“El temor de los países árabes a Irán es mayor que el que
le tienen a Israel”
Por Fabián Bosoer
Los movimientos que sacuden al mundo árabe y las
estrategias de los países que aspiran a expandir su influencia -como Irán y
Turquía- están modificando el escenario geopolítico de Oriente Medio.
Tendencia. “Los movimientos islámicos le están hablando a
su gente con categorías que tienen que ver con su identidad profunda”, advierte
Litvak
En esta región “hay mucha dinamita
acumulada; esto es un polvorín lleno de mechas encendidas”. La frase puede
erizar la piel de cualquiera, pero en el caso de este historiador de mirada
reflexiva y hablar pausado no busca dramatizar la explosiva situación de
Oriente Medio sino comprender la complejidad de los fenómenos simultáneos que
convergen en las actuales convulsiones en el mundo árabe y que tienen a Israel
como un epicentro. Meir Litvak es profesor de la Universidad de Tel Aviv,
investigador del Centro Dayan para Estudios de Africa y Medio Oriente y uno de
los principales especialistas israelíes en estudios sobre islamismo e historia
de los árabes.
Mientras escucha cada pregunta, en el Instituto
internacional israelí de Beit Berl, donde se produce este encuentro y desde
donde se alcanza a divisar la ciudad palestina de Kalkilya, al otro lado de la
cerca, Litvak parece estar viajando por la historia hasta encontrar ejemplos
que expliquen mejor el presente. Sus respuestas no son asertivas, ofrecen
indicios para observar estos fenómenos sin simplificaciones o estereotipos.
Rechaza hablar de “los árabes” o “los judíos”, “los libios” o “los sirios”,
porque “vemos cada vez con mayor claridad que existen dentro de cada uno de
estos colectivos marcadas líneas divisorias y profundas diferencias”. Durante
la charla, a este cronista le vienen a la mente las palabras de David Ben
Gurión: “demasiada historia para tan poca geografía”.
¿Cómo explica el avance de los movimientos islamistas en
los países que se van liberando de prolongadas autocracias en el mundo árabe?
Creo que aquí hay una cuestión cultural de fondo; los movimientos islámicos le
están hablando a su gente en categorías que tienen que ver con su identidad
profunda. Cuando hay momentos de crisis, la gente tiende a apoyarse en
cuestiones de tipo simbólicas, y que tienen que ver con hechos que los
acompañaron desde sus primeros días de vida. Especialmente en las situaciones
de inestabilidad, la gente tiende a buscar aquello que le ofrece más
seguridades, y en el caso del Medio Oriente, es la religión y la contención que
ella otorga. Hay además un fracaso o agotamiento histórico de otras
alternativas. Los estados, que fueron los que organizaron a esas sociedades a
lo largo del último siglo, están perdiendo el monopolio del poder y este poder
se está trasladando a la sociedad. Más el crecimiento demográfico, más las
demandas insatisfechas, más el acceso de los jóvenes a la tecnología de las
comunicaciones y tiene usted allí los elementos de este giro. Tal vez la
conclusión sea ésta: el nacionalismo se agotó, el socialismo y el capitalismo
fracasaron … El islam -que está ahí metido en sus bases sociales- “todavía no
lo probamos, entonces vamos para adelante”.
¿Qué es lo que provoca este movimiento pendular? Creo que
también los sectores laicos más liberales cometieron algunos errores, porque
durante este tiempo ellos lucharon la guerra del ayer y no la del mañana. Se
concentraron en enjuiciar a Mubarak y a su familia, en vez de empezar a crear
organizaciones en las zonas y poblados pobres. Ellos hablaron en el idioma de
las libertades pero no se preocuparon con el mismo énfasis en cómo darle de
comer a la gente. Y en muchas situaciones históricas, cuando la dicotomía es
libertad o comida, y hay una crisis económica muy seria, la gente va a elegir
comida. En este último año, la situación económica de Egipto está mucho peor de
lo que estaba antes, que ya era mala.
Hay análisis que plantean un escenario posestatal en
Oriente Medio; o sea, se resquebrajan los moldes del Estado nación y afloran
tendencias cada vez más regionales y transnacionales. ¿Comparte usted esta
visión? Yo diría que es diferente cada caso, de país a país. En Egipto, que es
un país más homogéneo y que tiene todavía un gobierno, mucho más débil, pero
gobierno al fin, es una cosa. Libia... hoy no sabemos si podemos definirlo como
un país, tal vez sea una generación de tribus lo que vaya a haber allí. Siria
se acerca a una situación de guerra civil, pero todavía hay un gobierno que
está utilizando su fuerza represiva para mantenerse en el poder y ese es ahora
el principal problema, pero sabemos que esto puede no mejorar en el futuro.
Hoy, si tenemos que definir la identidad árabe, lo haríamos en términos más
culturales que políticos; tiene que ver con una solidaridad básica, pero que no
se expresa en una unidad política. Más bien al contrario, los pueblos árabes
son cada vez más y más diferentes entre sí.
¿No resulta contradictorio que siendo Israel la única
democracia de Oriente Medio se vean desde aquí con tanto pesimismo los procesos
de democratización en el mundo árabe? Ocurre que desde el punto de vista
estratégico, lo que pasó en el último año no es nada bueno para Israel. Porque
tal vez era más cómodo interactuar con gobernantes individuales, de los que ya
conocíamos su forma de operar, que sabíamos cómo pensaban y había algo más de
certidumbre. Hoy estamos frente a fenómenos en los que no sabemos ni quiénes
deciden, para dónde van a agarrar, ni cómo va la cosa. Otro de los problemas
que tenemos es que los movimientos islamistas son muy antiisraelíes, e incluso
antisemitas. Esto también complica mucho más las posibilidades de un acuerdo
israelí-palestino, porque suponiendo que el gobierno de Israel quisiera dar los
pasos para llegar a una negociación seria con la dirección palestina, se
encuentra con que ella está dividida y debilitada: por un lado, con la
Autoridad Nacional palestina y por el otro lado, con Hamás, que es la rama
palestina de los Hermanos Musulmanes y está en contra de toda negociación con
Israel. Asimismo, todo lo que está pasando en el mundo árabe amedrenta a una
mayoría de israelíes, que ven con aprehensión el avance del islamismo
extremista y la actuación de países con aspiraciones de dominio regional. Hay
muchos israelíes que dicen “Israel hizo bien en no renunciar a las Alturas del
Golán, porque imaginemos si ahora hubiera un cambio de gobierno en Siria y
suben los islamistas …” Sumémosle a eso el riesgo de caídas en dominó: si
cayera el régimen sirio, la inestabilidad afectará a Jordania y si el gobierno
de Jordania cae y suben los islamistas o se produce una anarquía allí con la
acción de grupos terroristas, Israel va a tener otro problema muy grave de
seguridad en su frontera oriental. Y detrás de este escenario inestable,
tenemos la actuación de Irán, cuyo régimen representa la posición anti-israelí
o antisionista más extrema del Oriente Medio, planteando la destrucción de Israel,
al que describe como “pequeño Satán”, mientras no duda en proclamar que “Israel
debe ser borrado del mapa” y continúa con sus anuncios de desarrollo de armas
atómicas y su apoyo a Hizbollah en el Líbano. De modo que no es como para
destilar optimismo.
¿No existen limitaciones de comprensión si pretendemos
entender lo que pasa con ojos exclusivamente occidentales? Los cambios que
están ocurriendo en el mundo árabe no se explican como un tema que viene de
Occidente. Surge de una crisis y una transformación muy profunda, cultural,
económica y social dentro del mundo árabe, aunque falte saber cuáles serán sus
derivaciones políticas en el mediano plazo. Lo que dio comienzo a los eventos
en Túnez cuando un hombre sencillo que salió de la universidad no encontró
trabajo, vendía verduras en un carrito en la calle y cuando unos policías lo
ofendieron, por desesperación, se inmoló. Así se encendió una mecha que terminó
derribando al gobierno de Túnez, siguió en Egipto, con el inicio del movimiento
en la Plaza Tahrir y sigue en Libia, Yemen, Bahrein y Siria … ¿Está
respondiendo Israel con buenos reflejos a esta realidad? Ante todo, creo que
los árabes están mucho más ocupados en sus problemas internos que en nosotros.
Tal vez nos odian a nosotros, pero en este momento no tienen el tiempo para
atender el tema Israel. El miedo de los países árabes hacia Irán es mayor que
el miedo que le tienen a Israel, las diferencias religiosas entre chiítas y
sunnitas son mucho más inmediatas en su atención que la relación hacia Israel.
Son muchos más los muertos que hay en las guerras dentro de los países árabes
que todos los que hubo en todas las guerras de la historia de enfrentamientos
entre Israel y los países árabes. Los saudíes ahora afirman que si Irán obtiene
armas nucleares ellos las obtendrán también. Durante años, no hicieron nada
aunque sabían o temían que Israel tuviera tales armas. La razón es que ellos
saben que Israel no representa ningún peligro para ellos, pero Irán sí. También
es cierto que Israel no puede vivir al margen. Hay un terreno minado y hay que
actuar con mucha habilidad buscando desactivar una a una las situaciones
explosivas en derredor. También Israel tiene en su interior una importante
población árabe y un 30% de su población judía inmigrante de países árabes.
Hace falta, por supuesto, cambiar nuestros modos de pensar en Oriente Medio,
tal como ocurrió hace un siglo cuando se desintegró el Imperio Otomano y
empezaron a crearse nuevos estados.
Copyright Clarín, 19 de febrero de 2012.
Señas particulares
Nacionalidad:
israelí
Edad: 54 años
actividad: Profesor de la Universidad de Tel Aviv
Edad: 54 años
actividad: Profesor de la Universidad de Tel Aviv
Es investigador
principal del Centro Dayan para Estudios de Africa y Medio Oriente,
especializado en historia del mundo árabe.
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