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martes, 10 de febrero de 2015

REINO UNIDO. (2011) CAMERON, BLANCO DE CRÍTICAS POR UNA ASTERA ESCAPADA


Gran Bretaña / Las consecuencias del ajuste

Cameron, blanco de críticas por una austera escapada

El primer ministro se mostró en unas vacaciones de bajo costo, que fastidiaron a los británicos


LONDRES.- Las fotos de la tapa de los diarios The Daily Telegraph y The Daily Mail del último fin de semana mostraban a una pareja sentada en una sala de espera de la aerolínea de bajo costo Ryanair en el aeropuerto londinense de Stanstead; él, mirando el suelo con aburrimiento, y la mujer, murmurando, según los titulares, "No te preocupes querido; nos embarcaremos pronto". Al mismo tiempo, en España, la prensa se desesperaba por sacarle fotos al mismo hombre, ahora vestido con zapatillas deportivas, jeans cortos y chomba blanca, sacando dinero de un cajero automático en Granada.
¿Es esto acaso noticia? Sólo cuando se trata del primer ministro británico, David Cameron, en medio de una escapada romántica de dos días para celebrar el 40° cumpleaños de su esposa Samantha. La pareja viajó con un pasaje en oferta, comprado por Internet, y se alojó en un hotel de siete habitaciones, con vista panorámica de la Sierra Nevada, pero categoría tres estrellas, sin playa de estacionamiento y de difícil acceso.
A los españoles les sorprendió positivamente la breve, pero muy austera incursión turística del jefe de gobierno inglés, especialmente a la luz de la reciente negativa de la mayoría de los eurodiputados -de todo partido político y nacionalidad- a dejar de viajar en primera clase como parte de medidas de ahorro presupuestarias.
La reacción, en contraste, no fue aquí tan elogiosa. Los periódicos que se hicieron eco de la escapada de bajo costo y supuestamente informal del primer ministro fueron los que, por simpatizar con los conservadores, recibieron copias de las mejores imágenes subidas por allegados de Cameron en Facebook.
El resto de la prensa, en el mejor de los casos, ignoró el episodio, y en el peor criticó duramente al jefe de gobierno, como diría un comentarista en Sky News, "por estar mostrándole sus blancas rodillas al mundo en lugar de atender temas urgentes de Estado".
Algunos hicieron notar, además, que los Cameron, lejos de ser ese matrimonio común que las fotos mostraban cargando sus propias valijas, llegando a Málaga solos y sin hacerse anunciar, lo habían hecho, en realidad, acompañados por un séquito de seguridad apoyado por un dispositivo de agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional española que los aguardaba y acompañó en todo momento. El escepticismo de los británicos se debe, además, a que saben que dentro de sólo tres semanas el gobierno de coalición entre conservadores y liberaldemócratas se enfrentará a su primer gran test electoral desde que asumió el poder, hace casi un año. Y todas las encuestas predicen que las dos fuerzas políticas oficiales recibirán una verdadera paliza.
La consultora YouGov estima que en los comicios municipales y en las elecciones autonómicas en Escocia y Gales del 5 de mayo, el laborismo cosechará un 45 por ciento de los votos, por lo que dejará a los tories 10 puntos atrás (35%) y a los liberaldemócratas en camino a la extinción (9%). En este contexto, los británicos no pueden hacer más que ver en cada gesto del astuto Cameron una maquinación para evitar tal escenario.
El voto castigo sería en respuesta tanto al impacto del ajuste económico como al anuncio de reformas en el Sistema Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés), que muchos denuncian como una "privatización por la puerta de atrás", algo que Cameron había prometido no emprender.
Durante su conferencia anual, esta semana, y por primera vez en 30 años, el Colegio Real de Enfermeras aprobó, por un 99 por ciento, una moción de censura de la gestión del gobierno. Esto llevó al ministro de Salud, Andrew Lansley, a hacer un acto de contrición pública por no haber explicado bien las reformas que prometió no aplicar hasta escuchar a todos los sectores involucrados.

Divergencias

Al mismo tiempo, y con la mirada puesta en sus propias filas, que lo acusan de haberse contagiado del liberalismo del viceprimer ministro Nick Clegg, Cameron anunciaba en un discurso su intención de reducir drásticamente la inmigración masiva proveniente de fuera de la Unión Europea.
Esto motivó la crítica inmediata del ministro de Negocios, Vince Cable, que sostuvo que su declaración era imprudente, alentaba "la intolerancia y los extremismos", y no reflejaba la opinión de todo el gobierno, sino sólo del ala conservadora.
Una aclaración quizá conveniente en momentos en los cuales ambos partidos necesitan convencer a sus correligionarios de la pureza de sus convicciones con miras a garantizar al menos su apoyo en elecciones que, de terminar en una humillante derrota, podrían provocar la caída del primer gobierno de coalición británico desde la posguerra..
Graciela Iglesias Para LA NACION

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