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sábado, 28 de febrero de 2015

EE.UU. (2012) EL AFFAIRE PETRAEUS DERRIBA A OTRO GENERAL AL REVELAR UN INTENSO AMORÍO

Diario "La Capital". Rosario,miércoles, 14 de noviembre de 2012

El affaire Petraeus derriba a otro general al revelar un intenso amorío

Washington. — El escándalo sobre el affaire amoroso del último director de la CIA, David Petraeus, golpeó ahora al actual comandante de las tropas en Afganistán, el general John Allen, quien es investigado por el Pentágono y fue suspendido de su nuevo comando al frente de la Otán.

El general Allen vio congelarse su ascenso a jefe de la Otán.

Washington. — El escándalo sobre el affaire amoroso del último director de la CIA, David Petraeus, golpeó ahora al actual comandante de las tropas en Afganistán, el general John Allen, quien es investigado por el Pentágono y fue suspendido de su nuevo comando al frente de la Otán. Allen mantenía una relación secreta con una mujer, con la que intercambió miles de mails. El affaire Petraeus llevó a este general retirado y leyenda del ejército a renunciar la semana pasada. Su relación con su biógrafa Paula Broadwell se conoció a partir de una investigación del FBI, que comenzó por una denuncia de amenazas formulada por una tercera mujer contra la amante del general. Esta tercera mujer es Jill Kelley, cuya familia es amiga de la familia Petraeus desde hace años. Kelley, casada y de 37 años, sería la amante del general Allen.
El Washington Post y el New York Times, entre otros medios, informaron que Allen envió numerosos e "inoportunos" mails a Kelley, que a su vez le respondía copiosamente. Fueron dos años de intensos intercambios entre Kelley y el general Allen. Por ahora se desconoce la naturaleza precisa de esa correspondencia electrónica "inoportuna". Kelley fue a su vez amenazada por mail por Broadwell, por celos. Este hecho desencadenó la investigación cuando Kelley presentó una denuncia federal por amenazas, al parecer sin darse cuenta que también destaparía su intensa relación con el general Allen.
Suspendido.Allen rechazó ayer las acusaciones, pero su designación como nuevo jefe de la Otán en Europa quedó suspendida y bajo investigación, dijo el secretario de Defensa, Leon Panetta. Primero deben aclararse estas afirmaciones, indicó el jefe del Pentágono. El presidente Barack Obama apoya esta decisión.
Allen sucedió a Petraeus al frente del mando en Afganistán en julio de 2011. También fue el vice de Peatreus cuando este estuvo al frente del Comando Central, entre 2008 y 2001. Un dato sugestivo: el Comando Central tiene domicilio en Tampa, Florida, que es donde vive Jill Kelley. Allen iba a asumir su nuevo puesto, el pináculo de su carrera profesional, a comienzos de 2013. Panetta ordenó una investigación interna del Pentágono sobre Allen, que contempla la revisión de entre 20.000 y 30.000 mensajes electrónicos entre el general y Kelley, según una estimación de un oficial citado por el Washington Post. Ese tremendo volumen podría explicarse porque el FBI "bajó" otra correspondencia electrónica de ambos amantes.
Mañana estaba previsto que el Senado confirmara a Allen como sucesor del almirante James Stavridis al frente de la Otán. El general viajó especialmente a Washington para asistir a ese acto. Panetta dijo que Allen seguirá siendo por ahora el comandante de las tropas de la Isaf, la misión de la Otán en Afganistán.
En tanto, el Washington Post, que se remite a personas próximas al general Petraeus, reveló que este no quería dejar el cargo. De acuerdo con la información, el militar decidió presentar su dimisión la semana pasada, cuando quedó claro que iba a salir a la luz su relación extramatrimonial con Paula Broadwell. Pero aún después de admitir ante el FBI su relación, Petraeus no quería dimitir al frente de la CIA. "No tenía la intención de dimitir", dijo el coronel retirado Peter Mansoor al diario. "Pero cuando supo que se haría público (su affaire), entonces pensó que lo correcto era dimitir". Al parecer, los agentes del FBI que se entrevistaron con Petraeus le dieron a entender que la publicidad ya era inevitable.
Petraeus le comunicó el jueves pasado al presidente Barack Obama su intención de renunciar, apenas dos días después de que este lograra su reelección. El viernes, una vez logrado el OK del presidente, Petraeus renunció por escrito y de forma pública a la jefatura de la CIA. En ese momento estalló una verdadera bomba mediática. La relación con Broadwell, al parecer, acabó hace unos cuatro meses. Kelley tendría mucho que ver en ese fin abrupto.
Los celos de Paula. La segunda mujer de este triángulo —que ya es un rectángulo, al incluir a Allen—, Jill Kelley, se dirigió al FBI a mediados de año, pidiendo ayuda después de haber recibido mails amenazadores de Broadwell, quien estaba celosa ante una potencial rival por el amor de Petraeus. Fue así como el FBI descubrió, casi por casualidad según su versión de los hechos, la relación extramatrimonial que Petraeus mantenía con su biógrafa. En otras palabras: sin los celos femeninos de Broadwell, hoy nadie estaría hablando del affaire, Petraeus seguiría al frente de la CIA y Allen se encaminaría sin obstáculos a ser el jefe de la Otán.
La prensa estadounidense no cesa de aportar nuevos detalles sobre el escándalo. El Washington Post informa que Petraeus se enojó cuando supo de los mails amenazadores de su amante a la presunta rival. Las familias de Petraeus y de Kelley son amigas desde hace años. O lo eran hasta ahora. El diario señaló que el militar exigió a Broadwell que dejase en paz a Kelley. Según personas próximas al general, Petraeus puso fin a la relación con Broadwell cuando tuvo conocimiento de estos mails amenazadores, hace apenas cuatro meses.
Pero para entonces el FBI ya seguía la pista de la denuncia de Kelley, que conducía directo a Petraeus y a su colega Allen. Mientras desarrollaba esta investigación a mediados de año, el FBI encontró información clasificada en la computadora de Broadwell. Concluyó que esa información no provenía de Petraeus.
Extraño silencio.Al ver las figuras que estaban implicadas, la policía federal —eso es el FBI— investigó si el affaire suponía un riesgo para la seguridad nacional y si Broadwell tuvo conocimiento de secretos de la CIA. De hecho, este aspecto y el delito de presuntas amenazas de Broadwell a Kelley son los únicos motivos legales para la investigación. Pero no deja de llamar la atención que el FBI no avisara a sus superiores en el Departamento de Justicia sobre el calibre politico que había tomado la investigación. En la Casa Blanca aseguran que allí nadie sabía nada hasta que Petraeus se comunicó con Obama para anunciarle su dimisión el jueves pasado. Y el Pentágono fue informado sobre el caso Allen recién el pasado domingo, según asegura un oficial. Una antigua y sorda competencia entre la CIA y el FBI podría explicar este secretismo de los policías federales.
La noche del lunes, el FBI allanó la casa de Broadwell, una atractiva señora de 40 años que vive con su familia en Charlotte, Carolina del Norte. Según el diario local Charlotte Observer, una decena de agentes del FBI entró la noche del lunes con cajas vacías en la casa de la ex amante de Petraeus. Una portavoz del FBI confirmó la "visita". Los agentes revisaron minuciosamente todas las habitaciones de la elegante casona de dos plantas y se fueron con las cajas llenas de papeles.

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