miércoles, 17 de junio de 2015

AMÉRICA LATINA. 2015. Iguales preguntas, respuestas distintas:¿cómo se puede pensar hoy América latina?

Debates

Iguales preguntas, respuestas distintas:¿cómo se puede pensar hoy América latina?

La muerte de Eduardo Galeano invita a mirar hoy las discusiones intelectuales sobre la región, que recuperaron intensidad en este siglo, y que no eluden el impacto -para algunos positivo, para otros disciplinador- de los avatares políticos
Por   | LA NACION
Región subdesarrollada o con una definición propia de desarrollo? ¿Una continuidad de destinos o un conjunto de experiencias singulares? ¿La región más desigual del planeta o la promesa de las sociedades multiculturales y plurilingües? Las preguntas sobre América latina -los extremos en los que, en muchas ocasiones, se mueven las respuestas- varían con el tiempo. Y desde el comienzo de este siglo parecen haber recuperado intensidad. En estos años, los gobiernos del "socialismo del siglo XXI" en Venezuela, Ecuador y Bolivia; las políticas integracionistas; la desigualdad persistente a pesar de la salida de millones de la pobreza; la nueva visibilidad de los reclamos indígenas; las vinculaciones políticas, académicas y económicas Sur-Sur, entre otras, parecen haber favorecido debates intelectuales más intensos.
La muerte, hace casi una semana, del escritor uruguayo Eduardo Galeano -uno de los emblemas de la tradición latinoamericanista- invita a renovar la mirada sobre el debate intelectual en la región para preguntarse qué líneas cruzan hoy las discusiones de ideas y cómo se relacionan los avatares políticos recientes con esos debates.
"Una de las novedades de los últimos quince años es que América latina vuelve a ser interpelada como región. No siempre ocurrió. Es más, en el siglo pasado hubo dos momentos en los que el debate intelectual acerca de la región se constituyó en un precipitado de ideas, búsquedas, fórmulas culturales, políticas y sociales muy creativas e intensas: las décadas del 20 y del 60. En la estela de los debates de los años sesenta se puede ubicar Las venas abiertas?, probablemente el ensayo más efectivo y exitoso del siglo XX en términos de recepción", apunta Patricia Funes, doctora en Historia y profesora titular de Historia Social Latinoamericana de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.
En esa línea, Funes pone por delante una pregunta. "Primero habría que preguntarse por la existencia cultural de América latina como colectivo. La mitad de la biblioteca dice que existe y la otra que no. Después de muchos años de trabajar el campo intelectual latinoamericano pienso que existe y una de las pruebas es la recurrencia de la pregunta por esa identidad desde el pensamiento de la emancipación hasta hoy, tanto en ensayística cuanto en las ciencias sociales". Para Funes, cuyo último libro es Historia mínima de las ideas políticas en América Latina, hay otra evidencia: "la comunidad/contemporaneidad de las preguntas, mas no de las respuestas, que se despliegan en una polifonía que muestra más diversidades que uniformidades".
Puestos a pensar en los temas concretos que pueblan los debates, los libros, los intercambios, hay líneas no siempre coincidentes. "El pensamiento crítico latinoamericano está recuperando la producción intelectual de la región de los años 60 y 70, extraordinariamente fecunda. ¿Cuál es el papel de América latina en el mundo globalizado? Hay una recuperación del pensamiento dependentista y un diálogo con las teorías del sistema mundial, además de una revitalización de las ideas en torno al colonialismo interno, que constituyen una fuente de legitimidad para los reclamos de los movimientos indígenas", apunta Julieta Rostica, investigadora del Conicet en el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe de la UBA (www.geca.sociales.uba.ar), autora con Inés Nercesian del libro Todo lo que necesitás saber sobre América Latina (Paidós).
"Hoy la región genera conocimiento sobre sí misma y sobre el sistema mundial tal como se hizo desde tiempos de la independencia. Es una identidad que recuperaron los gobiernos posneoliberales o progresistas de la región, a partir de la cual se pudieron ideas muchos de los proyectos de integración latinoamericana en marcha, como el Mercosur, el ALBA, la Unasur y la Celac", apunta Rostica.

Pensar con el terreno marcado

Hay quienes le adjudican otro impacto a la política de los últimos años. "La política ha tenido un efecto disciplinador. Ha partido el espacio público entre acólitos e impugnadores de los proyectos populares, y eso ha tenido un efecto empobrecedor para el pensamiento", dice Martín Bergel, investigador del Conicet y del Centro de Historia Intelectual de la UNQ. Y apunta diferencias con el debate europeo. "No hay entre nosotros un debate intelectual sobre el proyecto latinoamericano como lo ha habido sobre la utopía europea, en la que han hecho parte de sus principales apuestas político-intelectuales figuras como Habermas, Balibar o Negri -señala Bergel, integrante del Cedinci que dirige Horacio Tarcus-. En América latina, pareciera ser que la fuerza de la figuras presidenciales que han liderado el ciclo latinoamericanista que comienza en los 2000 tendió a imantar el debate público hacia grandes nombres (Chávez, los Kirchner, Correa) y a opacar las intervenciones de los intelectuales, que por lo generan han tenido que pronunciarse sobre un terreno ya marcado por los presidentes."
Es posible reconocer, de todos modos, debates que siguen marcando la época. "El principal tiene que ver con los modelos de desarrollo de los gobiernos progresistas de la región ", dice Bergel, en referencia a las recurrentes denuncias de investigadores y periodistas sobre su impacto en la sustentabilidad y los recursos naturales. El otro debate tiene que ver con "el giro estadocéntrico" de la discusión política en la región: "Hemos pasado del énfasis en la autoorganización social y política como terreno para la radicalización de la democracia a una veneración del Estado como única herramienta capaz de llevar a cabo procesos de transformación. Un terreno interesante para la discusión es cómo pensar de modo no excluyente, sino mutuamente fortalecedor, las relaciones entre sociedad civil y Estado".
"En algunos casos, los debates retoman temas clásicos: el desarrollo, por ejemplo (se debate acerca de un neodesarrollismo en la región). Sin embargo, hay temas que antes no entraban en el menú de los intelectuales: uno de los más desafiantes es la plurinacionalidad que rompe con al menos dos siglos de asociar el Estado a una idea homogeneizante de nación", apunta Funes. "Los intelectuales latinoamericanos tuvieron dominantemente dos pasiones: la nación y la revolución. La innovación de las últimas décadas ha sido la pregunta por una democracia deudora a la vez que propiciatoria de derechos e inclusiones, derechos individuales y colectivos, derechos de las mayorías y de las diferencias".
Rostica, por su parte, recupera la existencia de "un posicionamiento anticolonialista, pero también antiimperialista" y distingue "una posición aún más radical" en los pueblos indígenas del continente.
"El latinoamericanismo es una tradición de pensamiento que presiona hacia la uniformización en torno a un puñado de ideas-fuerza: el antiimperialismo, la unidad latinoamericana, la Patria Grande -describe Bergel-. La figura de Galeano es interesante porque en los últimos años parece haber manifestado cierta incomodidad frente a ese disciplinamiento." Suele pasar: el arte ilumina más audazmente su época. Resume Bergel: "Para pensar América latina, seguramente sea más inspirador Galeano que el galeanismo.".

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