Diario "La Nación". Buenos Aires,Lunes 12 de enero de 2015
Editorial I|
Las dos Coreas: cara y ceca
Aunque
conforman una misma península, el férreo dominio del comunismo en Corea
del Norte ha convertido a este país en uno de los más atrasados del
mundo
Es
el sueño de un científico social: crear dos naciones en un laboratorio,
para analizar cómo evolucionan según el sistema institucional que
adopten. Pero el caso de laboratorio existe en la realidad. Aunque
comparten el nombre y una península, las dos Coreas (la del Norte o
República Democrática Popular, y la del Sur, sencillamente República de
Corea) son un ejemplo real del experimento institucional. Después de 35
años de dominación japonesa, en 1945 la península fue dividida en dos
zonas ocupadas: el Norte, bajo influencia soviética,
y el Sur, dentro de la órbita de los Estados Unidos. Tres años después
se formaron las dos naciones para desgracia de los coreanos e interés de
los científicos sociales.
Corea del Norte
es el modelo perfecto del sistema comunista. Nada de democracia ni de
medias tintas socialistas. La fórmula es un marxismo-leninismo "nacional
y popular" denominado "Juche" en 1976, cuando se borró a Carlos Marx de
los libros de escuela. Siempre fue una dictadura sangrienta desde que
el primer Kim integró el gobierno provisional de posguerra.La igualdad perfecta y la dilución de todos los individuos en lo colectivo se logró mediante la supresión de las libertades personales, la homogeneización del relato y los campos de prisioneros políticos. La educación obligatoria alcanzó una alfabetización del 99% de la población, superior a la de los Estados Unidos. Pero no incluye la libertad de pensar ni el libre acceso informativo. Tampoco, oportunidades laborales fuera de las prioridades fijadas por el Estado. Prepara engranajes para insertarse en una maquinaria. Una verdadera cárcel, en la terminología de Michel Foucault.
La preocupación internacional por esa grave situación quedó plasmada en una resolución de 2014 del Comité de Derechos Humanos de la ONU, en la que se urgió al Consejo de Seguridad a que trasladara el caso de Corea del Norte ante la Corte Penal Internacional. Ese comité declaró que la situación de los derechos humanos en dicho país "excede a todas las demás en duración, intensidad y horror".
En Corea del Norte no hay consumismo. No hay derroche, sino escasez. No hay monopolios privados ni ánimo de lucro, pues todas las empresas son públicas. Tampoco hay diferencias entre ricos y pobres: todos son pobres.
Durante la posguerra, con el apoyo de la República Popular China, el PBI per cápita de ambos países era similar y aun el crecimiento económico de Corea del Norte era superior a su vecino del Sur. Pero cuando murió Mao Tsé-tung, en 1976, y China comenzó a coquetear con el capitalismo, Kim Il Sung tomó distancia de su tutor y lanzó su famoso "Juche", adoptando el aislamiento nacionalista para "vivir con lo nuestro" en versión oriental.
Al norte del paralelo 38, toda fabricación debe ser local para asegurar la soberanía, prescindir de las importaciones e ignorar las divisas extranjeras. Allí la población no especula con el dólar, no hay problemas de holdouts y nadie se preocupa por la caída de las reservas. Gracias a ese "modelo", la dictadura de los diversos Kim (Sung y Jong) convirtió a ese país de 25 millones de habitantes en uno de los más aislados, atrasados y pobres del mundo. La expectativa de vida al nacer deprimiría a cada bebe si la supiera, pues sólo alcanza a 70 años, siempre que el recién nacido no estuviera entre los 33 niños por cada mil que mueren antes de su primer cumpleaños.
La dictadura proletaria ha logrado el "hombre nuevo", auténtico y solidario. Con ingresos de 10 dólares mensuales, los norcoreanos son libres de la explotación capitalista. Desconocen la alienación de los shoppings y sus patios de comidas, pues el hambre los persigue desde que China les retiró el apoyo económico. La falta de incentivos privados y la persecución al productor rural desalientan la producción de alimentos, como fue obvio durante la hambruna rusa de 1921.
Desmintiendo el discurso pacifista de los manuales marxistas, el gasto militar es enorme: 30% del PBI, según estimaciones privadas, ya que allí tampoco se divulgan datos oficiales. Incluye armas de destrucción masiva, atómicas y biológicas. Nada de mantequilla, sólo cañones.
Ahora gobierna Kim Jong-un, un joven inexperto y déspota al que se acusa de haber ejecutado a parte de su familia por traicionar al régimen. El culto a su persona es surrealista. Debe ser honrado como los faraones egipcios y el día de su cumpleaños es feriado. Hay calles e imágenes suyas y de su padre por todo el país. "Ponele Kim a todo", sería allí el blog más exitoso, si hubiese acceso libre a Internet, pero está prohibido.
Pyongyang es el escenario de su gobierno absoluto; como una ciudad sagrada dedicada al culto del padre y del hijo: todos los edificios los recuerdan y está coronada por la Torre Juche, de 150 metros, con una llama en la cima que nunca se apaga. Doscientos metros más baja que nuestro anunciado futuro Polo Audiovisual de la Isla Demarchi.
La otra Corea, con iguales tradiciones y cultura, adoptó la verdadera democracia. Confió en la propiedad privada y las libertades individuales. Como resultado, el salario promedio de sus 49 millones de habitantes supera los 3000 dólares mensuales. Los recién nacidos pueden hacer planes para sus próximos 81 años. La tasa de mortalidad infantil es del 4,9.
Corea del Sur es un país desarrollado, la economía número 13 del mundo, medida en función de su PBI per cápita. Es líder global en la producción verdadera de aparatos electrónicos, semiconductores y celulares. Ha reconvertido su industria automotriz sin protecciones artificiosas y sus marcas compiten en los principales mercados mundiales. Es competitiva por la inversión y la tecnología, por la educación y el respeto a las instituciones. No por enjuagues cambiarios, aduaneros o fiscales.
La educación de Corea del Sur también enfatiza las ciencias "duras", pero en un contexto de libertades personales e inserción laboral. En los programas de evaluación de la OCDE, sus estudiantes han logrado los primeros lugares en resolución de problemas, matemáticas y ciencias. Es el primer país del mundo que llevó el acceso rápido a Internet de banda ancha a cada escuela en todo el país. Los niveles de exigencia impuestos por los educadores, asumidos por los alumnos y apoyados por las familias, son diametralmente opuestos a los parámetros laxos que se impulsan en nuestro país.
El papa Francisco fue recibido en Seúl, en agosto pasado, por Park Geun-hye, la primera mujer elegida presidenta. Soltera, carismática, honrada y crítica de las desigualdades sociales, es querida por la población. En Corea del Norte, la "democracia" popular implica someterse a los designios del partido único. No hay elección, ni de autoridades ni de religión. Se imponen las creencias, los gobernantes, la información, el uso del tiempo libre y hasta la alimentación.
En su mensaje del 1° de enero de este año, Kim habló de la necesidad de un gran cambio en las relaciones Norte-Sur y de que se harán "todos los esfuerzos posibles" para mejorar el diálogo con Seúl. Sus palabras fueron bien recibidas por la comunidad internacional, pero el optimismo es escaso.
Corea del Norte es una nación oscura, tan oscura como la delata la foto reproducida en esta columna editorial. Corea del Sur, en cambio, brilla por su desarrollo y riqueza. Cara y ceca de la misma península..
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