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miércoles, 31 de diciembre de 2014

CHINA. PRIMERA POTENCIA COMERCIAL

China, primera potencia comercial

IECO Diario "Clarín". Buenos Aires, 28 de diciembre de 2014.

MIRADA GLOBAL“La competencia mundial no gira ya en torno a los productos, sino que está centrada en la atracción de capital”

  • Jorge Castro ANALISTA INTERNACIONAL
En 2012 y 2013, el comercio internacional creció menos que el PBI global, y es la primera vez que esto ocurre en la era de la globalización. En 2013, el intercambio global aumentó 2,5%, mientras que el producto mundial se expandió 2,9%; y esta proporción repitió lo ocurrido en 2012.
En las tres décadas iniciales de la globalización, la regla ha sido que el comercio internacional crecía el doble que el producto (2:1), lo que significa que entre 1980 y 2011 el intercambio global de bienes y servicios se expandió a un promedio de 7% por año y la tasa de expansión del PBI ascendió a 3,4%.
En la historia del desarrollo capitalista desde la Revolución Industrial (1780-1840), la única etapa en la que el comercio global se expandió a un ritmo menor que el producto fue entre 1913 y 1950, cuando se desencadenaron dos guerras mundiales y se desató la Gran Depresión de la década del 30. En ese período (1929-1939), el comercio internacional se desplomó más de 40%, sobre todo en los años críticos de 1929 / 1932.
En los últimos tres años hay un crecimiento de excepción en la inversión directa (IED) de las empresas transnacionales, que se expandió 10,9% en 2013 (US$ 1.460 millones) y una cifra semejante en 2012.
El principal destino de la IED tras la crisis global 2008-2009 ha sido el mundo emergente (54% del total), y Asia-Pacífico atrajo 40% de esa cifra, encabezada por China, que en este período ha superado a Estados Unidos como la mayor recipiente de la inversión transnacional (US$ 180.000 millones en 2013, que este año serían US$ 20.000 millones).
Las partes y componentes importados representaban 60% de las exportaciones chinas en 1993, y este año han caído a 28%, nítida tendencia descendente. Al mismo tiempo, la República Popular se ha convertido en la primera potencia comercial del mundo, tanto en importaciones como en exportaciones, y con una relación comercio internacional/PBI que asciende ahora a 75% y la ha transformado en el país más integrado y abierto del proceso de globalización.
Esta disminución de los componentes importados en las ventas externas muestra que China ha modificado su posicionamiento en las cadenas globales de producción, y ha dejado de ocupar el segmento final de ensamblaje del conjunto. Se ha trasladado ahora a la cabeza del sistema a través de nuevas industrias de alta tecnología que la colocan en el eje del proceso global de integración industrial, y ya no más en sus márgenes.
Casi 40% de las exportaciones chinas son ahora productos (bienes de equipo y de capital) de alta tecnología; y las empresas transnacionales responden por más de 90% de esas ventas externas; y utilizan para ello los 1.400 laboratorios de tecnología avanzada de que disponen en China (serían 4.000 o más en 2030), encabezadas por Microsoft, Cisco, Facebook, entre otros.
La caída del comercio internacional en relación al producto revela una nueva fase de la globalización, en la que la inversión es más importante que el comercio, sobre todo si se trata de capitales tecnológicamente intensivos, que modifican el posicionamiento de los países que los reciben en las cadenas globales de producción y en la escala de valor agregado.
La clave no está ahora en la disminución de las tarifas, sino en la creación de condiciones domésticas para recibir el nuevo tipo de inversiones.
La competencia mundial no gira ya sobre los productos, sino que está centrada en la atracción de capital (abstracto, intangible, sinónimo de “inteligencia colectiva”).
El total de las exportaciones mundiales era 20% del PBI global en 1995, 25% en 2005 y 30% en 2008, pero esta proporción creció en China dos veces más: pasó de 23% a 39%, encabezadas por las de alta tecnología y mayor valor agregado, resultado de la intensificación creciente del capital en su estructura productiva.
Hay una nueva etapa en la historia del mundo, y la globalización ha adquirido un rostro distinto.

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PERSPECTIVAS DEL GIGANTE ASIÁTICO PARA EL AÑO 2015.

"El Economista". Buenos Aires, 19 de diciembre de 2014.
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Las empresas occidentales se ajustan a la urbanización china

Por   | The Wall Street Journal
SHANGHAI-Durante años, Dover Corp. logró grandes ganancias vendiendo productos como bombas y elevadores hidráulicos de vehículos para grandes empresas industriales y constructoras. Pero ahora China está cambiando, y Dover intenta seguir su rumbo.
El gigante asiático fue un motor importante en la reestructuración de los negocios del fabricante estadounidense, que en los últimos dos años vendió algunas divisiones electrónicas y de construcción.
Ahora está poniendo un mayor énfasis en áreas más cercanas a los consumidores, como tecnología de etiquetas y empaques de alimentos, que ayuda a las empresas a proporcionar información nutricional y luchar contra productos falsificados. Se prevé que más de 40% del crecimiento en el mercado global de etiquetado y codificación, que por ejemplo incluye equipos para imprimir códigos de barras, provenga de China entre ahora y 2015, afirma Dover, citando datos de la firma de investigación Euromonitor International.
"Permaneceremos en el espacio industrial, pero queremos ascender con el consumidor chino", señala Michael Zhang, presidente de Dover en Asia.
La expansión económica impulsada por la inversión se ha desacelerado en China, lo que hace que sea más difícil obtener grandes ganancias de proyectos de magnitud como autopistas, aeropuertos y complejos de oficinas. En busca de nuevos motores de crecimiento, Beijing está acudiendo a los consumidores chinos para reequilibrar la economía del país.
Los analistas prevén que los consumidores cada vez más urbanos de China buscarán llevar un mejor estilo de vida, evitar empleos fabriles y procurar tener autos y casas, apuntalando así el crecimiento económico. El año pasado, alrededor de la mitad de los 1.300 millones de habitantes del país vivían en zonas urbanas. La cifra podría aumentar a dos tercios para 2030, a un ritmo de 13 millones de personas al año, según el Banco Mundial.
"China hace lo que China dice en lo referente a este tipo de planificación", dice James McGregor, asesor de la firma de asuntos públicos APCO Worldwide.
Muchas empresas occidentales están ajustando sus negocios para seguirle los pasos. La unidad Otis Elevator de la estadounidense United Technologies Co. está produciendo ascensores más compactos y aptos para edificios altos y de bajo costo, para sacarle jugo a la iniciativa del gobierno chino para proveer viviendas económicas a más ciudadanos.
Conforme más chinos compran autos, el productor químico alemán BASF SE espera que el aumento de la demanda impulse sus ventas de materiales de plástico en el país. En promedio, los vehículos chinos tienen sólo la mitad del contenido de plástico de un auto europeo, lo que ofrece una oportunidad de sustituir el metal con plástico, según la empresa.
Muchos fabricantes extranjeros de productos industriales se han estado preparando desde hace mucho para los cambios en la estructura económica de China. No obstante, la urgencia ha aumentado a medida que la transición de la economía china lastra el desempeño global de las multinacionales. La economía del país creció 7,8% en 2012 frente al año anterior, su ritmo más lento desde 1999.
"Muchos de nuestros clientes industriales se han visto particularmente afectados por la desaceleración económica de China", asevera John Jullens, socio en la oficina de Shanghai de la consultora Booz & Co. "En paralelo, la demanda se está trasladando cada vez más a los emergentes centros urbanos del interior de China, por lo que las multinacionales simultáneamente tendrán que reajustar también sus modelos de negocios".
El año pasado, Dover registró un crecimiento de ventas apenas por encima de 10% en China, señala Zhang, comparado con un crecimiento promedio anual de más de 20% entre 2005 y 2012. Las ventas en el país generan alrededor de US$1.000 millones de los ingresos globales de US$8.000 millones de Dover. Otras empresas como BASF y Otis Elevator también tuvieron menores ventas en China en los últimos años.
Sin embargo, las tendencias económicas a largo plazo -de un crecimiento económico impulsado por las exportaciones y la inversión a uno cuyo motor sea el consumo procedente de la urbanización- están llevando a las compañías industriales extranjeras a reconsiderar sus estrategias en China.
La urbanización china debería llevar a Beijing a construir más edificios altos de bajo costo para albergar a la creciente población urbana. Este año, el gobierno se ha comprometido a comenzar a construir seis millones de unidades de viviendas económicas y completar unas 4,6 millones adicionales.
"Muchas multinacionales tienen dificultades con la necesidad de ser rápidas y flexibles en el mercado chino, y al mismo tiempo adaptarse a las normas de la sede", explica Bruce McKern, profesor de negocios en la Escuela Internacional de Negocios China Europa (CEIBS) en Shanghai..
 
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Ideas en marcha

Jorge Malena, la diplomacia de una potencia en ascenso

Por   | LA NACION

Aunque parezca una verdad evidente, China se llama a sí misma "un país grande". No es un dato menor, sino una constatación que sostiene toda una política exterior. "Es la definición que ellos tienen sobre el país: una nación de gran extensión territorial, enorme población, la segunda economía más grande del mundo, que merece un lugar en consonancia con esa importancia", apunta Jorge Malena, experto en las relaciones exteriores de China y apasionado desde su adolescencia por ese país, donde vivió entre 1979 y 1982, cuando comenzó a aprender su idioma, su cultura y su historia. Malena, que se especializa en el estudio de la política exterior china en el nuevo escenario internacional, en particular las relaciones con la Argentina y la región, afirma que los chinos valoran un escenario global sin mayores conflictos. "Es el concepto del «ascenso pacífico de China»: ellos reconocen que ante el surgimiento de una nueva potencia mundial, en la historia hubo siempre una guerra con la potencia dominante hasta ese momento, pero afirman que eso es distinto en China. Ellos son los primeros preocupados por un escenario internacional pacífico, porque necesitan insumos y materias primas y apuestan al desarrollo comercial fluido para satisfacer las necesidades de su enorme población", apunta.
En los vínculos de China y la Argentina, una constante ha atravesado gobiernos e ideologías desde 1972, cuando se normalizaron las relaciones diplomáticas entre ambos países: "Ambas partes, independientemente de los gobiernos, se condujeron de manera flexible, pragmática, dejando atrás las ideologías y viendo el interés de cada uno. Esto sigue hasta hoy", señala. Desde 2004, China elevó la categoría de la Argentina y pasamos a ser "socios estratégicos", que es para ellos el mayor reconocimiento.
  • Edad: 47 años
    Perfil: doctor en Ciencias Políticas, coordinador de la carrera de Estudios sobre China en la Universidad del Salvador, y del Comité de Asuntos Asiáticos en el CARI
    Su tema: la política exterior de China
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Libros / Anticipo

La construcción de una nueva potencia hegemónica

En La silenciosa conquista china (Crítica), los periodistas españoles Juan Pablo Cardenal y Heriberto Araújo retratan el impacto global de Pekín
Llovía a mares en Caracas y el doctor Mei Qixian se empeñó en acompañarnos hasta el restaurante chino de la esquina, situado apenas a un centenar de metros de su clínica de medicina tradicional. "Este lugar es muy peligroso. No quiero dejaros solos", insistía, paraguas en mano, mientras caminábamos por las ruinosas aceras de la capital venezolana. La paranoia provocada por la inseguridad se había extendido entre la comunidad china en Venezuela, que a finales de 2010 vivía momentos difíciles tras convertirse en el blanco predilecto del crimen organizado. Su tradicional éxito en los negocios -fruto, entre otras cosas, de una capacidad de sacrificio sin igual- les hacía una presa jugosa para secuestradores, asesinos y facinerosos, cuya actividad delictiva se había multiplicado exponencialmente desde la llegada de Hugo Chávez al poder.
Siguiendo los pasos de este hombre menudo y frágil, con un español casi incomprensible pese a haber residido 20 años en el país, pero de un garbo excepcional y un trato exquisito, veíamos en él todas las virtudes que son innatas al pueblo chino.
Mei llegó a Venezuela dos décadas atrás procedente de su Enping natal, en la provincia de Cantón, sin otro propósito que practicar la acupuntura y labrarse un futuro mejor. Se aventuró en tierra desconocida al otro lado del mundo con sólo unas nociones de medicina que, en el país bolivariano, sonaban por entonces poco menos que a chamanismo. Pero su pericia en las técnicas milenarias de la medicina tradicional y su trabajo duro echaron por tierra los prejuicios y la xenofobia que persiguen a los emigrantes chinos allá donde van. Hoy, disfruta de una vida acomodada y del status social que le brinda haber sido el médico personal de tres presidentes venezolanos.
La historia del doctor Mei, caracterizada por la lucha constante y una determinación ciega por progresar, no dejaba de asaltar nuestros pensamientos.
Su relato se entremezclaba con el recuerdo de los "shanta sini" empujando sus pesados fardos repletos de ropa barata por las oscuras calles de El Cairo, o con la imagen de los obreros chinos explotados en Gabón que habíamos recibido en nuestra oficina en Pekín. También la de tantos otros emigrantes anónimos que, con su envidiable afán de superación y su esfuerzo duro y honesto, encontramos por el camino a lo largo de 25 países y miles de kilómetros. Con sus admirables historias de carne y hueso, algunas plasmadas en este libro, todos ellos tejen silenciosamente la tela de araña de un fenómeno histórico e imparable. Certifican que, por fin, ha llegado la hora de China. Que el mundo chino ya está aquí.
Son esos valientes peones, ingenieros, costureros, comerciantes, cocineros y emprendedores los que ponen rostro humano a la conquista china del planeta.
Con sus manos, acometen la mayor reconstrucción de África desde la época colonial, erigiendo la nueva Angola o asfaltando miles de kilómetros de carreteras por todo el continente, mientras en Asia Central su trabajo para construir oleoductos y gasoductos ha permitido que el gas de esta región remota y estratégica fluya hasta las cocinas de Shanghai o Pekín. Esta labor titánica que ha alumbrado puertos, carreteras, presas o estadios de fútbol por todo el globo es, acaso, la cara más visible de la expansión global del gigante asiático, pero en realidad es sólo la punta del iceberg.
Detrás de todas esas infraestructuras se proyecta irremediablemente la alargada sombra del Estado chino, decidido a recuperar en el nuevo siglo el status de superpotencia que disfrutó durante cientos de años y hasta inicios del siglo XIX. "El mundo habla de la emergencia de China como si fuera un fenómeno nuevo, mientras que en Pekín se percibe simplemente como una vuelta al estado natural de las cosas. Al estado en el que China es el primero en todo", nos dijo Pankaj Ghemawat, reputado economista y profesor de la Universidad de Harvard. En esta estrategia para situar al gigante de nuevo en el centro de los asuntos globales, el mundo en desarrollo -con sus abundantes recursos y mercados vírgenes por explotar- juega un papel clave.
En ese teatro de operaciones -el de los países emergentes- el resurgir de China no sólo se ve con buenos ojos, sino que, en el caso de las élites gobernantes, también con entusiasmo. "El siglo XXI será el siglo en el que China lidere el mundo. Y cuando lo lideréis, queremos estar cerca de vosotros. Cuando vayáis a la Luna, no queremos quedarnos atrás", dijo en 2006 el entonces presidente nigeriano Olusegun Obasanjo, durante la visita de Hu Jintao al país africano. Su alocución resume el alivio que, en general, produce en los mandatarios de los países en desarrollo la perspectiva de un mundo multipolar futuro, con China como eventual director de orquesta. Las artes de seducción de Pekín combinan un discurso subliminalmente anticolonialista con una diplomacia camaleónica, al tiempo que despliega los tentáculos de su influencia con multimillonarias inversiones por todo el planeta.
Muestra de lo primero es su doble rasero. Por ejemplo, al intervenir en la ONU para forzar la paz en la guerra civil de Sudán, mientras recibe con todos los honores al presidente sudanés Omar al Bashir, que está en busca y captura por la Justicia internacional. Ejemplo de lo segundo son los 266.700 millones de dólares desembolsados entre 2005 y 2011 por las empresas chinas, en su mayoría procedentes de fondos estatales, en lugares como Sri Lanka, Zimbabue, Brasil y otros países. Todo ello en un contexto de crisis en el que Occidente caía en la propia trampa de su sistema financiero, lo que ha servido de vector de propulsión para que China se haya convertido ya en el nuevo banquero del mundo. El trampolín perfecto para la conquista del mundo.
(...)
No es sólo que China se haya convertido en el gran valedor y en el socio de referencia de los regímenes más represores del mundo (Birmania, Corea del Norte, Irán, Sudán, Cuba), o que sus empresas estatales disfruten muchas veces de patente de corso frente a sus competidoras por el vértigo que provoca la autoridad del todopoderoso Estado chino.
Se trata también de la penetración y aceptación de los estándares y valores chinos -mucho más ambiguos respecto a las exigencias laborales, sociales o medioambientales- en el ámbito de influencia de Pekín, desde los países en los que invierte hasta instituciones internacionales como el Banco Mundial o el Banco Asiático de Desarrollo. La tesis del historiador y periodista británico Martin Jacques parece estar cumpliéndose: el mundo pensó que, con la apertura de China, ésta se iba a occidentalizar. Lo que está sucediendo es justamente lo contrario: el mundo se está sinizando..
 

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