Viernes 05 de julio de 2002
La teoría de los dos mundos
Por Diego Ramiro Guelar
Para LA NACION
Para LA NACION
WASHINGTON
La imagen del secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Paul O´Neill, y del astro del rock Bono juntos en gira por Africa recorrió el mundo entero. Dos semanas enteras visitando escuelas, hospitales, orfanatos y leprosarios. ¿Propaganda, gesto simbólico o populismo? No, mensaje político directo y claro.
El presidente George W. Bush accedió a la presidencia lanzando una propuesta ideológica contundente que bautizó compassionate conservatism
("conservadurismo caritativo"). Su contenido era directo y simple:
sociedad de mercado pero con sensibilidad frente a los problemas de
extrema pobreza o exclusión. Esta visión del mundo pretende maximizar
los instrumentos capitalistas como los más apropiados para resolver los
problemas de empleo, crecimiento, inversión, financiamiento, etcétera,
sin intervención del Estado u organismos multilaterales públicos.
La imagen del secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Paul O´Neill, y del astro del rock Bono juntos en gira por Africa recorrió el mundo entero. Dos semanas enteras visitando escuelas, hospitales, orfanatos y leprosarios. ¿Propaganda, gesto simbólico o populismo? No, mensaje político directo y claro.
Obligación moral
La excepción central a esta regla son los países más pobres de Africa (expresamente decidido en conjunto por los ocho países más desarrollados del mundo en su Cumbre de Kananaskis, reunida en Canadá el 26 y 27 del mes pasado), a los que se les deben otorgar, en forma selectiva y condicionada a reformas institucionales, programas de asistencia especialmente dirigidos a combatir el sida y la mortalidad infantil.Este Segundo Mundo es el de los desheredados y marginados extremos, a los cuales las reglas del mercado no se les pueden aplicar en forma pura (al menos por ahora). Respecto de este Segundo Mundo, es de buenos cristianos derivar recursos públicos (de los contribuyentes, léase plomeros y carpinteros) como obligación moral y sin restricciones nacionales o raciales.
Para esta concepción, todo el resto de la humanidad pasa a la categoría de "Primer Mundo". En éste, las naciones, las empresas, los bancos, los inversionistas, los ahorristas y hasta las grandes empresas de auditores deben asumir sus riesgos y responsabilidades sin pretender la protección de "papá Estado". Los gobiernos que administran mal deben ser removidos; los bancos que prestan a quien no puede pagar deben recapitalizarse o cerrar; los ahorristas o inversores que han colocado su dinero en bancos, empresas o países que quiebran deben aceptar sus pérdidas. Los países deben pagar sus errores con sacrificio; las empresas y bancos, con su propia existencia; los dirigentes políticos, ejecutivos de empresas y contadores, con la prisión. Los valores son claros: premios y castigos, equilibrio natural entre ganadores y perdedores, sólida ética para diferenciar el bien del mal y contribuir a paliar el sufrimiento de los absolutamente excluidos.
Liderazgo de los ricos
Sin lugar a dudas, esta concepción tiene muchos aspectos positivos. Por ejemplo, en temas como el pago de la deuda externa se acerca al viejo planteo de la "corresponsabilidad entre acreedores y deudores" (ya planteada por el canciller argentino Luis M. Drago en 1902), que permite sincerar los abultados pasivos de las naciones en vías de desarrollo esquilmadas por décadas de usura y corrupción. También termina con las ganancias infladas por inescrupulosos CEO y sus socios de firmas de auditores para estafar a accionistas y al fisco. Y pone énfasis en la responsabilidad, la moralidad y la honestidad de los actores económicos, levantando privilegios y protecciones corporativas.Tiene un solo peligro: que la aplicación de la doctrina se ejecute en forma extrema, fanática, sin matices ni evaluaciones más particulares y específicas. Así puede convertirse en dogma y, en vez de curar, el efecto puede ser romper.
La sociedad global, el mundo como pequeña aldea y los Estados Unidos como única superpotencia son un fenómeno nuevo y frágil. El terrorismo y la quiebra de grandes empresas y bancos contribuyen a aumentar los desequilibrios históricos que han llevado a que más del 60 por ciento de la población mundial viva con menos de dos dólares diarios.
Por más que queramos simplificarlo, existen muchos más de dos o tres mundos en nuestro planeta. Entenderlos, conocerlos e identificarlos sin estereotiparlos es uno de los desafíos de la globalización. Los más ricos, organizados y exitosos tendrán que proveer el liderazgo y el ejemplo. .
Diego Ramiro Guelar es embajador argentino en los Estados Unidos.
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