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domingo, 28 de septiembre de 2014

IRAK. GUERRA. OBAMA. "ES HORA DE DAR VUELTA LA PÁGINA" 2010.

Diario "La Nación". Buenos Aires, 1 de setiembre de 2010.


Los desafíos de la Casa Blanca / El fin de una etapa histórica

"Es hora de dar vuelta la página en Irak"

Al anunciar el fin de las misiones de combate, Obama reconoció que se había pagado un alto precio para asegurar el futuro de ese país
Por   | LA NACION


WASHINGTON.- No hubo triunfalismo. Después de siete años de guerra, miles de muertos y un escenario aún incierto, el presidente Barack Obama anunció anoche el retiro de sus tropas de combate de Irak.
Sí admitió que Estados Unidos pagó "un alto precio" para "cumplir con su responsabilidad" en el país, cuyo destino ahora "queda en manos de sus ciudadanos". Para subrayar la importancia del momento, habló desde el Salón Oval. Fue la segunda vez que lo usa para dirigirse a los norteamericanos, y lo hizo para anunciar tanto el final de la operación militar en Irak como la necesidad de "restaurar la economía" de Estados Unidos.
El histórico mensaje llegó cuando crece la impresión de que se está frente a un cambio de escenario y de que con el retiro de las tropas de Irak se fortalecerá el frente de combate en Afganistán, la guerra que Obama calificó como "necesaria" y que aquí es tan resistida como la que ahora, en teoría, entra en su etapa final.
Brilló una vez más su veta de estadista al reconocer al ex presidente George W. Bush, con quien se comunicó personalmente para anticiparle el discurso. "Hemos tenido nuestras diferencias, pero que nadie dude de su compromiso ni de su amor" por este país, dijo Obama de su predecesor.


"Esta noche anuncio que la misión de combate en Irak ha concluido. La Operación Libertad Iraquí ha terminado y el pueblo iraquí tiene la responsabilidad de liderar la seguridad de su país", declaró. "Con este notable capítulo en la historia de Estados Unidos e Irak hemos cumplido con nuestra responsabilidad. Ahora es hora de dar vuelta la página", agregó.
"Ponerle fin a esta guerra no sólo era importante para Irak, sino también para nosotros", afirmó. "Estados Unidos ha pagado un alto precio para poner el futuro de Irak en manos de su gente´´, añadió. "Hoy, nuestra tarea más urgente es restaurar la economía y dar trabajo a los millones de estadounidenses que lo han perdido. Esa es mi responsabilidad central como presidente", dijo, en un guiño a la principal preocupación de los norteamericanos.
Puso fin, así, a siete años de combate y anunció el comienzo de un capítulo "civil", con responsabilidad del Departamento de Estado. Atrás queda una etapa que acarreó la muerte a 106.466 civiles iraquíes -de acuerdo con las muertes registradas-, así como el deceso de más de 4400 soldados norteamericanos.
El final se declaró en medio de una notable apatía popular. "Esto es algo que ya escuchamos. En mayo de 2003 [Bush] anunció el final de los combates y miren lo que siguió después", recordó el sitio Político. Más allá de la memoria, hay una mezcla de sentimientos entre quienes quieren creer que esto sea, efectivamente, el final y quienes, ante la incierta situación en Irak, dudan de que así sea. "¿Qué pasa si -Dios no lo permita- comienza una escalada?", se preguntó The Washington Post .




Para los iraquíes, un día histórico que abre interrogantes

El premier Al-Maliki afirmó que las fuerzas de seguridad cumplirán con sus responsabilidades


BAGDAD.- Horas antes de que Barack Obama anunciara ayer el fin de las misiones de combate norteamericanas en territorio iraquí, el primer ministro del país árabe, Nouri al-Maliki, celebró el retorno de la soberanía plena y de la independencia a Irak, escenario de una sangrienta guerra de siete años que dejó más de 100.000 muertos entre la población civil.
En su discurso al país, Al-Maliki también destacó que Irak está ahora en igualdad de condiciones respecto de Estados Unidos, pese a los focos de violencia insurgente y a las disputas políticas, que desde marzo pasado mantienen paralizada a la administración tras unos comicios generales en los que la facción vencedora no pudo formar gobierno.
"Es un día que permanecerá en la memoria de todos los iraquíes. Irak se convierte hoy en un país soberano e independiente", afirmó Al-Maliki en un discurso transmitido por la cadena pública Iraqiya.
"Con la ejecución del retiro de las tropas, nuestras relaciones con Estados Unidos han ingresado en una nueva etapa entre dos países iguales y soberanos", agregó el premier, que representa en el gobierno de Bagdad a la mayoría chiita del país.

Presión política

Sin embargo, la poderosa influencia norteamericana en Irak se hizo notable ayer cuando el vicepresidente estadounidense, Joe Biden, mantuvo encuentros con los líderes políticos del país, a los que presionó para que rompan la impasse de seis meses que impide la formación de un nuevo gobierno.
El estancamiento amenaza con revivir las divisiones étnicas y sectarias -que desataron un baño de sangre entre 2006 y 2007- si el ganador de los comicios, la alianza multisectaria sunnita Iraqiya, del ex primer ministro Iyad Allawi, es excluida del poder por las grandes facciones chiitas lideradas por Al-Maliki. En ese sentido, el secretario de Defensa norteamericano, Robert Gates, advirtió que la parálisis política y los choques sectarios ensombrecen el futuro del país árabe.
Biden llegó a Bagdad para presidir el relevo del mando de las tropas norteamericanas que permanecerán en el país como parte de la misión Nuevo Amanecer, cuyo objeto es el entrenamiento del ejército y de las fuerzas de seguridad iraquíes, en las que Al-Maliki confía para garantizar la seguridad del país.
"Lamentablemente, nos enfrentamos a una campaña de escepticismo y estamos convencidos de que su objetivo es impedir la retirada de las tropas estadounidenses", concluyó el premier.
"Les reitero que las fuerzas de seguridad iraquíes son capaces de asumir sus responsabilidades", insistió Al-Maliki.
El premier iraquí pidió a sus rivales políticos "unir fuerzas para combatir el terrorismo'' como una prioridad ante la partida total del ejército estadounidense en 2011, según un acuerdo de seguridad entre ambos países.
No obstante, en las calles de la capital iraquí predominaba la cautela.
"Hoy [por ayer] no es un día determinante. Estuve en un café con amigos, y nadie hablaba del fin de la misión de combate", declaró Yasser al Musaui, un informático de Bagdad de 32 años. "Eso interesa más a los norteamericanos", explicó.
Durante la campaña presidencial de 2008, Obama prometió a los votantes, cansados del conflicto, que sacaría al país de la guerra, lanzada por George W. Bush, con el objetivo declarado de eliminar las supuestas armas de destrucción masivas desarrolladas por la dictadura de Saddam Hussein.
Pero las armas nunca se hallaron. Estados Unidos gastó casi un billón de dólares en la invasión de 2003, que hasta ayer dejó 4416 soldados estadounidenses muertos.
Durante los siete años de ocupación norteamericana, Washington envió más de un millón de tropas. En 2007, el año más caliente del conflicto cuando el país se encaminaba a una guerra civil entre la mayoría chiita y la minoría sunnita, antes en el poder, Washington mantuvo estacionados 170.000 soldados dedicados a las operaciones de combate.
A partir de hoy, el Pentágono oficialmente mantiene en territorio iraquí seis brigadas, unos 49.700 hombres, la cifra más baja desde la invasión del país el 20 de marzo de 2003. .
Agencias AP, Reuters, DPA y EFE 
 
 
Medio Oriente / El fin de una etapa histórica

Irán, el gran ganador de la guerra en Irak

Gracias a EE.UU., logró ampliar su influencia
 BEIRUT.- En febrero de 2003, cuando preparaba a Estados Unidos para la guerra, el presidente George W. Bush declaró: "Un nuevo régimen en Irak serviría como un dramático e inspirador ejemplo de libertad para los otros países de la región".
Ahora, cuando Estados Unidos pone fin a sus operaciones de combate en el país -algo que Barack Obama anunció formalmente anoche (ver por separado)-, Irak es, sin duda, un dramático ejemplo para Medio Oriente, pero no en el sentido que Bush y su gobierno habían imaginado.
Irak no se convirtió en un modelo de democracia, ni tampoco creó un efecto dominó que derrocara a otros regímenes dictatoriales del mundo árabe. Lo que la guerra de Irak ha desencadenado es una nueva ola de odio sectario y ha alterado el equilibrio estratégico del Golfo Pérsico, lo que contribuyó a que Irán se consolidara como poder regional dominante.
Bush dijo que su objetivo era proteger los intereses y la seguridad de Estados Unidos a largo plazo. Pero la región es ahora mucho más inestable e inflamable que cuando las fuerzas norteamericanas iniciaron su marcha hacia Bagdad hace 7 años.
En todo Medio Oriente, las relaciones entre sunnitas y chiitas están en un momento de gran tensión debido al sectario derramamiento de sangre en Irak. Los sunnitas están preocupados por el ascenso regional del régimen chiita de Irán, por su programa nuclear, por su creciente influencia sobre el liderazgo iraquí y por su intromisión en otros países con grandes comunidades chiitas, especialmente el Líbano.
Irán es el mayor beneficiario de la desafortunada aventura norteamericana en Irak. Estados Unidos derrocó al enemigo jurado de Teherán, Saddam Hussein. Después, Washington ayudó a instalar un gobierno chiita por primera vez en la historia moderna de Irak.
Mientras las tropas estadounidenses se empantanaron luchando contra la insurgencia y conteniendo una guerra civil, Irán extendió su influencia sobre todas las facciones chiitas iraquíes.
Hoy, Medio Oriente se caracteriza por varias guerras "por encargo". En Irak, los regímenes sunnitas vecinos apoyaron a los militantes sunnitas, mientras Irán respaldó a las milicias chiitas.
En el Líbano, una alianza entre Washington y regímenes árabes autoritarios -Egipto, Jordania, Arabia Saudita y otros países del Golfo Pérsico- apoyaron a un gobierno encabezado por sunnitas contra Hezbollah, una milicia chiita fundada por Irán.
Y en los territorios palestinos, Irán y Siria apoyaron a Hamas, mientras Estados Unidos y sus aliados árabes prestaron apoyo al presidente palestino Mahmoud Abbas y a su movimiento, Al-Fatah.
En 2007, en el punto más alto de la insurgencia en Irak, me entrevisté con Marwan Kabalan, un analista de la Universidad de Damasco. Me explicó la dinámica regional mejor que nadie: "Todos están combatiendo guerras por medio de apoderados locales. Es como la Guerra Fría", me dijo.
"Todos los regímenes de Medio Oriente reconocen que Estados Unidos ha perdido la guerra en Irak. Todos están maniobrando para proteger sus intereses y para sacar provecho de la derrota estadounidense."
En medio del declive de la influencia norteamericana y el ascenso de la iraní, los otros vecinos de Irak aún compiten por conseguir el apoyo del nuevo gobierno de Bagdad.
Por ejemplo, la dinastía Al-Saud, que gobierna Arabia Saudita, se considera el líder legítimo del mundo árabe, pero Irán desafía hoy su liderazgo.
Aunque Arabia Saudita tiene una mayoría sunnita, sus gobernantes temen la potencial influencia de Irán sobre una considerable población chiita concentrada en la provincia oriental del reino, rica en petróleo.
En Bahrein (otro aliado de Estados Unidos), la mayoría chiita está inquieta bajo la autoridad de gobernantes sunnitas que también temen la influencia de Irán.
Peor aún, la brutal guerra entre la mayoría chiita y la minoría sunnita en Irak desencadenó odios sectarios difíciles de contener.
Ese golpe se sintió más profundamente en el Líbano. Durante la guerra civil, que duró 15 años y terminó en 1990, el antagonismo sectario era entre musulmanes y cristianos. Ahora
, el conflicto se da primordialmente entre sunnitas y chiitas. y está atizado, en parte, por el baño de sangre en Irak.

De aliado a enemigo

Después de la ejecución de Saddam en 2006, los sunnitas consideraron que Estados Unidos y el gobierno iraquí chiita estaban matando los últimos vestigios del nacionalismo árabe. Aunque Saddam había sido alguna vez un aliado de Occidente, para la década de 1990 era uno de los pocos líderes árabes que desafiaban a Estados Unidos y a las potencias europeas. Desde el punto de vista de los sunnitas, EE.UU. y sus aliados erradicaron la idea de un glorioso pasado árabe sin ofrecer nada con qué reemplazarlo. salvo el sectarismo.
Mientras los sunnitas, chiitas y kurdos iraquíes discuten sobre la posibilidad de compartir el poder y la riqueza petrolera del país, la violencia está otra vez en ascenso. Las últimas elecciones dieron como resultado un Parlamento sin mayoría, que no ha sido capaz de coincidir sobre la manera de constituir un nuevo gobierno. Lejos de convertirse en un modelo de libertad y coexistencia religiosa, Irak sigue siendo un barril de pólvora que podría hacer estallar el conflicto sectario en todo Medio Oriente. .
Mohamad Bazzi Global Post El autor es profesor de periodismo en la Universidad de Nueva York y miembro del Consejo de Relaciones Exteriores

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