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lunes, 2 de febrero de 2015

ARABIA SAUDITA. 2005. MURIÓ EL REY FAHD: SE ABRE UNA NUEVA ETAPA EN MEDIO ORIENTE.2005





Un aliado clave de EE.UU., en transición: expectativa en los mercados

Murió el rey Fahd de Arabia Saudita: se abre una nueva etapa en Medio Oriente

Fue una de las figuras regionales más influyentes en los últimos 20 años; lo sucedió su medio hermano
RIYAD.- El rey Fahd de Arabia Saudita, uno de los líderes más influyentes de los últimos 20 años en Medio Oriente y principal aliado de Estados Unidos en la región, falleció ayer, a los 84 años, tras una larga enfermedad. El monarca fue sucedido por su medio hermano, el príncipe Abdullah, que ha ejercido el poder de facto desde 1995, cuando el soberano sufrió una embolia cerebral.
Aunque no se esperan profundos cambios en el corto plazo, la desaparición del rey Fahd abre un período de incertidumbre en Arabia Saudita -el país con las mayores reservas de petróleo del planeta- en una región caracterizada por la inestabilidad y en momentos en que la monarquía absolutista está ensayando una tímida apertura política.
El cambio de monarca del reino, el primero en 23 años, se produce en un momento particular en que toda la región -desde Egipto hasta Irak, pasando por el Líbano y los territorios palestinos- está viviendo un período de reformas y cambios de gobiernos.
Su muerte provocó un fuerte impacto en todo el mundo árabe y musulmán, donde el monarca era querido y respetado. En todos estos países, sin excepción, se decretaron entre tres y cuarenta días de luto y varios de sus gobernantes viajarán para su funeral, que se celebrará hoy en Riyad.
Los mercados también sintieron el impacto de la noticia del cambio en el mayor productor y exportador de petróleo. El precio del barril de crudo cerró a un récord histórico de casi 62 dólares por barril, ante el temor de los operadores a que se abriera un período de inestabilidad (ver aparte).
El Ministerio de Información informó que el monarca, que según la televisión estatal tenía 84 años, había fallecido de una enfermedad, aunque sin dar detalles. En el momento de su hospitalización, en mayo, funcionarios habían manifestado que sufría de neumonía.
Los últimos años del reinado del rey Fahd estuvieron marcados por el desafío que representó para su gobierno la red terrorista Al-Qaeda, dirigida por el saudita Osama ben Laden. Desde 2003, la organización, enemiga acérrima de la monarquía, lanzó una campaña de ataques contra blancos extranjeros y del gobierno.
Muchos acusaban al soberano de haber fomentado indirectamente el extremismo islámico al aliarse con la Casa Blanca (el presidente George W. Bush definió ayer al monarca como "un amigo y un fuerte aliado de Estados Unidos"). Después de la Guerra del Golfo, el rey permitió al Pentágono desplegar bases militares en territorio saudita -donde se encuentran las mezquitas de Medina y La Meca, los dos santuarios más sagrados del islam- lo que enfureció a muchos musulmanes. De hecho, 15 de los 19 terroristas que el 11 de septiembre de 2001 atacaron Washington y Nueva York eran sauditas.
Con la llegada de Abdullah al trono, la alianza con Estados Unidos podría profundizarse, dado que el príncipe tiene una buena relación con Bush, aunque a veces se ha mostrado reticente a aceptar algunas demandas de la Casa Blanca. También se espera que el nuevo monarca seguirá implementando fuertes medidas contra el terrorismo.
Por otro lado, los analistas consideran que Abdullah podría acelerar las incipientes reformas políticas que está encarando la monarquía y que él mismo alentó. En febrero pasado, el reino celebró las primeras elecciones de su historia. Aunque fueron sólo comicios municipales y las mujeres no pudieron votar ni ser elegidas, fue un paso significativo dentro del lento proceso de apertura del país. Los expertos creen que Abdullah podría alentar una mayor participación ciudadana, así como otorgar más derechos a las mujeres.
Otro tema que genera incertidumbre son las edades del nuevo rey -81 años- y la del nuevo príncipe heredero, Sultán -de 77-, actual ministro de Defensa. No son pocos los que adviriteron ayer que podría desatarse una cruenta lucha por el poder entre los cientos de integrantes de la familia real, los Saud, dado que no hay una línea de sucesión clara.
Los tímidos vientos de reforma en Arabia Saudita coinciden con un momento de profundos cambios en el tablero político de Medio Oriente.
La muerte de Yasser Arafat, en noviembre último, abrió el camino para la elección del moderado Mahmoud Abbas como presidente palestino, lo que derivó en un mejoramiento de las relaciones con Israel, que en dos semanas planea retirarse de la Franja de Gaza.
En el Líbano, el asesinato del ex primer ministro antisirio Rafik Hariri, en febrero pasado, obligó a Siria a retirarse del país y poner fin a 29 años de ocupación militar. Meses más tarde, la oposición contraria a la influencia de Damasco en El Líbano ganó las elecciones legislativas.
Egipto, por su parte, celebrará el 7 de septiembre próximo las primeras elecciones presidenciales de su historia en las que se permitirá la presencia de más de un candidato y en las que el voto será libre, universal y directo. El presidente Hosni Mubarak, que gobierna desde 1981 y que buscará su reelección, tomó esta decisión bajo presión de Estados Unidos.
También Irak intenta encaminarse por la via democrática en medio de la violencia. Después de las elecciones generales de enero pasado -las primeras desde la caída de Saddam Hussein- el Parlamento se dispone a aprobar un borrador de una Constitución este mes. El otro gran desafío que enfrenta Washington en la región es Irán. El sábado asumirá la presidencia el ultraconservador Mahmoud Ahmadinejad, en reemplazo del reformista Mohammed Khatami, en momentos en que Teherán anunció que reanudará sus planes nucleares.
Agencias AP, AFP, Reuters y EFE 
 
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El rey Fahd

Un modernizador que no pudo con el extremismo


RIAD (AP).- El rey Fahd, que murió ayer, trató de modernizar Arabia Saudita manteniendo un difícil equilibrio entre los cambios, la tradición tribal y el islam ortodoxo. Pero hace una década un ataque de apoplejía lo convirtió en un rey poco más que decorativo en tiempos tumultuosos para el mayor productor de petróleo del mundo. Su muerte se produjo en momentos en que el gobierno saudita ha lanzado una feroz ofensiva contra el terrorismo islámico e iniciado una serie de reformas sin precedente.
Fahd contribuyó sin proponérselo al avance del extremismo islámico al hacer concesiones a los grupos de línea dura con el propósito de promover sus credenciales islámicas. Pero también acercó más el reino a los Estados Unidos y estuvo de acuerdo con una medida que enfureció a muchos conservadores: autorizó el despliegue de tropas norteamericanas en territorio saudita en 1990, después de que Irak invadió Kuwait.
En sus últimos años, el enfermo rey fue una figura decorativa, mientras la estrecha relación que había forjado con los Estados Unidos se deterioraba tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 (15 de los 19 terroristas eran sauditas).
Arabia Saudita y los Estados Unidos también se enfrentaron por el petróleo. Arabia Saudita es el mayor exportador mundial, mientras que los Estados Unidos es el mayor consumidor de energía del mundo. Washington ha estado presionando a los sauditas para que extrajeran más petróleo y bajaran los precios.
El rey Fahd, que en otros tiempos atendió los más mínimos detalles del gobierno, quedó al margen mientras el reino afrontaba esas crisis. Quienes lo visitaron tras el ataque de apoplejía que sufrió en 1995 comentaban que apenas tenía conciencia de lo que pasaba a su alrededor.
Hijo del rey Abdul-Aziz, fundador de la moderna Arabia Saudita, Fahd nació en Riad en 1923. Fue proclamado el quinto rey del país el 13 de junio de 1982, y asumió el trono apenas tres años después de dos acontecimientos de 1979 que fomentarían el extremismo en Arabia Saudita: el ayatollah Khomeini fundó la estrictamente religiosa República Islámica de Irán, y unos musulmanes extremistas se apoderaron brevemente de la sagrada mezquita de La Meca para protestar contra la monarquía saudita.
Esos hechos, junto con la fama que tenía Fahd de mujeriego y apostador, hicieron que el rey, de tendencia liberal, intentara apaciguar al poderoso establishment religioso. Arabia Saudita no quería que el Irán chiita fuese considerado más islámico que el reino sunnita, cuna del islam. De manera que Fahd adoptó el título de "custodio de las dos sagradas mezquitas". Es decir, de los santuarios más sagrados del islam en La Meca y Medina. Aún así, su estilo de vida ostentoso, sus largas vacaciones en Marbella acompañado por séquitos de hasta 3000 personas y los gastos multimillonarios en que incurría, le valieron algunas duras críticas.
En los años 80, Arabia Saudita, los Estados Unidos y Paquistán movilizaron musulmanes para combatir la ocupación soviética de Afganistán, incluido el propio Osama ben Laden. Pero después de la retirada soviética, en 1989, prestaron poca atención a los mujahiddines, que convirtieron a Afganistán en un campo de adiestramiento para sus atentados.
En 1990, cuando Saddam Hussein invadió Kuwait y se temía una ofensiva contra Arabia Saudita, Fahd autorizó el despliegue de cientos de miles de soldados de los Estados Unidos y de otros países occidentales en su reino. La medida fue muy criticada por los fundamentalistas islámicos, y generó la primera oposición firme al reinado de Fahd. Ben Laden, que antes había sido despojado de su ciudadanía saudita, afianzó aún más su oposición a la familia real saudita.
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Abdullah, el sucesor

El verdadero poder durante la última década


RIAD (AP).- El rey Abdullah, que sucedió ayer a su medio hermano en el trono de Arabia Saudita, es un líder popular que, en los hechos, ha reinado desde hace 10 años y es el principal impulsor de una tendencia reformista sin precedente en Arabia Saudita.
En contraste con el rey Fahd, Abdullah, de 81 años, no veía el destino de su reino entrelazado con la alianza de varias décadas con los Estados Unidos. Pero tan pronto como se convirtió en el líder de facto después del ataque de apoplejía que Fahd sufrió en 1995, fue lo suficientemente pragmático como para preservar las estrechas relaciones con los Estados Unidos.
Comprendió que debía introducir cambios en su país después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, perpetrados por 19 terroristas, 15 de ellos sauditas. Las presiones tanto de los Estados Unidos como de Occidente para que Arabia Saudita introdujera reformas eran inmensas. Después de que extremistas vinculados con Al-Qaeda comenzaron a perpetrar atentados en el reino en mayo de 2003, los sauditas se dieron cuenta de que su monarquía estaba en juego, y Abdullah ordenó una represión que llevó a arrestar o matar a decenas de jefes militantes.
El flamante rey logró recomponer la relación con Washington y visitó al presidente Bush en dos oportunidades -en 2002 y 2005- en su campo de Crawford, Texas.
Dentro de la familia real, Abdullah está en cierta desventaja por su linaje, lo cual podría debilitar su reinado. Es medio hermano de la influyente elite de siete príncipes conocidos antes de la muerte de Fahd como "los Siete Sudairi", por el nombre de soltera de su madre. Entre ellos figuran el fallecido rey Fahd, el príncipe Sultan, el príncipe Nayef, ministro del Interior, y el príncipe Salman, el poderoso gobernador de Riad.
Son algunos de los 42 hijos del rey Abdul-Aziz ibn Saud, que venció a sus rivales y fusionó las regiones dispares de la Península Arábiga transformándolas en un Estado epónimo en 1932.
Abdullah nació en Riad en 1924, pero se ignora la fecha exacta porque en esa época no se llevaban registros de nacimientos o muertes en lo que era entonces una pobrísima tierra desértica.
La elección de Abdullah como príncipe heredero en 1982 fue puesta en tela de juicio por el príncipe Sultan, que aspiraba a ese título. Pero los hijos de Abdul-Aziz cerraron filas cuando se resolvió la cuestión, conscientes de que un enfrentamiento con Abdullah podría desintegrar la familia.
Abdullah tiene pasión por los sencillos placeres beduinos de andar a caballo y cazar halcones. Pasa por lo menos un mes por año cazando en Marruecos en un especial campamento del desierto dotado con elementos de alta tecnología. Su fama de hombre justo y nada pretencioso le valió la inquebrantable lealtad de la Guardia Nacional, a la que comandó desde 1962. Transformó esa unidad, anteriormente y en gran medida ceremonial, en una fuerza de 75.000 efectivos para que sirva de contrapeso al ejército. Protege a la familia real y es, justamente, la base de su poder. Para la mayoría de los sauditas, Abdullah ya se ha vuelto un líder legendario.
La propia crianza estricta que recibió Abdullah está ejemplificada por los tres días que pasó en prisión cuando era un joven príncipe, castigo que le impuso su padre por no haber cedido su asiento a un visitante, grave violación de la hospitalidad beduina. Abdullah se casó más de 30 veces y suele tener cuatro esposas simultáneamente, según lo permite la ley musulmana. Ha incluido entre sus esposas a mujeres sirias, palestinas y marroquíes. .
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Volverán los cines a Arabia Saudita

Eran considerados contrarios al islam
RIAD.- Casi 30 años después de que los cines desaparecieran de Arabia Saudita debido a la ola de conservadurismo religioso, una sala abrirá sus puertas en Riad dentro de dos semanas para proyectar dibujos animados y está prevista la inauguración de otras salas en el resto del país.
De todas formas, sólo podrán ingresar mujeres y niños en la sala que será inaugurada el 3 de noviembre próximo en el único país del Golfo Pérsico y del mundo árabe en el que los cines están prohibidos. Así lo informó ayer Kamal Al Jatib, vocero de la municipalidad de Riad, que explicó que la inauguración forma parte de las actividades que se suelen organizar con motivo del Aid el Fetr, una fiesta que celebra el fin del mes sagrado del Ramadán.
Durante ese mes, los fieles tienen prohibido el alimento, la bebida, el tabaco y el sexo mientras haya luz solar. Cuando llega a su fin, Riad suele ofrecer a sus ciudadanos actuaciones teatrales para niños y otros espectáculos familiares en los parques de la ciudad.
Ubicada en las instalaciones del lujoso hotel Intercontinental de la capital, la sala tendrá capacidad para 1200 espectadores. Allí se proyectarán dibujos animados realizados en el extranjero y doblados al árabe.
Al Jatib dijo que el gobierno local espera que más de 50.000 personas acudan al cine en las dos primeras semanas, en las cuales los sauditas tienen vacaciones por la celebración del Aid al Fetr. Tras esta inauguración, está previsto que se abran más salas en otras ciudades del país, donde las cafeterías ya exhiben películas, eventos deportivos y videos musicales en grandes pantallas de televisión.

Permitidos por la ley

El reino saudita aplica a rajatabla los preceptos del wahabbismo, doctrina rigurosa del islam nacida en el siglo XVIII. Pero en los últimos días varios expertos recordaron que no existe nada en el islam ni en la ley saudita que prohíba los cines. De hecho, éstos existen en todos los países de la región.
Badr Al Kuraim, antiguo miembro del Consejo de Shura (consultivo) y destacado comentarista en los medios de comunicación, dijo que ni la política de medios del reino ni la legislación sobre prensa ponen traba alguna a la difusión pública de películas en cines en Arabia Saudita.
En los años 70 y 80, Arabia Saudita contaba con cines privados en los que se exhibían películas extranjeras, en especial en la ciudad costera de Jeddah, la más moderna de todo el país y la más abierta a influencias extranjeras.
Estas salas privadas cerraron a principios de los 80, con la ola de conservadurismo que invadió al país, al considerar los cada vez más poderosos ulemas (doctores de la ley islámica) que la exhibición de películas era contraria al islam. Con la misma lógica, también los talibanes prohibieron el cine en Afganistán en la década del 90.
La reapertura de cines es sólo una muestra de las reformas puestas en marcha en los últimos meses, que los reformistas ven como demasiado lentas, pero los conservadores consideran que atentan contra las tradiciones del país. Por ejemplo, la legislación cambió recientemente para permitir que las mujeres pudieran trabajar en más sectores profesionales y participar en los comicios municipales. Aunque todavía siguen sin poder conducir automóviles, prohibición que enfrenta una creciente oposición, a medida que la economía se abre y hay más mujeres que encuentran trabajo.
"Creo que llegará el día en que las mujeres puedan manejar -dijo recientemente el rey Abdullah-. Y creo que la paciencia es una virtud." .
Por Husein al JamanDe la agencia EFE
 
 
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