Domingo 01 de diciembre de 2013
Una estrategia renovada / Desde América y Europa hasta Asia y Medio Oriente
La hora de la diplomacia: las potencias vuelven a confiar en el diálogo
El
vacío de poder que impedía solucionar conflictos fue sustituido por
acuerdos; ante la ausencia de una potencia dominante y por la crisis, la
opción militar pierde fuerza
Algo
importante, raro y positivo sucedió hace unos días: Estados Unidos e
Irán negociaron públicamente por primera vez en 34 años. Su mutuo
desprecio, al igual que el odio que separa a israelíes y palestinos,
modeló alianzas en Medio Oriente y provocó terror y guerras, en estos años.
El acuerdo sobre el programa nuclear iraní, anunciado el 25 de noviembre,
no puso un punto final a todo eso ni mucho menos, pero tuvo la virtud
de confirmar una tendencia que muchos presentían: la decisión de las
potencias de privilegiar la diplomacia y alejarse -por ahora- del dios
Marte.En septiembre, la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) había escuchado al presidente de Irán, Hassan Rohani, y a Barack Obama afirmar que estaban dispuestos a abrir las puertas al diálogo. Detrás de esas afirmaciones había una diplomacia secreta: el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, y el ministro de Relaciones Exteriores iraní, Javad Zarif, negociaban entre bambalinas desde hacía meses los límites de esa nueva "primavera".
Obama y los dirigentes políticos en general parecen haber escogido ese camino para tratar los expedientes más complicados de sus administraciones. Una vía históricamente privilegiada por la Unión Europea (UE), que carece de sistema de defensa militar común.
Así parece suceder con el conflicto que enfrenta a israelíes y palestinos desde hace 50 años. Aunque algunos sonríen con incredulidad, el clima en la región cambió y hubo un reacercamiento. Los dirigentes israelíes parecen más propensos a un acuerdo, y los palestinos -si son capaces de superar sus propias diferencias- también demuestran una actitud más constructiva. En verdad, las convulsiones que agitan el resto de la región hacen aparecer necesario un acuerdo de paz, aunque sea limitado.
El tercer episodio que marcó recientemente el gran retorno de la diplomacia en el mundo fue el papel determinante de Rusia en la crisis siria. Hace poco más de dos meses, el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, y el secretario de Estado, John Kerry, anunciaron en Ginebra un acuerdo que debería llevar a la destrucción del arsenal de armas químicas de Bashar al-Assad.
El pacto, que impidió la intervención militar occidental contra Siria y evitó a los presidentes implicados (Obama y François Hollande, en particular) hacer gastos extravagantes y enfrentarse a sus opiniones públicas, hostiles a toda acción militar, representó el mejor ejemplo de la nueva tendencia: la diplomacia, ese venerable aunque insatisfactorio arte del compromiso, volvió a ocupar el epicentro de la política exterior en gran parte del mundo.
¿Quiere decir esto que se terminó la época -iniciada después de la Guerra Fría y acentuada en los últimos años- en que un aparente vacío de poder impedía la resolución de conflictos? "Todo lo contrario. En este mundo multipolar nadie tiene los medios económicos, militares o políticos para imponer su voluntad. En ese caso, la única solución es la negociación", dice el geopolitólogo Pascale Boniface, director del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS, por sus siglas en francés). Así lo demostraron las experiencias de Afganistán e Irak.
"Aventuras militares"
Uno de los mejores ejemplos de esta nueva realidad es Colombia, donde después de más de medio siglo de un sangriento enfrentamiento sin ganadores ni vencidos, el gobierno y las guerrillas del ELN y las FARC decidieron negociar para poner término a un conflicto que provocó unos 600.000 muertos y cerca de 4.500.000 desplazados."Las aventuras militares ya eran inmensamente costosas cuando una superpotencia intervenía en un país incapaz de defenderse. Ahora, se volvieron prácticamente imposibles", afirma Boniface.
La intervención en Afganistán le costó a Estados Unidos 677.500 millones de dólares desde 2001. En Irak, la factura fue de 816.000 millones. El total de 1,5 billones representa 10% del PBI norteamericano. Sin hablar de las víctimas norteamericanas: 2095 en Afganistán y 4489 en Irak.
"Para imaginar el impacto financiero que tiene una operación militar, basta con saber que una hora de vuelo de Mirage F1 cuesta 10.000 euros. En el caso de un Rafale, la cifra llega a 27.000 euros", precisa el experto militar Pierre Servan.
Otro caso que pone de manifiesto el regreso de la diplomacia es Myanmar, la ex Birmania; gracias a la presión de Washington y Pekín, el diálogo reemplazó a la fuerza. Tras 15 años de intransigencia, la junta militar aceptó llamar a elecciones en 2010, liberar a la premio Nobel de la Paz Aung Sun Suu Ky y hasta ser reemplazada por un gobierno de ex militares reformistas.
Es verdad, las cosas eran más claras en la Guerra Fría, cuando Estados Unidos usaba su poderío diplomático, económico y militar para contener a la Unión Soviética.
Sin embargo, Washington aprovechó después la llegada de Mikhail Gorbachov y el ocaso del régimen para influir o resolver conflictos planetarios a través de su diplomacia. Así sucedió en Afganistán después de la intervención soviética, América Central, el sudeste asiático y el sur de África, al mismo tiempo que establecía, con sus aliados occidentales, los fundamentos de la futura seguridad europea.
Sería ilusorio pensar que nunca más habrá una intervención militar. Según la ex secretaria de Estado norteamericana Condoleezza Rice, "un diplomático depende siempre del balance de poder y no puede tener éxito si no comprende a la perfección el contexto estratégico en el cual negocia".
"A pesar de todas esas dificultades, la diplomacia sigue siendo la mejor opción", concluye Boniface.
El desaparecido líder israelí Yitzhak Rabin solía afirmar que nadie hace la paz con los amigos: "Hay que hacerla con los peores enemigos", precisaba. Esa frase podría servir para moderar la desconfianza del premier Benjamin Netanyahu, que califica de "error histórico" el acuerdo entre Irán y Occidente.
Por sus enormes implicancias en el tablero estratégico de Medio Oriente, Irán representa, sin embargo, una rara oportunidad para apaciguar esa convulsionada región. Como le sucedió a Richard Nixon con Mao Tsé-tung y a Ronald Reagan con Gorbachov, Obama parece haber comprendido que la estatura de un líder requiere trabajar siempre en favor de una paz negociada, aun cuando parezca inalcanzable..
Domingo 01 de diciembre de 2013
Ian Bremmer: "Con la negociación se pueden mover cosas, pero tiene sus limitaciones"
El
presidente de Eurasia Group, la principal consultora de riesgo político
del mundo, sostiene que los recientes acuerdos internacionales dejaron
vencedores y vencidos; entre estos últimos, el pueblo sirio y los
aliados de Estados Unidos
AIan
Bremmer lo llaman empresas multinacionales, fondos de inversión y jefes
de Estado. Quieren saber en qué país invertir, dónde dudar... y de
dónde escapar. Y él responde con conocimiento de causa, como fundador y
presidente de Eurasia Group, la principal consultora de riesgo político
del mundo.
De visita en Buenos Aires, Bremmer repasó con LA NACION su visión sobre los principales desafíos diplomáticos de la actualidad.¿El acuerdo con Irán sobre su programa nuclear es una victoria de la diplomacia?
Claro que sí, es una victoria. Si sos norteamericano es un buen acuerdo. Pero no es un buen acuerdo si vivís en la región, porque vas a ver un régimen más fuerte. Siria es el mismo caso. Hay un patrón. Estados Unidos no quiere quedarse atascado en Medio Oriente y usó un acuerdo para sacar las armas químicas de Siria y trabaja en otro para que los iraníes no tengan armas nucleares. Para Estados Unidos, el gran problema son esas armas, y estos acuerdos lo ayudan a desvincularse de la región. Sus aliados están muy preocupados.
¿Se justifica esa preocupación?
Desde su perspectiva sí se justifica. El acuerdo con Siria deja a Al-Assad más fuerte. E Irán también va a ser más fuerte. Si sos Israel o Arabia Saudita, que Irán tenga armas nucleares es solo uno de tus problemas con ese país. Preferirían ver un Irán débil y sin acuerdo.
¿Hay una nueva configuración en Medio Oriente?
Hay alineamientos más fuertemente sectarios, de sunnitas contra chiitas y contra quienes sostienen posiciones seculares y urbanas. De un lado están Arabia Saudita, los países del Golfo, Jordania, quizás Egipto. Del otro está un Irán fortalecido, Irak, los sirios y Hezbollah. En un tercer grupo estarían los kurdos, Israel y Turquía.
¿La diplomacia tiene un rol más importante que antes?
No hay duda de que Estados Unidos está mucho menos interesado en salidas militares que en los años de Bush. Pero la diplomacia, la negociación también tienen sus limitaciones. No se puede derrocar a Al-Assad con diplomacia. No vas a tener un cambio de régimen en Irán con diplomacia. No vas a frenar el apoyo a Hezbollah con diplomacia. Sí, se pueden mover cosas con diplomacia. Putin y Obama forjaron un acuerdo para que los sirios no vuelvan a usar armas químicas.
-Con su ambigua labor en Medio Oriente, más los escándalos de espionaje, ¿se deterioró la imagen de Estados Unidos?
-Sí, y deberíamos agregar otras cosas, como el cierre del gobierno, y también que Obama puso un equipo al frente de la diplomacia mucho más débil del que tenía en su primer mandato. Con todo eso la influencia de la política exterior en los últimos seis meses sufrió un deterioro.
Si Estados Unidos cayó en la mirada de afuera, ¿Rusia subió?
No lo creo. Creo que Putin tuvo algunos buenos meses como líder, pero no sé cuánto benefició al país. A Rusia no le está yendo bien, no es un país que atraiga inversiones. Se está volviendo más débil.
Otra potencia, China, se interesa menos en la diplomacia.
La participación de China a nivel internacional va a ser muy limitada, se va a concentrar en las áreas en las que tiene beneficios económicos directos. Esas áreas van a expandirse, porque se expande la economía china. Pero eso es muy distinto de decir que China va a crear un nuevo orden mundial. Sus relaciones son todas bilaterales, no está creando un juego de alianzas.
¿Por qué América latina no juega un mayor papel internacional? ¿No puede o no quiere?
México quiere involucrarse en el mundo, lo está haciendo. En América del Sur, en cambio, hay muchos desafíos internos y tienen la atención en esos desafíos. Las clases medias exigen más en economías que crecen menos.
¿Cómo ve a la Argentina?
-Claramente es un ambiente peor que antes. A nadie le importa que esté en el G-20. Es un lugar difícil para hacer negocios. En los últimos años nacionalizó inversiones extranjeras y hubo muy poca voluntad de escuchar los problemas de esos inversores. El acuerdo con Repsol es una señal de mejores decisiones. Vamos a esperar..
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