Traducir

viernes, 7 de marzo de 2014

DOCTRINA CLINTON. ROSENTHL, A.M.



LA DOCTRINA CLINTON
A.    M. Rosenthal
 Diario “La Nación”, Buenos Aires, 13 de octubre de 1992, pág. 9. Trad. Luis Hugo Pressenda.
 
Nueva York (The New York Times).- La campaña electoral norteamericana, durante tanto tiempo un desierto de tedio y cinismo, finalmente produjo lo que la nación ha estado necesitando durante muchos años de aridez, es decir, una lúcida y calurosa declaración de principios adulta acerca de los que los Estados Unidos pueden dar al mundo y los que pueden ganar a cambio.
De los cientos de discursos oídos en la campaña, es probable que le más recordado sea el que pronunció el gobernador Clinton en la ciudad de Milwaukee hace unos días. Fue dirigido al pueblo norteamericano, pero será observado atentamente en el resto del mundo.
En caso de que Clinton gane las elecciones, ese discurso será recordado una vez y otra durante su presidencia para ver si, bajo presión, Clinton se  mantiene fuerte y demuestra ser fiel a la filosofía que lo guió ese día.
Si Clinton pierde, al menos entonces ese discurso y su doctrina serán recordados como un ejemplo de lo que puedo haber sido una conducción política demócrata.
Realismo democrático
Clinton habló de la importancia crucial que tiene para los Estados Unidos el hecho de desarrollar una política de  realismo democrático tanto en el planto interno como en el externo. No lo dijo con estas palabras, pero de esta manera eran resumidas las convicciones de aquellos que, como Clinton, comprenden la fuerza moral, política y económica de la libertad política.
El realismo democrático es una de las dos filosofías internacionalistas que rivalizan entre sí en Occidente. La otra es la realpolitik, que sostiene que todo lo que verdaderamente cuenta en el mundo es el poder tangible y la capacidad de maniobrar en él.
Los partidarios de la realpolitik creen que la democracia podría ser lo suficientemente agradable cuando uno la tiene, pero hacer que los intereses democráticos formen parte de las decisiones internacionales fluctúa desde la inconexión hasta el sentimentalismo peligroso. La diferencia ente la realpolitik y el realismo democrático puede ser la diferencia entre la guerra y la paz.
Bases
Clinton ha expresado a viva voz las creencias fundamentales del realismo político y de su valor para los norteamericanos.
“Las democracias no van a la guerra unas contra otras. No promueven el terrorismo internacional. No amenazan con aniquilar a otras naciones con armas ni con con una destrucción en masa. La democracia en el extranjero ayuda a proteger los intereses económicos y la seguridad en el propio país. Y contribuye -no como las dictaduras- con la existencia de aliados diplomáticos y defensores del medio ambiente”.
De manera que –señaló Clinton- para los Estados Unidos la opción no es una u otra, como nos dicen muchos políticos. Atender nuestra economía y respaldar la democracia en el extranjero deben ir a la par puesto que el colapso de una podría echar por tierra a la otra.
Alguna vez eso era obvio para los norteamericanos. Durante el último medio siglo, cada presidente se las arregló para afrontar la economía interna y la política externa sin quejarse de que sólo podía atender a una por vez.
De una cosa a la otra
Pero Bush no dice que, después de haber logrado un resonante triunfo en el extranjero, ahora puede por fin dedicarse a resolver las cuestiones económicas. La promesa de Bush puede ser desconcertante. Pero al menos está empezando a asumir algo de responsabilidad. Es un buen paso hacia la firmeza de carácter.
Sin embargo, como advirtió Clinton, los antecedentes de Bush en materia de política exterior no son conmovedores. Una vez y otra, Bush actuó domo si pensara que los intereses de los demócratas contra las dictaduras constituían un estorbo.
Cuando la Unión Soviética respiraba con dificultad, Bush hizo mucho para ayudar a Gorbachov a revivirla. Clinton citó ese y otros triunfos del tándem Bush-Baker.
Promesas incumplidas a los kurdos, desaire a la independencia báltica. Bosnia. Veto de cualquier proyecto del Congreso para obligar a China a pagar el precio de sus campos de trabajo esclavo.
En el Medio Oriente, el dúo Bush-Baker cometió dos de los más burdas idioteces de la historia norteamericana.
La primera, armar al presidente Saddam Hussein, de Irak, para tener que combatirlo y derrotarlo. La segunda, permitir que se quede en el poder.
Ambos errores atentaron contra los intereses democráticos y por lo tanto también contra los intereses norteamericanos.
Promover las conversaciones de paz entre árabes e israelíes podría convertirse en un verdadero triunfo para Bush-Baker. Sin embargo Clinton dijo algo interesante al respecto: “Este gobierno piensa que el conflicto árabe-israelí es más una lucha entre dos religiones o naciones que una lucha en la que está en juego la supervivencia de un aliado democrático”.
De modo que, ¿no podríamos aplazar por un momento las celebraciones relacionadas con esa negociación? Por las dudas de que tengamos la oportunidad de ver qué hará Bush en Israel y sus vecinos en caso de que vuelva a ganar las elecciones.
“La democracia siempre fue el “impulso perfectible” de los Estados Unidos y ya no cierra el cálculo necio de la política del poder puro”, afirmó Clinton.
Esto es, básicamente, realismo democrático, y de eso se trata, esencialmente, cuando hablamos de valores de una nación.



No hay comentarios:

Publicar un comentario