lunes, 8 de junio de 2015

O.N.U. 2013 La duda que siempre regresa: ¿para qué sirve la ONU?






Las revueltas árabes / La crisis diplomática / El escenario

La duda que siempre regresa: ¿para qué sirve la ONU?

Por   | LA NACION
PARÍS. -Cuando una acción militar de Estados Unidos y Francia contra Siria parece ahora más lejana que anteayer, pero aun así irreversible, la cuestión del marco legal de esa intervención todavía no fue resuelta. La parálisis del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, debido a la oposición de Rusia y China, vuelve a poner bajo la lupa la utilidad del organismo, históricamente criticado por lo que no llega a hacer o por las crisis que no logra evitar.
En los años 60, evocando la ineficacia del organismo, el general Charles de Gaulle solía referirse a la organización internacional como "esa cosa que llaman ONU". Y no era el único . Desde su creación en 1945, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) fue acusada de "impotencia" para resolver las crisis más agudas.
Pero ¿hay que acusar a la organización o a sus Estados miembros?
"La ONU siempre fue el instrumento que permitió a las naciones que la componen esquivar la responsabilidad de sus fracasos [Somalia, Bosnia, Ruanda] e imputarlos a esa institución supuestamente superior a ellos mismos", señala Alexandra Novosseloff, especialista de ONU en el Centro Tucídides, Universidad París II.
Inscripta en la agenda del Consejo de Seguridad con el nombre genérico de "Situación en Medio Oriente", la crisis en Siria fue víctima -hasta hoy- de la profunda división de sus miembros en torno a la solución adecuada. Esa parálisis, sin embargo, no significó una total inacción.
Desde abril de 2012, la ONU envió a Siria misiones de observación y nombró enviados especiales para intentar una mediación. En el terreno, su oficina de coordinación de asuntos humanitarios y todas las agencias del sistema de la ONU hicieron un trabajo formidable para proteger y ayudar a los más de dos millones de sirios refugiados en países vecinos.
En cuanto a las armas químicas, si bien al comienzo todos los miembros del Consejo parecían de acuerdo en que su utilización constituía la "línea roja", una vez que las pruebas comenzaron a afluir las divisiones perduraron.
Cuando Estados Unidos y Francia finalmente intervengan sin la autorización de la ONU -como todo parece indicar-, la acción del Consejo de Seguridad quedará entre paréntesis durante bastante tiempo, excepto para transformarse en una tribuna para los adversarios de la opción militar. Pero esa acción será ilegal para el derecho internacional.
Los aliados podrían obtener legitimidad política en la ONU invocando el concepto de "responsabilidad de proteger" a las poblaciones civiles. Pero nada es menos seguro: "Se trata de un principio muy controvertido y hasta se puede apostar a que nunca obtendrá los votos necesarios para la adopción de una resolución en el Consejo. En ese caso, ni Rusia ni China tendrían necesidad de activar su derecho a veto", explica Novosseloff.
En el marco de la ONU, pero fuera del ámbito del Consejo de Seguridad, hay otras opciones. La primera consiste en reunir la Asamblea General. Esa convocatoria es posible en casos en los que "parece existir una amenaza contra la paz o un acto de agresión y, porque el Consejo de Seguridad no puede asumir su responsabilidad primera, el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, ante la ausencia de unanimidad entre sus miembros permanentes". En 1950, una coalición de 21 países liderada por Estados Unidos intervino así en Corea bajo mandato de la ONU.
El artículo 51 de la carta de la ONU evoca "el derecho natural de legítima defensa, individual o colectiva, en el caso en que un miembro del organismo fuera objeto de una agresión armada, y hasta que el Consejo de Seguridad haya tomado las medidas necesarias para mantener la paz y la seguridad internacionales". En teoría, países como Turquía o Israel podrían reclamar la aplicación de una "legítima defensa colectiva", invocando las violencias cometidas junto a sus fronteras por el régimen sirio.
Por último, para evitar el veto ruso, los aliados podrían apelar a la Convención sobre la Prohibición de Armas Químicas, un tratado de desarme vigente desde 1997 y del cual Siria no es signataria.
Por el momento, tanto Barack Obama como su par francés, François Hollande, hacen todos los esfuerzos para dar legitimidad a la intervención militar: sin estar obligado, el presidente estadounidense anunció ayer que consultará al Congreso de su país. El miércoles, Hollande "informará" a ambas Cámaras, pero sin pedir una votación.
Pero si la misión "punitiva" contra el régimen de Bashar Al-Assad debiera realizarse sin el aval de la ONU, ésta no sería la única vez.
En 1999, la OTAN intervino en Kosovo contra las fuerzas de Slobodan Milosevic sin acuerdo del Consejo de Seguridad. En aquel momento, la secretaria de Estado, Madeleine Albright, defendió la tesis de una intervención "ilegal, pero legítima".
El ejemplo kosovar, que debía ser una excepción, constituyó finalmente un precedente. En 2003 fue utilizado por George W. Bush para invadir Irak sin mandato de la ONU. Hoy, a pesar de las diferencias de contexto, son muchos los que lo invocan.
¿Para qué sirve entonces la ONU? Como organización intergubernamental sólo es -por naturaleza- la suma de los Estados que la componen. En otras palabras, es el reflejo del acuerdo o la división de sus miembros. Y el caso sirio no escapa a esa regla implacable..
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El FBI, alerta por posibles represalias en EE.UU.

WASHINGTON (EFE).- Un bombardeo a Siria podría tener como efecto colateral ataques terroristas o cibernéticos contra Estados Unidos o sus aliados, por lo que el FBI aumentó sus niveles de vigilancia y alerta, según informó ayer The New York Times.
De acuerdo con el diario neoyorquino, el Departamento de Seguridad Nacional y el FBI enviaron un boletín secreto a sus agentes para alertarlos de las "amenazas potenciales" que pueden surgir.
Las autoridades están preocupadas sobre todo porque Irán insinuó que habrá represalias contra Israel si Estados Unidos decide atacar Siria en las próximas semanas.
Además, los iraníes también se mostraron dispuestos a patrocinar ataques terroristas contra objetivos estadounidenses, de acuerdo con los funcionarios consultados por el diario, que hablaron bajo anonimato.
También existe el temor a que una acción militar estadounidense en Siria desencadene ataques cibernéticos, señala el diario.
La semana pasada, la web del Times sufrió un ataque presuntamente del Ejército Electrónico Sirio, un grupo de piratas informáticos partidarios del presidente de Siria, Bashar al-Assad.
FBI aumentó su vigilancia sobre los sirios que residen en Estados Unidos, especialmente sobre quienes tienen alguna investigación abierta, agregó el diario.
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Crece la desconfianza entre los franceses



   PARÍS (Reuters).- La mayoría de los franceses no quieren que Francia participe de una acción militar contra Siria y tampoco confían en que el presidente François Hollande sea capaz de conducirla, según los resultados de un sondeo difundido ayer.
El sondeo de la firma BVA reveló que el 64% de los franceses se oponen a una acción militar, mientras el 58% no confía en que Hollande pueda dirigirla y el 35% teme que pueda "encender toda la región" de Medio Oriente.
Otros dos sondeos de opinión publicados la semana pasada habían indicado un respaldo moderado entre los votantes para una intervención militar en Siria.
El principal partido de la oposición, el conservador UMP, le pidió ayer a Hollande que espere las conclusiones de los inspectores de la ONU que estuvieron en el terreno antes de decidir una eventual intervención.
En declaraciones al diario Sudouest, el líder del UMP, Jean-François Copé, advirtió ayer al presidente Hollande "contra un cierto seguidismo" de Estados Unidos en la crisis siria y le pidió al mandatario que aporte "las informaciones necesarias" al resto de la clase política.
"Sólo si la utilización de armas químicas queda establecida se debe poner sobre la mesa una intervención precisa y limitada en el tiempo cuyo objetivo no sea derrocar al régimen", subrayó el líder opositor..
 
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La amenaza de bombas acelera la fuga de Siria

MASNAA, el Líbano (AFP).- Una marea de familias sirias abandonan el país a través del puerto fronterizo libanés de Masnaa para huir de la violencia y la amenaza de ataques estadounidenses.
Desde hace casi un año, la ONG qatarí Al-Asmah, financiada con dinero de ricas familias del emirato, instaló un centro de paso para refugiados sirios. Allí pueden aprovisionarse de cajas de alimentos y de objetos de primera necesidad, y basta con un documento de identidad sirio para que no les pongan impedimentos.
"En los últimos días, desde las amenazas estadounidenses, el número de familias que vemos pasar se duplicó", explicó el director de la operación, Omar Mohamed Koeis. "Ayudamos a entre 60 y 70 familias por día."
En un estacionamiento, Amer Abed, un desempleado de 27 años de los suburbios de Damasco, vacía el baúl sobrecargado de su viejo Mercedes en una pequeña camioneta. Del auto salen mujeres con mirada cansada, que sostienen a chicos en brazos.
"Yo deseo los ataques estadounidenses", lanza Amer a los periodistas extranjeros.
Y explica: "Ustedes, los periodistas, y el mundo entero ven nuestro país en llamas y no hacen nada. El odio se adueñó de nuestros corazones. Deseo estos ataques porque si los estadounidenses nos atacan y nos matan de veras, los árabes quizás acaben uniéndose para defendernos"..
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El escenario

Una jugada maestra rusa muy difícil de llevar a la práctica

Por   | LA NACION
PARÍS.- La propuesta rusa de poner bajo control internacional las armas químicas sirias tiene todo el aspecto de ser un golpe maestro capaz de desactivar la amenaza de intervención militar occidental. También podría ser una brillante maniobra diplomática, asociada a un bluff estratégico.
En teoría, la idea conviene a todo el mundo, pues permite a cada uno salir dignamente del pantano en el que estaba sumergido. Tan así es que el mismo Barack Obama reconoció que "analizó" la posibilidad con Vladimir Putin en el imprevisto aparte de 30 minutos que mantuvieron el viernes, en la plenaria del G-20 de San Petersburgo.
Pero las cosas se complican, sin embargo, desde el punto de vista concreto, porque existen numerosos obstáculos para la realización de semejante proyecto.
"Cuando aparece la pregunta «¿cómo hacer?», comienzan los problemas", advirtió ayer el ministro de Relaciones Exteriores francés, Laurent Fabius.
Para los expertos en desarme, la problemática de esa propuesta no es de orden técnico, sino táctico. Pues antes de poner bajo llave o destruir los agentes químicos, primero hay que apoderarse de ellos. Y hay que poder sacarlos de un país que se encuentra en plena guerra civil.
"Uno de esos problemas es hallar voluntarios para ir a Siria y después sacar esas armas. Hasta el momento, nadie propuso, por ejemplo, una fuerza de interposición de la ONU para desplegar en el terreno. Por una razón muy simple: nadie quiere enviar sus hombres a Siria", afirma el especialista francés Pierre Servan.
En todo caso, por el momento es imposible calcular cuánta gente sería necesaria para realizar esa operación, pues Siria nunca adhirió a la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OIAC) y, por lo tanto, nunca declaró sus reservas. Y ese cálculo depende, justamente, del tonelaje de agentes químicos que deben ser tratados.
Si bien el primer protocolo de prohibición de armas químicas se firmó en Ginebra en 1925, después de los horrores de la Primera Guerra Mundial, la comunidad internacional completó esa interdicción en 1993, en París, con la Convención sobre la Prohibición de Armas Químicas (CIAC).
Ese tratado internacional, que entró en vigor en 1997, no sólo proscribe el desarrollo, producción, compra, venta, almacenamiento y uso de armas químicas, sino que define las etapas de su destrucción. Los países signatarios no pueden usar esos agentes, pero tampoco participar en operaciones militares junto a Estados que las utilicen.
Las armas químicas sirias no serán destruidas en ese país, sino enviadas hacia instalaciones especializadas al extranjero, un proceso que puede llevar años. Si se pretende que esa operación sea realizada por la ONU, algún país deberá poner sus tropas a disposición. En otras palabras, permitir que sus hombres vayan a patrullar en plena guerra civil.
En el ámbito de las sospechas, muchos piensan que hay tantas incógnitas en torno al volumen de esas armas químicas, que los occidentales estiman en unas 1000 toneladas, que será imposible tener la seguridad de que serán destruidas en su totalidad.
"Todo dependerá de la voluntad siria", confirma el especialista belga en cuestiones de defensa, Joseph Henrotin. "El régimen utilizó los agentes químicos por razones tácticas el 21 de agosto pero, en realidad, esas reservas existen para responder a la amenaza del arsenal nuclear israelí. Se trata de una cuestión de orden estratégico", agrega. En esas condiciones, es posible interrogarse sobre la disposición de Damasco de entregar la totalidad de su arsenal.
Los especialistas afirman que el régimen posee grandes cantidades de gas sarín, gas mostaza y VX, todos agentes conocidos, cuya destrucción está perfectamente controlada.
"Además se requiere una gigantesca logística para transportar esos agentes a Rusia o a Estados Unidos a fin de ser destruidos", afirma Henrotin.
Por último, la comunidad internacional deberá preocuparse de las instalaciones de fabricación de esas armas. Si, como anticipo ayer, Siria decide adherirse a la OIAC, estará obligada a desmantelar sus fábricas o convertirlas para fines civiles. La gran incógnita es cómo hará Al-Assad para llevar adelante esos gigantescos cambios en plena guerra civil..
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Damasco se resigna a vivir en un espejismo de normalidad

Los habitantes de la capital se habitúan al ruido de las bombas y a la amenaza constante
DAMASCO.- "Estamos cansados, un bombardeo es lo último que necesitamos, ya hemos visto mucha guerra." Una joven cubierta con un velo sale al encuentro del grupo de periodistas que visita Jaramena, un distrito a menos de ocho kilómetros del centro de Damasco. La joven, que dice llamarse Zaina, no puede terminar de hablar porque una anciana que pasea a su nieta de cuatro años la interrumpe a gritos: "¡Díganle a Obama que si bombardea Siria sólo perjudicará a gente que ya lo perdió todo".
El grupo en torno a los periodistas extranjeros va haciéndose más y más numeroso. "No tenemos miedo porque Siria ya demostró que puede resistirlo todo", dice Ahmed, un refugiado que dejó su Homs natal buscando refugio en Damasco y que diariamente acude a la plaza El Suyuf (Las Espadas) en busca de trabajo como jornalero. Junto a el, una docena de hombres espera desde el alba al capataz de una obra cercana. Pero hoy no hay trabajo y todos quieren hablar. "Yo sólo temo a Dios. Ni a Estados Unidos, ni a Francia, ni a Israel", dice el mayor de todos. El más joven lo releva: "A mí lo que me da miedo no son los ataques de afuera, sino los de adentro".
Pronto el grupo se hizo tan voluminoso que invade la calle e impide el tráfico. Los soldados de Bashar al-Assad lo disuelven. Pero Imad, el jefe de la expedición, con atuendo paramilitar y menos de 30 años, no forma parte del ejército, sino de los llamados comités de autodefensa: civiles armados por el régimen que trabajan codo con codo con las unidades regulares. Jaramana, que era un distrito obrero habitado principalmente por drusos y cristianos, se convirtió hoy en refugio para más de 500.000 desplazados. Su población casi se ha duplicado desde que se inició el conflicto.
Para regresar al centro de Damasco hay que usar la ruta del aeropuerto, una zona disputada por los rebeldes. La ruta atraviesa Beit Sahem, que ofrece al automovilista una silueta de edificios calcinados. "No saquen fotos -advierten los soldados-, los tejados están llenos de francotiradores."
Los combates se alejaron algunos kilómetros del centro de la capital en los últimos meses, pero el intercambio de disparos es perfectamente audible desde la céntrica plaza de Yusuf al-Asme, tanto de día como de noche. Los damascenos aprendieron a ignorarlos. O hacer como que no los oyen.
"Son ya más de dos años. Forman parte del paisaje", exclama con resignación Saad, cuando el restaurante en el que trabaja de sol a sol retumba con una explosión que, como experto, es capaz de ubicar con toda precisión: proviene de los suburbios del Sudoeste, Muadamiya y Daraya.
No hay acopio de alimentos y ya no son frecuentes los cortes de luz. Nada parece alterar ya el ánimo de sus habitantes. Ni la guerra civil a la que se vieron obligados a acostumbrarse ni la amenaza de un ataque norteamericano. "Quizá nos hemos vuelto escépticos después de tanto tiempo", dice con una media sonrisa Marwan Shahoud, empresario de Latakia, de visita de negocios en la capital.
El eco de los combates en los suburbios se mezcla con la música brasileña del hilo musical. No es una excepción. Damasco entero es una enorme ilusión óptica. Un decorado idílico que disimula el infierno.
"¿Me pregunta usted cómo veo Damasco?", dice Marwan sonriendo mientras apura su cigarrillo recostado en su silla. "Escriba que esta ciudad está esperando a Godot", en alusión a la obra de Samuel Beckett. "¡Pero recuerde que Godot nunca llega!", agrega entre carcajadas. Claro que eso ni Vladimir ni Estragon lo saben.
© El País, SL.
 
 
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