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lunes, 26 de enero de 2015

ARGELIA. UN OPERATIVO DE RESCATE EN ARGELIA TERMINA EN TRAGEDIA: 30 REHENES MUERTOS.


Drama en el Magreb / Críticas de los líderes occidentales

Un operativo de rescate en Argelia termina en tragedia: 30 rehenes muertos

El ejército lanzó un ataque para liberar a 190 secuestrados en una planta de gas, tomada por terroristas islámicos en represalia por la intervención francesa en Mali


ARGEL.- En una de las mayores crisis internacionales de rehenes en décadas, por lo menos 30 secuestrados murieron ayer en Argelia -cinco de ellos occidentales- por la ofensiva del gobierno para liberar a 190 personas en una planta de gas , tomada anteayer por terroristas islámicos en represalia por la intervención francesa en Mali.
Los detalles de la operación de rescate del ejército argelino, que duró ocho horas, y la cantidad de muertos aún no fueron confirmados oficialmente por las autoridades.
Según la agencia Reuters, entre las víctimas había ocho argelinos, dos japoneses, dos británicos y un francés. También habrían muerto 11 islamistas.
Además, se cree que los terroristas, vinculados a Al-Qaeda, y liderados por el argelino Mokhtar Belmokhtar (ver página 3), aún mantienen a rehenes en la planta, según informó la agencia estatal APS.
El ataque de las fuerzas argelinas, que se negaron a negociar con los extremistas, fue duramente cuestionado por la mayoría de los líderes occidentales, que no fueron informados de antemano del operativo de rescate ni tampoco del saldo final de víctimas.
Por su parte, el presidente francés, François Hollande, dijo que el drama de los rehenes mostró que tuvo razón en enviar 1000 soldados a Mali para respaldar al gobierno local, que lucha contra los extremistas islámicos, que ya controlan el norte del país.
El premier británico, David Cameron, que pospuso un esperado discurso de hoy sobre la relación de su país con Europa para centrarse en la crisis de los rehenes, advirtió que podían esperarse "más malas noticias" de Argelia.

 

El secuestro

La crisis comenzó anteayer cuando un grupo terrorista vinculado a Al-Qaeda secuestró a 40 extranjeros de distintas nacionalidades (japonesa, estadounidense, francesa, irlandesa, británica, noruega, etcétera) y a 150 argelinos en una planta de gas en In Amenas, en el este de Argelia y cerca de la frontera libia.
Los islamistas afirmaron haber tomado la planta de gas en respuesta al apoyo de Argelia a la intervención militar francesa en Mali, ya que el país magrebí autorizó a los franceses a sobrevolar su territorio.
La planta gasífera, que queda en el medio del desierto de Sahara, es operada por la empresa argelina Sonatrach con las compañías británica British Petroleum (BP) y noruega Statoil,
El ataque fue reivindicado por un grupo terrorista que se hace llamar "los que firman con sangre"

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El análisis

Occidente, al borde de una guerra en la que no quería involucrase

Por   | LA NACION
PARÍS.-Con la sangrienta ocupación de la planta de gas argelina de In Amenas, donde un grupo de jihadistas se apoderó de decenas de rehenes de varias nacionalidades, la intervención militar de Francia en Mali dejó de ser una crisis local para transformarse brutalmente en una guerra internacional. Un conflicto en el que -como sucedió en Afganistán- de un lado está Occidente y del otro el terrorismo islámico.
En el mismo momento en que comenzaban a intensificarse los cuestionamientos sobre la presencia francesa en Mali y el aislamiento diplomático del presidente François Hollande, el drama vivido desde anteayer en Argelia dejó al descubierto una realidad que todos los responsables políticos del planeta conocen, pero que interpretan con diferentes prismas: la vulnerabilidad de esa región africana y la dimensión internacional que tiene cada uno de los acontecimientos que allí se producen.
"Actualmente, nos vemos confrontados a una dimensión regional e incluso internacional del problema", dijo ayer el embajador de Francia en Mali, Christian Rouyer. La toma de rehenes en Argelia "es la prueba flagrante de que este problema supera la simple situación del norte de Mali. El norte maliense constituye el corazón del problema, pero la dimensión es realmente internacional. Eso justifica con mayor razón la intervención francesa", concluyó.
Sin embargo, desde hace más de un año, mientras los diferentes grupos islamistas montaban metódicamente sus bases en el desierto maliense con el dinero obtenido de la toma de rehenes, el tráfico de drogas, tabaco y armas, los gobiernos occidentales insistían en un principio: la batalla contra el islamismo en el continente africano debe ser combatida por los mismos africanos. Ni por los europeos ni por los estadounidenses.
Por esas razones, Estados Unidos adoptó la estrategia de contener a los islamistas en Mali hasta que las tropas africanas estuvieran listas para actuar, en vez de ir a buscarlos directamente con operaciones comando y drones (aviones no tripulados).
Con ese objetivo, en los últimos cuatro años Washington invirtió 600 millones de dólares en equipar y entrenar a un ejército maliense que terminó en desbandada. Todo ese arsenal probablemente haya caído en manos de los islamistas.
Mucho más cercanos al peligro, los europeos -para quienes el aprovisionamiento de gas y petróleo africanos es una cuestión de supervivencia- detestan cada vez más esas incursiones militares en sus ex colonias que en el pasado solían servir para apoyar algún tirano de turno. A esas razones históricas, se sumó en los últimos meses la crisis económica, incompatible con el costo sideral de toda operación militar.
Contrariamente al resto de sus socios europeos, los franceses han conservado una estrecha relación con sus ex colonias africanas. La firmas francesas mantienen una presencia masiva en ese continente. Por lo demás, casi todos los países tienen acuerdos de cooperación y reciben ayuda militar de París. La relación afectiva con África es tan intensa que las autoridades francesas no consiguen convencer a los turistas de que eviten las zonas peligrosas: en esa región del Sahel, Al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) tiene en su poder a ocho rehenes franceses.
Ese conocimiento del terreno, sumado al llamado desesperado del presidente maliense, Dioncunda Traoré, convencieron a Hollande de que había llegado el momento de intervenir. Los acontecimientos de Argelia parecen haberle dado la razón.
Los expertos afirman que esos ataques se multiplicarán. La región -explican- podría haber entrado en una espiral de violencia terrorista en la que cada operativo escogido deberá actuar como una "bomba de fragmentación mediática" capaz de alcanzar varios objetivos: las opiniones públicas de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Japón?
Las decenas de muertos en Argelia durante la intervención de ayer podrían, por el contrario, provocar el efecto inverso.
En una reunión de cancilleres europeos realizada ayer en Bruselas, varios países del bloque prometieron una mayor participación en la operación Serval en Mali.
El secretario de Defensa norteamericano, Leon Panetta, reconoció por su parte el peligro que representan esos grupos islámicos.
"Ésta es una operación de Al-Qaeda -afirmó-. Es por eso que estamos preocupados por su presencia en Mali. Porque utilizarán ese país como base de operaciones para hacer exactamente lo que hicieron en Argelia."
Ese cambio de actitud no quiere decir que los países occidentales estén dispuestos a enviar tropas a combatir junto a los soldados franceses. Probablemente la ayuda llegue en forma de logística, inteligencia o fondos.
Francia se prepara para permanecer en Mali mucho más tiempo de lo previsto. Por el momento, expertos, políticos y militares se hacen en voz baja la misma pregunta que osó formular anteayer en público el general Carter F. Ham, máximo comandante de operaciones de Estados Unidos en África.
"La verdadera incógnita -dijo- es ¿y ahora qué?".

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