3. POBREZA
Dr. Alfredo Bruno Bologna
La
inclusión del tema de la pobreza, es un hecho reciente dentro de la agenda
regional.
En
el Grupo de Río recién aparece con ese título en 1996 en la X Cumbre realizada en
Cochabamba, Bolivia.
Esto
no implica que el Grupo de Río haya marginado la cuestión sino que en varias
oportunidades el tema de la pobreza aparecía dentro del marco general de la
cuestión social, tema sobre el cual se organizó la Conferencia de las
Naciones Unidas sobre el Desarrollo Social en Copenhague, Dinamarca en marzo de
1995.
No
se pretende en este trabajo abordar las múltiples causas que originan la
pobreza, pero América Latina presenta algunas características distintivas del
resto de los países.
Este
hecho fue puesto de manifiesto por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)
en su informe anual de 1993. En el mismo expresaba que si bien se ha logrado
mucho con respecto a la reactivación de la economía y la estabilidad
macroeconómica, los índices de pobreza siguen siendo adversos y la distribución
regional de los ingresos es todavía la más desigual del mundo.
Difícilmente –agrega el informe- el crecimiento económico y la modernización
serán duraderos si no hay estabilidad política y social, la cual, a su vez,
depende de una distribución más equitativa de los beneficios del crecimiento[1].
3.1.
EL CONSENSO DE WASHINGTON
Sobre
ese diagnóstico del Banco Interamericano de Desarrollo no puede dejar de
mencionarse que la aplicación del modelo neoliberal impuesto a América Latina a
través de los organismos financieros internacionales y los países centrales
agudizó el problema de la pobreza.
América
Latina durante un lapso prolongado de tiempo, mantuvo los criterios sostenidos
por la CEPAL,
de sustitución de importaciones, siendo acompañado en esa visión de la región,
por el Banco Mundial.
Hacia
mediados de la década del setenta académicos de distintas orientaciones comenzaron
a criticar este modelo. Entre los economistas se pueden mencionar a Krueger,
Scott, Meinon, Shaw y Baghawaty[2].
Estas
críticas coincidieron con una moda liberal iniciada por Margaret Thatcher en Gran Bretaña en 1979 y
el triunfo de Ronald Reagan como presidente de los Estados Unidos en 1980. Se
debe agregar la llegada de Gorbachev al poder en 1985 y su plan de reformas de la Unión Soviética.
En
el mismo momento que Fukuyama escribía un ensayo sobre el fin de la historia[3],
el economista John Williamson presentó un documento en 1989 sobre las medidas
de ajuste que se debían realizar en la economía de América Latina.
En el mencionado trabajo que se conoció como “El Consenso
de Washington”, el economista proponía, entre otros aspectos, restaurar la disciplina
fiscal, reducir el gasto público ineficiente, reformar las leyes de
tributación, liberalización de los mercados financieros, establecer una tasa de
cambio competitiva, liberalización comercial, reforzar la competencia del
mercado a través de las privatizaciones de empresas de propiedad estatal,
establecer derechos de propiedad bien definidos y reducir el tamaño del Estado[4].
Estas
apreciaciones tuvieron una gran influencia en distintos ámbitos del poder
económico y político. El mismo Banco Mundial en su informe sobre El Desarrollo
del Mundo de 1991incluye en su capítulo primero algunas de las propuestas
elaboradas por Williamson.
Estas
recetas tuvieron una influencia determinante, y fueron aplicadas por la mayoría
de los gobiernos de América Latina.
En
1996, con el auspicio del Banco Interamericano de Desarrollo BID y financiado
por el gobierno de Japón se realiza en Washington un seminario donde Williamson
revisa, en un trabajo presentado al mismo, sus apreciaciones elaboradas en
1989.
Este
documento mencionado por algunos asistentes a esta reunión como Consenso de
Williamson, referimos denominarlo “El Consenso de Washington II”.
El documento de Williamson de 1996
introduce cambios significativos en relación al escrito de 1989.
Referido
a la reducción del gasto del Estado, propone reorientar el mismo hacia un gasto
social definido. En lo atinente a la liberalización de los mercados financieros
propone que el Estado debe asumir nuevas tareas fortaleciendo la liberalización
financiera. En el aspecto de liberalización comercial agrega que los Estados
deben utilizar su poder de negociación internacional fomentando bloques
comerciales regionales. Con relación al derecho de propiedad se atreve a
proponer hasta la reforma agraria. Atinente a reducir el tamaño del Estado,
sugiere que pueden crearse instituciones estatales y mixtas. Su propuesta de
privatizar las empresas estatales es modificada en 1996 expresando que
reemplazar un monopolio estatal por uno privado, es como saltar de la sartén al
fuego[5].
De
acuerdo a estas apreciaciones del economista Williamson uno puede extraer como
conclusión que la elaboración de las propuestas de 1989 hacía caer todo el
poder del Estado como orientador de las actividades financieras, económicas y
comerciales de los países.
Lamentablemente
los errores de Williamson fueron reconocidos muchos años después de que se
aplicaron sus recetas económicas en la región.
3.2. EDUCACION Y POBREZA
Desde
otra perspectiva un documento elaborado por la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (CEPAL) establece que existe una estrecha
relación entre más y mejor educación media y la reducción de la pobreza[6].
El
indicador de la relación entre educación y bienestar social puede definirse
como el número de años de educación para contar con el 90% o más de
probabilidad de no caer en la pobreza. En las áreas urbanas de la región, este
indicador alcanza 10 a
11 años de estudio y, cada vez más, el ciclo medio completo.
Las
tazas de cobertura de la educación media son francamente insuficientes en casi
todos los países latinoamericanos. Solo Uruguay y, en alguna medida, Argentina
y Chile, alcanzan recién alrededor de 1992 un nivel de cobertura bruta
cercano al que registraban ya en 1980 buena parte de los países económicamente
más desarrollados.
De
acuerdo a las cifras de cobertura bruta de la educación media permiten
establecer tres tipos de países:
Grupo A:
Argentina, Chile, Uruguay, con tasas de cobertura bruta iguales o superiores al
70%.
Grupo B: Colombia, Costa Rica, Ecuador, México,
Panamá y Perú, con tasas que se ubican entre el 45% y el 67%.
Grupo
C: Bolivia, Brasil, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Paraguay y
Venezuela, con tasas que predominantemente se ubican entre el 23% y 42%.
El
estudio de la CEPAL,
estima que se requiere aumentar el gasto anual en la educación secundaria entre
medio y un punto.
3.3 DEMOCRACIA Y POBREZA
El
tema de la pobreza ingresó también recientemente en la agenda hemisférica.
Dentro
de la Organización
de Estados Americanos (OEA) se creó el Consejo Interamericano para el
Desarrollo Integral (CIDI) cuyo objetivo es luchar contra la pobreza en el
continente a través de la solidaridad y la cooperación.
Al
constituir el CIDI, como acto previo a la XXVI Asamblea
General de la OEA
reunida en Panamá el 2 de junio de 1996, el Secretario General del organismo,
César Gaviria, expresó que con la creación de este Consejo auguraba un nuevo
período de cooperación y acción colectiva para hacer frente a la formidable
tarea que se propone para hacer de las Américas un continente donde prevalezcan
la prosperidad y la igualdad.
En
el plano de la solidaridad, Gaviria, planteó la necesidad de que los países con
mayores recursos en el continente, los liberaran para ayudar a los más
necesitados en diferentes áreas.
En
el ámbito de la cooperación la OEA
a través del CIDI tiene acuerdos en marcha con el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID) y el Banco Mundial, en temas como democracia, comercio,
desarrollo social, medio ambiente, educación, derechos humanos, ciencia y
tecnología, seguridad ciudadana y modernización del Estado.
El
Secretario General de la OEA,
también replanteó la manera como se distribuyen los recursos, para destinarlos
más a Centroamérica, Caribe y países de América del Sur[7].
La Organización de
Estados Americanos, estableció una relación directa entre la pobreza y la
democracia. Es por ello que en las reformas propuestas a la Carta de la Organización, se
incorpora un párrafo en el cual se expresa que se debe erradicar la pobreza
crítica, ya que constituye un obstáculo al pleno desarrollo democrático de los
pueblos del hemisferio[8].
Si
bien en la OEA,
se aprobaron distintas resoluciones, con la finalidad de erradicar la pobreza,
las reformas incorporadas a la
Carta, aún no están en vigencia ya que se necesitan las
ratificaciones correspondientes.
[2] VALENZUELA, Diego, Un nuevo consenso de Washington. Semanario “El
Economista”. Buenos Aires, 8 de noviembre de 1996.
[4] WILLIAMSON, John What Washington Means by Policy Reform en Latín
American Adjustment: How Much Has Happened? Washington
1989. P. 7. Agradezco a José María Fanelli la colaboración prestada en este
tema.
[5] Sobre la
revisión del Consenso de Washington se puede consultar: KRUGMAN, Raúl, Los
ciclos en las ideas dominantes con relación al desarrollo económico en Revista
“Desarrollo Económico”. Buenos Aires, octubre-noviembre de 1996 N. 143 P. 715;
BRESSER PEREIRA, Luís Carlos, La crisis de América Latina. Consenso de
Washington o crisis fiscal en “Pensamiento Iberoamericano”. Madrid, 1991. N. 19
PP. 13-35
[6] COMISION ECONOMICA PARA AMERICA LATINA Y EL CARIBE. CEPAL. Rol
estratégico de la educación media para el bienestar y la equidad. División de
Desarrollo Social. Santiago, 1996.
[7] OEA lucha contra la pobreza. Diario “La República”. Bogotá, 3 de
junio de 1996.
[8] XVI Período Extraordinario de Sesiones. Washington, 14 de diciembre de
1992. OEA/Ser P- AG/doc. 11 [XVI-E/92] Rev. 1
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