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miércoles, 30 de septiembre de 2015

AFGANISTAN 2014 Los talibanes desafían a Obama con un nuevo baño de sangre en Afganistán

Los talibanes desafían a Obama con un nuevo baño de sangre en Afganistán

Un atentado insurgente dejó por lo menos 50 muertos luego de que el mandatario dio nuevas directrices a sus tropas con el acuerdo del Parlamento afgano

Diario "La Nación". Buenos Aires, Lunes 24 de noviembre de 2014


KABUL.- Horas después de que Estados Unidos decidió junto con la OTAN mantener la presencia militar de la alianza en Afganistán con la aprobación del Parlamento local, el desafío de la insurgencia talibana se renovó ayer con un ataque suicida durante un partido de voley que causó por lo menos 50 muertos y más de 70 heridos en el sudeste del país.
El nuevo baño de sangre dejó en evidencia la crítica situación de inseguridad en la que está atrapado Afganistán y la creciente fortaleza de los talibanes, que operan con flexibilidad en varias zonas del país, particularmente en la porosa frontera que comparte con Paquistán

Los insurgentes convirtieron un recinto deportivo en un escenario sangriento dos horas después de que la Cámara baja del Parlamento afgano aprobó el acuerdo de seguridad con Estados Unidos, que prolonga la presencia de tropas de ese país en Afganistán hasta 2024.

Dos chicos heridos en el ataque de ayer en Paktika reciben asistencia en un hospital local
Dos chicos heridos en el ataque de ayer en Paktika reciben asistencia en un hospital local.Foto:AP
El distrito de Yayhakhil, en la provincia de Paktika, sudeste del país asiático, fue nuevamente el objetivo elegido por los talibanes para cometer una de sus acciones más violentas de este año, después de que en julio otro ataque dejó 42 muertos en un mercado de la misma provincia.

El vicegobernador de la provincia de Paktika, Ataullah Fazli, confirmó que 50 personas murieron en el ataque, perpetrado en un recinto deportivo en el que estaban jugando la final de un torneo entre distritos, lo que había hecho que mucha gente se encontrara en el lugar.
"Fue un suicida con un chaleco cargado con un explosivo que detonó entre cientos de espectadores", dijo Fazli, al precisar que 14 personas perdieron la vida en el hospital debido a la gravedad de las heridas.

El funcionario explicó que varios helicópteros habían sido enviados a la zona para trasladar a los heridos a Kabul debido a que 32 de los heridos estaban en situación crítica.
Los cuerpos de los muertos fueron reunidos en un lugar bajo custodia de las fuerzas de seguridad, que los entregarán hoy a sus familiares, ya que muchos de los asesinados sufrieron daños en sus cuerpos que hasta última hora de ayer impedían su reconocimiento. Entre las víctimas se encuentran seis chicos y cinco policías locales y se teme que el número de fallecidos pueda aumentar, ya que muchos de los heridos se encuentran graves.
El presidente afgano, Ashraf Ghani, calificó en un comunicado de "acto inhumano" este ataque suicida "injustificable en cualquier religión o cultura", obra de quienes "no quieren un desarrollo en paz en un país devastado" por décadas de guerra.
La Junta Nacional de Seguridad (NDS) -la agencia de inteligencia afgana- había asegurado el miércoles que los talibanes estaban divididos y debilitados tras sufrir importantes derrotas en zonas rurales, por lo que estaban dirigiendo sus ataques a ciudades para obtener mayor repercusión mediática.
Sin embargo, el primer vicepresidente y jefe del Estado Mayor del ejército afgano, el general Abdul Rashid Dostum, advirtió luego que los talibanes cuentan con apoyos "internos", como a su juicio puso en evidencia el ataque de un terrorista suicida que logró entrar a comienzos de mes en los cuarteles de la policía en Kabul.
El ataque de ayer ocurrió horas después de que el Parlamento afgano aprobó los acuerdos alcanzados con Estados Unidos y la OTAN para permitir que soldados internacionales sigan en el país más allá de 2014 y en una renovada ofensiva contra insurgentes talibanes.
La misión de combate internacional en Afganistán, que comenzó tras la invasión liderada por Estados Unidos en 2001 para derrocar al régimen talibán que protegía a Osama ben Laden, iba a terminar a finales de 2014. Los nuevos acuerdos ratificados por el Parlamento permiten a Estados Unidos y la OTAN mantener 12.000 soldados en suelo afgano para apoyar a las fuerzas de seguridad.
Sin embargo, los acuerdos llegan después de que funcionarios estadounidenses dijeron que el presidente norteamericano, Barack Obama, había aprobado nuevas directrices que permiten a sus tropas enfrentarse en combate con talibanes, no sólo a terroristas de Al-Qaeda, en Afganistán. La decisión de Obama también supone que Estados Unidos puede realizar acciones aéreas de apoyo cuando sea necesario.
Al aprobar ayer los tratados -con 152 votos a favor frente a 5 en contra-, los legisladores afganos no hicieron mención de la ampliación del papel de las tropas estadounidenses en la lucha contra los insurgentes. En un comunicado, el vocero presidencial, Nazifullah Salarzai, dijo que los soldados extranjeros "entrenarán, aconsejarán y asistirán a las fuerzas de seguridad" afganas.
"Las fuerzas afganas son las responsables de la seguridad y la defensa del pueblo afgano y en la lucha contra el terrorismo internacional y la formación de nuestras fuerzas armadas contamos con el apoyo y asistencia de nuestros socios internacionales", dijo Salarzai.
Ghani firmó acuerdos con la OTAN y Estados Unidos después de llegar al poder en septiembre, pero éstos requerían aprobación parlamentaria. Afganistán, acosado por décadas de guerra, ha sido testigo de un aumento en los ataques talibanes contra civiles y fuerzas de seguridad locales coincidiendo con la retirada de las tropas extranjeras.
La decisión de Obama no afecta al número total de soldados norteamericanos que permanecerán en el país asiático. A principios de año, Obama ordenó reducir el número de tropas a 9800 a fines de este año, una cifra que se espera que se reduzca a la mitad para fines de 2015.
El cambio de estrategia de Obama se habría producido por presiones del Departamento de Defensa, según The New York Times, que atribuyó la decisión a los últimos acontecimientos en Irak, donde surgió Estado Islámico (EI).

Del editor: cómo sigue. La pantanosa situación en Afganistán demuestra que se puede elegir cuándo empezar una guerra, pero nunca cuándo terminarla.
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Agencias AP, DPA, EFE y Reuters

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Un reino de terror a sólo una hora de auto de Kabul

Los talibanes dominan amplias áreas del país y se acercan cada vez más a la capital
The New York Times
Diario "La Nación". Buenos Aires, Lunes 24 de noviembre de 2014
CHARKALAH, Afganistán.- La explosión rasgó el piso de la Humvee, abriendo un agujero en el vehículo blindado y causando heridas al gobernador del distrito. A continuación, empezaron los disparos de las armas de los talibanes.
Para refugiarse, la caravana de la policía afgana aceleró hasta una construcción de adobe y descargó una ráfaga de balas. Sin dejarse amedrentar, los talibanes se acercaron. Mientras las balas le rozaban la cabeza y con un cigarrillo entre los labios, un soldado afgano de turbante blanco se acuclilló detrás de un parapeto de un metro de altura a intercambiar disparos con los insurgentes.
"Así es nuestra vida diaria -dijo el jefe de la policía del distrito de Tagab, un área controlada mayormente por los talibanes en la provincia de Kapisa, a una hora de Kabul-. Todo es así, pueden verlo con sus propios ojos."
En áreas como ésta, el que opera en las sombras es el gobierno, que sigue las órdenes de los talibanes para poder sobrevivir. Los soldados de Tagab no salen de su base más que una hora al día, a las 9, cuando los talibanes les permiten visitar el bazar, siempre y cuando no porten armas.
La situación en el sur de la provincia de Kapisa se ha convertido de a poco en uno de los mayores desafíos de la guerra para el nuevo gobierno del presidente Ashraf Ghani, en ausencia de tropas internacionales o de apoyo aéreo, los insurgentes han eclipsado la legitimidad de las fuerzas del gobierno, tanto aquí como en otras partes del país, un preocupante augurio para los años por venir.
Son esos lugares problemáticos como Kapisa, entre tantos otros, donde los insurgentes han enfrentado directamente a las fuerzas de seguridad, y los centros distritales los que dieron razones al lobby militar norteamericano para presionar a Obama a tomar un rol más enérgico en 2015, que no se limite al entrenamiento de tropas y el asesoramiento. La nueva medida autorizaría mayor apoyo aéreo norteamericano a las fuerzas afganas, tras un año récord en muertes a manos talibanas.
A medida que cosecharon victorias este año, los talibanes se volvieron notablemente más osados.
Actualmente, dice el jefe de policía de Kapisa, los insurgentes congregan números mayores que incluso hace seis meses. Ya controlan un tramo crucial de la ruta que conduce a Kabul, y algunos funcionarios locales creen que los militantes intentan enclavar una extensa franja de gobierno talibán que ocuparía las dos terceras partes inferiores de la provincia.
El sur de Kapisa siempre fue un territorio difícil. Francia pagó un precio muy alto para asegurar el área antes de retirarse anticipadamente, en 2012, dos años antes que el resto de las fuerzas de la OTAN, tras un ataque suicida en el que murieron cuatro soldados. Los franceses han perdido 88 soldados desde 2001, muchos de ellos en la volátil Kapisa.
Desde entonces, la batalla ha recrudecido, en parte debido a la falta de voluntad de las fuerzas afganas de ir detrás del enemigo. La policía y los militares se quedan plantados en sus puestos, y con eso ni siquiera logran mantener a raya la violencia.
La policía de la provincia, con la asistencia de Estados Unidos y de las fuerzas especiales afganas, intenta barrer del área a los insurgentes, pero los esfuerzos se han visto frustrados, y una de las principales razones es la sociedad con el ejército afgano.
Para el comandante militar norteamericano a cargo del este de Afganistán, el mayor general Stephen J. Townsed, Kapisa es un fuerte dolor de cabeza. La deslucida actuación del ejército afgano ha dejado aisladas a las fuerzas policiales y ha frustrado los intentos de echar a los insurgentes. En febrero, en un ataque interno de soldados afganos murieron dos miembros de las fuerzas de operaciones especiales de Estados Unidos, y varios más resultaron heridos.
Tras la emboscada a las fuerzas especiales norteamericanas en Tagab en la que murió un soldado y varios otros recibieron heridas, Estados Unidos envió más tropas a la zona.
Los norteamericanos estaban en el centro distrital planeando un fuerte operativo cuando los talibanes comenzaron a lanzar artillería sobre la zona. Poco después el ataque continuó desde adentro. Dos soldados afganos dispararon contra una hilera de soldados de las fuerzas especiales presentes en el salón. El ataque terminó con la vida de dos soldados de fuerzas especiales, y cuatro más resultaron heridos antes de que los atacantes fueran derribados.
Las primeras sospechas hacían creer que los insurgentes habían infiltrado las filas afganas. Pero las entrevistas realizadas a soldados de las fuerzas especiales y a los comandantes de esta zona sugieren que existen facciones dentro del ejército afgano de Tagab que desde hace tiempo trabajan con los insurgentes. En al menos una ocasión, los norteamericanos creyeron que el ejército afgano estaba disparando sobre su posición durante una operación.
Tras el ataque de febrero, las fuerzas especiales norteamericanas dejaron de llevar adelante operaciones conjuntas con las unidades principales del ejército afgano en el sur de Kapisa. En cambio, se abocaron a trabajar con la policía.
Los norteamericanos que han operado en el área dicen que los talibanes son una fuerza disciplinada que ha logrado moverse libremente. Ejecutan sus órdenes al pie de la letra y organizan emboscadas con absoluta precisión. Y los insurgentes tienen una estructura de seguridad en diversas capas, que ha frustrado los intentos por desalojarlos de las serpenteantes rutas de los valles de Kapisa.
Fue en uno de esos valles donde lanzaron el ataque contra el gobernador del distrito de Tagab.
Tras más de una hora, el tiroteo pasó de balacera a intercambios periódicos. Un oficial de policía les dijo a los vecinos que podían volver a sus casas, pero nadie se atrevía a moverse. Finalmente, un oficial se ofreció a acompañar a los civiles.
"¿Cómo quiere que me vaya si a ustedes también les tengo miedo?", respondió Gafar.
Traducción de Jaime Arrambide

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