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miércoles, 5 de agosto de 2015

JORDANIA 1998 El largo adiós de Hussein

Diario "La Nación". Buenos Aires, 9 de agosto de 1998

EL MUNDO / Jordania

El largo adiós de Hussein

La delicada salud del monarca que desde hace 46 años dirige a su pueblo genera inquietud. Los mecanismos de sucesión están en marcha, pero el rey legará a su hermano, el príncipe Hassan, una compleja obra de ingeniería diplomática cargada de tensiones.


AMMAN.-(El País) HUSSEIN de Jordania está en el pasillo del silencio. La noticia de su enfermedad la develó el propio monarca en una carta que envió a su hermano, el príncipe heredero Hassan, la semana última. La escribió a mano, desde una habitación de la Clínica Mayo, en la ciudad de Rochester, en Minnesota, Estados Unidos, donde fue internado de urgencia el último 17 de julio, después de haber padecido ataques de fiebre durante unos doce días seguidos.
"Todos los indicios apuntan a que padezco un linfoma (tumor canceroso), pero los médicos no llegan a ser categóricos", asegura el soberano, en uno de los párrafos de la carta. Esta ha sido parcialmente publicada en todos los periódicos de Jordania, siguiendo las indicaciones del propio rey, que no desea que su salud se convierta en una fuente interminable de rumores, desasosiegos e incertidumbres para su pueblo.
La carta constituye el penúltimo acto de valentía de un soberano que empezó a reinar hace cerca de cuarenta y seis años, tras haberse enfrentado personalmente con la muerte, la de su propio abuelo, el rey Abdullah, fundador de la dinastía hachemita.

Viernes trágico


Hussein fue testigo de este asesinato, perpetrado el 20 de julio de 1951 por un extremista árabe que baleó al anciano monarca en la explanada de las mezquitas de Jerusalén cuando éste se dirigía a orar. Aquel viernes trágico ha sido recordado recientemente por todos los imanes de los templos de Jordania, que en sus plegarias han evocado el nombre del querido y llorado Abdullah, junto con el del actual monarca Hussein.
La misiva del rey jordano es, además, la confirmación y ratificación de otra carta anterior, aquella escrita el pasado mes de febrero desde un hospital de Londres, donde aseguraba, en un tono más optimista y esperanzador, que estaba recibiendo el tratamiento adecuado para curar una inflamación glandular provocada por una supuesta infección viral, que, como ahora, le producía accesos de temblores y fiebre.
"Estoy en Londres, descansando, mientras recibo un tratamiento que empecé hace pocos meses, en un proceso para recuperarme, si Dios quiere, de un microorganismo", se leyó también, en aquella ocasión, en las primeras páginas de los periódicos de Jordania. La misiva vino entonces a justificar la ausencia del soberano en un momento especialmente crítico para su país, que se sentía amenazado y sacudido por los presagios de una nueva guerra entre los Estados Unidos e Irak.
Esta vez, en cambio, el anuncio de la enfermedad se produce en un momento políticamente anodino. De ahí que la carta adquiera tintes de alarma desgarradora, sobre todo porque contiene implícitamente otro mensaje aún más trágico: que la enfermedad es irreversible.

Mecanismos sucesorios


El tono del documento, voluntariamente distante, técnico y frío, no llega a esconder la preocupación y la angustia lógicas de un hombre, aún joven -a las puertas de los 64 años- al que la vida ha empezado a escapársele entre las manos y cuyo único remedio, la quimioterapia, podría encerrar, según él mismo reconoce, desastrosas e irreparables consecuencias.
"Es el miedo a la muerte. Es el principio de un largo adiós", se asegura en los salones elegantes y refrigerados de las cancillerías europeas de Ammán, mientras se especula con enigmáticos tratamientos, aderezados por los comentarios o las confidencias recogidas de los labios de cualquier servidor de palacio. Es el bisbiseo, el murmullo que precede al silencio eterno, mientras los tabúes y las reservas parecen haber empezado a saltar por los aires, hechos añicos, poniendo así fin a años de hermetismo y discreciones cortesanas.
Como si todo estuviera preparado y ensayado de antemano, los mecanismos sucesorios se han puesto ya en marcha. El príncipe Hassan, el hermano menor de Hussein, ha empezado a asumir las tareas de Estado, incluida una sorprendente y reciente mediación entre palestinos e israelíes para que se sentaran de nuevo a la mesa de negociaciones. Estos mecanismos sucesorios se activaron, de hecho, hace ya más de un año, cuando los primeros síntomas de la enfermedad del monarca empezaron a ser alarmantes y sus ausencias, reiteradas. Pero ahora son, voluntariamente, mucho más notorios.
El príncipe Hassan, de 50 años, casado con la princesa Sarvath, padre de un niño y de tres hijas, tiene doce años menos que su hermano. El regente es un hombre nervioso, que habla siempre de manera agitada, "como si fuera una ametralladora" y estuviera a punto de perder el tiempo, asegura uno de los biógrafos oficiales de la corte, el general mayor británico James D. Lunt, ex asesor militar del soberano y animador de la famosa Legión Arabe.
Hassan es un hombre de formación humanista, especializado en temas económicos, fundador de la Jordan´s Royal Scientific Society, apasionado jugador de polo y gourmet avezado, lo que no le impide, a la vez, seguir la discusión o participar en el debate de un intrincado problema técnico financiero sin aburrirse ni bostezar.
El príncipe parece, sin embargo, incapaz de desarrollar esa empatía que le da a su hermano la posibilidad de comunicarse en cualquier momento con su gente, incluso en los momentos más difíciles de la historia.
Pero, lo que es más grave, el futuro monarca de Jordania no se siente en absoluto atraído por la vida militar o la maquinaria de guerra que durante todos estos años le han permitido al rey Hussein convertirse en el jefe moral, político y militar del país, cohesionando, desde la carlinga de un avión o la torreta de un tanque, a toda una nación y, sobre todo, a un ejército.

Ingeniería diplomática

La herencia política que el rey Hussein deja a su hermano es una pesada carga en la que se acumulan problemas y tensiones de todo tipo. La armazón diplomática edificada por el soberano durante su reinado es una complicada obra de ingeniería próxima a la cuadratura de un círculo en la que conviven las excelentes relaciones políticas con los Estados Unidos o el acuerdo de paz firmado con Israel en 1994, y los estrechos vínculos comerciales que lo unen con el régimen de Saddam Hussein. Este regala cada día a Jordania cuarenta y ocho mil barriles de petróleo, y recientemente ha prometido, entre otras cosas, construir un oleoducto hasta el puerto de Aqaba, invirtiendo en la obra más de 350 millones de dólares.

Red de alianza

AMMAN.-(El País) LA sociedad jordana -cerca de tres millones de habitantes, de los cuales una amplia mayoría son de origen palestino- digiere con dificultad el entramado de alianzas políticas diseñadas en los últimos años por su soberano. Los movimientos fundamentalistas, factor desencadenante de las últimas revueltas de Irbid y Maan en febrero último, ven, por ejemplo, con desagrado los vínculos del monarca en el Estado hebreo, que constituyen, junto con Egipto, una excepción en el mundo árabe.
La condena a nueve meses de prisión dictada recientemente contra el dirigente musulmán Leith Choubeilat por haber promovido una manifestación pro iraquí y antiisraelí complica aún más las relaciones de la corona con los integristas, a pesar de que el soberano ha tenido la precaución de incluir en su gobierno a Basam Emmoush, un ministro vinculado a los Hermanos Musulmanes. La última apuesta política del rey Hussein, el pacto de paz con Israel, le está costando a Jordania su propia paz interior, lo que le impide ahora a su soberano sumergirse con tranquilidad en su propio silencio. .
Ferran Sales 
 


 

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