“EL NEOLIBERALISMO NO
ES VIABLE CON SUBDESARROLLO”
El cientista político
Helio Jaguaribe evalúa como será este fin de siglo para América Latina
Por
Oscar Raúl Cardoso
Diario “Clarín”, Buenos Aires, 20 de junio de 1993, pág. 22
-Después de
la celebración generalizada de hace unos años -quizá prematura- por la
redemocratización latinoamericana, reaparecen las voces de alarmas. ¿Es posible
que el relevo de Fernando Collor de Mello en el Brasil, el “fujimorismo”
peruano y, este año, las crisis de Venezuela y de Guatemala estén anunciando
una nueva ola de inestabilidad en la región?
-Hay algo de
eso. En este proceso hay tres aspectos principales. Salvo raras excepciones,
América latina no ha logrado una institucionalización estable. Hay países que
están transitando de lo que podríamos llamar sociedades de notables a
sociedades de clase media y no han logrado aún institucionalizar su nueva
condición. Es el caso típico de los de América Central.
Por otro lado
hay países que están haciendo el tránsito de sociedades de clase media a
democracias de masas y también tienen una institucionalidad inconclusa. Es el
caso de los de América del Sur, donde la única democracia de masas
efectivamente consolidada es la de Uruguay. Hay indicios que señalan que Chile
está avanzando rápidamente hacia el mismo lugar, para lo cual debe resolver el
problema residual de Pinochet en forma racional.
La Argentina,
diría yo, está también bastante próxima a consolidarse como democracia de
masas. Tiene dos cuestiones pendientes, pero ambas son susceptibles de
soluciones a corto plazo. La primera es la estabilización económica, que hoy
tiene problemas por la diferencia entre los costos internos, paridad cambiaria,
y por otro la opción definitiva por un sistema de sucesión presidencial.
Superadas estas cuestiones, veo a la Argentina estabilizándose con un sistema de
democracia social de masas y un régimen de economía de mercado, antes que
termine esta década.
-Usted menciona tres aspectos…
-Sí, este es el
primero. El segundo es el ajuste de América latina a la nueva economía
planetaria en condiciones de competencia bastante diversas. Algunos como Chile
han logrado una inserción competitiva aunque en verdad es bastante modesta
porque lo han hecho a través de productos de bajo valor agregado.
Pero, así y
todo, los chilenos ya tienen un “nicho” para esos productos. En cambio otros
países encuentran que ese ajuste y la apertura afectan su capacidad industrial
y predicen desempleo, sin que las posibilidades de ingreso de capitales
extranjeros vayan a compensar los, cualitativa y cuantitativamente. Este es el
caso de México y puede ser el caso futuro de Argentina.
En tercer lugar,
en este proceso de maduración institucional en función de estadios
histórico-sociales y de mayor o menor adaptación al mercado internacional. Algunos
países pagan un precio de excesiva dependencia de los Estados Unidos. Su libertad
de mano de obra interna es coartada por esa influencia del vecino del norte.
-Esto en un momento en que ese vecino parece
dispuesto a desentenderse de este “barrio” y quizá también de otros. ¿En este
contexto, en el que hasta la zona de libre comercio norteamericana parece estar
en peligro, hay condiciones para que esos tránsitos que usted citó se hagan en
forma exitosa?
-Desde una
perspectiva más amplia puede decirse que América latina está hoy bajo la
atracción de dos fuerzas polares extremadamente desiguales de ponderación: el
superpolo norteamericano y el minipolo brasileño. Entre esos dos polos hay
tensiones, pero también posibilidades de acomodamiento muy diferenciadas.
Países como México no tienen, en verdad, alternativa a la inserción en el polo norteamericano
y tienen condiciones para hacerlo en una manera razonable. Siempre que logren,
lo que todavía no han logrado: un entendimiento que les permita que la pérdida
de empleos que ocasiona la apertura tenga una compensación adecuada a través
del ingreso de capitales generadores de empleo alternativo. Hoy lo que tiene
México es casi exclusivamente ingreso de capital financiero.
Para el caso de
América del Sur lo que hace falta saber es en qué medida el esquema del
Mercosur es un sistema satisfactorio para los países de la región, porque de
esto depende mucho el futuro económico de esas sociedades.
-Ahora bien, el Mercosur además de los problemas que
le trajo la crisis política brasileña y la dificultad para armonizar políticas
macroeconómicas entres sus miembros, sigue enfrentando una de sus carencias
originales: la escasez de capital de inversión productiva…
-Creo que hay
que hacer aquí algunas distinciones. En primer lugar, el Mercosur significa
cosas distintas para cada uno de sus cuatro socios. Para el Paraguay y para el
Uruguay representa una decisiva ampliación de su mercado internacional. Van a
encontrar en él una salida para más del 50% de los bienes que producen. Sin el
Mercosur tendrían un problema de baja viabilidad nacional.
Desde el punto de
vista estrictamente mercantil, el Mercosur es mucho menos importante para el
Brasil y para la
Argentina. En el mejor de los casos representará un 20% para
la producción argentina y un 10% para la del Brasil. No es despreciable, pero
no es exactamente una solución para esos
dos países.
¿Cuáles son los
atractivos contrales del Mercado Común del Sur para la Argentina y el Brasil?
Si estos dos países superan sus actuales crisis -creo que la Argentina lo hará muy
rápidamente y en el Brasil dependerá del éxito del programa de Fernando
Henrique Cardoso- deberán enfrentar el problema científico-tecnológico, de gran
importancia, que se le plantea para consolidarse como sociedades modernas. En
el momento en que la tecnología se está convirtiendo en un insumo crítico, el
saber de punta está siendo monopolizado por los países centrales, porque a
través de la privatización del saber de punta se garantiza un especio siguiente
de privatización tecnológica.
Hace uno o dos
decenios un muchacho argentino que se enrolaba en el MIT (Instituto Tecnológico
de California) tenía acceso a a totalidad del saber internacional. Ya no es así
porque este saber ya no está en las universidades, sino en los laboratorios de
las empresas transnacionales. En esta situación nueva Brasil y la Argentina, que son
dos países retrasados en materia de ciencia
y tecnología, pero que tienen una base apreciable, deben unir recursos para
generar masa crítica a través de la cooperación. De otro modo no tendrán acceso
a la ciencia y a la tecnología y se condenarán a la forma más perversa de
neocolonialismo. El Mercosur representa así la posibilidad única de
emancipación científico-tecnológica.
Todos los proyectos
regionales, el Mercosur, el Pacto Andino, el Caricom, etcétera, son esfuerzos
para evitar que los países del continente se caigan de la historia. Pero por sí
solo no parecen suficientes para hacer frente a las nuevas formas de crisis política
que vinieron con la redemocratización…
Es cierto que
hay una desventaja adicional para América latina. Cuando los europeos se
transformaron en democracias de masas ya
las habían educado en un sistema universal plasmado por completo. Y también
habían reducido razonablemente la brecha entre las clases superiores y las
inferiores. En ninguno de los países europeos la diferencia entre los salarios
más bajos y los más altos supera la proporción de 1 a 20. En muchos es de 1 a 10 y en varios es de 1 a 5.
Con la excepción
del Uruguay –y con la Argentina
de cerca-, los demás países de América latina no han educado a sus masas.
Tienen masas miserables son salarios increíbles. Y tienen entonces el problema -y
este es el caso del Brasil- que trae conferir ciudadanía política a masas que
no tienen ciudadanía cultural, ciudadanía económica o ciudadanía social. Estas
no pueden utilizar bien su ciudadanía política.
-La
Argentina había logrado un buen nivel histórico, que ahora
está siendo erosionado por la deserción del Estado, también de la misión
educativa…
-Aun así, en la Argentina el 70% de los
adultos completaron la escuela primaria. En el Brasil menor del diez por ciento
de los adultos completaron es ciclo. El Brasil no sería un país viable si no
fuera porque es muy grande. Un porcentaje pequeño de la población que califique
sobre un universo muy grande permite tener una masa crítica mínima. Ese diez
por ciento de calificación representa en el Brasil; media Argentina y cinco
Uruguay.
-El contexto latinoamericano es, sin
embargo, de crisis política que afecta el sistema de mediación entre sociedad y
poder. ¿Hay suficiente capacidad política en las democracias para realizar el
difícil tránsito hacia la modernidad o -dado que la necesidad es ineludible-
podría plantearse una vez más la fascinación de la vía autoritaria?
-Las situaciones
de cada país son muy diferentes entre sí. Personalmente creo que el Uruguay ya
consolidó su sistema de democracia de masas – que es el destino que no espera a
todos-. Que Chile alcanzará es nivel muy rápidamente y que la Argentina está cerca.
Otros países,
como el Brasil, que es uno de los ejemplos por excelencia, me parece que no son
casos de previsibilidad tan clara. El Brasil tiene destinos alternativos bastante
diferenciados. Veamos el escenario más favorable. Después de andar a la deriva
varios meses, el gobierno de Itamar Franco encontró en la designación de
Cardoso como ministro de Economía una reversión de expectativas negativas en
favorables. Hay ahora un equipo honesto e idóneo. Si el Plan de Acción
Inmediata presentado hace dos días tiene éxito y sobre la base de esto se
consiguen hacer las reformas constitucionales, las fiscal y la tributaria, el
Brasil tendrá a partir del ´94 condiciones para aprovechar su enorme vigor
económico y recursos inconmensurables. En este caso creo que habría condiciones
para poner en marcha un proceso de desarrollo que tendría, necesariamente, un
intenso carácter social. Los estudios que hemos hecho en mí instituto
demuestran que es posible cambiar el perfil del país en 15 años. Para esto
habría que interrumpir el actual ciclo de reducción de la miseria y de la ignorancia.
En el 2010 habría una Brasil viable. Pero es cierto que la hipótesis contraria
también tiene posibilidades de concretarse.
-Todos los planes de ajuste parecen agotarse en la
estabilidad sacrosanta. No hay modelo latinoamericano de modernización que no
excluya gente. Esa misma modernidad en los sistemas de producción trajo consigo
el fenómeno del desempleo que hoy, dicen algunos estudios, será un fenómeno
permanente…
-El desempleo
es, en verdad, el gran problema de este fin de siglo. Pero creo que hay que
diferenciar entre dos tipos de desempleo: el de los países centrales y el del
subdesarrollo. En el superdesarrollo, temo, el fenómeno puede ser permanente.
Allí hay que cambiar nuestra visión histórica del trabajo porque esas
sociedades podrán ser en un futuro muy cercano, operables por número muy reducido de personas.
Hay que
abandonar las categorías de empleo y desempleo y pensar en términos de
actividades socialmente no nocivas, no siquiera digo útiles, a las que las
población va a ser convocada. El número pequeño de aquellos que estén en el
empleo clásico financiará a los otros que vivirán como consumidores o como
productores de cultura. Mientras la tecnología es el elemento clave del
tránsito es el elemento clave del tránsito hacia al próximo siglo, la cultura
lo será en el 2000 para la suerte de las sociedades. De otro modo estarán
condenadas a la degradación.
Pero en el
subdesarrollo el problema del desempleo obedece únicamente a la falta de
capital y de tecnología. Aquí es posible generar aún actividades productivas
necesarias. En el Brasil, otra vez mi ejemplo, todo depende de la posibilidad
de cambiar el perfil productivo. Mi instituto realizó estudios que muestran
que, aun cuando el ajuste tuviese éxito, si no se cambia ese perfil, se registraría
un desempleo de casi el 30%. Cambiándolo, ese desempleo sería de significación
apenas marginal.
-¿Usted no comparte, entonces, la crítica a estos
modelos de ajuste que asegura que solo generan exclusión social?
-Comparto, sí,
pero no creo que el fenómeno sea irreversible. Creo que una incorporación
mecánica, y no extremadamente adaptativa, de los modelos los neoliberales crea
necesariamente formas catastróficas de desempleo. En las condiciones de subdesarrollo el
neoliberalismo es un modelo inviable. De lo que hay que hablar es de economías
sociales de mercado, que es algo muy distinto del paradigma neoliberal. En esas
economías se puede modernizar con creación simultánea de empleo, pero esto
precisa una intervención del Estado como orientador de economía y garantizador
de empleo totalmente distinta del modelo liberal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario