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viernes, 23 de enero de 2015

ANTÁRTIDA. LAS EXPEDICIONES AL POLO SUR


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A 100 años de la hazaña de Roald Amundsen

Polo Sur: los turistas imitan a los pioneros en vuelos y blogs

Pagan hasta 95.000 dólares por una excursión; sólo hay una pequeña tienda de suvenires
Cuando el explorador británico Robert Falcon Scott llegó al Polo Sur sólo para descubrir que se le habían adelantado Roald Amundsen y su equipo noruego, se sintió abatido. "¡Dios mío! Este es un lugar espantoso", se lamentó en su diario.
Por espantoso que sea, está a punto de ser muy frecuentado. Cientos de personas -turistas, aventureros y aficionados a la historia- hacen fila para visitar el Polo Sur en honor al centenario de las llegadas de Amundsen (el 14 de diciembre de 1911) y de Scott (17 de enero de 1912). Los preparativos avanzan a toda marcha.
Algunos intentan recorrer en esquíes las rutas exactas seguidas por Amundsen y Scott, leyendo los diarios de los exploradores y comunicando la experiencia en sus blogs. Otros irán al Polo en camiones. Para los que no quieran esforzarse tanto, habrá vuelos programados al Polo, incluidos algunos que depositarán a los pasajeros a unos kilómetros de distancia para que puedan recorrer esquiando el último tramo y experimentar así la emoción de la victoria.
Una de las agencias de viajes que tratan de ganar dinero a partir de todo ese fervor es Polar Explorers, empresa de los suburbios de Chicago que cobra 40.500 dólares por un vuelo al Polo para cualquiera de los dos aniversarios (si el tiempo lo permite). Las personas que quieren ser desembarcadas a un par de grados de distancia para poder llegar esquiando tendrán que pagar 57.500 dólares.
"Vamos a hacer muchos brindis con champagne y a tomar mucha fotos, y todos podrán llamar a nuestros seres queridos desde el Polo", dijo Annie Aggens, de Polar Explorers.
No hace falta decir que la gente no querrá imitar toda la expedición de Scott. El y sus hombres murieron en una tormenta durante el trayecto de 1280 km de regreso del Polo, apiñados en una carpa que se encontraba, como luego se supo, a apenas 17,6 km de un vital depósito de provisiones.
En cambio, muchos planean llegar esquiando al Polo, pero regresar en avión. Uno de ellos es Matt Elliott, un inglés de 28 años que competirá en una carrera de esquí de 704 km, cargando un equipo de 100 kg durante todo el trayecto. Elliott, que reside en Windsor, trabaja para el negocio familiar de venta mayorista de papel y se autodenomina "completo novicio polar".
"Quiero saber hasta dónde puedo llegar físicamente", dijo Elliott, quien está pagando alrededor de 95.000 dólares por participar de la competencia, patrocinada por una empresa con sede en Londres que se llama Extreme World Races.
David Nelsen, de 52 años, que dirige una acería en Chicago, hará un viaje menos estresante. Planifica ir en uno de los vuelos Amundsen de Polar Explorer para honrar a sus ancestros noruegos. Esta será su segunda aventura polar: en 2009 voló al Polo Norte para celebrar el centenario de la expedición de Robert Peary.
Las personas que van al Polo Sur, se espera, no representarán más que una pizca del turismo total a la Antártida, que alcanzó un número de alrededor de 46.000 personas en la temporada 2007/2008, que más tarde decayó debido a la recesión mundial.
La Fundación Nacional de Ciencia, que está a cargo de la estación de investigación Amundsen-Scott en el Polo Sur, no está nada satisfecha con la situación. "A la gente que llega aquí no tenemos nada que ofrecerle, salvo decirle que está en el Polo, que es una estación establecida por los Estados Unidos y que no podemos proporcionarle ninguna comodidad, excursión ni entretenimiento", dijo Peter West, de la fundación.
Sí, hay un pequeño local de regalos donde la gente puede comprar camisetas y cosas semejantes, y donde los visitantes pueden enviar cartas con matasellos del Polo Sur.
La mayor carrera de esquí se llevará a cabo lejos de las rutas seguidas por Scott y Amundsen, cerca del lado opuesto del continente. Cincuenta y un competidores, en equipos de tres, esquiarán hasta el Polo, según dijo Tony Martin, fundador de la Extreme World Races, la organizadora. "No damos premios en dinero ni autos", dijo Martin durante una entrevista por teléfono satelital desde la Antártida.
Pese a la potencial atmósfera circense, algunos veteranos insisten en que la Antártida no es para novicios. "Es un lugar que te quiere muerto", dijo Robert Swan, ambientalista que hizo a pie la ruta de Scott en 1985. Eso fue lo que Scott descubrió hace 100 años..
Jennifer A. Kingson New York TimesTraducción de Mirta Rosenberg
 
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La Antártida, un objetivo de extremo interés

Barcos españoles e ingleses fueron los primeros que avistaron, en el siglo XVIII, las islas de la Antártida. Cien años más tarde, comenzó el descubrimiento y la exploración por parte de la Argentina.
En 1815, en una campaña para hostigar a los españoles en el Pacífico, la flota comandada por el almirante Guillermo Brown fue abatida por un temporal hacia el mar Antártico. En su informe, Brown indicó la presencia de tierra cercana.
Por la misma época, cazadores de focas criollos se aventuraban a la Antártida en busca de pieles y aceites, pero la información sobre sus rutas y campamentos se mantenían en secreto por tratarse de una actividad muy competitiva.
La primera ley local en relación con la Antártida fue el decreto del 10 de junio de 1829, por el cual el gobernador de Buenos Aires, Martín Rodríguez, creó la comandancia política y militar de las islas Malvinas. En él, disponía la protección y la conservación de la fauna en las islas adyacentes al Cabo de Hornos, es decir, las islas antárticas.
El 22 de febrero de 1904 se izó la bandera nacional en la isla Laurie, de las Orcadas del Sur, en una estación meteorológica comprada por el Estado a un expedicionario escocés. Por decreto, el entonces presidente Julio A. Roca estableció el Observatorio Meteorológico Argentino y, de esa manera, se inició la ocupación permanente de la Argentina en la Antártida.
Durante las décadas del 50 y 60 se realizaron significativos avances: se instaló la Base San Martín; se creó el Instituto Antártico Argentino; se adquirió el rompehielos General San Martín (que en su primera campaña, en 1955, instaló la Base General Belgrano); se establecieron los límites del Sector Antártico Argentino; se creó la Dirección Nacional del Antártico y se realizó la primera expedición terrestre al Polo Sur, denominada Operación 90.
En 1959, en Washington, la Argentina y otros 11 países firmaron el Tratado Antártico. Sumado a posteriores convenciones y protocolos, el tratado declara a la Antártida reserva natural dedicada a la paz y a la ciencia, y dispone que ningún Estado puede ejercer soberanía sobre ese territorio.
Hoy, el país cuenta con seis bases de actividad permanente y siete de actividad temporaria, ubicadas en el Sector Antártico Argentino. Esta zona es considerada por la Argentina parte del territorio nacional, pero también lo reclaman Chile y el Reino Unido..
 
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