Estrecho vínculo de Brasil con China
MIRADA GLOBALBrasil es el país del mundo emergente más afectado por el crecimiento chino. En el mundo avanzado, es Australia.- Jorge Castro ANALISTA INTERNACIONAL
Brasil es el país estructuralmente más vinculado con China.
China creció 7,4% anual en 2014 (7,3% en el último trimestre), el nivel menor de los últimos 25 años, 4 puntos por debajo de las cifras que alcanzó entre 2001 y 2008 (11% anual), y redujo 7 puntos la tasa de inversión con respecto a la de ese período.
Los otros datos fundamentales de la economía china son los siguientes: los servicios crecieron más que la industria (12% anual vs. 8,3%); los ingresos per cápita rurales se expandieron más rápidamente que los urbanos (11,2% vs. 10%); y las ventas minoristas aumentaron 12%, arrastradas por las compras online, que se elevaron 49,7% (450 millones de consumidores).
Esto ocurre mientras la fuerza de trabajo (50% industrial) se redujo en 3,7 millones y quedó en 910 millones. Si este nivel de disminución se mantiene, la industria manufacturera china tendría 50 millones de trabajadores menos en 2030, sólo que con una productividad 10 veces superior.
Los salarios reales aumentaron 20% anual en los últimos 6 años; y el resultado, presentado bajo la forma de necesidad, ha sido que la producción se ha intensificado con una tecnología cada vez más sofisticada, que aumenta la escala del valor agregado y redefine las ventajas comparativas de la República Popular en el mercado mundial.
La desaceleración de la economía china no disminuye su importancia global, sino que, por el contrario, la aumenta. El crecimiento de 7,4% en 2014 equivale al nivel de expansión de 10% en 2010 (+US$800.000 millones por año), debido a la ampliación de la base económica, con el agregado de que se crean ahora más empleos que entonces (13 millones de nuevos puestos de trabajo en 2014), la mayor parte en los servicios.
Por eso, la participación de China en el crecimiento mundial ascendió a 35% del total en 2014 (EE.UU., 15%); y su economía es la mayor del mundo (US$17,79 billones en términos de capacidad de compra doméstica/PPP).
Brasil es el país del mundo emergente más afectado por el crecimiento chino (en el mundo avanzado es Australia): por cada 10 puntos de caída del precio de los commodities provocado por la desaceleración del PBI en la República Popular, el producto brasileño disminuye 1,2%.
Esta extrema vinculación tiene como contrapartida que el comercio internacional brasileño se ha cuadruplicado entre 2000 y 2011, y que el intercambio con China ha crecido 40% por año, lo que ha permitido un superávit comercial de US$40.000 millones en 2008 (ese superávit fue de US$2.000 millones en 2001); y en este periodo los precios de los commodities que Brasil exporta (soja y mineral de hierro) se elevaron 227% debido a la demanda china.
Las exportaciones manufactureras brasileñas al mercado chino ascienden a 5% del total. La razón de esta irrelevancia es que la diferencia entre los costos de producción brasileños y los chinos se ha duplicado entre 2006 y 2013 (esa diferencia era 15,8% y trepó a 30,3%).
La creciente complejidad tecnológica y el ascenso en la escala del valor agregado de la industria china multiplica los nichos para los bienes manufacturados del exterior. Esto significa que el aumento de las exportaciones manufactureras brasileñas depende fundamentalmente de la caída del “costo Brasil”.
Brasil es uno de los países más cerrados del mundo, con una relación comercio internacional/PBI de 27,6% (esa relación en China es 75%); y sus exportaciones manufactureras son sólo 25% del total.
La razón de esta carencia es que los bienes industriales exportados por Brasil tienen un componente nacional de 93% (en China es 20%), el mayor entre los países industriales; y esos componentes domésticos tienen costos superiores en 30%/40% respecto a los de sus competidores, y en primer lugar a los de la República Popular.
En términos estructurales, esto implica que la industria brasileña –la mayor de América Latina, y la única que logró completar el proceso de sustitución de importaciones– es ajena al sistema integrado de producción trasnacional, basado en la fragmentación de la producción, que es el núcleo del capitalismo del siglo XXI.
Esta omisión es la causa esencial de la creciente “desindustrialización” brasileña, la sexta economía del mundo y la tercera en capacidad para atraer la inversión directa de las empresas trasnacionales (la IED que recibió Brasil en 2014 ascendió a US$65.500 millones).
China creció 7,4% anual en 2014 (7,3% en el último trimestre), el nivel menor de los últimos 25 años, 4 puntos por debajo de las cifras que alcanzó entre 2001 y 2008 (11% anual), y redujo 7 puntos la tasa de inversión con respecto a la de ese período.
Los otros datos fundamentales de la economía china son los siguientes: los servicios crecieron más que la industria (12% anual vs. 8,3%); los ingresos per cápita rurales se expandieron más rápidamente que los urbanos (11,2% vs. 10%); y las ventas minoristas aumentaron 12%, arrastradas por las compras online, que se elevaron 49,7% (450 millones de consumidores).
Esto ocurre mientras la fuerza de trabajo (50% industrial) se redujo en 3,7 millones y quedó en 910 millones. Si este nivel de disminución se mantiene, la industria manufacturera china tendría 50 millones de trabajadores menos en 2030, sólo que con una productividad 10 veces superior.
Los salarios reales aumentaron 20% anual en los últimos 6 años; y el resultado, presentado bajo la forma de necesidad, ha sido que la producción se ha intensificado con una tecnología cada vez más sofisticada, que aumenta la escala del valor agregado y redefine las ventajas comparativas de la República Popular en el mercado mundial.
La desaceleración de la economía china no disminuye su importancia global, sino que, por el contrario, la aumenta. El crecimiento de 7,4% en 2014 equivale al nivel de expansión de 10% en 2010 (+US$800.000 millones por año), debido a la ampliación de la base económica, con el agregado de que se crean ahora más empleos que entonces (13 millones de nuevos puestos de trabajo en 2014), la mayor parte en los servicios.
Por eso, la participación de China en el crecimiento mundial ascendió a 35% del total en 2014 (EE.UU., 15%); y su economía es la mayor del mundo (US$17,79 billones en términos de capacidad de compra doméstica/PPP).
Brasil es el país del mundo emergente más afectado por el crecimiento chino (en el mundo avanzado es Australia): por cada 10 puntos de caída del precio de los commodities provocado por la desaceleración del PBI en la República Popular, el producto brasileño disminuye 1,2%.
Esta extrema vinculación tiene como contrapartida que el comercio internacional brasileño se ha cuadruplicado entre 2000 y 2011, y que el intercambio con China ha crecido 40% por año, lo que ha permitido un superávit comercial de US$40.000 millones en 2008 (ese superávit fue de US$2.000 millones en 2001); y en este periodo los precios de los commodities que Brasil exporta (soja y mineral de hierro) se elevaron 227% debido a la demanda china.
Las exportaciones manufactureras brasileñas al mercado chino ascienden a 5% del total. La razón de esta irrelevancia es que la diferencia entre los costos de producción brasileños y los chinos se ha duplicado entre 2006 y 2013 (esa diferencia era 15,8% y trepó a 30,3%).
La creciente complejidad tecnológica y el ascenso en la escala del valor agregado de la industria china multiplica los nichos para los bienes manufacturados del exterior. Esto significa que el aumento de las exportaciones manufactureras brasileñas depende fundamentalmente de la caída del “costo Brasil”.
Brasil es uno de los países más cerrados del mundo, con una relación comercio internacional/PBI de 27,6% (esa relación en China es 75%); y sus exportaciones manufactureras son sólo 25% del total.
La razón de esta carencia es que los bienes industriales exportados por Brasil tienen un componente nacional de 93% (en China es 20%), el mayor entre los países industriales; y esos componentes domésticos tienen costos superiores en 30%/40% respecto a los de sus competidores, y en primer lugar a los de la República Popular.
En términos estructurales, esto implica que la industria brasileña –la mayor de América Latina, y la única que logró completar el proceso de sustitución de importaciones– es ajena al sistema integrado de producción trasnacional, basado en la fragmentación de la producción, que es el núcleo del capitalismo del siglo XXI.
Esta omisión es la causa esencial de la creciente “desindustrialización” brasileña, la sexta economía del mundo y la tercera en capacidad para atraer la inversión directa de las empresas trasnacionales (la IED que recibió Brasil en 2014 ascendió a US$65.500 millones).
No hay comentarios:
Publicar un comentario