiembre de 2001, Khalid Sheikh Mohammed, y ayudante fidedigno de Abu Faraj al Libbi, un ex número tres de al Qaeda capturado en 2005.
Tras años de arduo trabajo, los analistas de la CIA finalmente descubrieron en 2007 el nombre verdadero del mensajero y comenzaron a buscarlo.
El primer éxito se produjo a fines de agosto de 2010, cuando la CIA logró seguirlo a su residencia de Abbottabad.
Construido en 2005, el complejo estaba en la periferia de la ciudad, al final de un estrecho camino de tierra. Era un edificio de tres pisos con pocas ventanas al exterior. Vieron una terraza en el tercer piso con una pared de más de dos metros que impedía ver hacia adentro. Los residentes del complejo residencial quemaban la basura. El lugar tenía murallas inusualmente altas y carecía de conexión a Internet y teléfono. La propiedad era ocho veces el tamaño de otros complejos cercanos. "Cuando lo vieron, supieron que tenían que hacer algo", dijo un funcionario de EE.UU.
En septiembre, Obama fue informado sobre el complejo residencial y se le dijo que EE.UU. creía que allí se alojaba un blanco importante. Entre sus residentes estaban el mensajero, su esposa e hijos, y la familia de su hermano.
Además, "había una misteriosa tercera familia allí", dijo una fuente cercana. "Había un hombre adulto que no podían ver pero que sabían estaba allí. Había una mujer, potencialmente esposa e hijos, cuya familia coincidía con la potencial de Osama bin Laden". Los miembros de la tercera familia nunca salían de la residencia.
En febrero, Panetta creyó que era hora de planear la operación. Se reunió con el vicealmirante William McRaven, jefe del comando de operaciones especiales de las fuerzas armadas, y pidió que un equipo reducido analizara opciones.
Se pensó en un bombardeo que minimizara el riesgo para los soldados estadounidenses y maximizara la probabilidad de matar a los residentes del complejo. Pero eso también hubiera destruido pruebas de que bin Laden se encontraba allí.
El 19 de abril, Panetta le dijo al presidente Barack Obama que la CIA creía que bin Laden estaba allí. Ese mismo día, Obama dio autorización provisional para un asalto de estilo comando con helicópteros.
En la mañana del domingo primero de mayo, Obama dio el visto bueno final para la misión tras un retraso de 24 horas debido al mal tiempo. Panetta fue a misa, mientras Obama fue a jugar golf.
Los helicópteros de EE.UU. trasladaron al equipo de las Fuerzas de Operaciones Especiales desde una base aérea en Jalalabad, Afganistán. Un helicóptero cayó a tierra debido a un "vórtice" creado por los altos muros del complejo residencial, un mo¬mento aterrador que resumía los mayores temores de EE.UU. sobre la misión.
Panetta vigiló la operación desde su sala de conferencias convertida en comando de guerra. En la Casa Blanca, Obama y sus principales asesores seguían la tensa acción en tiempo real desde la Sala de Operaciones. "Los minutos pasaban como días", dijo John Brennan, asesor de contraterrorismo de la Casa Blanca.
El equipo, que sabía que tenía que irse en un solo helicóptero, pasó 40 minutos disparando sin tregua, asaltando cada una de las estructuras del complejo residencial. Bin Laden y su familia estaban en el segundo y tercer piso del principal edificio del recinto, el último en ser penetrado.
Un funcionario de defensa de alto rango dijo que bin Laden fue abatido por "balas de EE.UU." y descartó que haya muerto a manos de sus propios guardias para impedir que fuera capturado vivo. Bin Laden recibió en la cabeza al menos una bala disparada por el grupo de asalto de EE.UU.
Además de bin Laden, tres adultos murieron en la redada: dos mensajeros y uno de los hijos mayores de bin Laden. Una mujer cayó abatida al ser usada como "escudo" por uno de los hombres adultos. Otras dos mujeres fueron heridas.
El helicóptero averiado de EE.UU. fue destruido por sus tripulantes antes de que el equipo de asalto se marchara. Las autoridades habían preparado planes de contingencia para bin Laden o en caso de que el hombre misterioso resultara ser otro.
Los paquistaníes, quienes no habían sido informados, enviaron cazas para investigar la presencia de aeronaves no identificadas, pero no dieron alcance a las fuerzas de EE.UU.
A las 15:50 del domingo, el pre¬sidente Obama se enteró que el ca¬dáver de bin Laden fue proviso¬riamente identificado. A las 19:01, Obama fue informado que había una "alta probabilidad" de que fuera el cadáver de bin Laden.
Bin Laden no solo fue identificado por el grupo de asalto, sino también por una de sus esposas, según un funcionario de inteligencia de alto rango. Los especialistas de la CIA compararon fotos del cadáver con las fotos conocidas de bin Laden y pudieron determinar con 95% de certeza que era él. El lunes por la mañana, un análisis inicial de ADN mostró una correspondencia de "virtualmente 100%" del cadáver con el ADN de miembros de la familia de bin Laden.
EE.UU. sumergió a bin Laden en el mar, arguyendo que ningún país lo aceptaría y por temor a que su tumba se convirtiera en un santuario.
El cadáver fue colocado en una bolsa con lastre. Un militar leyó un texto religioso preparado, que fue traducido al árabe por un hablante nativo.
"Tras concluirse la lectura", dijo un alto funcionario de defensa, "el cadáver fue colocado en una plancha preparada y ésta fue inclinada, tras lo cual se sumergió en el mar"..
 

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