miércoles, 5 de agosto de 2015

EE.UU. NIXON. LOS ESCANDALOS EN WASHINGTON: CORRUPCION EN LA CASA BLANCA

Diario "Clarín". Buenos Aires, 8 de agosto de 1999.

LOS ESCANDALOS EN WASHINGTON: CORRUPCION EN LA CASA BLANCA
  Hace 25 años, caía Nixon acosado por el Watergate

La prensa descubrió que espiaba a la oposición Ante el riesgo de un juicio político, el ex presidente renunció


Por ALEJANDRA PATARO. De la Redacción de Clarín.
El escándalo del Watergate se había convertido en una bestia que amenazaba con tragarse a toda la Casa Blanca. Las investigaciones de la prensa y la fiscalía cerraban un cerco cada vez más asfixiante sobre la figura de Richard Nixon. ~Dios, enjuiciar al presidente!, disparó enfurecido el mandatario una noche de abril de 1973. La sola idea de terminar en el banquillo de los acusados lo enloquecía. Hoy soy el único en este maldito mundo que puede hacer algo, y ustedes lo saben. Impidan que todo esto estalle, le ordenó a su secretario de prensa, mientras desperdigaba insultos a sus enemigos: Esos malditos caníbales. si bien intentó impedir que todo estalle, en lo que más adelante se transformaría en la prueba más clara de obstrucción de la justicia y abuso de poder, todo estalló, y Richard Nixon anunció hace 25 años, el 8 de agosto de 1974, su renuncia.La caída de la administración del republicano, tras cinco años en el poder, fue tan estrepitosa que muchas cosas en Estados Unidos ya no volverían a ser lo mismo. A los ojos de la opinión pública estadounidense, sobre la Casa Blanca se posó un manto de escepticismo que reveló a Washington como un nido de corrupción. La renuncia del presidente marcaría el fin de la inocencia y una pérdida de confianza sin precedentes en las instituciones.Las investigaciones de los jóvenes periodistas del diario The Washington Post Bob Woodward y Carl Bernstein sobre el Watergate llevaron a la prensa a ocupar un nuevo rol como el sabueso dipuesto a remover el polvo y mostrar los trapos sucios. La presidencia de Nixon, estigmatizada por el escándalo, contó sin embargo con algunos aciertos en política exterior a favor de la estabilidad mundial, con la colaboración de su secretario de Estado, Henry Kissinger. Las históricas visitas del ex jefe de la Casa Blanca a Beijing y Moscú en 1972 pusieron paños fríos a las tensiones con China y la ex Unión Soviética. La iniciativa para poner fin a la guerra de Vietnam y la salida de los estadounidenses de Indochina son otro hito.Pero ni el primer paso del hombre en la Luna ni las cumbres con el líder ruso Leonid Breznev permiten, 25 años después de su renuncia, hacer un raconto de la presidencia de Richard Nixon sin tropezar con el escándalo.Su exacerbada ambición por el poder y con una mente atormentada por enemigos que dibujaba en cada sombra, Nixon utilizó todos los medios a su alcance para acechar a sus adversarios demócratas. Se espió, se interceptaron teléfonos, se aceptaron sobornos para comprar silencios y se vendieron embajadas por 250.000 dólares para pagar esos sobornos. Y además, todo lo que se decía en la Casa Blanca quedaba grabado secretamente en cintas que todavía despiertan asombro.El sistema para estas grabaciones clandestinas fue instalado por primera vez en el Salón Oval en febrero de 1971, y se activaba con sensores de voz que absorbían el eco de cada palabra, incluso las de Nixon, en un mecanismo que se concibió como un arma contra sus enemigos pero que devino en un arma contra el presidente.Alguien advirtió a la prensa. Y The New York Times le dedicó parte de su tapa en un artículo, en junio de 1971. La fuga de información potenció la paranoia presidencial que ideó un equipo de plomeros para impedir nuevas goteras.El 17 de junio de 1972, The Plumbers entraron a las oficinas del Comité del Partido Demócrata ubicadas en el sexto piso del hotel Watergate para plantar más micrófonos y escuchar a la oposición. La policía arrestó a los cinco hombres, considerados no más que ladrones comunes, en un incidente que disparó la curiosidad periodística de los hombres del Washington Post, alentados por una fuente que nunca fue revelada y que adquirió el nombre de Garganta Profunda.El acecho de la prensa creció. Los investigados comenzaron a hablar. El Senado dedicó sesiones al escándalo. Y finalmente el fiscal independiente Archibald Cox descubrió lo que Nixon y sus asesores habían intentado ocultar: las cintas.La furia del presidente quedó plasmada en las mismas cintas que lo hundirían: ¿A quién persiguen?, gritó Nixon aquella noche de abril del 73. Me persiguen a mí, al presidente. Odian mis agallas.Para octubre de 1973, la opinión pública pedía la acusación del presidente. A mediados del año siguiente la Cámara de Representantes aprobó tres acusaciones contra Nixon, quien finalmente confesó haber sido informado de la irrupción en el edificio del Watergate y de haber intentado obstaculizar las investigaciones.Con su popularidad deshecha y consciente de que no tenía posibilidad de salir airoso de un juicio político, un acorrolado Richard Nixon anunció su renuncia el 8 de agosto de 1974 para iniciar ese proceso de curación que tan desesperadamente se necesita en América, dijo. Su vice, Gerald Ford, asumió la presidencia. 

Diario "Clarín". Buenos Aires, 8 de agosto de 1999.
 
Diario "La Nación". Buenos Aires, 26 de mayo de 2009.






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