Diario "Clarín". Buenos Aires, 21 de julio de 2014. |
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jueves, 31 de julio de 2014
LIBRE COMERCIO Y LOS COSTOS DEL AMOR. Skidelsky, Robert
El libre comercio bajo vigilancia
Por Manuel Alvarado Ledesma
Para LA NACION
Para LA NACION
En su libro Sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina según su Constitución de 1853
, Alberdi se adelanta a muchos economistas del mundo en la comprensión
de las instituciones. Escribe allí: "No se aniquila un régimen por un
decreto, aunque sea constitucional, sino por la acción lenta de otro
nuevo... El moderno régimen está en nuestros corazones, pero el colonial
en nuestros hábitos, más poderosos de ordinario que el deseo abstracto
de lo mejor".
Las instituciones son las reglas del juego; son restricciones creadas
por las personas para dar forma a la interacción humana. Ellas generan
incentivos en el intercambio, ya sea político, social o económico. El
cambio institucional da forma a la manera en que las sociedades
evolucionan a lo largo del tiempo.
Las transacciones son el eje del crecimiento económico. Cuanto mayor cantidad de transacciones se verifique, más clara será la tendencia al desarrollo. Y ellas crecerán, en calidad y cantidad, según sean las instituciones imperantes.
Douglass C. North -Premio Nobel en Economía- sostiene que las distintas percepciones sobre los mismos problemas están basadas en la forma de aprendizaje que adquieren con el tiempo. El tal aprendizaje abarca no sólo las experiencias vividas, sino las acumuladas por generaciones, expresadas en la cultura social.
Al referirnos a las instituciones, distinguimos las surgidas de normas formales de las que provienen de limitaciones informales. Las primeras están sujetas al cambio por decisiones políticas o judiciales; las segundas están arraigadas en la cultura por costumbres, tradiciones y códigos de conducta de décadas; por ello son más estables y resisten a las políticas deliberadas.
Ellas cambian. Evolucionan en función de la interacción de las organizaciones políticas, económicas y sociales que se desenvuelven históricamente. De esta forma, no todas resultan buenas para el bienestar general sino que muchas de ellas degeneran y se convierten en elementos adversos al desarrollo. De esta interacción surgen, precisamente, los condicionamientos al funcionamiento de la economía.
Aquellos sistemas políticos que han diseñado instituciones y organizaciones adecuadas para bajar los costos de transacción, son las que precisamente han logrado mayor grado de desarrollo. El mero traspaso de reglas formales diseñadas en las economías de mercado pujantes no resulta suficiente. Y no lo son, por cuanto cualquier economía depende además de las reglas informales.
El individuo se apoya en la adquisición de los hábitos cognitivos, antes de que sea posible el razonamiento, la comunicación, la elección o la acción. Cuando los hábitos se convierten en parte común de la cultura social, pasan a ser rutinas o costumbres. Las instituciones están formadas de costumbres y rutinas. Hábitos y rutinas, por lo tanto, preservan el conocimiento, particularmente el conocimiento tácito.
Las instituciones pueden ayudar a explicar los diferentes grados de desarrollo alcanzados por los países del mundo.
Las sociedades han desarrollado diferentes modelos mentales para explicar la realidad donde se desenvuelven. Tales modelos serían resultado de la experiencia acumulada por generaciones pasadas.
A partir de tales premisas se explica cómo se generan instituciones económicas y políticas de diferente índole y con dispar resultado en la resolución de los problemas que aquejan a las sociedades. Puede afirmarse que desde mediados del siglo XIX, aquellas naciones con instituciones y organizaciones que protegieron los derechos de propiedad y aseguraron su cumplimiento han alcanzado un alto grado de crecimiento económico.
En cambio, aquellas naciones, incapaces de reorganizar sus entornos institucionales y organizacionales, no gozaron de esta ventajas. A consecuencia de ello, sufrieron inestabilidad política y económica que marcaron una tendencia de "subdesarrollo".
De esta forma, es posible acercarnos a la comprensión de lo que nos sucede. ¿Por qué hemos quedado tan rezagados respecto de países como Australia?
Quizás sea Mancur Olson quien nos brinde la respuesta: "Cuando uno se pregunta por qué algunas naciones son ricas mientras otras son pobres, la idea clave en la respuesta es que las naciones producen, dentro de sus fronteras, no aquello que la dotación de recursos permite, sino aquello que las instituciones y las políticas públicas permiten". Olson sostiene que las explosiones de desarrollo económico provienen esencialmente de dos elementos. Por un lado, de la ampliación de sus mercados y, por otro, de la ruptura de sus organizaciones corporativas.
En tal caso, la Argentina hizo exactamente lo contrario para incrementar su bienestar. Fue a lo largo de, al menos, cincuenta años cerrando su economía. Y estructurando un férreo régimen corporativo, mediante grupos de presión de distinto orden.
De acuerdo con el pensamiento de Ortega y Gasset, la creencia es una idea que se va abriendo paso en la conciencia colectiva hasta lograr formar un hábito común de interpretación de la realidad. Resalta su carácter hereditario. Así, una sociedad, a fuerza de ver las cosas de una determinada manera, termina por entender que la única realidad existente es esa visión que tienen de ella. Si esta visión colectiva de la realidad va pasando de una generación a otra, irá arraigándose en el seno de dicha colectividad.
Algo semejante se advierte en la Argentina. Algo que creció y permanece. Subyace en el inconsciente de buena parte de la dirigencia argentina una ideología que, habiendo comenzado a gestarse en la década de 1930, alcanzó su apogeo en los años 40, con un fuerte intervencionismo estatal. Tal ideología ha influido en las decisiones gubernamentales a lo largo de décadas. Así se explica la historia de políticas económicas adversas a la libertad de comercio y a la apertura. © LA NACION .
El autor es economista. Su último libro es Marketing agroindustrial . Planeta (2005).
MEDIO ORIENTE. EL PRÓSPERO CALIFATO DEL SIGLO XXI.
El próspero califato del siglo XXI
La delgada línea rojaDiario "Clarín". Buenos Aires, 27 de julio de 2014. |
- Gustavo Sierra
El califato implantado por el Estado Islámico
o ISIS en un vasto territorio de Siria e Irak prospera y va acomodando
sus crueles y estrafalarias leyes a la vida de casi dos millones de
personas que viven allí.
El ISIS que estuvo asociado a la red terrorista Al Qaeda y está compuesto por extremistas islámicos sunitas ganó espacio en la guerra civil siria y logró desplazar a los grupos integristas shiítas asociados al Hezbollah libanés y el gobierno iraní. Hace seis meses tomó por asalto la ciudad siria de Raqqa de más de medio millón de habitantes e impuso allí la sharía, la ley coránica. Hace un mes entraron en territorio iraquí y se hicieron fuertes en la ciudad de Mosul de casi 700.000 personas. También borraron la frontera entre ambos países que dicen es sólo una “herencia imperialista” para recrear el califato implantado aquí en el siglo IX por el califa Haroun al-Rasheed.
Esta semana anunciaron las nuevas directivas para las mujeres del califato: tendrán que estar totalmente cubiertas con velos, incluidas las manos y los pies. Las vestimentas deben ser suficientemente holgadas como para que no permita ver las formas del cuerpo. Están prohibidos los perfumes. No pueden salir a la calle sin la compañía de un hombre. No pueden estudiar ni trabajar. La representante de la ONU para la ayuda humanitaria en Irak denunció que los integristas también están practicando mutilaciones genitales a las adolescentes.
La comunidad cristiana de Mosul que estaba compuesta hasta 2003 por 35.000 personas quedó reducida a apenas unas cuantas familias. Ahora, si quieren vivir dentro del califato tienen que pagar un impuesto de unos 100 dólares al mes. La antigua iglesia armenio-católica de Raqqa fue ocupada por los milicianos que la convirtieron en un centro de reclutamiento. Tampoco se salvó la mezquita de Mosul eregida en honor a la figura bíblica de Jonas, reconocido en el Corán como el profeta Yunus. La destruyeron por “apostasía”.
La fuerza del ISIS es de apenas unos 20.000 milicianos. Por ahora, pareciera ser suficiente para controlar su nuevo califato del siglo XXI.
El ISIS que estuvo asociado a la red terrorista Al Qaeda y está compuesto por extremistas islámicos sunitas ganó espacio en la guerra civil siria y logró desplazar a los grupos integristas shiítas asociados al Hezbollah libanés y el gobierno iraní. Hace seis meses tomó por asalto la ciudad siria de Raqqa de más de medio millón de habitantes e impuso allí la sharía, la ley coránica. Hace un mes entraron en territorio iraquí y se hicieron fuertes en la ciudad de Mosul de casi 700.000 personas. También borraron la frontera entre ambos países que dicen es sólo una “herencia imperialista” para recrear el califato implantado aquí en el siglo IX por el califa Haroun al-Rasheed.
Esta semana anunciaron las nuevas directivas para las mujeres del califato: tendrán que estar totalmente cubiertas con velos, incluidas las manos y los pies. Las vestimentas deben ser suficientemente holgadas como para que no permita ver las formas del cuerpo. Están prohibidos los perfumes. No pueden salir a la calle sin la compañía de un hombre. No pueden estudiar ni trabajar. La representante de la ONU para la ayuda humanitaria en Irak denunció que los integristas también están practicando mutilaciones genitales a las adolescentes.
La comunidad cristiana de Mosul que estaba compuesta hasta 2003 por 35.000 personas quedó reducida a apenas unas cuantas familias. Ahora, si quieren vivir dentro del califato tienen que pagar un impuesto de unos 100 dólares al mes. La antigua iglesia armenio-católica de Raqqa fue ocupada por los milicianos que la convirtieron en un centro de reclutamiento. Tampoco se salvó la mezquita de Mosul eregida en honor a la figura bíblica de Jonas, reconocido en el Corán como el profeta Yunus. La destruyeron por “apostasía”.
La fuerza del ISIS es de apenas unos 20.000 milicianos. Por ahora, pareciera ser suficiente para controlar su nuevo califato del siglo XXI.
ARGENTINA. DÉCADA DEPREDADA. LA RURAL ACUSÓ AL GOBIERNO.
Diario "La Nación". Buenos Aires, Domingo 27 de julio de 2014
Críticas
La Rural acusó al Gobierno de dejar una "década depredada"
Lo culpó por la corrupción y dijo que no solucionó ningún problema de fondo
El
presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Luis Miguel
Etchevehere, criticó duramente ayer al Gobierno porque en sus 11 años en
el poder "no solucionó ningún problema de fondo", por tener un
"desprecio absoluto por el diálogo" y porque al final del mandato dejará
una "década depredada".
En su discurso de inauguración oficial de
la 128» Exposición Rural de Palermo, Etchevehere fue ovacionado cuando
habló de corrupción y aludió al vicepresidente Amado Boudou. "Es
intolerable para todos los que se levantan al alba para trabajar y no
para fabricar billetes o apropiarse de empresas ajenas", dijo.Acompañado por el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri; sus pares de la Comisión de Enlace, Eduardo Buzzi (Federación Agraria), Rubén Ferrero (Confederaciones Rurales Argentinas) y Carlos Garetto (Coninagro); industriales, banqueros, legisladores y diplomáticos extranjeros, Etchevehere le exigió al Gobierno que en los 16 meses que le restan de gestión explique cómo afrontará los problemas. "¿Va a intentar solucionar con sentido común los mayores reclamos de la gente? ¿O seguirá empecinado en caminar a ciegas hacia el porvenir?" Y remató: "Sentimos angustia e inquietud por la inflación y la inseguridad, que no paran. Por el fantasma de un default que nadie quiere, y por la falta de profesionalismo y de ética republicana de muchos funcionarios".
Dijo que el kirchnerismo contó con poder y dinero como ningún otro gobierno, pero no solucionó los problemas. "Solo en concepto de retenciones a los granos, el gobierno recaudó 76.000 millones de dólares en diez años. Se llenaron los bolsillos y recaudaron como nunca. Ningún gobierno, desde el retorno de la democracia, tuvo tanto poder y tanto dinero. Y sin embargo no solucionó ningún problema de fondo", advirtió.
Etchevehere precisó: "Fue la década depredada. Depredaron los recursos del campo, las reservas energéticas y las del Banco Central. Depredaron la credibilidad de las estadísticas públicas. Y se extiende sobre todos nosotros la sombra de un nuevo default, mientras nos dicen que la cuenta la pague el que sigue".
En la elaboración de su discurso reflejó, según contó después, lo que él mismo tomó como notas de lo ocurrido en el país y hubo aportes de la Comisión Directiva. Según trascendió, también acercó ideas el filósofo Santiago Kovadloff.
Etchevehere subrayó que el campo seguía "el camino de la prudencia", pero que no renunciaba a la "acción". Enseguida aclaró que "cuando la prudencia se convierte en inacción se transforma en cobardía". Es la misma frase que el papa Francisco le habría dicho al juez federal Ariel Lijo cuando lo recibió en el Vaticano antes de procesar al vicepresidente Amado Boudou.
El ruralista acusó al Gobierno por una "lógica" que "no funciona".
"Si se sigue aplicando lo que no funciona, no podemos esperar resultados diferentes. No se afianzará el federalismo. No habrá sustentabilidad. No habrá empleo digno ni desarrollo armónico de las provincias. Prosperará en cambio el narcotráfico. La inseguridad seguirá cosechando víctimas. Seguirán estancados nuestros ferrocarriles. La corrupción seguirá riéndose en nuestra cara", remarcó.
Sobre la corrupción, indicó que es "conspirar contra el orden democrático" y le apuntó, aunque sin mencionarlo, al procesado vicepresidente.
"El corrupto es un hombre que se aprovecha del poder político o económico para robar los dineros públicos, y para conspirar contra el orden democrático como dice la Constitución Nacional", dijo.
Presencias
Las críticas del presidente de la SRA fueron seguidas en el palco también por el presidente del radicalismo, el senador Ernesto Sanz, sus pares en el senado Alfredo De Angeli (Pro) y Juan Carlos Romero (peronismo disidente), los diputados radicales Ricardo Buryaile y Patricia De Ferrari, el massista José Ignacio de Mendiguren y el intendente de ese espacio Gustavo Posse (San Isidro) y el peronista disidente Carlos Brown.El gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota, envió a su ministro de Agricultura, Julián María López. Desde San Luis llegó su vicegobernador, Jorge Díaz.
La Unión Industrial Argentina (UIA) fue a pleno con su presidente, Héctor Méndez, y sus vicepresidentes José Urtubey y Daniel Funes de Rioja. Además, asistieron Jaime Campos (AEA), Adelmo Gabbi (Bolsa de Comercio), Claudio Cesario (Asociación de Bancos de la Argentina), Miguel Blanco (IDEA), Carlos de la Vega (Cámara de Comercio) y Carlos Wagner (Cámara de Construcción), Diego Pérez Santisteban (Cámara de Importadores) y Enrique Mantilla (Cámara de Exportadores) entre otros. Entre los diplomáticos, uno de los concurrentes fue el embajador de China en la Argentina, Yin Hengmin.
También hubo representantes de cámaras y entidades vinculadas con el sector agropecuario y el jefe del gremio de los trabajadores rurales, Gerónimo Venegas.
Toda esta asistencia contrastó con la ausencia, una vez más, de funcionarios del gobierno nacional.
En su discurso, Etchevehere sostuvo que el Gobierno "no quiere resolver los problemas de los más necesitados".
Sobre la situación del campo, solicitó "urgente cambiar el rumbo".
Por último, frente a lo que calificó como "el desprecio absoluto por el diálogo" del oficialismo contrapuso la "convivencia en la diversidad" de la Comisión de Enlace y los "puentes de confianza" hacia otros sectores, en el Foro de Convergencia Empresaria..
miércoles, 30 de julio de 2014
martes, 29 de julio de 2014
ARGENTINA. INDUSTRIA LA DÉCADA PARTIDA
iECO. Diario "Clarín". Buenos Aires, 22 JUN 2014
OPINION
Industria argentina: la década partida
Un balance de la dinámica industrial de los
últimos doce años muestra que la postconvertibilidad no es un período
homogéneo, señala el columnista. La década tuvo cambios y vaivenes
internos pero también modificaciones externas. Se la podría dividir en
tres etapas: “Reindustrialización y generación de empleo”; “Crisis
internacional, caída y recuperación de la industria nacional”; y “De la
sintonía fina al estancamiento productivo”.
Por Diego Koatz (economista jefe del Centro de Estudios de la UIA)
A doce años de una de las peores crisis de la historia argentina y once de la asunción de Néstor Kirchner como presidente, es también tiempo de un balance sobre la dinámica industrial del período que nos permita mirar hacia el futuro con mayores certezas sobre lo que estuvo bien y todo lo que hay que corregir.
En ese balance, hay que empezar por postular lo (no tan) obvio: la postconvertibiliad no es un todo indisoluble. La década y pico que siguió a la gran crisis tuvo cambios y vaivenes internos pero también modificaciones externas. Resulta más conveniente dividirla en tres etapas, con sus respectivos títulos. La primera, entre 2002 y mitad de 2007, fue de “Reindustrialización y generación de empleo”; la segunda, 2007-2010, de “Crisis internacional, caída y recuperación de la industria nacional”; y finalmente, desde mitad de 2011 hasta la actualidad, “De la sintonía fina al estancamiento productivo”.
1. Reindustrialización y generación de empleo. La primera etapa se caracterizó por un crecimiento de la industria y la recuperación acelerada del salario. Tras los cambios macro se fortalecieron la demanda interna, la inversión y la productividad. La política económica tenía como eje vector la reindustrialización a partir de la política cambiaria de flotación administrada y la implementación de retenciones, reintegros, y algunos subsidios cruzados en materia de energía, dadas las diferencias de productividades sectoriales. Asimismo, se recuperó parcialmente la política comercial externa. Argentina pasó de concesiones permanentes en materia internacional a una posición negociadora y activa, tanto en la OMC como en el Mercosur. Y un dato no menor: la ciencia retornó a los primeros planos de la agenda, primero a través de cambios en el Conicet y luego con la creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología. Todo ello dio lugar a que entre mitad de 2002 y fines 2007 la industria creciera casi un 60% acumulado y se generasen 404.000 nuevos puestos de trabajo formales.
2. Crisis internacional, caída y recuperación de la industria nacional. A comienzos de la segunda etapa (2007) ya se vislumbraban tensiones propias de la problemática del desarrollo. Financiamiento, energía, crecimiento acelerado de las importaciones, costos logísticos (transporte) comenzaban a ser parte la agenda. A nivel macro, la inflación y la creciente demanda de divisas (tanto para importar como para ahorrar) reflejaban esa agenda como coyuntura (financiamiento externo) y como estructura (límites en la matriz productiva). En ese debate estábamos cuando estalló la crisis internacional y la industria argentina, como la del todo el mundo, sufrió una fuerte contracción (-6% en 2009).
Frente a esto, el Gobierno implementó un conjunto de políticas activas que, si bien no fueron un plan integral, dio lugar a una fuerte recuperación industrial. Se fortaleció la demanda (mayor inclusión jubilatoria y AUH), se hizo una política comercial selectiva (licencias no automáticas, antidumping, valores criterios, entre otros), se administró sin sobresaltos la cuestión cambiaria (deslizando el tipo de cambio gradualmente con una suba de la tasa de interés) y se puso a la obra pública en el centro de la recuperación. La actividad industrial acumuló un crecimiento del 20,7% en 2010 y septiembre de 2011. El crecimiento, como sugiere la paradoja histórica de la Argentina, encendió nuevamente, pero de forma más acelerada, los temas estructurales pendientes.
3. De la sintonía fina al estancamiento productivo.
Hacia fines de 2011, la necesidad de hacer “sintonía fina” ante los nuevos desafíos emergía entonces como punto clave de la agenda económica. Era hora de emprender una agenda sectorial con eje en temas de tecnología, productividad, sustitución eficiente de importaciones y exportaciones con más valor agregado. Sin embargo, lo que entró en colisión fue el trazo grueso de la política económica –cepo cambiario, inflación, dolarización de carteras, etc.–, lo que derivó en un estancamiento de la actividad industrial. La producción de 2013 estuvo por debajo de la de 2011. De un crecimiento de 3,3% en obreros contratados en 2011, se pasó a 1,3% en 2012 y 0,5% en 2013. En el primer trimestre de este año la tendencia se profundizó con la contracción de 1,2% en este rubro. Mientras que las PyMEs prácticamente no generan nuevo empleo formal desde 2009.
Las proyecciones para todo el año 2014 reflejan una contracción que oscila entre 2% y 2,5% producto de una reducción del mercado interno y del magro desempeño de la industria brasileña. Además, la suba de las tasas de interés, necesaria para dar aire a la presión cambiaria, dificulta aún más la operatoria de las firmas, principalmente la de las PyMEs industriales.
Navegar al desarrollo para no surfear urgencias.
La clave sigue estando en desarrollar estructuralmente el tejido productivo. Durante los últimos 12 años, diversas ramas industriales se reactivaron. Pero el número de empresas que desarrollaron y consolidaron ventajas competitivas a partir de cambios técnicos y organizacionales, innovación y diferenciación de productos, no llegaron a conformar un núcleo que refleje un nuevo entramado industrial. Crecimiento, inversión y escala no son suficientes. Falta una política industrial de largo aliento.
El árbol de las urgencias macro oculta el bosque de los acuerdos importantes para conformar políticas de Estado para temas estructurales. Nada de esto es posible sin fortalecer la información y estadísticas públicas (información sectorial y regional acabada, con técnicos especializados en áreas clave tanto en el sector público como en el sector privado).
Financiamiento (a la BNDES), compras gubernamentales, un esquema tributario favorable para la agregación de valor nacional, apoyo a la inversión productiva, desarrollo de capital local junto con una mayor integración de PyMes locales con trasnacionales (con énfasis en la I+D) son algunos de los pasos necesarios para una política industrial sólida que permita arbitrar las coyunturas futuras desde una perspectiva estratégica. Lo otro es seguir surfeando las urgencias.
O.M.C. PAQUETE BALI. LA INTEGRACIÓN DIFÍCIL
Diario "Clarín". Buenos Aires, Martes 29 de julio de 2014
OMC
La integración difícil
El
"Paquete de Bali", el primer gran acuerdo firmado en 20 años por la
Organización Mundial del Comercio (OMC) fue puesto en duda por algunos
miembros
El
Acuerdo sobre Facilitación del Comercio (AFC) que se negocia en la
Organización Mundial del Comercio (OMC) encuentra trabas por la división
de los miembros, persistente en las últimas semanas, a pocos días de la
fecha límite autoimpuesta para adoptar un protocolo de enmienda.
El
AFC fue la parte central del acuerdo al que llegaron los ministros de
comercio en la reunión de fines de 2013, en el marco del conocido
"Paquete de Bali", que se transformó en el primer gran acuerdo al que
llegó la OMC en casi 20 años. Su objetivo es simplificar la normativa
aduanera y reducir las ineficiencias que generan los largos retrasos en
las fronteras, solución que permitiría un incremento global de las
exportaciones en US$ 1000 millones.Aunque en su momento el acuerdo fue aclamado como un gran avance para la OMC, en mayo se cuestionó su entrada en vigor. Sucede que varios miembros sugirieron que el AFC podría instrumentarse sólo provisoriamente, hasta que se concluya la dilatadísima Rueda de Doha (que arrancó en 2001 y promueve la liberalización del comercio mundial).
Límite
Este jueves es la fecha límite para aprobar el protocolo de enmienda. Su entrada en vigor depende de que por lo menos dos tercios de los miembros lo ratifiquen antes del 31 de julio de 2015, según informa la revista Puentes del Centro Internacional para el Comercio y el Desarrollo Sustentable (Ictsd, en inglés).El desacuerdo que pone en riesgo el AFC surgió después de la conferencia de ministros de comercio de la Unión Africana, en abril último, cuando el capítulo africano sugirió que la instrumentación provisional del AFC, en conformidad con el párrafo 47 de la Declaración Ministerial de Doha.
La sugerencia del grupo africano generó múltiples criticas por parte de otros miembros de la Organización Mundial del Comercio, quienes se opusieron a revisar lo ya acordado en Bali, pues podría poner en riesgo el proceso en marcha para desarrollar un "programa de trabajo" de la Ronda de Doha a finales de este año.
Desde entonces, varios líderes de la Unión Africana han cambiado de posición en las últimas semanas y alegaron que están dispuestos a poner en práctica el AFC de acuerdo con las decisiones alcanzadas en Bali.
Además, la Unión Africana ha reiterado su compromiso con "todas las decisiones que los ministros tomaron en Bali, las cuales son un paso importante hacia la conclusión de la Ronda de Doha. Para alcanzar este fin, los líderes reconocen que el acuerdo sobre facilitación es una parte integral del proceso".
No obstante lo anterior, algunos funcionarios africanos han afirmado que el cambio de posición fue el resultado de la fuerte presión de algunos países desarrollados.
A pesar del aparente cambio en la posición del grupo africano, otros países aprovecharon también para manifestar su resistencia a la puesta en marcha del AFC, incluidos Tanzania, Uganda, Zimbabwe y las islas Salomón.
Y las señales de mayor alerta se encendieron cuando, hace escasos días, la India declaró que sólo permitirá el avance del AFC si se abordan sus preocupaciones sobre seguridad alimentaria. No obstante, la India también moderó su posición acordando respaldar el acuerdo con la promesa de que sus preocupaciones relacionadas con los subsidios alimentarios se discutan.
El ok de los Brics
Este compromiso de las potencias emergentes en respaldar el AFC fue expresado en la Sexta Cumbre de los Brics (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica) el 15 de este mes. En la Declaración de Fortaleza, los cinco países manifestaron su interés en la implementación del AFC.En el caso de América latina, la implementación del acuerdo dependerá del contexto nacional debido a que el avance en las políticas de facilitación de comercio varían en gran medida entre los países.
Una muestra del compromiso adquirido por los países de la región son las iniciativas como la llevada a cabo el 16 de este mes sobre "La modernización de la gestión aduanera para la facilitación del comercio", fomentadas por la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi).
Desde que se acordó el paquete de Bali, las principales críticas han sido que la declaración sólo menciona que se debe hacer el "mejor esfuerzo" para asistir y apoyar la creación de capacidades en los países menos desarrollados, sin exigir compromisos concretos.
El AFC, además, fue criticado por algunos países en desarrollo al sostener que éste beneficia sobre todo a los países desarrollados. En respuesta, se argumentó que varias propuestas fueron presentadas en el acuerdo para dar un trato especial y diferenciado a los países menos desarrollados..
ARGENTINA.EN UNA SEMANA DECISIVA, CALCULA LOS COSTOS DE OTRO DEFAULT
Diario "La Nación". Buenos aires, Lunes 28 de julio de 2014
The Wall Street Journal Américas
En una semana decisiva, Argentina calcula los costos de otro 'default'
Por Taos Turner y Ken Parks
BUENOS AIRES-Argentina podría hacer historia esta semana si incumple su deuda
soberana por segunda vez en 13 años, conforme se termina el plazo para
llegar a un acuerdo con los acreedores que no aceptaron canjes de bonos.La última cesación de pagos de Argentina, en 2001, fue el mayor default de deuda soberana de la historia. El país tuvo que reestructurar los bonos y soportó su recesión más profunda desde la Gran Depresión. La agitación política fue tal que tuvo cinco presidentes en poco más de una semana.
Las semillas del drama actual fueron sembradas poco tiempo después, cuando los inversionistas compraron bonos incumplidos del país pero nunca aceptaron los términos que ofreció en sus reestructuraciones de deuda. Ahora, están obstaculizando los pagos que evitarían un default esta semana.
Aunque el temor de un contagio a otros países emergentes es mínimo, así como la preocupación de que Argentina sufra el tipo de implosión económica de hace 13 años, una cesación de pagos podría representar un enorme costo para la cuarta economía de América Latina, al marginarla de los mercados de deuda internacionales y limitar el crédito a las empresas. También podría complicar la transición a un nuevo gobierno tras las elecciones presidenciales del próximo año.
"Para mí está muy claro que Argentina se acerca a un default", dice el ex secretario de Finanzas argentino Guillermo Nielsen. "Para la mayoría de los argentinos, esto significa que el estancamiento económico será más duro. Habrá menos dinero en las calles".
Sumida en una recesión, Argentina ya sufre de escasez de divisas extranjeras y una inflación anual que, según algunos economistas, llega a 40%. Una cesación de pagos ejercería presión sobre el peso al socavar la confianza, alimentaría aún más la inflación al encarecer las importaciones y elevaría el desempleo. También podría reducir sus reservas internacionales, de US$29.700 millones y entre las más bajas de la región.
La semana pasada, la sola previsión de un default debilitó el peso en el mercado negro argentino a 12,65 unidades por dólar, muy lejos del tipo de cambio oficial de 8,17 pesos ofrecido en los bancos. Hace un mes, la tasa en el mercado paralelo era de 11,65.
"Todo eso conduciría a una recesión más profunda", afirma Gustavo Cañonero, economista sénior de Deutsche Bank.
Entonces, con todos esos contras, ¿por qué Argentina siquiera consideraría una cesación de pagos como una opción? La respuesta es casi tan compleja como Argentina, un país cuya propensión a caer en crisis políticas y económicas hechas en casa ha desconcertado a analistas desde hace décadas.
Incapaz de pagar sus obligaciones tras su histórica crisis económica de 2001-2002, Argentina redujo su carga de deuda cuando consiguió que los inversionistas canjearan 93% de sus bonos incumplidos por nueva deuda en reestructuraciones que pagaban alrededor de 33 centavos por dólar.
Sin embargo, algunos fondos de cobertura, que compraron bonos impagos con grandes rebajas, apostaron a que podrían obligar al país a que les pagara el precio total. Liderados por Elliott Management Corp. y Aurelius Capital Management LP, demandaron exitosamente a Argentina en Estados Unidos, donde se emitieron los bonos.
El juez de distrito de EE.UU. Thomas Griesa decidió que Argentina debía pagar el valor total de los bonos para este miércoles o correr el riesgo de declararse en default. Cuando la Corte Suprema de EE.UU. rechazó escuchar el caso en junio, el reloj empezó a correr sobre el fallo de Griesa.
Para ejercer presión sobre Argentina, Griesa dictaminó que el país no podía pagar a otros tenedores de bonos, que sí aceptaron sus canjes, a menos que les pagara simultáneamente a los fondos de cobertura. Pero hacerlo, dice Argentina, pondría al país en una encrucijada legal altamente costosa.
Eso se debe a una cláusula de tratamiento igualitario conocida en inglés por sus siglas RUFO, estipulada en los bonos reestructurados y que les daría a los bonistas que aceptaron el canje el derecho de exigir los mismos términos de cualquier otro acuerdo al que Argentina llegue con los fondos de cobertura. Ello podría desatar reclamos judiciales por US$120.000 millones, sostiene el gobierno.
El tema de la cláusula es tan común en la radio y la televisión argentina que pareciera que todos entienden bien de qué se trata. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner dijo incluso que podría tener una responsabilidad penal si activaba la cláusula.
"A mí lo que más me preocupa no es la responsabilidad penal, sino la responsabilidad ante la historia, ante los ojos de mis hijos, mis nietos y los millones de argentinos que no me verán aceptar algo bajo la amenaza de que el mundo se va a acabar", dijo la semana pasada.
Los expertos legales debaten la relevancia de la cláusula, que puede activarse sólo si Argentina paga "voluntariamente" a los fondos de cobertura. Acatar una orden judicial no sería voluntario, dicen algunos abogados.
Dado que la cláusula RUFO expira el 31 de diciembre, Argentina ha tratado de convencer al juez de que suspenda su fallo para darle a Argentina más tiempo. Sin embargo, el juez no ha cedido y los fondos de cobertura aseguran que la cláusula es una treta del gobierno para evitar pagar.
El mes pasado, Griesa nombró un mediador, pero Argentina ha rechazado sentarse frente a frente con los fondos de cobertura. En una ocasión, sus funcionarios ni siquiera asistieron a una reunión.
Pase lo que pase esta semana, Kirchner dice que no se podría considerar a Argentina en default porque ya depositaron US$539 millones en intereses que deben ser pagados sobre los bonos reestructurados para el miércoles. En junio, Argentina le entregó efectivo a Bank of New York Mellon Corp., el fideicomisario de los bonos. Griesa bloqueó el pago y el banco ahora está siendo demandado por no distribuir el dinero.
"La Argentina no va caer en default porque allí entran los que no pagan y la Argentina pagó", dijo la presidenta hace poco.
A muchos argentinos, la amenaza de un default no les quita el sueño. "He vivido tantas crisis que no me preocupo por esto", dice Mariano Torga, un electricista de 70 años.
Para Nielsen, es diferente. "Estoy preocupado porque hay como una especie de idea inocente de lo que constituye en este momento un default", dijo. "Argentina ha atravesado muchos problemas por calcular mal las posibles consecuencias y me temo mucho que este sea otro caso de eso"..
EE.UU. NUEVAS VIEJAS IDEAS CONSERVADORAS. Krugman, Paul
Diario "La Capital" Rosario, Jueves, 24 de julio de 2014
Las nuevas viejas ideas conservadoras
Renovación. El autor sostiene que los republicanos norteamericanos carecen de buenas propuestas.
Por Paul Krugman (*)
El escritor Sam Tanenhaus preguntaba recientemente
en la portada de The New York Times Magazine: "¿Puede el partido
republicano ser un partido de ideas?". Pues no. Esta es otra edición de
respuestas sencillas a preguntas sencillas, más concretamente, da la
impresión de que los "conservadores reformistas" sobre los que escribía
Tanenhaus proponen principalmente ideas supuestamente nuevas solo para
que se les vea proponer nuevas ideas. Y no hay mucho más; ¿pueden
ustedes encontrar en el artículo algo que parezca una nueva idea
importante en vez de un pequeño retoque al actual catecismo conservador?
Yo no.
Pero claro, la noción de que la política consiste en
nuevas ideas está muy sobrevalorada. Gobernar no es como vender
teléfonos inteligentes; el Estado subyacente de los problemas a los que
uno tiene que enfrentarse cambia bastante despacio, y los principios
básicos del debate político son bastante estables.
En concreto, el debate político principal en la
política estadounidense no ha cambiado en décadas, ni debería hacerlo.
Los liberales quieren una red de seguridad social sólida y financiada
con impuestos relativamente elevados, especialmente para las rentas
altas. Y los conservadores quieren una red de seguridad mucho más
reducida y unos impuestos para los ricos mucho más bajos.
Hace 35 años los conservadores propusieron un nuevo
argumento: la afirmación de que los impuestos elevados y los subsidios
generosos estaban lastrando hasta tal punto la economía que incluso a
los estadounidenses con rentas más bajas les iría mejor si se redujese
todo eso.
Y consiguieron casi todo lo que querían, es decir,
unos impuestos mucho más bajos sobre las rentas más altas y el fin de la
asistencia social tal y como la conocíamos, aunque no el de los
programas importantes para la clase media.
Pero el crecimiento no se aceleró mientras que la
desigualdad se disparó, por la que las rentas de las familias medias
subieron mucho más despacio después de la revolución conservadora que
antes. Adiós a esa gran idea.
¿Hay algo parecido a eso en el horizonte? No, y no
está claro por qué deberíamos esperar algo parecido. Lo que es seguro es
que retocar ligeramente la política no va a servir de mucho. Y sospecho
que, hasta cierto punto, los conservadores reformistas lo saben.
Sostendría que la finalidad de los ligeros cambios que proponen no es
tanto la de lograr resultados como la de desligar al partido republicano
del incremento de la desigualdad y del estancamiento de las rentas, sin
cambiar su postura política fundamental. Y no es un truco que tenga
probabilidades de funcionar.
Una idea que no para. Hace poco
respondí a algunas preguntas para la revista de Princeton, y entre ellas
estaba esta: "Por favor, comente cómo los tipos de interés
artificialmente bajos han afectado al valor actual de las carteras de
jubilación de la generación de la explosión demográfica y si es algo que
la Reserva Federal deba analizar".
No culpo al director, que después de todo no tiene
por qué ser economista, pero esto debe reflejar las noticias financieras
que la gente escucha. Estoy bastante seguro de que muchas personas
creen que todos los expertos consideran que los tipos de interés son
"artificialmente bajos" y no tienen ni idea de hasta qué punto dicha
noción carece totalmente de sentido, ya que los tipos de interés son
demasiado altos, no demasiado bajos.
(*) Premio Nobel de Economía
ARGENTINA Y CHINA: EL GRAN SALTO HACIA DELANTE.
Diario "La Capital". Rosario, Jueves, 24 de julio de 2014
Argentina y China: el gran salto adelante
Acuerdos bilaterales. Pese a que no es la primera vez que un presidente del gigante asiático visita el país, en esta oportunidad se firmaron importantes convenios de interés mutuo y se selló una interesante relación.
Por Fabián Rodríguez / Télam
Un horizonte de mayor equilibrio comercial, el
aumento de la inversión directa entre ambos países, el financiamiento de
una logística integrada, y la profundización de la integración
cultural, son las cuatro aristas más visibles de la reciente visita del
presidente Xi Jinping a la Argentina, junto a los funcionarios más
importantes de su gobierno y casi 200 empresarios chinos.
La vista del presidente de la República Popular
China, en el marco de una extensa gira por América Latina que incluyó su
participación en la cumbre del grupo BRICS en Brasil, fue definida por
la presidenta Cristina Fernández de Kirchner como "un día fundacional"
en la relación entre ambos Estados, tras firmar los acuerdos que
incluyen el financiamiento para construir dos represas hidroeléctricas
en Santa Cruz; un crédito por 2.100 millones de dólares para renovar la
empresa Trenes Argentinos Cargas y Logística (ex Belgrano Cargas); un
swap por 11.000 millones de dólares, y un convenio marco de cooperación
en materia económica y de inversiones, entre otros compromisos.
Desde el establecimiento de relaciones diplomáticas,
el 15 de febrero de 1972, es la cuarta vez que un presidente chino
visita la Argentina (los anteriores fueron Yang Shangkun en 1990, Jiang
Zemin en 2001 y Hu Jintao en 2004), pero sin dudas la primera en la que
se producen resultados concretos, pensando en la consolidación y
ampliación equilibrada de las relaciones político-comerciales entre los
dos países.
A la reunión entre ambos jefes de Estado realizada el
viernes pasado en la Casa de Gobierno con la suscripción de 20
convenios bilaterales, se sumó la firma de 28 acuerdos o preacuerdos
comerciales entre empresarios argentinos y chinos por 1.500 millones de
dólares.
Por orden de ambos presidentes, se llevó a cabo en la
cancillería argentina la Primera Reunión del Diálogo Estratégico para
la Cooperación y la Coordinación Económica entre Argentina y China, con
el objetivo de comenzar a poner en marcha los acuerdos sellados, con la
presencia de funcionarios que integran el gabinete argentino y sus pares
chinos, que acompañaron a Xi Jinping en su visita oficial al país.
Una fuente calificada del gobierno nacional, que
participó del diálogo que se llevó a cabo en el Palacio San Martín,
afirmó a este cronista que se delinearon los primeros pasos en la
concreción de los compromisos acordados, dividiéndolos en "cuatro metas"
para llevar adelante, en el marco de la consolidación de la relación
entre ambos países.
La primera de ellas tiene como fin lograr un mayor
equilibrio de carácter comercial y global, diversificando el intercambio
comercial entre ambas naciones y apuntando, del lado argentino, a la
colocación de mayor cantidad de manufacturas de origen agropecuario,
desarrollo de genética animal y tecnología.
En este punto, se planteó incrementar el número de
actores en cada país, para evitar la concentración que se produce
actualmente. "Esto permitirá un equilibrio comercial que se irá dando de
carácter gradual, durante el período 2014-2018", indicó la fuente
consultada.
En segundo lugar, se planteó la necesidad de aumentar
la inversión directa de China en la Argentina y viceversa, algo que ha
venido aumentado de manera considerable en los últimos años pero que
aún, en términos del volumen total de inversiones, es poco.
El tercer aspecto de la agenda conjunta fue la puesta
en marcha de un financiamiento para la logística integrada, con el
desenvolvimiento de un Banco de Desarrollo que además de respaldar la
construcción de represas hidroeléctricas Néstor Kirchner-Jorge Cepernic y
la renovación del Belgrano Cargas, estudie la necesidad de desarrollar
otros proyectos de infraestructura.
La cuarta meta consiste en la profundización de la
integración cultural, que ya tiene en carpeta la creación de dos canales
de televisión, uno de argentina en China y otro chino en nuestro país, y
el intercambio de estudiantes para formación universitaria en áreas
especiales.
Por último, las reuniones periódicas que se llevarán
adelante de manera alternativa en ambos países, con cumbres de diálogos
bilaterales para poner en marcha los objetivos comunes, son la llave
para poner en resultados las principales medidas de este gran salto
adelante.
GUERRAS DEL SIGLO. EL SIGLO QUE SE VA. EL MILENIO QUE VIENE. Cardoso, Oscar Raúl.
2000. EL SIGLO QUE SE VA - EL MILENIO QUE VIENE: POLITICA MUNDIAL / LOS CONFLICTOS BELICOS
Las guerras del siglo
Diario "Clarín". Buenos Aires, 26 de setiembre de 1999. P.34
Hubo dos conflagraciones a escala planetaria. El período que termina fue el más violento de toda la historia. Y pionero en el uso de armas de destrucción masiva.
OSCAR RAUL CARDOSO
Bautizado por los historiadores como el Siglo de la guerra total cuando no había agotado su primera mitad, marco temporal para dos conflagraciones de escala planetaria y pionero en el empleo de armas de destrucción masiva, el siglo XX ha sido -sin sombra de duda- el más cruento desde que la humanidad registra ordenadamente su historia mediante la palabra.El número de víctimas -contadas como muertes o simplemente como vidas destrozadas- lo muestra como cínica paráfrasis de la conocida definición de la guerra acuñada por el estratega alemán Karl von Clausewitz 60 años antes del inicio del siglo. Si para éste la guerra era apenas una modo diferente de continuar la política, el siglo XX parece haber conocido la paz sólo como prolongación de la guerra por otros medios.Esta es la clase de tránsito que medió entre las dos primeras guerras mundiales (1914-1918 y 1939-1945) y esa extraña con frontación -nunca declarada, librada en centenares de escenarios distintos y nunca culminada formalmente- que se llamó Guerra Fría, iniciada con la guerra civil en Grecia a mediados de los años 40 y agotada en algún momento impreciso de inicios de la presente década, tras el colapso de la Unión Soviética. Es significativo que a lo largo de este último período la comunidad internacional se haya considerado a sí misma esencialmente en situación general de paz.En la Primera Guerra Mundial -que involucró a buena parte de Europa y Oriente Medio y a EE.UU. y Rusia- los combates cobraron más de 15 millones de vidas y dejaron más de 21.000.000 de heridos.En un estudio de reciente publicación sobre esa guerra, el eminente historiador militar John Keegan la definió como un conflicto trágico e innecesario.Innecesario -explicó- porque la cadena de hechos que llevó a su estallido pudo haber sido quebrada en cualquier momento de las cinco semanas de crisis que precedieron al primer choque de armas si la prudencia y la buena voluntad común hubieran hallado una voz; trágica porque (...) destruyó la cultura optimista y benevolente del continente europeo y dejó, cuando las armas finalmente se silenciaron cuatro años después, un legado de rencor y odio racial tan intenso que ninguna explicación de las causas de la Segunda Guerra Mundial puede subsistir sin referencia a esas raíces. Con este análisis, Keegan parece, en verdad, haber ensayado una explicación válida para casi toda la experiencia bélica del siglo XX: innecesaria y trágica.Para justificar ante la nación el ingreso de Estados Unidos a ese primer conflicto global, el presidente del día Woodrow Wilson -un autoproclamado pacifista- lo definió como la guerra para terminar todas las guerras. Y, sin embargo, apenas 21 años después de haber concluido esa primera experiencia, la misma geografía pero ampliada -los mismos protagonistas con el añadido de Japón, China y otras naciones asiáticas- se sumergió en la Segunda Guerra Mundial que tuvo casi dos veces más víctimas y dejó sin hogar a más de 45.000.000 de personas.Ambas conflagraciones tuvieron su bautismo particular en una nueva forma de devastar en escala, la que aportan las denominadas armas de destrucción masiva, categoría que agrupa tres componentes: químico, nuclear y biológico (este último aún no ensayado en combate). La I Guerra vio el uso del gas tóxico (químico) en las trincheras europeas y en la siguiente se conoció el horror del poder nuclear bélico empleado por Estados Unidos contra Japón en los bombardeos de las ciudades de Hiroshima (70.000 muertos) y Nagasaki (39.000) el 6 y 9 de agosto de 1945.La Guerra Fría -también aludida como III Guerra Mundial por algunos tratadistas- fue la más dilatada, casi medio siglo, y también la más difícil de definir en términos convencionales. Se libró literalmente en centenares de confrontaciones en las que se mezclaron guerras interestatales clásicas (Oriente Medio, Africa y Asia), de liberación nacional (Asia y Africa), contra regímenes coloniales y revoluciones domésticas (Asia, América latina y Africa), con o sin intervención extranjera directa (Asia, Africa, América latina) pero teniendo todas la invariable característica de ser escenarios subsidiarios del choque indirecto de los dos grandes bloques de poder del período (el Oeste bajo el liderazgo de EE.UU. y el Este detrás de la URSS).Es interesante notar que para explicar adecuadamente lo sucedido en términos de devastación durante el período haya que declarar concluido al siglo XX mucho antes de su último segundo formal, hace casi una década en verdad, como muchos historiadores lo hacen desde hace tiempo. Hablan del siglo XIX largo ubicándolo entre la Revolución Francesa de 1789 y el inicio de la I Guerra Mundial en 1914 que puso fin a la era de los viejos estados imperiales europeos y anunció el fin de sus posesiones coloniales de ultramar.En 1995 -en su obra La era de los extremos- el inglés Eric Hobsbawm complementó este enfoque delimitando el siglo XX breve, que habría corrido entre el comienzo de aquella primera conflagración planetaria y el derrumbe del comunismo en Europa (la caída del Muro de Berlín en 1989) o el fin de la URSS en 1991. En este caso se trató de saldar la rivalidad de dos sistemas de organización económica y social -capitalismo y comunismo- cuyas existencias dependían inevitablemente de la eliminación del otro.Es interesante notar que en ambos casos estos siglos de extensión atípica coinciden con la evolución y apogeo del Estado-Nación, entidad necesaria para generar las condiciones de guerras en esa escala. La agonía de ese Estado -hecho debatido hoy- debería augurar entonces el comienzo de una era mejor para la humanidad, premisa enteramente creíble de no haber mediado la experiencia de guerras étnicas y religiosas de los últimos tiempos.
Diario "Clarín". Buenos Aires, 26 de setiembre de 1999. P.34
Hubo dos conflagraciones a escala planetaria. El período que termina fue el más violento de toda la historia. Y pionero en el uso de armas de destrucción masiva.
OSCAR RAUL CARDOSO
Bautizado por los historiadores como el Siglo de la guerra total cuando no había agotado su primera mitad, marco temporal para dos conflagraciones de escala planetaria y pionero en el empleo de armas de destrucción masiva, el siglo XX ha sido -sin sombra de duda- el más cruento desde que la humanidad registra ordenadamente su historia mediante la palabra.El número de víctimas -contadas como muertes o simplemente como vidas destrozadas- lo muestra como cínica paráfrasis de la conocida definición de la guerra acuñada por el estratega alemán Karl von Clausewitz 60 años antes del inicio del siglo. Si para éste la guerra era apenas una modo diferente de continuar la política, el siglo XX parece haber conocido la paz sólo como prolongación de la guerra por otros medios.Esta es la clase de tránsito que medió entre las dos primeras guerras mundiales (1914-1918 y 1939-1945) y esa extraña con frontación -nunca declarada, librada en centenares de escenarios distintos y nunca culminada formalmente- que se llamó Guerra Fría, iniciada con la guerra civil en Grecia a mediados de los años 40 y agotada en algún momento impreciso de inicios de la presente década, tras el colapso de la Unión Soviética. Es significativo que a lo largo de este último período la comunidad internacional se haya considerado a sí misma esencialmente en situación general de paz.En la Primera Guerra Mundial -que involucró a buena parte de Europa y Oriente Medio y a EE.UU. y Rusia- los combates cobraron más de 15 millones de vidas y dejaron más de 21.000.000 de heridos.En un estudio de reciente publicación sobre esa guerra, el eminente historiador militar John Keegan la definió como un conflicto trágico e innecesario.Innecesario -explicó- porque la cadena de hechos que llevó a su estallido pudo haber sido quebrada en cualquier momento de las cinco semanas de crisis que precedieron al primer choque de armas si la prudencia y la buena voluntad común hubieran hallado una voz; trágica porque (...) destruyó la cultura optimista y benevolente del continente europeo y dejó, cuando las armas finalmente se silenciaron cuatro años después, un legado de rencor y odio racial tan intenso que ninguna explicación de las causas de la Segunda Guerra Mundial puede subsistir sin referencia a esas raíces. Con este análisis, Keegan parece, en verdad, haber ensayado una explicación válida para casi toda la experiencia bélica del siglo XX: innecesaria y trágica.Para justificar ante la nación el ingreso de Estados Unidos a ese primer conflicto global, el presidente del día Woodrow Wilson -un autoproclamado pacifista- lo definió como la guerra para terminar todas las guerras. Y, sin embargo, apenas 21 años después de haber concluido esa primera experiencia, la misma geografía pero ampliada -los mismos protagonistas con el añadido de Japón, China y otras naciones asiáticas- se sumergió en la Segunda Guerra Mundial que tuvo casi dos veces más víctimas y dejó sin hogar a más de 45.000.000 de personas.Ambas conflagraciones tuvieron su bautismo particular en una nueva forma de devastar en escala, la que aportan las denominadas armas de destrucción masiva, categoría que agrupa tres componentes: químico, nuclear y biológico (este último aún no ensayado en combate). La I Guerra vio el uso del gas tóxico (químico) en las trincheras europeas y en la siguiente se conoció el horror del poder nuclear bélico empleado por Estados Unidos contra Japón en los bombardeos de las ciudades de Hiroshima (70.000 muertos) y Nagasaki (39.000) el 6 y 9 de agosto de 1945.La Guerra Fría -también aludida como III Guerra Mundial por algunos tratadistas- fue la más dilatada, casi medio siglo, y también la más difícil de definir en términos convencionales. Se libró literalmente en centenares de confrontaciones en las que se mezclaron guerras interestatales clásicas (Oriente Medio, Africa y Asia), de liberación nacional (Asia y Africa), contra regímenes coloniales y revoluciones domésticas (Asia, América latina y Africa), con o sin intervención extranjera directa (Asia, Africa, América latina) pero teniendo todas la invariable característica de ser escenarios subsidiarios del choque indirecto de los dos grandes bloques de poder del período (el Oeste bajo el liderazgo de EE.UU. y el Este detrás de la URSS).Es interesante notar que para explicar adecuadamente lo sucedido en términos de devastación durante el período haya que declarar concluido al siglo XX mucho antes de su último segundo formal, hace casi una década en verdad, como muchos historiadores lo hacen desde hace tiempo. Hablan del siglo XIX largo ubicándolo entre la Revolución Francesa de 1789 y el inicio de la I Guerra Mundial en 1914 que puso fin a la era de los viejos estados imperiales europeos y anunció el fin de sus posesiones coloniales de ultramar.En 1995 -en su obra La era de los extremos- el inglés Eric Hobsbawm complementó este enfoque delimitando el siglo XX breve, que habría corrido entre el comienzo de aquella primera conflagración planetaria y el derrumbe del comunismo en Europa (la caída del Muro de Berlín en 1989) o el fin de la URSS en 1991. En este caso se trató de saldar la rivalidad de dos sistemas de organización económica y social -capitalismo y comunismo- cuyas existencias dependían inevitablemente de la eliminación del otro.Es interesante notar que en ambos casos estos siglos de extensión atípica coinciden con la evolución y apogeo del Estado-Nación, entidad necesaria para generar las condiciones de guerras en esa escala. La agonía de ese Estado -hecho debatido hoy- debería augurar entonces el comienzo de una era mejor para la humanidad, premisa enteramente creíble de no haber mediado la experiencia de guerras étnicas y religiosas de los últimos tiempos.
lunes, 28 de julio de 2014
BANCO DEL SUR
ISLÁMICOS. LOS ISLÁMICOS IMPONEN EL VELO A LAS MUJERES DE MOSUL. 2014.
Diario "La Capital". Rosario, Sábado, 26 de julio de 201401:00
Los islámicos imponen el velo a las mujeres de Mosul
Un clérigo en Mosul dijo que hombres armados del Estado Islámico se presentaron en su mezquita y le obligaron a leer su advertencia por los altavoces a los fieles.
La milicia yihadista Estado Islámico, que se
apoderó de grandes zonas del norte de Irak el mes pasado, advirtió a las
mujeres de la ciudad de Mosul, que deben llevar un velo integral o se
exponen al riesgo de un “castigo severo”. Los insurgentes sunitas, que
declararon un califato en las zonas que controlan en Irak y Siria,
también han dado directrices acerca de cómo deben colocarse tanto los
velos como la ropa de las mujeres. Las manos y pies deben estar
cubiertos. No pueden usar perfume. deben vestir ropa holgada que
disimule las formas del cuerpo.
Un clérigo en Mosul dijo que hombres armados del
Estado Islámico se presentaron en su mezquita y le obligaron a leer su
advertencia por los altavoces a los fieles. “Cualquiera que no esté
comprometido con este deber y se guíe por el glamour tendrá que rendir
cuentas y se enfrenta a un castigo severo para proteger a la sociedad
del daño y para mantener las necesidades de la religión y protegerlas
del libertinaje”, afirma el Estado Islámico. Los insurgentes se han
opuesto sistemáticamente a cualquier influencia religiosa o cultural que
ellos consideren no islámica. Esta semana, la ONU aseguró que la
milicia yihadista también ordenó a todas las mujeres entre el comienzo
de la adolescencia y hasta los 49 años en las zonas que controla en Irak
a ser sometidas a intervenciones de mutilación genital.
domingo, 27 de julio de 2014
KEYNES. CÓMO ENTENDER A UN ECONOMISTA CLÁSICO-KEYNESIANO. Guaita, Nahuel
Semanario "El Economista". Buenos Aires, 4 de junio de 2006. |
Semanario "El Economista". Buenos Aires, 17 de enero de 2014. XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX |
Diario "La Nación". Domingo 07 de mayo de 2006
Perspectiva
La profunda huella del heredero de Keynes
Voces argentinas definen a John Kenneth Galbraith
En la sala de estar de John Kenneth Galbraith, en su casa de
Massachussets, había una frase enmarcada que, bajo el título de "La
primera ley de Galbraith", rezaba: "La modestia es una virtud cuyo valor
se exagera demasiado".
Así, uno de los economistas más públicos de todos los tiempos admitía
con humor su arrogancia, defecto que se le endilgaba a menudo.
Galbraith, de 97 años, murió el 29 de abril. Había nacido en Canadá y
desarrolló toda su carrera en los Estados Unidos.
Desde sus más de dos metros de estatura, Galbraith dio cátedra, actuó en política y se interesó por cuestiones que fueron mucho más allá de los estrictos círculos económicos.
Como heredero intelectual de John Maynard Keynes, Galbraith tuvo influencia sobre más de seis décadas de la vida política de su país, incluida la publicación de 47 libros, su trabajo como controlador de precios durante la Segunda Guerra Mundial, la tarea de asesor del presidente John Fitzgerald Kennedy y de embajador de los Estados Unidos ante la India.
Tenía un estilo de prosa vibrante y espontáneo, aunque él mismo reconociera que esa frescura llegaba al papel en la cuarta o quinta revisión de sus textos. Vaya una prueba de su estilo: "Los economistas economizan, entre otras cosas, las ideas; la mayoría hace que las que tuvieron en sus tiempos de recién graduados les duren toda la vida".
Los tres libros más influyentes de Galbraith fueron "instantáneas de los Estados Unidos de su tiempo", según los describe un obituario publicado esta semana por el semanario The Economist. En "El capitalismo norteamericano", de 1952, las grandes empresas se veían equilibradas por algún "poder de contrapeso" como los sindicatos.
En "La sociedad opulenta", de 1958, coexistía el consumo privado masivo con la decadencia pública. Y en "El nuevo estado industrial", de 1967, los productores tenían todo el poder económico y la competencia era irrelevante. "El paso del tiempo se demostró particularmente adverso a esa idea", concluye el semanario.
Hace una década, Galbraith se lamentó de que la vejez trajera consigo una afección molesta que llamaba "el síndrome del todavía". The Economist lo cuenta así: "La gente notaba constantemente que «todavía» hacía cosas: todavía sigue interesado en la política, cuando aparecía en alguna reunión; «todavía bebe», cuando tomaba una copa, y «todavía sigue siendo así», cuando se iluminaba al ver una mujer hermosa. El «síndrome del todavía» duró un tiempo prolongado y nada modesto. Al llegar a su fin, ha dejado a Estados Unidos más pobre".
Impacto argentino
Para Federico Sturzenegger, profesor de la escuela de Gobierno Kennedy, de la Universidad de Harvard, Galbraith era sobre todo un provocador: "Nunca tuvo problemas en plantarse ante la ortodoxia y en condenar a una sociedad americana a la que veía crecientemente complaciente ante un deterioro en la distribución del ingreso y un creciente poder económico de las grandes corporaciones".Según opina Sturzenegger en su libro "El Estado industrial", Galbraith veía un mundo dominado por un pequeño puñado de grandes conglomerados que crecientemente dominarían no sólo los procesos productivos, sino también los deseos y necesidades de los consumidores.
"Aunque la realidad no fue generosa con sus predicciones -la participación de las empresas grandes en las economías de los países industriales ha caído sistemáticamente en las ultimas décadas-, quién no dice que fueron sus ideas las que al revelar un futuro posible lograron evitarlo. Era una institución acá en Harvard, y se lo extrañará mucho", opinó Federico Sturzenegger.
Por su parte, Adolfo Sturzenegger, que asistió a clases dictadas por Galbraith, opinó que lo característico de su pensamiento fue tener una visión amplia de la sociedad y del ser humano.
El economista puede dar testimonio directo sobre los múltiples intereses que jalonaron la vida de Galbraith. Entre ellos destacaba especialmente su pasión por el arte. "En 1972 cursaba mis estudios de posgrado en Harvard, en ese momento Galbraith dictaba un curso de economía del arte, al cual como curioso asistí varias veces. Era el curso menos convencional que se debe de haber dictado en ese departamento", recuerda.
"No se desarrollaba en ningún aula convencional, sino en un gran living, lleno de sillones enormes y cómodos. No había pizarrón, ni siquiera una pequeña hoja de papel. Los asistentes estaban desparramados entre los sillones, algunos sentados en las muy mullidas alfombras. Estos alumnos no eran del departamento de economía, creo que el único era yo, sino de los departamentos de música, de literatura, de bellas artes, de arquitectura -recuerda Sturzenegger-. Casi no había luz, salvo alguna proveniente de los pocos veladores de la sala. Pero claro, lo que no era penumbroso sino iluminado eran las ideas y reflexiones que se podían escuchar. Galbraith preguntaba a sus particulares alumnos qué visión tenían de la economía y de sus principales supuestos, como el Homo economicus, la racionalidad económica, el principio de la maximización de los beneficios, el rol social de las empresas. A su vez, sus alumnos reflexionaban sobre la irracionalidad en el arte, las visiones antropológicas de los artistas, los sistemas culturales y de valores que vale la pena defender."
Jorge Streb, director de Investigaciones de la Universidad del CEMA, escuchó una conferencia de Galbraith en 1987, cuando el economista visitó el país. "Habló 50 minutos exactos y explicó que eso duraba una hora de clase en Harvard. Enseguida abrió el espacio para las preguntas, y se lo veía sonriente, disfrutando del debate de ideas."
En opinión de Streb, Galbraith trascendió los círculos académicos de la profesión, haciéndose conocido en los círculos cultos, donde fue una contraimagen de Milton Friedman. "Galbraith tenía una prosa cautivante. Planteó con claridad cómo la gran corporación moderna no encajaba en la visión tradicional de empresas que no pueden afectar los precios. Sin embargo, concedía demasiado poder a las corporaciones para manipular la demanda de los consumidores: de ser así, las grandes corporaciones habrían encontrado la clave de la inmortalidad", concluye. .
Laura Ferrarese
Diario "La Nación". Buenos Aires, Jueves 08 de enero de 2009 |
La crisis y la teoría económica
No somos todos keynesianos
Guy Sorman
Para LA NACION
Para LA NACION
La expansión económica por medio de la privatización, la desregulación y el libre comercio -un proceso que se inició en 1979 en el Reino Unido durante el gobierno de Margaret Thatcher, siguió en los Estados Unidos durante la presidencia de Ronald Reagan, y finalmente se extendió en todo el mundo tras la desaparición de la Unión Soviética- no tuvo origen ideológico. Esta nueva economía global y libre, inspirada por los así llamados partidarios de la oferta y monetaristas, fue una respuesta racional a la crisis de 1974-79, engendrada por estatistas y keynesianos. La política de regulación de precios y de "estímulo" económico de la administración Carter habían conducido a los EE.UU. a una depresión. En realidad, Nixon fue quien la inició, con su famosa declaración: "Ahora todos somos keynesianos". Una teoría que generó lo que se llama estanflación, inflación y recesión al mismo tiempo; la herencia del keynesianismo en acción.
El fracaso simultáneo de las políticas keynesianas en los EE.UU., Europa y Japón no sorprendió a los economistas de libre mercado. La defectuosa premisa keynesiana de revivir la economía por medio de la creación artificial de la demanda de consumo ("estímulo") ya había sido puesta en evidencia y cuestionada por los economistas del libre mercado, desde conservadores como Milton Friedman hasta liberales como Edmund Phelps, antes de que esas políticas se aplicaran. Los economistas de libre mercado ya habían explicado que el crecimiento provenía de la oferta. El empresario, mediante el uso de la innovación, crea nuevos mercados, y luego se origina la demanda. No se puede estimular la demanda con subsidios públicos a productos y servicios que primero deben inventarse: no le corresponde al gobierno crear riqueza; sólo puede redistribuir la riqueza existente usando lo que paga un contribuyente para dárselo a otro. Por medio de la inflación, aumentando los salarios nominales, el gobierno también puede crear la ilusión de ayudar a la gente; sin embargo, este regalo muy pronto será pagado con un aumento de precios.
¿Por qué, entonces, el keynesianismo ha demostrado ser tan popular entre los líderes políticos? Por algo que no tiene nada que ver con la economía: el estímulo simplemente le da buen nombre al gobierno, al menos a corto plazo. No obstante, hay que conceder que la intervención estatal puede justificarse por razones morales, por ejemplo, en nombre de la justicia social, o para restablecer la estructura de la sociedad. Pero no puede considerársela fuente de crecimiento.
La política de la oferta, la reducción de impuestos, la desregulación, la competencia, el libre comercio y la globalización han ofrecido al mundo alta tecnología (extraordinario desarrollo de Internet, teléfonos celulares) y una vida mejor.
Esto no implica negar que nos encontremos en medio de una crisis económica. Pero esta crisis debe enfrentarse con los principios de la economía moderna. ¿La crisis actual es la consecuencia de los excesos del libre mercado, de la ceguera ideológica y de la falta de regulación estatal? ¿Cómo explicamos entonces los 25 años anteriores de prosperidad económica? Casi todos los economistas partidarios del libre mercado coinciden ahora en que los mercados sólo funcionan bien dentro de los límites impuestos por instituciones sólidas y predecibles; cuando no es así, el crecimiento es lento o aparecen las burbujas especulativas. Por otro lado, la economía conductista acepta que los individuos no siempre actúan racionalmente; las pasiones nos llevan a hacer elecciones económicas absurdas. Pero reconocer la necesidad de instituciones y tener en cuenta las impredecibles acciones de los individuos no significa que el control estatal sea indispensable. Los gobiernos tienden a ser aún más impredecibles que los mercados, y tampoco son menos proclives a dejarse llevar por las pasiones. Los gobiernos eligen ir a la guerra, por ejemplo, y los individuos, no.
Paul Krugman ganó un Premio Nobel por sus primeros trabajos sobre el libre comercio, pero ha empezado a argumentar que los EE.UU. deberían reemplazar una economía guiada por la codicia (léase: el mercado) por una economía basada en la moralidad (léase: el gobierno). Pero desde David Hume se ha demostrado una y otra vez que una sociedad moral se basa en la libertad individual. Concederle al gobierno autoridad para imponer moralidad es malo desde lo económico y niega las premisas básicas de todas las sociedades libres.
Los bancos hipotecarios estadounidenses Fannie Mae y Freddie Mac, instituciones que regulaban el mercado inmobiliario estadounidense, que no eran públicos ni privados (el peor caso posible, ya que la responsabilidad no queda en claro), eran impredecibles y poco confiables. La pasión contribuyó a crear una burbuja mundial debido al contagio de la mala información: los precios de la vivienda sólo podían subir, se decía. Así, para reparar el mercado, lo que hoy se necesita no es una mayor regulación, sino un mercado mejor gracias a la transparencia. No se debería permitir ninguna transacción inmobiliaria en la que el comprador no dispusiera de toda la información y de asesoramiento financiero acerca de las consecuencias de su compra.
Una autoridad que evalúe la seguridad financiera de los productos debería imponer criterios informativos estándares similares a los que rigen la información de las etiquetas de los alimentos envasados. En teoría el camino más corto hacia la recuperación sería dejar que el mercado mismo se ajustara, pero en una democracia, donde la opinión pública pesa, mantenerse a un lado no es una solución legítima. Las consecuencias sociales de adoptar una actitud de laissez-faire radical podrían hacer que gran parte de la nación se volviera en contra del capitalismo.
Por lo tanto, el deber del gobierno es salvar al capitalismo, la mejor herramienta económica que tenemos, incluso por medio de medidas no capitalistas: Keynes ya lo sabía en la década de 1930. Nunca pretendió destruir el capitalismo, sino salvarlo de los capitalistas dando participación al gobierno. Pero reaccionar excesivamente ante una crisis puede ser tan peligroso como no hacer nada. La nueva cultura del rescate podría estimular el riesgo moral y socavar el espíritu emprendedor, tal como lo hizo la sindicalización en los 30. Parece menos destructivo rescatar a los individuos en mala situación, los que corren peligro de perder su vivienda o su empleo, que rescatar a industrias enteras.
Al escuchar las promesas de Barack Obama, y teniendo en cuenta la codicia de sus aliados keynesianos, sólo podemos esperar que el presidente electo rechace sus peores consejos. Los errores y desequilibrios no podrán evitarse absolutamente, pero la economía se recuperará si se preservan los verdaderos motores del crecimiento futuro: el espíritu emprendedor, la innovación, la solidez de las instituciones públicas, la libre circulación de la información y el libre comercio. Si la economía de Obama no impide que los innovadores accedan al mercado, las nuevas tecnologías y productos que aún no conocemos y que en este momento están en proceso de creación y que son el Microsoft del mañana, y no las viejas industrias rescatadas, como la de los autos, darán forma a nuestro futuro. .
(Traducción de Mirta Rosenberg)
Diario "La Nación". Buenos Aires, 2 de marzo de 2006. |
Diario "Perfil". Buenos Aires, 19 de febrero de 2006. |
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