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viernes, 7 de marzo de 2014

AMÉRICA LATINA CRECIÓ PERO AUMENTARON LAS DISPARIDADES SOCIALES. PREBISCH RAUL



AMERICA LATINA CRECIÓ PERO AUMENTARON LAS DISPARIDADES SOCIALES
La clave es el comercio intrazonal

Entrevista con Raúl Prebisch
Diario “Clarín, Buenos Aires, 28 de diciembre de 1978, págs. 4/5.




    -Doctor Prebisch, ¿cuáles son actualmente sus actividades y dónde las cumple?
-Ya no tengo ninguna responsabilidad ejecutiva en las Naciones Unidas pero sigo   estrechamente vinculado a la CEPAL, cuya revista, que se ha iniciado en 1976, está bajo mi dirección.
-¿Qué opina de la falta de atención positiva a América Latina por parte de los centros más importantes de decisión política mundial?
-Efectivamente, nada importante se ha hecho en los últimos años para cooperar con  los países en desarrollo, Es cierto que las graves dificultades que aquejan a los centros más importantes explican en parte la falta de acción de los centros. Pero recuérdese que en los largos años de bonanza que preceden a 1973 tampoco se hizo nada de gran significación a pesare de los esfuerzos de los países en desarrollo.
-¿Cree que América Latina crece social, política y económicamente?
-La América Latina ha crecido económicamente con un ritmo extraordinario, Pero al mismo tiempo han aumentado considerablemente las disparidades sociales, y es obvio que políticamente tampoco hemos avanzado.
-¿Sigue creyendo que los procesos de integración regionales en América Latina deben tener prioridad respecto a los procesos de real y total integración nacional?
-Si por política de integración de entiende una serie de medidas para acrecentar el intercambio recíproco dentro de la periferia latinoamericana, no solamente no hay incompatibilidad con la integración nacional, sino que creo que esta última requiere cada vez más de la vigorosa promoción del intercambio con los centros desarrollados. No será posible una plena integración nacional si no se vence la tendencia al estrangulamiento exterior de la economía.
-¿No constituyen dichos procesos de integración regional o subregional nuevas modalidades de la división internacional del trabajo, dictadas por centros de decisión ajenos a los intereses nacionales?
-Todo lo contrario, siempre que sean nuestros propios gobiernos quienes determinen el marco en que debiera realizarse una política semejante. Por otro lado, conviene recordar que cuando en la CEPAL lanzamos estas  ideas de intercambio recíproco fue necesario vencer la obstinada resistencia de algunos centros que preconizaban el tipo tradicional de división internacional del trabajo.
-¿Qué países latinoamericanos deben cumplir o realizar modelos de sustitución de importaciones e industrializarse?
-Celebro que me haga esta pregunta porque hay una confusión lamentable en esta materia. La industrialización latinoamericana ha tenido que basarse necesariamente en la substitución de importaciones, puesto que durante la Primera Guerra Mundial, la gran depresión y la Segunda Guerra no hubiera sido posible pensar en una industrialización basada en exportaciones de manufacturas a los centros. Había pues que substituir importaciones, y mediante el desarrollo del intercambio regional reducir los costos a fin de poder competir en el mercado internacional. Esta fue la tesis de la CEPAL y fuimos los primeros en señalar, a comienzos de los años 60, que la protección era excesiva y que había que seguir una política de promoción de las exportaciones industriales. Y considero que todos los países, en mayor o menor grado, tienen que combinar la substitución con las exportaciones industriales.
-¿Cuál es su opinión actual sobre el deterioro de los términos de intercambio?
-Viejo problema que no ha sabido resolverse aún. Claro ejemplo de la actitud negativa de los centros, si bien algo se ha andado en este asunto. En efecto, la idea de un fondo financiero común para contribuir a la estabilización de precios de productos primarios muy importantes ha hecho algún progreso aun cuando no se ha logrado todavía un acuerdo definitivo.
-¿Qué opina del diálogo Norte-Sur?
-Mucho diálogo y muy poca sustancia. Las ideas que empezaron a discutirse en la UNCTAD en 1964 han hecho un enorme avance intelectual, pero nada más.
-Usted explicó que en la expansión del comercio externo los países subdesarrollados debían depositar sus esperanzas de crecimiento. Empero, la participación en el comercio mundial de eso países es cada vez más pequeña. Frente a este hecho, ¿Cuál es su apreciación actual?
-Ello es parte del problema. La expansión del comercio exterior y por supuesto la substitución de importaciones es indispensable para llegar a ese desarrollo vigoroso a que me refería. Es indispensable, pero no suficiente. Se requieren también cambios fundamentales en el desarrollo interno.
-Dentro de la estrategia que hace años propuso la CEPAL, la integración regional se estableció como una condición de la expansión del intercambio. No obstante los procesos de integración en América Latina están estancados o retroceden. ¿Considera que debe insistirse en la propuesta, pese a sus dificultades?
-Considero absolutamente indispensable insistir en la idea del intercambio recíproco entre nuestros países, pero creo que hay que hacer una crítica a fondo de los sistemas vigentes. Bien se sabe que los centros siguen una política restrictiva para nuestras exportaciones y por mucho que se logre una liberalización, de la cual no hay síntomas en estos momentos, será necesario el intercambio recíproco, para no sofocar la economía con una exagerada política de sustitución de importación. A mi juicio, el  intercambio recíproco debiera recaer especialmente sobre bienes de capital y viene intermedios a fin de contrarrestar los fenómenos de estrangulamiento exterior.
-¿Qué papel atribuye usted a las grandes corporaciones transnacionales, tanto en el comercio actual de los países subdesarrollados como en las posibilidades de integración regional de nuestros países?
-Las transnacionales son ambivalentes: pueden servir para bien y también para mal. En gran parte depende de la aptitud de los gobiernos para negociar con ellas, preferiblemente dentro de un cuadro de normas internacionales. Para conseguirlo, será necesaria la lucha en común. Creo que pueden tener un papel significativo en el intercambio regional siempre que se logren nuevas normas de que el intercambio, como dije anteriormente, se realice conforme a acuerdos formulados por los propios gobiernos.
-El valor relativo de las exportaciones de alimentos y materias primas -con la sola excepción del petróleo- ha decrecido persistentemente en los últimos años acentuando el deterioro en los términos del intercambio. ¿Usted cree posible la modificación de esta tendencia? ¿En qué condiciones?
-Es así, efectivamente. Es un problema que venimos destacando hace ya 30 años. La corrección fundamental está sobre todo en la exportación de manufacturas y en los acuerdos de estabilización de productos.
-¿Opina que las agroindustrias están llamadas a tener un rol promotor de la consolidación de las estructuras fabriles? ¿No se aleja esta estrategia de las posibilidades de integración económica a escala nacional?
-Desde luego que las agroindustrias son muy importantes cuando hay condiciones básicas que las favorezcan pero no podrían ser la solución de nuestros problemas, salvo en uno que otro país pequeño y de población relativamente escasa y de condiciones agropecuarias favorables. Pero sería absurdo que para un país como la Argentina se preconice estas industrias como solución. Solamente debieran formar parte de un complejo industrial.


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