Diario "La Nación". Buenos Aires, Martes 20 de julio de 2010
Revuelo en EE.UU. por una investigación del diario The Washington Post
Denuncia
que el gobierno creó después del 11 de septiembre de 2001 un sistema de
espionaje y operaciones clandestinas tan complejo y secreto que "nadie
sabe si funciona"
WASHINGTON (EFE).- El gobierno de los Estados Unidos creó después del
ataque terrorista del 2001 un sistema de espionaje y operaciones
clandestinas tan complejo y secreto que "en realidad nadie sabe si
funciona", según un amplio estudio realizado por el diario The Washington Post .
El artículo, realizado durante dos años por la periodista ganadora de un
Pulitzer Dana Priest en colaboración con William Arkin, presenta el
sistema de inteligencia como un caos en el que mucha de la información
que se genera se queda, incluso, sin leer.
El sistema de inteligencia estadounidense fue reformado y ampliado después de los ataques terroristas de septiembre de 2001 en EE.UU. y es ahora tan grande que "nadie sabe cuánto cuesta, cuánta gente emplea, cuántos programas existen dentro de él o cuántas agencias hacen las mismas tareas", indica la investigación.
"Después de nueve años de gastos y crecimiento sin precedentes, el resultado es que el sistema montado para mantener protegido a los Estados Unidos es tan grande que es imposible determinar su eficacia", asegura el artículo.
Entre los datos que sí pudo determinar el Post se encuentra la existencia de 1271 agencias del gobierno y 1931 compañías privadas "que trabajan en programas relacionados con el antiterrorismo, la seguridad nacional y la inteligencia en unos 10.000 sitios en EE.UU.".
"Hay unas 854.000 personas que tienen autorización especial para el acceso a materiales secretos", indica antes de destacar que "en Washington y sus alrededores, desde septiembre de 2001, se han construido o están en construcción 33 complejos de edificios para trabajos del máximo secreto".
El diario encontró que muchas agencias de seguridad e inteligencia hacen el mismo trabajo, como las 51 organizaciones federales y mandos militares que operan en 15 ciudades de Estados Unidos en el descubrimiento y rastreo de las transacciones de dinero en las redes financieras de los terroristas.
"Los analistas que descifran, traducen y resumen los documentos y conversaciones obtenidos por los espías dentro y fuera del país publican unos 50.000 informes de inteligencia cada año", dice el diario, que agrega que "es un volumen tan grande que a muchos de esos informes nadie les hace caso".
El mismo jefe del Pentágono, Robert Gates, dijo al Post en una entrevista que "ha habido tanto crecimiento desde septiembre de 2011 que es realmente difícil que alguien, ya sea el director nacional de Inteligencia, el director de la Agencia Central de Inteligencia o el secretario de Defensa puedan abarcarlo".
El artículo señala que en el Departamento de Defensa, donde residen más de dos tercios de los programas de inteligencia, "sólo un puñado de altos funcionarios, conocidos como los "superusuarios", pueden conocer todas las actividades del Departamento.
"Pero, tal como indicaron dos ´superusuarios´ en entrevistas, simplemente no hay forma de que ellos puedan mantenerse al tanto de las operaciones más delicadas del país", agregó.
Después de los ataques terroristas de 2001 el Congreso comprometió 40.000 millones de dólares adicionales al presupuesto de la defensa nacional. A eso siguieron 36.500 millones de dólares agregados al presupuesto de 2002 y 44.000 millones de dólares añadidos al presupuesto de 2003. Y eso, según el Post, "fue sólo el comienzo", porque "con la inyección rápida de dinero se multiplicaron las agencias militares y de inteligencia".
El diario añade que para fines de 2001 se habían creado veinticuatro organizaciones; en 2002 se crearon 37 más, en 2003 otras 36 organizaciones nuevas; en 2004 otras 26; en 2005 otras 31; en 2006 otras 32, y una veintena de agencias nuevas en cada uno de los años 2007, 2008 y 2009. No sólo se han multiplicado los edificios donde se realizan tareas secretas, sino que se ha desarrollado toda una industria para la construcción de "salas de seguridad" equipadas con alarmas, sistemas de comunicación protegidos, envueltas en metal para impedir el espionaje electrónico. .
Martes 20 de julio de 2010
Consecuencias del 11 de septiembre
El espionaje en EE.UU., un gigante fuera de control
Impactante denuncia de The Washington Post
WASHINGTON.- El latiguillo popular afirma que la vida ha cambiado mucho
en este país después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de
2001. Aunque, a veces, cuesta definir en qué.
Una investigación periodística acaba de traducir la sensación en dato al
revelar una monumental multiplicación y superposición "sin control" de
los servicios de seguridad, a tal punto de que hoy "nadie sabe bien
cuántos son, para qué sirven, cuánto cuestan ni qué hacen". Todo eso con
la agravante adicional de que semejante telaraña de agencias secretas
-y su costo sin precedente- es tan cerrada que "no permite establecer su
eficacia" a la hora de evaluar si el país, en definitiva, es hoy más
seguro.
Semejante afirmación es fruto de un trabajo de investigación que durante dos años hizo el influyente The Washington Post , el mismo diario cuyo seguimiento a lo largo de un lapso similar del llamado caso Watergate terminó con la presidencia de Richard Nixon en 1974. Lejos de tanto dramatismo, lo que ayer logró instalar el diario fue un debate sin precedentes sobre la delicada materia, del que surge que una de cada 400 personas en este país es un agente secreto.
"La forma, el costo y la pretendida eficacia" que la seguridad tiene en este país quedaron en tela de juicio, en una sociedad que, paradójicamente, vive obsesionada con el tema. Desde el secretario de Seguridad para abajo, nadie quedó afuera.
"Esto no refleja la realidad", retrucó el director nacional de Inteligencia (DNI) David C. Gompert. "Los retos por delante son difíciles y complejos. Continuaremos escudriñando nuestras operaciones, buscando formas de mejorar y adaptarnos", añadió.
El funcionario habló desde su condición de "interino", porque una de las paradojas de la telaraña es que, desde hace un par de meses, no tiene jefe.
El cargo está vacante desde la salida de Dennis Blair, que se apartó en mayo, luego de 16 meses signados por disputas con la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) y por las críticas que provocaron los errores del gobierno ante el fallido intento de voladura de un avión en la pasada Navidad. El ataque se frustró por la impericia del terrorista y no por diligencia de las agencias de seguridad.
La Casa Blanca respondió con más cautela. "Creo que el Post reveló cierta preocupación" en la materia, concedió el vocero Robert Gibbs. "Es necesario equilibrar las necesidades para defendernos contra nuestros enemigos y, al mismo tiempo, contra el gasto", añadió.
Si algo reveló la investigación fue que el crecimiento de ese "submundo secreto" es fantasmal. Hoy, en Estados Unidos existen por lo menos 1271 organizaciones estatales encargadas de luchar contra el terrorismo. Por si no fuera suficiente, se suman otros 1931 servicios privados que se ocupan más o menos de lo mismo. En conjunto, esa fuerza se distribuye a lo largo de 10.000 localidades, donde el trabajo que se hace tiene una característica similar: es secreto.
"Esto es enorme", dijo John Dorsey, del Security Research Institute de la Universidad de Savannah. "Tiene dimensiones difíciles de abarcar para el ciudadano", añadió.
Gracias al cine y a las novelas de espionaje, buena parte del público ubica las actividades de inteligencia en un solo lugar: Langley, el cuartel central de la CIA en las afueras de esta ciudad. Pero nada más lejos de la realidad. Además del famoso Langley, en este momento, existen no menos de 33 edificios ya listos o en obra para albergar tareas secretas. "Esto equivaldría, más o menos, a tres edificios del Pentágono", concluyó el equipo de investigación.
"En total, desde el 11 de Septiembre, cerca de 854.000 personas realizan tareas secretas de seguridad", señaló el diario, y subrayó que semejante dotación supera holgadamente en número a la población estable de esta ciudad. Además, una de cada 400 personas en este país trabaja en algún servicio secreto. Y puede que el cálculo sea conservador.
Al igual que ocurrió con el caso Watergate, el Post tuvo que defenderse de quienes le reprocharon estar trabajando "para los enemigos" del país al revelar información sobre seguridad. Marcus Brauchli, editor ejecutivo del diario, refutó la acusación. "Fuimos muy cautelosos con lo que publicamos", señaló, y explicó que parte de la investigación fue enviada a funcionarios del gobierno, algunos de los cuales visitaron las oficinas del diario para evaluar el trabajo y que, a su pedido, se omitieron datos.
"Creemos que este trabajo es importante" para el debate en el país, dijo Brauchli. Su comentario y la acusación reflejan una vez más la tensión que suele existir entre el derecho de los ciudadanos a saber y el interés de los gobiernos en que no se difunda lo que les molesta.
La investigación comenzó en agosto de 2008, fue elaborada por un equipo de más de 20 personas y coordinada por dos periodistas de gran trayectoria: Dana Priest, dos veces ganadora del Pulitzer, y William Arkin, experto en temas de seguridad. Tanto celo se puso en el trabajo que nada estuvo al alcance de la redacción en general hasta el momento de su publicación.
Hoy, el diario promete más. Y entre los temas por develar figura la contratación de servicios a terceros. Una puerta que, en los pasados meses, deparó más de un escándalo a las autoridades. .
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