Diario "La Capital". Rosario,miércoles, 14 de noviembre de 2012
El affaire Petraeus derriba a otro general al revelar un intenso amorío
Washington. — El escándalo sobre el affaire amoroso del último director de la CIA, David Petraeus, golpeó ahora al actual comandante de las tropas en Afganistán, el general John Allen, quien es investigado por el Pentágono y fue suspendido de su nuevo comando al frente de la Otán.
El general Allen vio congelarse su ascenso a jefe de la Otán.
Washington. — El escándalo sobre
el affaire amoroso del último director de la CIA, David Petraeus, golpeó
ahora al actual comandante de las tropas en Afganistán, el general John
Allen, quien es investigado por el Pentágono y fue suspendido de su
nuevo comando al frente de la Otán. Allen mantenía una relación secreta
con una mujer, con la que intercambió miles de mails. El affaire
Petraeus llevó a este general retirado y leyenda del ejército a
renunciar la semana pasada. Su relación con su biógrafa Paula Broadwell
se conoció a partir de una investigación del FBI, que comenzó por una
denuncia de amenazas formulada por una tercera mujer contra la amante
del general. Esta tercera mujer es Jill Kelley, cuya familia es amiga de
la familia Petraeus desde hace años. Kelley, casada y de 37 años, sería
la amante del general Allen.
El Washington Post y el New York Times, entre otros
medios, informaron que Allen envió numerosos e "inoportunos" mails a
Kelley, que a su vez le respondía copiosamente. Fueron dos años de
intensos intercambios entre Kelley y el general Allen. Por ahora se
desconoce la naturaleza precisa de esa correspondencia electrónica
"inoportuna". Kelley fue a su vez amenazada por mail por Broadwell, por
celos. Este hecho desencadenó la investigación cuando Kelley presentó
una denuncia federal por amenazas, al parecer sin darse cuenta que
también destaparía su intensa relación con el general Allen.
Suspendido.Allen rechazó ayer las
acusaciones, pero su designación como nuevo jefe de la Otán en Europa
quedó suspendida y bajo investigación, dijo el secretario de Defensa,
Leon Panetta. Primero deben aclararse estas afirmaciones, indicó el jefe
del Pentágono. El presidente Barack Obama apoya esta decisión.
Allen sucedió a Petraeus al frente del mando en
Afganistán en julio de 2011. También fue el vice de Peatreus cuando este
estuvo al frente del Comando Central, entre 2008 y 2001. Un dato
sugestivo: el Comando Central tiene domicilio en Tampa, Florida, que es
donde vive Jill Kelley. Allen iba a asumir su nuevo puesto, el pináculo
de su carrera profesional, a comienzos de 2013. Panetta ordenó una
investigación interna del Pentágono sobre Allen, que contempla la
revisión de entre 20.000 y 30.000 mensajes electrónicos entre el general
y Kelley, según una estimación de un oficial citado por el Washington
Post. Ese tremendo volumen podría explicarse porque el FBI "bajó" otra
correspondencia electrónica de ambos amantes.
Mañana estaba previsto que el Senado confirmara a
Allen como sucesor del almirante James Stavridis al frente de la Otán.
El general viajó especialmente a Washington para asistir a ese acto.
Panetta dijo que Allen seguirá siendo por ahora el comandante de las
tropas de la Isaf, la misión de la Otán en Afganistán.
En tanto, el Washington Post, que se remite a
personas próximas al general Petraeus, reveló que este no quería dejar
el cargo. De acuerdo con la información, el militar decidió presentar su
dimisión la semana pasada, cuando quedó claro que iba a salir a la luz
su relación extramatrimonial con Paula Broadwell. Pero aún después de
admitir ante el FBI su relación, Petraeus no quería dimitir al frente de
la CIA. "No tenía la intención de dimitir", dijo el coronel retirado
Peter Mansoor al diario. "Pero cuando supo que se haría público (su
affaire), entonces pensó que lo correcto era dimitir". Al parecer, los
agentes del FBI que se entrevistaron con Petraeus le dieron a entender
que la publicidad ya era inevitable.
Petraeus le comunicó el jueves pasado al presidente
Barack Obama su intención de renunciar, apenas dos días después de que
este lograra su reelección. El viernes, una vez logrado el OK del
presidente, Petraeus renunció por escrito y de forma pública a la
jefatura de la CIA. En ese momento estalló una verdadera bomba
mediática. La relación con Broadwell, al parecer, acabó hace unos cuatro
meses. Kelley tendría mucho que ver en ese fin abrupto.
Los celos de Paula. La segunda mujer
de este triángulo —que ya es un rectángulo, al incluir a Allen—, Jill
Kelley, se dirigió al FBI a mediados de año, pidiendo ayuda después de
haber recibido mails amenazadores de Broadwell, quien estaba celosa ante
una potencial rival por el amor de Petraeus. Fue así como el FBI
descubrió, casi por casualidad según su versión de los hechos, la
relación extramatrimonial que Petraeus mantenía con su biógrafa. En
otras palabras: sin los celos femeninos de Broadwell, hoy nadie estaría
hablando del affaire, Petraeus seguiría al frente de la CIA y Allen se
encaminaría sin obstáculos a ser el jefe de la Otán.
La prensa estadounidense no cesa de aportar nuevos
detalles sobre el escándalo. El Washington Post informa que Petraeus se
enojó cuando supo de los mails amenazadores de su amante a la presunta
rival. Las familias de Petraeus y de Kelley son amigas desde hace años. O
lo eran hasta ahora. El diario señaló que el militar exigió a Broadwell
que dejase en paz a Kelley. Según personas próximas al general,
Petraeus puso fin a la relación con Broadwell cuando tuvo conocimiento
de estos mails amenazadores, hace apenas cuatro meses.
Pero para entonces el FBI ya seguía la pista de la
denuncia de Kelley, que conducía directo a Petraeus y a su colega Allen.
Mientras desarrollaba esta investigación a mediados de año, el FBI
encontró información clasificada en la computadora de Broadwell.
Concluyó que esa información no provenía de Petraeus.
Extraño silencio.Al ver las figuras
que estaban implicadas, la policía federal —eso es el FBI— investigó si
el affaire suponía un riesgo para la seguridad nacional y si Broadwell
tuvo conocimiento de secretos de la CIA. De hecho, este aspecto y el
delito de presuntas amenazas de Broadwell a Kelley son los únicos
motivos legales para la investigación. Pero no deja de llamar la
atención que el FBI no avisara a sus superiores en el Departamento de
Justicia sobre el calibre politico que había tomado la investigación. En
la Casa Blanca aseguran que allí nadie sabía nada hasta que Petraeus se
comunicó con Obama para anunciarle su dimisión el jueves pasado. Y el
Pentágono fue informado sobre el caso Allen recién el pasado domingo,
según asegura un oficial. Una antigua y sorda competencia entre la CIA y
el FBI podría explicar este secretismo de los policías federales.
La noche del lunes, el FBI allanó la casa de
Broadwell, una atractiva señora de 40 años que vive con su familia en
Charlotte, Carolina del Norte. Según el diario local Charlotte Observer,
una decena de agentes del FBI entró la noche del lunes con cajas vacías
en la casa de la ex amante de Petraeus. Una portavoz del FBI confirmó
la "visita". Los agentes revisaron minuciosamente todas las habitaciones
de la elegante casona de dos plantas y se fueron con las cajas llenas
de papeles.
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