Dirio "La Nación". Buenos Aires, Miércoles 26 de junio de 2013
El escenario
La rivalidad de la Guerra Fría, más viva que nunca
MOSCÚ.-
Con la intención de asegurarse la colaboración de Rusia en una gran
variedad de temas, desde la guerra en Siria hasta la reducción de armas
nucleares, el presidente Obama dijo en la cumbre del G-8 de la semana
pasada que esperaba "una relación de cooperación constructiva que nos
permita superar la mentalidad de la Guerra Fría".
Pero hay
momentos en los que aquella antigua rivalidad está más viva que nunca,
momentos cuando el espionaje y el contraespionaje van de suyo. La
llegada a Moscú de Edward Snowden fue uno de esos momentos.Haciendo caso omiso de los pedidos de la Casa Blanca y hasta de las gestiones del secretario de Estado, John Kerry, para que Snowden fuese interceptado y enviado de regreso a Estados Unidos, donde enfrenta cargos por divulgar información clasificada, el gobierno ruso negó tener ninguna información sobre su paradero.
Esas negativas rebotaron anteayer en los canales de televisión controlados por el Estado y en las agencias de noticias cercanas al Kremlin, incluso mientras la policía rusa rodeaba el jet de Aeroflot que presumiblemente transportaría a Snowden a Cuba. Y las siguieron repitiendo aun cuando WikiLeaks, el grupo que se opone al secretismo de gobierno y que está ayudando a Snowden, dijo que el "topo" tenía un salvoconducto especial de Ecuador para pasar por Rusia.
Para la Casa Blanca, sin embargo, Snowden todavía estaba en Rusia, y algunos expertos en relaciones ruso-norteamericanos dicen que esa presunción tenía mucho sentido.
"Se supone que el tipo anda con cuatro laptops, un montón de pendrives y supuestamente sabe muchas cosas", dijo Matthew Rojansky, del Programa para Rusia y Eurasia del Fondo Carnegie para la Paz Mundial, de Washington. "Nadie deja pasar una oportunidad así. Es imposible que lo hayan dejado pasar así como así por el salón VIP y seguir camino a Cuba."
Si hubiese visto a Snowden, el Servicio de Seguridad Federal ruso (FSB) no lo revelaría. Pero Rojansky dice que si la agencia hubiese evitado a Snowden, habría contradicho los instintos básicos del gran espionaje.
"No exclusivamente a causa de la Guerra Fría, sino en parte debido a la psiquis y la cultura nacionales, estos dos bandos son como maestros ninjas que cambiaron de profesión", dijo. La capacidad de Estados Unidos y Rusia para sacar ventaja en cuestiones de inteligencia y a la vez mantener sus relaciones en un plano más amplio quedó en evidencia el mes pasado, cuando el FSB arrestó en Moscú a un funcionario de la embajada norteamericana en posesión de dos pelucas, una brújula y una gran suma de dinero y lo acusó de trabajar para la CIA.
En aquel caso, ambos bandos conocían perfectamente las reglas del juego: el funcionario, Ryan Fogle, quien tenía inmunidad diplomática, fue expulsado del país.
El caso de Snowden fue distinto, en parte porque estaba pasando por Rusia como fugitivo y en parte debido a la información de inteligencia que supuestamente transportaba.
Aunque en la cumbre del G-8 Obama hizo hasta lo imposible para no reprender públicamente al presidente Vladimir Putin por sus diferencias en materia de derechos humanos, los colaboradores de Obama no mostraron la misma continencia anteayer, al referirse al caso Snowden.
"La ironía es mayúscula. Me pregunto si a la hora de buscar ayuda para huir de la justicia Snowden eligió China y Rusia por tratarse de poderosos bastiones de la libertad de Internet -dijo Kerry-. Y me pregunto si mientras estuvo en esos países los cuestionó por la libertad en Internet, que ésa es la causa que él defiende."
Y mientras la semana pasada Obama elogió a Rusia por su cooperación en la investigación del atentado contra la maratón de Boston, Kerry advirtió sobre las "consecuencias" que podría tener el caso Snowden para las relaciones entre ambos países.
Hay una larga historia de desacuerdos respecto de los desertores, que hacen pensar a los funcionarios norteamericanos que no pueden esperar demasiada cooperación.
"No conozco un solo caso de un ruso que haya desertado a Estados Unidos por razones políticas y al que hayamos devuelto", dijo Pete Earley, autor de Camarada J: los secretos nunca revelados del espía maestro de Rusia en Estados Unidos después de la Guerra Fría , un libro sobre Sergei Tretyakov, un alto agente de inteligencia ruso que desertó en 2000.
Traducción de Jaime Arrambide.
No hay comentarios:
Publicar un comentario