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sábado, 31 de enero de 2015

HONDURAS. GOLPE DE ESTADO. 2009.




Conmoción en la región / Cae un aliado de Chávez

Golpe en Honduras: derrocan a Zelaya

Por orden de la Corte Suprema, un grupo de militares secuestró al mandatario y lo deportó a Costa Rica; asumió el presidente del Congreso
TEGUCIGALPA.- En lo que constituye el primer golpe de Estado en América Central desde el fin de la Guerra Fría, el ejército de Honduras derrocó ayer al presidente Manuel Zelaya, que en los últimos días se había enfrentado con la Corte Suprema y los militares por su controvertido proyecto reeleccionista, y nombró en su lugar al presidente del Congreso, Roberto Micheletti.
Firme aliado del presidente venezolano, Hugo Chávez, Zelaya fue sacado por la fuerza por un grupo de militares que irrumpieron fuertemente armados en el palacio presidencial en las primeras horas de la mañana. Inmediatamente, el mandatario, aún en pijama, fue trasladado al aeropuerto de Tegucigalpa, donde abordó un avión que lo llevó a San José, capital de Costa Rica.
El golpe de Estado, que provocó una fuerte conmoción en la región y despertó una unánime condena internacional, fue en cumplimiento de una orden de la Corte Suprema de Justicia. "El Poder Judicial deja constancia de que el origen de las acciones del día de hoy [por ayer] están basadas en una orden judicial emitida por un juez competente. Su ejecución está enmarcada dentro de los preceptos legales", señaló el comunicado del máximo tribunal del país. "Las fuerzas armadas, como defensoras del imperio de la Constitución, han actuado en defensa del Estado de Derecho, obligando a cumplir las disposiciones legales a quienes públicamente han manifestado y actuado en contra de las disposiciones de la Carta Magna", concluye el texto.
Zelaya había mantenido su voluntad de convocar ayer a una consulta popular, pese a que ésta había sido declarada ilegal por la justicia hondureña y a que había despertado un fuerte rechazo en el Congreso y en los sectores militares, especialmente el jefe del ejército Romeo Vásquez, que fue depuesto por el presidente la semana pasada y al que la Corte Suprema ordenó restituir en su cargo.
El presidente pretendía obtener el apoyo de la población para convocar a un referéndum, el próximo 29 de noviembre, fecha de las elecciones generales, para habilitar la reforma constitucional y permitir la reelección presidencial.
Horas después de la expulsión de Zelaya del poder, los diputados, convocados por los militares, designaron presidente interino del país al presidente del Congreso, Roberto Micheletti. Lo hicieron tras aceptar una supuesta carta de renuncia del mandatario. Micheletti, que siempre ambicionó la presidencia de Honduras, es un empresario del transporte y caudillo del Partido Liberal que sirvió a todos los presidentes de la agrupación, incluido Zelaya, hasta el giro izquierdista del mandatario.
"Debido a problemas insuperables de salud que me han impedido concentrarme en los asuntos fundamentales de Estado, cumplo con el deber de interponer mi renuncia irrevocable a la presidencia de la República, junto con la de mi gabinete de gobierno", dice la supuesta nota del mandatario, que llegó al poder de la mano del derechista Partido Liberal en noviembre de 2005, para luego dar un espectacular giro a la izquierda que llevó a Honduras a adherir a la Alianza Bolivariana de las Américas (ALBA).
"Nunca he renunciado ni nunca voy a usar ese mecanismo. Es totalmente falso. Es otro crimen más contra la democracia. Es una conspiración político-militar de una elite que tiene miedo a las manifestaciones políticas", dijo el mandatario desde el aeropuerto de San José. "A mí casi me asesinan en la mañana; entraron a balazos; rompieron las puertas a balazos; entraron militares encapuchados y me sacaron amenazado de muerte", añadió.
El Parlamento decidió que Micheletti estará en el cargo hasta que termine el mandato que le correspondía a Zelaya, el 27 de enero de 2010. Micheletti fue elegido en virtud de una disposición constitucional que establece que, en ausencia absoluta del presidente y el vicepresidente (que renunció en 2008), el titular del Parlamento asume el cargo. Los voceros legislativos negaron que se tratara de un golpe de Estado y se declararon convencidos de estar haciendo lo correcto, ya que Zelaya siguió adelante con la consulta popular con miras a una reforma constitucional a pesar de que la justicia, el Congreso y otros órganos del Estado lo declararon ilegal.
Por lo menos ocho ministros del gabinete de Zelaya fueron detenidos por los militares, entre ellos la canciller, Patricia Rodas, que fue trasladada a una base de la fuerza aérea hondureña. La detención de la canciller coincidió con la presencia en la residencia de Rodas de los embajadores de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Los diplomáticos denunciaron haber sido "retenidos" y "golpeados" por "militares encapuchados", según reveló el embajador de Venezuela, Armando Laguna.
La destitución de Zelaya provocó una unánime condena internacional. Mientras que la Unión Europea (UE) y Estados Unidos expresaban su rechazo a la "detención" del presidente hondureño, Venezuela, Bolivia, la Argentina y la Organización de Estados Americanos (OEA), entre otros, denunciaban abiertamente un "golpe" (ver Pág. 3). Por su parte, Chávez puso en alerta máxima a las fuerzas armadas venezolanas y advirtió que derrocará al reemplazante de Zelaya. Anoche, el mandatario venezolano viajó a Nicaragua para una reunión extraordinaria del ALBA, a la que Zelaya prometió asistir.

En la calles

A pesar de que durante el día no se habían registraron grandes disturbios, algunas agencias informaron anoche que simpatizantes de Zelaya armaban barricadas en el centro de Tegucigalpa y cortaban los caminos de acceso a la casa presidencial. Los servicios básicos de electricidad, agua y telefonía fija fueron restablecidos luego de una suspensión de unas tres horas. Los militares desplegaron soldados y vehículos blindados en las calles de la capital y sus aviones y helicópteros surcaban el espacio. Anoche, el mandatario interino declaró el toque de queda por 48 horas.
Salvo unos 200 manifestantes que se aproximaron a la residencia presidencial, donde se enfrentaron a golpes con los soldados, no hubo reportes de arrestos masivos u otras escaramuzas en el país. Los medios de comunicación no hicieron mención del golpe, excepto un canal oficial, que transmitió en vivo desde el Congreso la designación de Micheletti. .
Agencias Reuters, DPA, EFE, AP y ANSA 
 
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Sacado de la cama a punta de fusil

Un grupo comando de las FF.AA. capturó al mandatario mientras dormía en su casa
TEGUCIGALPA.- El presidente de Honduras, Manuel Zelaya, creyó que los militares golpistas se conmueven con las declaraciones de solidaridad internacional. Y la noche del sábado, por primera vez en varios días, abandonó la sede de la presidencia y se fue a su casa a dormir. Se despertó con un fusil apuntándole a la cara. Y así, en pijama y con medias, un comando de las fuerzas armadas lo sacó de la cama antes del amanecer, lo condujo a una base aérea situada en el sur de Tegucigalpa y lo trasladó en un avión militar a Costa Rica.
Desde allí, clamó: "He sido sacado de mi casa de forma brutal, secuestrado por soldados encapuchados que me apuntaban con rifles de grueso calibre. Pero hasta las próximas elecciones de 2010 yo sigo siendo el presidente de Honduras. Sólo me puede quitar el pueblo, nunca un grupo de gorilas".
Tegucigalpa amaneció ayer bajo el control de los militares. Cuando los ciudadanos se despertaron, creyendo que iban a poder refrendar o no en las urnas el proyecto de Zelaya de reformar la Constitución, los tanques se habían hecho con la situación.
Desde Costa Rica, todavía en pijama, Zelaya declaró: "Fui engañado. Los militares me engañaron". Y tenía razón. Porque, desde el punto de vista militar, la operación para capturarlo y sacarlo del país fue perfecta, minuciosamente preparada. Todo había empezado el miércoles. Ese día, Zelaya anunció por radio y televisión la destitución del jefe de las fuerzas armadas, el general Romeo Vásquez, que se había negado a colaborar en la preparación de la consulta electoral. Pero Vásquez no aceptó su cese y, el jueves, demostró su fuerza y su malestar sacando a sus soldados a la calle. La excusa del militar fue que la obligación del ejército, más que obedecer al presidente, es hacer cumplir la ley, y que existía una ley aprobada por el Parlamento que declaraba ilegal el referéndum.
Aquel jueves fue muy tenso en Honduras. El presidente encabezó una marcha a la base militar donde estaban almacenadas las urnas, entró acompañado de una turba y se las llevó sin que los soldados hicieran nada para impedirlo.
La noche del viernes, muy tarde, al presidente se lo notaba cansado pero feliz. La reacción de la diplomacia mundial a la intentona golpista fue unánime en su apoyo. Y ahí estuvo el error de Zelaya. Creyó que los militares iban a amilanarse por cuatro declaraciones protocolares de solidaridad. El presidente pidió a los militares que se retiraran a los cuarteles. Y fue entonces cuando Vásquez, como viejo zorro, empezó a ganar la partida. Ordenó que las tropas se retiraran. El presidente creyó la estratagema y hasta despidió a los cientos de partidarios que, de la noche del jueves al viernes, habían permanecido junto a él en la residencia presidencial, haciendo de escudos humanos para evitar que los militares entraran.
El sábado por la noche se pudo ver a Zelaya en un canal de televisión, organizando en directo los últimos detalles del referéndum. Luego se fue a su casa. Se durmió profundamente y se despertó con un fusil en la cara. .
Pablo Ordaz El País EL PAIS, SL 
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Conmoción en la región / Las reacciones tras el golpe en Honduras

Enérgica condena internacional

Estados Unidos, la Unión Europea y América latina exigieron, en forma unánime, la restitución de Zelaya
WASHINGTON.- La comunidad internacional condenó ayer en forma unánime y enérgica el golpe militar que derrocó al presidente de Honduras, Manuel Zelaya, y reclamó la pronta restitución del depuesto mandatario.
El presidente venezolano, Hugo Chávez, estrecho aliado de Zelaya, fue uno de los primeros en reaccionar, e incluso puso en alerta a sus tropas (ver aparte). Se le sumó poco después el mandatario estadounidense, Barack Obama, quien exigió una resolución pacífica del conflicto a través del diálogo y las normas democráticas. "Insto a todos los actores políticos y sociales a respetar las normas democráticas, el Estado de Derecho y los principios de la Carta Democrática Interamericana", señaló Obama en un comunicado.
"Cualquier conflicto debe resolverse pacíficamente, a través de un diálogo libre de cualquier interferencia externa´´, agregó el mandatario.
Esta última afirmación cobró gran importancia a raíz de la última entrevista que brindó Zelaya, antes de ser detenido, al diario español El País, en la cual afirmaba que si aún continuaba en su cargo, era gracias a que Estados Unidos se había negado a apoyar un golpe. "El viernes, estaba todo listo para dar un golpe y si la embajada de Estados Unidos lo hubiera aprobado, hubieran dado el golpe. Pero la embajada no lo aprobó", había dicho Zelaya. Anoche, además, altos funcionarios del gobierno norteamericano informaron que no reconocerán a ningún otro presidente de Honduras que no sea Zelaya.
El presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Miguel D´Escoto, anunció que fue convocada una "reunión de emergencia" para hoy, en la que espera que los países miembros del organismo manifiesten una "condena total y categórica". La reunión coincidirá con una cumbre extraordinaria de los países de América Central, que se celebrará en Nicaragua, donde desde anoche los presidentes de la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA) también se reunieron de urgencia.
Tras emitir una dura condena, la Organización de Estados Americanos (OEA) anunció que también convocará a una asamblea general extraordinaria esta semana para discutir la situación en Honduras.
Por otra parte, en una declaración difundida por los 27 cancilleres de los países miembros del bloque, la Unión Europea (UE) consideró que el derrocamiento de Zelaya es una "violación inaceptable del orden constitucional en Honduras´´ y exigió el retorno de la normalidad democrática.
También el jefe del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, calificó de "inaceptable la alteración del orden constitucional en Honduras" y exigió la reposición del presidente Zelaya "en el cargo para el que fue democráticamente elegido".
El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, en tanto, condenó "severamente" el golpe, al igual que la presidencia chilena pro témpore de la Unasur, que respaldó el gobierno constitucional de Zelaya.

"La peor barbarie"

Todos los líderes de América latina, una región con una larga historia de golpes militares, pero que en las últimas décadas logró restablecer el orden democrático, rechazaron en duros términos la destitución de Zelaya y abogaron por la inmediata restitución del orden constitucional.
En pleno desarrollo de las elecciones legislativas en el país, la presidenta Cristina Kirchner dijo: "El golpe en Honduras es un hecho que nos remonta a la peor barbarie de la historia de América latina". Además, instruyó al canciller Jorge Taiana a tomar contacto con sus pares latinoamericanos con el fin de coordinar una acción inmediata de los organismos multilaterales de la región.
Desde La Habana, el canciller cubano, Bruno Rodríguez, describió el golpe como una acción "criminal" y añadió: "En el mundo de hoy, no es posible realizar golpes de Estado brutales, violatorios del derecho, como éste. La época de las dictaduras militares en América latina ya pasó".
También fue enérgica la reacción de Ecuador, cuyo presidente, Rafael Correa, advirtió que no reconocerá a ningún otro gobierno que asuma en Honduras, e instó "con todo respeto, pero con todo cariño y solidaridad, al pueblo hondureño a levantarse contra estos poderes fácticos".
La cancillería de Brasil, en tanto, señaló que "acciones militares de este tipo configuran un atentado a la democracia", y exigió la restitución de Zelaya en sus funciones "en forma inmediata y sin condiciones". .
Agencias Reuters, DPA y AFP 
 
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Chávez puso a sus tropas en alerta

Advirtió que derrocará a cualquier gobierno que reemplace a Zelaya; cumbre del ALBA

CARACAS.- El presidente venezolano, Hugo Chávez, puso ayer a las fuerzas armadas de Venezuela en alerta tras el golpe militar en Honduras, y amenazó con derrocar a cualquier presidente que jure en lugar de Manuel Zelaya.
Chávez anunció que algunos de los nueve miembros de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que incluye a Honduras, se reunirán de emergencia en Nicaragua para discutir qué medidas tomar respecto de los eventos en Honduras.
"Si asume Micheletti [Roberto Micheletti, presidente del Congreso de Honduras, que juró ayer como nuevo mandatario], o Peleletti o Gafetti o a Goriletti, lo derrocaremos. Lo derrocaremos: así lo digo", dijo Chávez en un mensaje por televisión, en el que responsabilizó al alto mando militar y a la "derecha" hondureña por el golpe "troglodita".
"Haremos todo lo que tengamos que hacer para que Manuel Zelaya sea restituido en su cargo", dijo Chávez. "Hay que darles una lección a los gorilas." Además, anunció que puso en alerta a las fuerzas armadas y que un ataque a la embajada o al embajador venezolano en el país centroamericano sería considerado una declaración de guerra de facto y respondida "incluso militarmente".
El mandatario agregó que tropas hondureñas habían capturado y metido en un camión a los embajadores de Venezuela y Cuba. "A nuestro embajador [Armando Laguna] lo golpearon y lo dejaron a un lado en la carretera rumbo al aeropuerto", dijo. Añadió que el embajador cubano y la canciller hondureña, Patricia Rodas, permanecieron en el camión y fueron llevados a una base aérea.
Chávez reaccionó de forma similar a otras crisis regionales pasadas, como cuando ordenó movilizar tanques a la frontera con Colombia tras un ataque de las fuerzas armadas colombianas contra un campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en Ecuador.
"Las fuerzas reaccionarias de Honduras se van a dar cuenta de que el mundo cambió, de que hay un «alba», un amanecer, y ese golpe lo vamos a quebrar, desde adentro y desde afuera", dijo Chávez.
Chávez también calificó de "posición importante" la asumida por el gobierno estadounidense, que ayer se desvinculó y condenó el golpe de Estado en Honduras. "Esta es una posición importante, tan importante como la de Brasil y la de Unasur", dijo, aunque opinó que "le faltó fuerza". El mandatario venezolano acusa a Washington de estar detrás del breve golpe de Estado que lo depuso por unas horas en 2002, pese a que la Casa Blanca siempre lo ha negado. .
Agencias Reuters, AP, ANSA y DPA 
 
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Diario "La Nación". Buenos Aires, 29 de julio de 2009.
 
 

¿Y si en Honduras no hbo Golpe?.Andrés Malamud en Semanario "El Economista". Buenos Aires, 31 dejulio de 2009.
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Diario "Clarín". Buenos Aires, 22 de agosto de 2009.

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El escenario

Ante un inédito respaldo

Ana Mengotti
Agencia EFE
BOGOTA.- Antes que Manuel Zelaya, destituido como presidente de Honduras por el Parlamento, otros gobernantes de América latina pasaron por lo mismo, entre ellos Lucio Gutiérrez, en Ecuador. Pero no obtuvieron el respaldo internacional del que goza el hondureño y tuvieron que irse a sus casas o al exilio.
Los gobiernos de América latina y organismos internacionales sólo reconocen como "legítimo" jefe de Estado a Zelaya. Sus socios en la Alianza Bolivariana de las Américas se han declarado dispuestos a librar una "batalla continental", como dijo el presidente venezolano, Hugo Chávez, quien sufrió un golpe en 2002 que lo apartó del poder durante 48 horas.
Zelaya también tiene de su lado al gobierno de Estados Unidos y a la Unión Europea, así como a la Organización de los Estados Americanos (OEA) y otros organismos.
Nada de esto ocurrió cuando en 2005 Gutiérrez, que estaba amenazado por unas protestas populares cada vez más numerosas, fue destituido por el Congreso, que lo acusó de haber abandonado sus funciones, pese a estar en el palacio presidencial.
El vicepresidente Alfredo Palacios, que estaba enfrentado con Gutiérrez, asumió la presidencia y el mandatario destituido, sin apoyo ni presión internacional, buscó refugio en Brasil. Meses después, cuando regresó a Ecuador, terminó en la cárcel.
En Honduras, según prevé la Constitución para casos de destitución presidencial, también le hubiera correspondido asumir al vicepresidente, pero ese cargo está vacante desde 2008, cuando Elvin Santos renunció para ser candidato presidencial en las elecciones de 2009.
En 1997, antes de que Gutiérrez llegase a la presidencia, el Congreso destituyó a Abdalá Bucaram, al que acusó de "incapacidad mental para gobernar", y el entonces titular del Poder Legislativo, Fabián Alarcón, asumió la presidencia.
La vicepresidenta de Bucaram, Rosalía Arteaga, invocó la Constitución y se autoproclamó presidenta, pero finalmente se impuso el nombramiento de Alarcón.
"Qué lástima que en mi época no existía la unidad de naciones que existe ahora para proteger los gobiernos elegidos por el pueblo. Rindo honor a Panamá, a la Argentina y a Perú, que fueron los únicos países que protestaron por el golpe en mi contra", dijo ayer Bucaram desde Panamá, donde está asilado.
En la lista de presidentes latinoamericanos elegidos en las urnas que tuvieron que dejar el poder en los últimos años lo que más abundan son los que renunciaron o huyeron desbordados por protestas populares o crisis irresolubles. Fernando de la Rúa en la Argentina, Raúl Cubas en Paraguay, Jamil Mahuad en Ecuador y Gonzalo Sánchez de Lozada en Bolivia son algunos de ellos.
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Asamblea extraordinaria en Washington

Inminente sanción de la OEA al régimen de facto de Honduras

Presión para restablecer al presidente depuesto
Por   | LA NACION

WASHINGTON.- Después de intensas negociaciones diplomáticas y ante el rechazo del régimen golpista hondureño de restablecer en el poder al presidente destituido, Manuel Zelaya, la Organización de Estados Americanos (OEA) se aprestaba anoche a suspender a Honduras del organismo y ejercer mayor presión internacional para restaurar el orden democrático en la nación centroamericana.
Al regresar de Tegucigalpa y ante la asamblea extraordinaria de la OEA, su secretario general, el chileno José Manuel Insulza, ratificó la oposición del gobierno de facto de Roberto Micheletti a considerar el regreso de Zelaya, quien pensaba volver hoy a su país acompañado de los presidentes de la Argentina, Cristina Kirchner; de Ecuador, Rafael Correa, y de Paraguay, Fernando Lugo.
"Ante esta situación, no creo que exista otra alternativa (.) que continuar con la postura asumida por esta asamblea y proceder a la aplicación del artículo 21 de la Carta Democrática Interamericana",destacó Insulza en su informe, refiriéndose al ultimátum de 72 horas que se le había dado al régimen golpista para devolver el poder, que usurpó la madrugada del domingo pasado, cuando un grupo de militares sacó a Zelaya a punta de rifle del país.
El citado artículo de la Carta Democrática Interamericana, aprobada en 2001, permite a la OEA suspender a un estado miembro cuando se produzca en él "una alteración del orden constitucional que afecte gravemente su orden democrático".
En términos prácticos, la separación de Honduras de la OEA significa además de un serio aislamiento regional, el congelamiento de créditos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), de los cuales depende en gran medida la empobrecida economía hondureña. Asimismo, se suspendería toda la asistencia y cooperación a nivel militar a través de la Junta Interamericana de Defensa, que ha sido un gran sostén a los militares hondureños en las últimas décadas.
"Ellos entienden el riesgo de las eventuales sanciones, especialmente en el plano económico", subrayó Insulza en su informe, en el que instó a continuar las gestiones diplomáticas a todo nivel para convencer al régimen golpista de abandonar el poder, al tiempo que señaló que la actitud rígida del régimen de facto tiende a endurecerse.
Atentos a la decisión que tomaría la asamblea, el gobierno de facto de Micheletti había anunciado ayer temprano por la mañana que se retiraría unilateralmente del organismo. Sin embargo, Insulza desestimó por completo el valor de esta decisión.
"No tiene ningún valor jurídico porque no es un gobierno legalmente reconocido", dijo.

Cuba, en 1962

No es la primera vez que la OEA suspende a uno de sus miembros; ya lo había hecho en 1962 cuando dejó afuera a Cuba por presión de Estados Unidos. Sin embargo, en ese caso, la decisión implicó al gobierno comunista de la isla, y no al estado en sí, como sucede ahora, destacó el secretario de Asuntos Jurídicos de la OEA, el uruguayo Jean Michel Arrighi.
Si bien el presidente Zelaya, que también se encontraba aquí, insistía anoche con su intención de regresar hoy a Honduras, Insulza advirtió que su llegada podría generar brotes de violencia.
"No hay normalidad pero tampoco signos de violencia, aunque existe el riesgo que la situación se deteriore. Hay el temor y la incertidumbre respecto de lo que podría ocurrir en un eventual retorno del presidente", destacó el diplomático.
Por su parte, el representante de Canadá, Peter Kent, también expresó su preocupación frente al retorno de Zelaya acompañado de los otros mandatarios, puesto que no están dadas las condiciones de seguridad.
"Canadá entiende que éste no es el momento para que el presidente Zelaya vuelva a Honduras. Las condiciones no garantizan su seguridad a su entorno", apuntó el embajador, dejando anoche el programado viaje en la total incertidumbre.

Advertencia de Nicaragua

En tanto, el embajador nicaragüense ante la OEA, Denis Moncada, denunció planes "macabros" del gobierno golpista para infiltrar grupos de manifestantes pro Zelaya y atacar a las fuerzas de seguridad del régimen de facto, acusando a Nicaragua, Cuba y Venezuela de promover una revolución armada.
"Los golpistas están preparando planes encaminados a responsabilizar y acusar a los gobiernos de Managua, La Habana y Caracas de promover una agresión armada a Honduras desde Nicaragua. Piensan realizar hechos sangrientos para acusar a Nicaragua del suministro de armas y pertrechos a simpatizantes del presidente Zelaya para atacar a las fuerzas de seguridad de Micheletti", alertó.
Ese plan, según denunció, se estaría fraguando con el apoyo de medios de comunicación "controlados por golpistas para generar un estado de opinión que tienda a culpar de antemano a los sectores y gobiernos que apoyan al presidente (depuesto Manuel) Zelaya por los hechos sangrientos que piensan realizar", explicó.

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Conmoción regional / Las repercusiones tras el golpe en Honduras

Una rápida reacción de Obama para alejar fantasmas

Reiteró que la destitución de Zelaya es ilegal; busca demostrar su compromiso con la región

WASHINGTON.- El golpe de Estado en Honduras se convirtió en una nueva prueba de fuego para el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en momentos en que éste lucha por un mayor protagonismo en la región.
Según afirman varios expertos, con su firme apoyo al depuesto presidente hondureño, Manuel Zelaya, Obama busca ampliar sus lazos con América latina y quitarle peso a la retórica antiestadounidense del presidente venezolano, Hugo Chávez.
"[La destitución del presidente Manuel Zelaya] no fue legal´´, por lo que "sigue siendo el presidente de Honduras´´, declaró ayer Obama, al término de una reunión con su par colombiano, Alvaro Uribe. "Sería un terrible precedente si empezamos a retroceder otra vez hacia una era en la que hemos visto golpes militares como transición política, en lugar de elecciones democráticas´´, agregó.
Con el propósito de demostrar su compromiso con la legalidad democrática en la región, funcionarios de su gobierno, además, iniciaron contactos con todas las partes involucradas en la crisis hondureña, incluidas las fuerzas armadas, en busca de una solución dentro de los cauces constitucionales del país.
"Obama tiene ahora la oportunidad de demostrar tanto a amigos como a enemigos en la región que Estados Unidos finalmente ha decidido alinearse de forma inequívoca con la democracia y que el imperio de la ley importa tanto en Tegucigalpa como en Washington", afirmó en la versión online de la revista Foreign Policy el ex vicepresidente costarricense y actual experto de la Brookings Institution Kevin Casas-Zamora.
Con él coincidió el vicepresidente del think tank estadounidense Diálogo Interamericano Michael Shifter, quien opinó que el golpe en Honduras "le da a la administración Obama una oportunidad de demostrar que habla en serio cuando dice que quiere trabajar junto a sus vecinos en la región para intentar reparar los daños en los asuntos interamericanos". El experto agregó que Washington puede usar la crisis en Honduras como "una vía para recuperar su credibilidad en América latina" y dar así continuidad al espíritu delineado por Obama durante la Cumbre de las Américas de Trinidad y Tobago, donde dejó sentada su voluntad de un "nuevo comienzo" en las relaciones con la región.
Sin embargo, para algunos analistas, la rapidez con la que actuó Obama ante la crisis en Honduras también fue una manera de evitar que Chávez aproveche la situación para extender su poder y su influencia en la región. La prioridad de su gobierno, en tal caso, sería despejar cualquier sospecha de que pueda estar involucrado en el golpe, algo que Chávez se ocupó de hacer circular con rapidez entre sus aliados.
"Estados Unidos decidió apoyar rápidamente a Zelaya para que el golpe no se consolide. Esto le da la oportunidad a la Casa Blanca de desinflar un poco la retórica antiestadounidense de Chávez y sus aliados bolivarianos", explicó Casas-Zamora.
El papel de Estados Unidos en Honduras, no obstante, "es complicado, fundamentalmente por todos los años de intervención estadounidense en América Central", opinó Carmen Diana Deere, directora del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Florida.
"Por el papel que tuvieron tanto Honduras como Estados Unidos en la década del 80, en la guerra contra los sandinistas y El Salvador, tiene que haber aún lazos muy estrechos entre ambas partes, por lo que para Estados Unidos ésta es también una oportunidad para demostrar que aquella época oscura quedó atrás", añadió. .
Agencias AFP, DPA, Reuters y AP 
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ZELAYA DURANTE EL DIÁLOGO QUE MANTUVO AYER CON HILLARY CLINTON EN WASHINTON. Diario "La Nación". Buenos Aires, 8 de julio de 2009.

Crece la condena internacional

Honduras, aislada y en vilo tras el golpe

La policía reprimió a seguidores de Zelaya
TEGUCIGALPA.- A Guillermo Jiménez Mayen, candidato presidencial por el partido Unificación Democrática, apenas le dio tiempo a despachar su ira. Nada más denunciar a La Nacion la dramática situación que vive Honduras, fue detenido por la policía cerca de la Casa Presidencial. Allí, a media tarde, estallaron los enfrentamientos entre partidarios del presidente Manuel Zelaya y varios contingentes del ejército y de la policía antidisturbios, que seguían órdenes del nuevo hombre fuerte del país, Roberto Micheletti, al que algunos llaman presidente interino.
Aislados por la unánime condena internacional, los golpistas, sin embargo, se aferran al poder en un país que parecía haber dejado atrás la negra página de las asonadas militares.
Micheletti, feroz contrincante del depuesto presidente Zelaya, avanza en una dirección -hacia el abismo político, según muchos observadores- y el mundo camina hacia otra: la repulsa sin paliativos de los pronunciamientos cívico-militares.
Para Micheletti, ex presidente del Congreso hondureño, la normalización política es cuestión de días. La "sucesión constitucional" a la que se refirió ayer vivió otro capítulo más de "absoluta normalidad". Para jurar su cargo, los nuevos miembros del gabinete tuvieron que estar protegidos en todo momento por un gigantesco despliegue de militares y policías.
A pesar de la numerosa presencia policial y militar en los alrededores de la Casa Presidencial y del apagón informativo ordenado por Micheletti, varios miles de partidarios de Zelaya se fueron concentrando a lo largo de la tarde para protestar por el golpe de Estado perpetrado el domingo, cuando el mandatario fue encañonado en su propia cama y sacado del país en pijama.
Los choques y las carreras comenzaron enseguida. La policía detuvo a varias personas y, según fuentes hospitalarias, hubo por lo menos una veintena de heridos.
Los enfrentamientos más duros se produjeron en la avenida Juan Pablo II, donde los efectivos antidisturbios se afanaban en mantener a raya a los manifestantes. "Más mochileros, más mochileros", se desgañitaba un agente. Los mochileros, cargados con botes de humo, no daban abasto. Corrían del camión a la zona caliente y de vuelta al camión.
El campo de batalla, localizado en unas pocas cuadras, presentaba un aspecto desolador, con las fachadas de los negocios destrozadas y el mobiliario urbano convertido en barricadas ocasionales. Sólo una torrencial lluvia logró atenuar el ímpetu de los partidarios de Zelaya que trataban de impedir el juramento del nuevo gobierno.
Pero la mayoría de los hondureños desconoce lo que está pasando en su propio país. Sólo aquellos con acceso a Internet están enterados de la condena internacional al golpe de Estado. Micheletti (que tuvo tiempo para contestar a Hugo Chávez en el mismo tono cuartelero del presidente venezolano al decir que está preparado para responder a cualquier invasión foránea) se autoproclama demócrata, pero continúa restringiendo las libertades básicas, como las de opinión, asociación y prensa.
Un canal de televisión progubernamental se ha quedado sin señal, y la misma suerte han corrido las cadenas extranjeras CNN (tanto en inglés como en español) y Telesur.
"Queremos mostrar al mundo nuestra máxima indignación por el golpe de Estado de una elite económica y política que está respondiendo a la protesta pacífica de los hondureños con represión y censura de los medios de comunicación que no están con los golpistas", comenta a este enviado Guillermo Jiménez, de 58 años, mientras silban alrededor los botes de humo de la policía y se oye a lo lejos el ruido sordo de lo que parecen disparos.
"Esto es una barbarie, si no lo detenemos aquí puede pasar lo mismo en cualquier otro país. Por eso queremos hacer un desesperado llamado a la comunidad internacional para que escuche la voz del pueblo hondureño. No aceptamos a Micheletti", se descarga Jiménez, dirigente del izquierdista partido de Unificación Democrática.
Junto a él hay sindicalistas, militantes de organizaciones barriales y algunos que sólo se definen como "gente del pueblo". Voluntaristas, aseguran que la protesta popular no ha hecho más que comenzar y que esperan la llegada de varias columnas de campesinos en las próximas horas.
Jiménez y su hijo del mismo nombre figuran entre las decenas de detenidos ayer en Tegucigalpa. El caos y la confusión son tales que abundan versiones contradictorias sobre el número total de arrestados y heridos. En el runrún de la calle había incluso voces que afirmaban tener información "de primera mano" sobre la sublevación de un batallón militar en la caribeña ciudad de La Ceiba. Pero dada la maraña censora tejida por Micheletti y el jefe de Estado Mayor, el general Romeo Vásquez, se hace imposible confirmar cuál es la situación real del país y cuáles son los apoyos reales de golpistas y zelayistas.
Por segundo día consecutivo, las calles comenzaron a despoblarse cuando cayó la noche. El toque de queda se impuso entre las nueve de la noche y las seis de la mañana.
Y más vale cumplirlo. A Cipriano Salgado, un joven de 30 años que se bajó de un colectivo cerca del campo de batalla entre policías y manifestantes, los efectivos antidisturbios le dejaron el brazo como una berenjena de dos porrazos certeros. "Yo sólo iba a buscar a un hermano mío y me pegaron, sin preguntarme nada", se lamenta.
Zelaya anunció anoche que aceptó una oferta del secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, para acompañarlo de regreso a Honduras, pasado mañana. "Voy a Tegucigalpa el jueves, regreso de Washington, llega el presidente electo por el pueblo", dijo Zelaya,que hoy pronunciará un discurso en la sede de las Naciones Unidas. "Voy a regresar por voluntad propia con la protección de la sangre de Cristo, por Dios y por mi pueblo", dijo Zelaya.
Pero la encrucijada en la que se encuentra Honduras no parece tener una solución fácil. Micheletti hace oídos sordos a las condenas de la Organización de Estados Americanos, la Unión Europea y Estados Unidos, entre otros.

La posición de Obama

Quizá su pasión por cortar la señal de cadenas extranjeras le haya impedido escuchar al presidente Barack Obama insistiendo en que el único presidente legítimo de Honduras es Manuel Zelaya, cuyo mandato concluye en enero de 2010, dos meses después de que se celebren las próximas elecciones generales.
En el otro lado de la balanza, el futuro político de Zelaya también es incierto. Todavía es pronto para saber el número de seguidores que apoyan su intención de reformar la Constitución. Ninguna institución del país lo respalda y en su formación política, el Partido Liberal, sólo le espera el reproche general por la conversión ideológica de "uno de los suyos" hacia la órbita bolivariana de Hugo Chávez. .
César González-Calero Enviado especial 
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Diario "La Nación". Buenos Aires, 14 de agosto de 2009.
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Nicaragua, polarizada tras el golpe hondureño

Crecen los choques de oficialistas y opositores
MANAGUA.- Los remezones del golpe militar que el 28 de junio depuso al presidente de Honduras, Manuel Zelaya, siguen sacudiendo a Nicaragua, donde los políticos usan el conflicto de sus vecinos como un arma para librar sus propias disputas internas.
Aunque el presidente Daniel Ortega insiste en que en Nicaragua es impensable un golpe debido a las raíces sandinistas de los militares, los sucesos de Honduras han intensificado la polarización política en el país y provocado una ola de violencia en esta ya dividida nación.
Mónica Zalaquett, directora del Centro de Prevención de la Violencia, afirma que la crisis de Honduras se ha convertido en un "instrumento político'' en Nicaragua, usado tanto por los sandinistas como por la oposición para promover sus plataformas. "El problema de Honduras podría ser una oportunidad para cambiar el modelo de resolución de conflictos por medio del diálogo, o podría conducir al caos y la violencia totales'', advierte.
Hasta el momento, no parece que el diálogo lleve la delantera. El 4 del actual, un grupo de cuatro legisladores opositores de Nicaragua intentó viajar a la frontera con Honduras para expresar su incomodidad con lo que llamaron la ''ocupación'' del norte del país durante dos semanas por parte de Zelaya.
Pero se vieron forzados a regresar antes de llegar al pueblo de Ocotal. Simpatizantes sandinistas y partidarios de Zelaya bloquearon su caravana en la ruta y atacaron sus autos con palos y piedras.
Cuatro días después, un grupo de sandinistas atacó una marcha pacífica en Managua y apaleó a un periodista, al que acusaron de apoyar el golpe en Honduras. Aunque la violencia fue condenada enérgicamente por la oposición política nicaragüense, por grupos de empresarios y por la Iglesia Católica, Ortega justificó el ataque al declarar que los manifestantes "gritaron a favor del golpe de Estado''.
Además, ha considerado el golpe en Honduras un ataque contra todos los miembros de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de América (ALBA), un grupo de países con gobiernos de izquierda liderado por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
Los líderes de la oposición también están sacándole el jugo a la situación en Honduras, de la que echan mano para obstaculizar los intentos de Ortega de modificar la Constitución para seguir en el poder.
La legisladora María Eugenia Sequeira dijo que la situación en Honduras es "el primer síntoma visible de los abusos que Chávez está promoviendo en otros países". Eso debería servir de "señal de alarma'' para lo que está sucediendo en Nicaragua, agregó.
Los legisladores de la oposición han intentado presentar un proyecto de ley que solicita la expulsión de Zelaya de Nicaragua. Además, la Asamblea Nacional ha iniciado una investigación especial sobre la estadía de Zelaya en Ocotal.
Después de la agresión de los sandinistas a la marcha del 8 del actual, que, según Ortega, estaba a favor del golpe de Estado, las críticas al gobierno han subido de tono.
"[Los sandinistas] hablan de cambiar el modelo del país, pero el modelo que están imponiendo es de terror e intimidación'', dijo Gonzalo Carrión, del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos. Y añadió que Nicaragua necesita evitar por todos los medios entrar en un conflicto armado con Honduras, lo que "beneficiaría el proyecto autoritario de Ortega'' y le permitiría suprimir los derechos humanos en tiempos de guerra.
Ortega insiste en que no quiere una guerra con Honduras. Pero también ha dado señales contradictorias y ha declarado: "Si queremos la paz, debemos prepararnos para la guerra''. .
Tim Rogers El nuevo Herald 
 
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Opinión

La OEA, en la encrucijada

Juan Gabriel Tokatlian
Para LA NACION
La fórmula que conduzca a una salida concreta a la situación creada por el golpe de Estado en Honduras es trascendental. El mecanismo que finalmente se implemente tendrá una repercusión significativa en el sistema interamericano: o la Organización de Estados Americanos (OEA) se fortalece, o se puede producir una fractura de consecuencias imprevisibles.
La organización ha tenido un largo historial de equívocos. La suspensión de Cuba en los años 60; el silencio frente a los golpes y los gobiernos autoritarios en los 80; la defunción del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca a raíz de la guerra de Malvinas, entre otros, mostraron, una y otra vez, que la OEA estaba signada por la lógica de la Guerra Fría y operaba como tributaria de la política anticomunista de Estados Unidos.
Las tibias reformas institucionales de la década del 90 nunca fueron aplicadas; la falta de reflejos ante el fallido derrocamiento de Hugo Chávez, en 2002; la corta gestión (un mes) del secretario costarricense Miguel Angel Rodríguez (quien debió renunciar en octubre de 2004 por cargos de corrupción), entre varios hechos, parecieron condenarla al declive, pasados ya la Guerra Fría y el 11 de septiembre de 2001.
De hecho, parecía tratarse de una organización refractaria a los profundos cambios globales y hemisféricos de los últimos tres lustros. Sólo la Carta Democrática de 2001 aparecía como un signo de actualización para una entidad que oscilaba entre la condescendencia y la irrelevancia. El prolongado declive de la OEA pareció llegar a su fin, sin embargo, cuando el chileno José Miguel Insulza fue elegido secretario general.
La elección de Insulza en 2005 resultó, en sí mismo, un acontecimiento interesante: fue, de hecho, el primer candidato regional. El candidato de Washington -el canciller de México, Luis Ernesto Derbez- fue derrotado. Sin embargo, esos triunfos pueden no durar. Un ejemplo ilustrativo es de Boutros Boutros-Ghali, secretario general de las Naciones Unidas entre 1992-96. Los miembros permanentes del Consejo de Seguridad -en particular, Francia- lograron imponer su elección; algo que no complació a Estados Unidos. Durante cuatro años, la burocracia en Washington (durante Bush padre y Clinton, por igual) hizo todo lo posible por frustrar el desempeño de Boutros-Ghali. Finalmente, Estados Unidos vetó su reelección e impuso a su candidato preferido en 1996: Kofi Annan
Un dato clave para entender la encrucijada en la que se encuentra la OEA es comprendiendo el papel de Venezuela. Después del fallido golpe de 2002, Hugo Chávez retornó al gobierno con un programa radicalizado de cambios institucionales. Su propósito fue refundar el sistema sociopolítico en Venezuela y crear el socialismo del siglo XXI. Y como expresión de su ethos revolucionario más allá de las fronteras nacionales, organizó la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA); un ámbito de integración que ya no puede ser visto como un fenómeno marginal. Sus miembros actuales son Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Dominica, San Vicente y Granadinas, Antigua y Barbuda, y Honduras. Paradójicamente, la acción diferenciada, pero concurrente, del ALBA y de Brasil más la Argentina, junto a los propios reacomodos en Estados Unidos, confluyeron para que el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) no se concretara el 1° de enero de 2005, tal como estaba previsto. Sin embargo, Chávez admitió que el ALBA fue el principal causante del fracaso del ALCA.
Ahora bien, en los últimos cuatro años las tensiones hemisféricas no decrecieron y las condiciones de polarización interna en los países de América latina y el Caribe se agravaron. La llegada al gobierno de Barack Obama representó la expectativa de un giro moderado en las relaciones interamericanas. La reciente V Cumbre de las Américas de Trinidad y Tobago mostró un cambio en el discurso, pero el documento final del cónclave no tuvo consenso -en gran medida, debido a la posición de los gobiernos del ALBA- y jamás se proclamó. Tiempo después, la reunión anual de la OEA en Honduras tuvo como eje la cuestión de Cuba. La resolución final puso de manifiesto un compromiso táctico entre la región y Washington: se levantó la suspensión original, pero el reingreso de La Habana dependerá de acciones que emprenda el gobierno de la isla. En todo caso, ni los más militantes del ALBA ni Estados Unidos quedaron satisfechos. La labor prudente y discreta del ABC (Argentina, Brasil y Chile) más México facilitó que la reunión no resultara un fiasco.
Llegamos así al 28 de junio, cuando se produjo el golpe de Estado contra Manuel Zelaya en Honduras. La OEA fue rápida y categórica en su repudio a la acción ilegítima de los militares hondureños. El secretario Insulza asumió una diplomacia activa y de alto perfil para que se restituyese al presidente depuesto. La secretaria de Estado, Hilary Clinton, a pesar de su vacilación inicial, acompañó la postura de la región. El Pentágono mantuvo un silencio que resultó elocuente, teniendo en cuenta que en Honduras funciona una base área (Soto Cano), a cargo del Comando Sur. Obama, por su parte, calificó de "golpe" lo sucedido y pidió que Zelaya fuese restituido en el cargo. Pero muy rápidamente Clinton desactivó el eventual papel del secretario de la OEA y neutralizó otras opciones disponibles al proponer la mediación del presidente de Costa Rica, Oscar Arias.
Pocos parecen, entonces, satisfechos con el papel de la OEA. Los países del Cono Sur se han replegado en exceso, en especial, Brasil; los del ALBA apuntan sus críticas ya no sólo al presidente de facto, Roberto Micheletti, sino a la administración estadounidense, por no ser más asertiva en la adopción de medidas categóricas contra los golpistas; los de Centroamérica están atónitos y temerosos (en particular, en Guatemala y El Salvador) por el precedente que sentó, por un lado, el golpe y, por el otro, por la variopinta posición de Estados Unidos; los sectores de derecha en el continente se muestran irritados con el despliegue de Insulza y Washington siente que la organización sobrerreaccionó y no encontró una vía eficaz para resolver la situación.
Con este panorama, un prolongado impasse en el caso hondureño o la inviabilidad de la restitución del presidente Zelaya pueden conducir a exacerbar las tensiones hemisféricas. Una de ellas podría derivarse del hecho de que uno o varios países del ALBA decidan elevar sistemáticamente su crítica de la organización y amenazar, tácita o explícitamente, con su abandono de la OEA. Si esto ocurriese, la organización sufriría una fractura difícil de revertir. Seguramente, Washington no festejará ese hecho, pero tampoco hará mucho por revitalizar la entidad.
Si el golpe de Estado queda impune se estaría en la antesala de un eventual cisma en las relaciones interamericanas. La concurrencia de objetivos estratégicos antagónicos entre varios miembros de la organización; la incapacidad política de mediar y negociar intereses divergentes entre las principales cancillerías del continente y una secuencia de manejos burocráticos inadecuados, en particular de Washington, pueden culminar en una crisis institucional de la OEA.
En el mismo momento en que el sistema internacional ve la parálisis de ciertas entidades como la ONU y la OMC, la readecuación de espacios regionales como el caso de la ampliación de la Unión Europea y la creación de la Organización de Cooperación de Shanghai (China, Rusia, Kazajstán, Kirguiztán, Tadjikistán y Uzbekistán) y el surgimiento de nuevos ámbitos de influencia como IBSA (India, Brasil y Sudáfrica), el BRIC (Brasil, Rusia, India y China), entre otras, nuestro hemisferio no encuentra un modo de articular intereses, valores y objetivos. Ni el panamericanismo ni la Doctrina Monroe tienen vigencia, pero tampoco la tiene un modo de convivencia que permita que el bienestar colectivo y el pluralismo efectivo se puedan arraigar. En este contexto, el eventual fracaso de la OEA sólo corroboraría el tamaño de la encrucijada continental. .

El autor es profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Di Tella 

Crece la expectativa en Honduras por la mediación de Arias

El derrocado presidente Manuel Zelaya arribará hoy a Costa Rica; las partes enfrentadas dialogarán con la mediación del mandatario local


TEGUCIGALPA.- El derrocado presidente hondureño, Manuel Zelaya, y el gobierno interino que tomó el poder tras el golpe de Estado aceptaron sentarse a dialogar, generando expectativas en una población dividida por la crisis política en el empobrecido país centroamericano.
El presidente de Costa Rica, Oscar Arias, será desde mañana el mediador entre las partes para buscar una salida al conflicto, originado por el secuestro y expulsión de Zelaya por militares el pasado 28 de junio, día en que había convocado una consulta popular para abrir el camino a su reelección.
"Lo que sí quiero es no dejarlos salir de aquí hasta que haya un acuerdo", dijo Arias, ganador del premio Nobel de la Paz por su trabajo para poner fin a guerras civiles y conflictos militares que asolaron la región durante la Guerra Fría.
Sin embargo, tanto el depuesto mandatario hondureño como el presidente interino Roberto Micheletti se han mostrado inflexibles en sus posiciones y ambos bandos hablan de diálogo, pero no de negociación.
"Estamos abiertos a todo menos al regreso de Manuel Zelaya", dijo ayer el canciller interino, Enrique Ortez.
Zelaya cuenta con un amplio respaldo internacional que ha condenado el golpe y exigido su restitución, pese a que en su contra se han unido políticos, empresarios y buena parte de la población, atemorizados por su alianza con el presidente venezolano, Hugo Chávez, en un país muy conservador.
"No es negociable la restitución del presidente electo por la voluntad del pueblo. Tampoco que pueda existir la posibilidad de que este gobierno, que ha golpeado la democracia, pueda quedarse en el poder bajo ningún sentido", afirmó el el depuesto líder hondureño.
Los hondureños, que se han dividido entre dos presidentes que claman ser legítimos y constitucionales, protagonizaron desde el día del golpe de Estado masivas manifestaciones a favor y en contra de Zelaya.
Mientras tanto, el gobierno interino quedó aislado internacionalmente y fue sancionado por la Organización de Estados Americanos (OEA) por su negativa a restituir al mandatario, al que ha amenazado con encarcelar si regresa al país acusándolo de traición a la patria, abuso de poder y corrupción.
Zelaya, cuya aprobación había caído a niveles del 30 por ciento en las semanas previas a su expulsión, insiste en que las autoridades están reprimiendo a la población y exige el castigo a los "usurpadores".
Las protestas han dejado un muerto y varios heridos de bala cuando seguidores de Zelaya se enfrentaron con soldados mientras esperaban el retorno del mandatario en avión, que finalmente las autoridades impidieron bloqueando el aeropuerto.
Por su parte, los analistas son escépticos sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo ante posturas tan enfrentadas. "Es difícil una mediación exitosa mientras el gobierno golpista sabe que puede resistir lo que resta de mandato de Zelaya. Lo único que puede sacarlos del poder es una conjunción de protestas masivas y sanciones económicas reales", dijo Mark Weisbrot, codirector del Centro de Investigación Política y Económica, con sede en Estados Unidos.
Otros, sin embargo, son más optimistas. "Creo que estamos en el camino de construir un diálogo que puede ser extremadamente positivo y productivo para el país", dijo el ex presidente hondureño Ricardo Maduro en Washington.  
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El escenario

Ahora, unos y otros tendrán que ceder

César González-Calero
Enviado especial
TEGUCIGALPA.- La dependencia de Honduras respecto de Estados Unidos no varía, sea quien sea el inquilino de la Casa Blanca. Y la reunión de la secretaria de Estado Hillary Clinton con el derrocado presidente Manuel Zelaya ha pesado más en el ánimo del nuevo régimen que 100 suspensiones de la OEA o un muerto encima de la mesa.
Abrumado por la espada de Damocles que supone la suspensión de la ayuda económica y militar estadounidense, el gobierno de facto de Roberto Micheletti aceptó ayer la mediación del presidente de Costa Rica, Oscar Arias, para solucionar la crisis institucional derivada del golpe de Estado. Pero insistió en que la restitución de Zelaya en su cargo "no es negociable".
Sin respaldo de la Casa Blanca, ningún gobierno en Honduras tiene futuro. A Micheletti le llevó unos días entenderlo, y aun así parece no haber captado muy bien el mensaje. Ayer volvió a la carga con su obsesión por meter en el calabozo a Zelaya. Aceptó asistir a San José para dialogar con el presidente destituido -con Oscar Arias como mediador ("un hombre con mucha credibilidad")- para hablar de todo menos del retorno de Zelaya si no es bajo la condición de que "se entregue a la justicia" por los cargos que se le imputan, todos de carácter político, como lo expresó ayer Interpol, al desechar la petición de búsqueda y captura girada por el poder judicial hondureño.
En esa negociación que se abre ahora, unos y otros tendrán que ceder. Zelaya tendrá que abandonar su intención de impulsar una Asamblea Constituyente para reformar la Carta Magna (el origen del conflicto, a juicio de los golpistas), y Micheletti y el Poder Judicial -que caminan de la mano- podrían retirar las acusaciones contra el presidente legítimo, aunque puertas afuera el presidente de facto se muestra inflexible.
"Queremos dialogar, que se nos escuche; la amnistía puede ser política, pero los delitos cometidos no se pueden negociar con nadie, tiene que pagar por ellos", dijo Micheletti en una comparecencia en la Casa Presidencial.
La Corte Suprema protagonizó un grotesco episodio al respecto por unas declaraciones de su presidente, Jorge Rivera, en las que supuestamente avalaba la posibilidad de la amnistía. "Eso [la amnistía] le compete al poder legislativo; nosotros no tenemos nada que ver", precisó luego una fuente de ese poder judicial y confirmó otra legislativa.
La amnistía, que en todo caso será un acuerdo político, podría convertirse en una especie de "barra libre" donde acaben confluyendo tanto Zelaya como los golpistas. El presidente legítimo no descarta decretar un indulto general a los golpistas si se restablece el orden institucional en el país.
Ambos bandos también acercan posiciones sobre el adelanto de las elecciones generales. Micheletti ya lo asumió hace unos días, y varios diputados nacionales pidieron ayer en el Congreso el adelanto de los comicios, previstos para el 29 de noviembre. En las filas zelayistas tampoco se descarta esa posibilidad.
El punto clave a discutir en San José será en qué condiciones regresa Zelaya al poder y qué limitaciones se le imponen. "Se van a buscar salidas honrosas para todos, pero la restitución del presidente elegido por el pueblo no es negociable y tampoco que el gobierno de facto pueda quedarse en el poder bajo ningún sentido", declaró Zelaya desde Washington.
Por otra parte, el aeropuerto de Toncontín, cerrado desde que el domingo Zelaya trató de aterrizar en sus pistas, reabrió ayer, pero lo hizo tan tarde que las aerolíneas no pudieron operar. Las autoridades habían anunciado por la mañana que el cierre se extendería hasta el viernes. Una vez que se impuso la vía diplomática en el conflicto, recapacitaron y decidieron reabrirlo.
Y el toque de queda nocturno, vigente desde que se dio el golpe, expirará hoy, si no hay ningún cambio de decisión a última hora. .


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Diario "La Nación". Buenos Aires, 14 de agosto de 2009.

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La región, en vilo por el golpe / Tegucigalpa y Buenos Aires, al borde de la ruptura

Más tensión entre Honduras y la Argentina

Hoy vence el plazo establecido por Micheletti para que los diplomáticos argentinos dejen el país; el Gobierno ignorará el ultimátum









La ya complicada relación entre el gobierno de facto de Honduras y la administración de Cristina Kirchner entra hoy en una nueva etapa de turbulencia.
Ambos países están a las puertas de un episodio de fuerte tensión: el gobierno de Roberto Micheletti hizo saber que hoy vence el plazo de 72 horas dispuesto para que el cuerpo diplomático argentino abandone Honduras, mientras que la Argentina advierte que no acatará la orden ya que sólo reconoce a las autoridades democráticamente elegidas.
Altas fuentes del gobierno argentino dijeron anoche a La Nacion que, por instrucción expresa del canciller Jorge Taiana, los funcionarios argentinos permanecerán en Tegucigalpa.
A los ojos de la Casa Rosada, el argumento es sencillo: desde la óptica oficial, el único que puede cesar en funciones al cuerpo diplomático es el gobierno de Manuel Zelaya, pues es esa la única instancia que la Argentina acredita como autoridad soberana. La embajada argentina en Honduras está bajo el mando del encargado de negocios, Alejandro José Amura, que permanecerá en el país a pedido del Palacio San Martín.
Apenas producido el golpe que derrocó a Zelaya el 28 de junio pasado, la Argentina tomó una posición crítica respecto de Micheletti. La presidenta Cristina Kirchner incluso formó parte de la comitiva que pretendía viajar a Tegucigalpa para restituir a Zelaya, pero que no logró su cometido.
En los últimos días, el gobierno de facto de Honduras parece haber endurecido su postura frente a la Argentina: la vicecanciller de Micheletti, Martha Lorena Alvarado, reiteró ayer que hoy vence el plazo impuesto para que los diplomáticos abandonen Tegucigalpa.
Alvarado dijo que "es lamentable" que se produzca una "ruptura" de relaciones con la Argentina. Para la administración de facto, la decisión de expulsar al cuerpo diplomático argentino en el plazo de 72 horas es una respuesta a la decisión de la Argentina de suspender en sus funciones a la embajadora hondureña en Buenos Aires, Carmen Ortez Williams.
"La iniciativa nace de la Argentina. Fue la Argentina quien solicitó que nuestra embajadora se fuera del país, y se le avisó con un mínimo de 72 horas", dijo Alvarado.
En rigor, la Argentina nunca puso plazo a la salida de Ortez Williams, medida dispuesta por pedido expreso de Zelaya al canciller Taiana.
La Nacion tuvo acceso a la nota de cese de las cartas credenciales, enviada por la Cancillería a la embajadora hondureña, y en ella no se indica plazo alguno para que la diplomática deje el país.
La carta está fechada el 7 de este mes y afirma: "En virtud de la comunicación 041-DSM de la Secretaría de Relaciones Exteriores de Honduras, suscripta por la canciller Patricia Isabel Rodas Baca, la señora Carmen Ortez Williams cesó en sus funciones como embajadora en la Argentina". Fuentes oficiales precisaron que la única funcionaria mencionada era Ortez Williams. El texto oficial no menciona otros casos.
La interpretación de la decisión argentina fue diferente en el gobierno de facto hondureño. "Cuando ella [por Ortez Williams] solicitó sus derechos diplomáticos, le fueron negados", sostuvo Alvarado, y agregó que "se la trató como una simple turista, como una simple ciudadana, rompiendo todo compromiso que tiene el Pacto de Viena". El Tratado de Viena es la norma que regula las relaciones internacionales y que garantiza el principio de inmunidad a los miembros del cuerpo diplomático extranjero, acreditados ante un Estado.
"En reciprocidad, le hemos pedido a la embajada de la Argentina que deje el país en los mismos términos que fue solicitado el desalojo de nuestra gente. Nosotros hemos acatado el deseo de la Argentina de salir de Buenos Aires y confiamos en que el embajador argentino haga lo mismo", completó la funcionaria de Micheletti.

Embajada cerrada

El gobierno argentino refutaba anoche ese argumento. "Contrariamente a lo que dice un gobierno al que no reconocemos, la Argentina dio cumplimiento al Pacto de Viena al acatar la decisión del presidente constitucional de Honduras de cesar en funciones a su embajadora en Buenos Aires", dijo una alta fuente oficial.
El gobierno de facto no dio precisiones de cómo procederían en caso de incumplimiento del pedido para que los diplomáticos argentinos abandonen Honduras.
"No pueden ingresar con la fuerza pública a la embajada argentina", dijo anoche a La Nacion una alta fuente oficial. "No pueden hacer nada. La verdad: están montando una operación política", agregó la fuente, abocada al seguimiento del conflicto.
La embajada de Honduras en Buenos Aires dijo ayer a La Nacion que Ortez Williams dejó el país días atrás. Blanca Alvarez, agregada de la embajada, afirmó que la diplomática ya se fue del país y que la sede diplomática está cerrada.

Otros conflictos de la Argentina

2003
Con Cuba

  • La presión de la familia argentina de la disidente Hilda Molina para que Cuba la dejara viajar a la Argentina generó tensión entre ambos países. Finalmente, en junio La Habana autorizó a Molina a viajar.

2004
Con Uruguay

  • Tras el anuncio de la instalación de la pastera Botnia en la margen oriental del río Uruguay, el Gobierno hizo una presentación ante La Haya por considerar que Montevideo había violado un tratado. El tribunal aún no se expidió.

2007
Con Estados Unidos

  • Apenas asumió la presidencia, Cristina Kirchner mantuvo un fuerte entredicho diplomático con Washington por el caso de la valija de Guido Antonini Wilson.

2008
Con España

  • La estatización de Aerolíneas Argentinas, controlada por el grupo español Marsans, abrió un conflicto con Madrid. La Presidenta lo solucionó en un viaje a España en febrero.
Lucas Colonna LA NACION 
 
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Cristina, en un viaje a la incertidumbre

WASHINGTON (Para LA NACION).-Ya al aterrizar en la capital estadounidense ayer por la mañana, a bordo del Tango 01, eran pocos quienes confiaban en que el viaje de la presidenta Cristina Kirchner a Honduras se efectuaría hoy, tras el fracaso de las gestiones del secretario general de la OEA, José Miguel Insulza.
Sin embargo, según fuentes gubernamentales, la propia Presidenta era la más decidida a acompañar al depuesto mandatario hondureño Manuel Zelaya a Tegucigalpa, en su misión en defensa de los valores democráticos, que estaría también integrada por los presidentes de Paraguay, Fernando Lugo, y de Ecuador, Rafael Correa, además de por Insulza. Pero, con el correr de las horas, mientras Washington alistaba sus fuegos artificiales para festejar el 4 de Julio, en la delegación argentina, (integrada por el canciller Jorge Taiana, el ministro de Justicia, Aníbal Fernández, y los embajadores ante la OEA y ante Estados Unidos) el ambiente era más bien de incertidumbre y desazón.
En primer lugar, los otros jefes de Estado que protagonizarían el operativo de restitución democrático jamás aparecieron. Al cierre de esta edición, Lugo todavía no había llegado, aunque funcionarios de la OEA afirmaron que había partido de Asunción por la mañana. En tanto, Correa anunció que recién arribaría hoy por la mañana. Por otro lado, en la reunión que Cristina Kirchner mantuvo con Insulza, éste le recomendó que no sería conveniente realizar el viaje ahora, y se inclinó por continuar antes con las negociaciones diplomáticas de más bajo perfil.
Al caer la noche se daba por hecho que la misión sería cancelada o suspendida, lo que sumía a la delegación argentina en la decepción.
Aunque nadie quería aceptarlo públicamente, muchos tenían en mente el frustrado operativo internacional que encabezó el ex presidente Néstor Kirchner en diciembre de 2007 a la selva de Colombia para rescatar al pequeño Emmanuel, hijo de la rehén de las FARC Clara Rojas, nacido en cautiverio. Todo hacía pensar que, al igual que en aquella oportunidad, esta misión del gobierno argentino tendría tampoco el desenlace deseado. .
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Diario"La Capital".Rosario, 19 de agosto de 2009.

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Diario "La Capital". Rosario, Jueves, 03 de diciembre de 200901:00

Honduras estalla en Latinoamérica

Reflexiones, por M. A. Bastenier / El País (Madrid). Era la apoteosis de la democracia; el caso que reconciliaba a todos los que están en contra de los golpes de Estado, o al menos los que dan otros. Honduras era un festival del que sólo los golpistas estaban ausentes. El presidente venezolano, Hugo Chávez, y el resto de América latina; el presidente estadounidense, Barack Obama, y la UE condenaban el golpe militar con el derrocamiento de Manuel Zelaya el 28 de junio.

 Reflexiones, por M. A. Bastenier / El País (Madrid)
Era la apoteosis de la democracia; el caso que reconciliaba a todos los que están en contra de los golpes de Estado, o al menos los que dan otros. Honduras era un festival del que sólo los golpistas estaban ausentes. El presidente venezolano, Hugo Chávez, y el resto de América latina; el presidente estadounidense, Barack Obama, y la UE condenaban el golpe militar con el derrocamiento de Manuel Zelaya el 28 de junio. Roberto Micheletti, del Partido Liberal como el presidente, había convocado la asonada militar y usurpaba su puesto interinamente. Pero la asociación de amigos de Zelaya se había ido debilitando en las últimas semanas, hasta desintegrarse a causa de las elecciones presidenciales del domingo 29, en las que era elegido Porfirio Lobo, del Partido Nacional, pero tan alejado políticamente del mandatario como el resto del establecimiento hondureño. Y en el propio centro de la voladura de ese falso consenso se abría una grieta entre otros dos presuntos amigachos: Brasil y Estados Unidos.
El objetivo de tan vasta cohorte era restablecer en el poder a Zelaya, hombre de la derecha profunda recalificado, sin embargo, como chavista, que pretendía reformar la Constitución para permitir la reelección presidencial. El mínimo común denominador de este improvisado zelayismo era defender la democracia desautorizando el golpe, pero bajo capa los designios de los principales actores delataban graves diferencias. Washington admitía que Zelaya recuperara el cargo y diera democráticamente el relevo al nuevo mandatario en enero, quien, como en ningún caso habría sido partidario de Chávez, le cuadraba bien las cuentas; Brasil, en cuya Embajada sigue asilado Zelaya desde el 21 de septiembre, exigía que el presidente fuera reinstalado cuanto antes, aunque estaba de acuerdo en que no creciera la nómina de chavistas. Y Venezuela, que había ingeniado el regreso de Zelaya metiéndolo en jugada de mano maestra en la Embajada brasileña, se conformaba con crearle el máximo común múltiplo de dificultades a Washington y Brasilia, todo lo que se parece bastante a lo que está sucediendo.
Micheletti tenía, sin embargo, sus propios planes, y maniobraba para que Zelaya recuperara la presidencia después de celebradas las elecciones, de forma que su reposición por sólo unos días dejara claro quién era el vencedor de la crisis. Al comprobar el presidente legítimo que su regreso al poder sería visto y no visto, optó por declarar nulas las elecciones, como también hacía Venezuela flanqueada por los sospechosos habituales —Ecuador, Bolivia y Nicaragua—; en un segundo círculo, Argentina, Paraguay, Uruguay y Chile; y en el último anillo exterior, España y la UE; Obama, con otros avisperos en los que meter la cabeza, daba, en cambio, por buenas las elecciones, arrastrando consigo a Panamá, Perú, Costa Rica y Colombia; México, como de ordinario, miraba para otro lado como si Honduras estuviera en Marte; y, finalmente, Brasil también negaba la validez de la consulta porque el presidente Lula da Silva no podía ser menos exigente en cuanto a observancia democrática que Hugo Chávez, ni, como gran potencia en ciernes, hacer seguidismo de Obama.
Ahí comenzaba a abrirse la brecha con Estados Unidos. El asesor para política exterior de Lula, el gaucho Marco Aurelio García, calificaba de "decepcionante" la política latinoamericana de Obama, decepción que consistía en que el presidente brasileño se sentía traicionado porque su homólogo norteamericano le había dejado solo junto a Chávez, con la patata caliente de Zelaya aún en la embajada. Llovía sobre mojado porque ya existía una irritación de fondo por el acuerdo con Bogotá para utilizar siete bases militares en territorio colombiano. Y aunque estaba programada de antemano, el colofón a tanto desencuentro era la visita del presidente Mahmud Ahmadineyad, precisamente cuando crecía la tensión entre Washington y Teherán por la negativa iraní a poner bajo control internacional su industria nuclear.
Un país tan modesto como Honduras, con dos tercios de pobres entre sus 7,5 millones de habitantes; 2.000 millones de euros anuales en remesas del exterior, equivalentes al 25 por ciento del PIB; 58 muertes violentas por 100.000 habitantes y año, ha puesto al descubierto el desorden imperante en el concierto de naciones de América latina, tanto que en la cumbre iberoamericana de Lisboa se hacían ayer prodigios semánticos para dictar un comunicado conjunto de sus 21 miembros presentes sobre la crisis. Pero el grupo zelayista, mucho más artificial que el de quienes quieren olvidar el golpe, se deshará pronto y la mayoría acabará por reconocer al gobierno de Tegucigalpa. Micheletti, astuto y cazurro, ha podido con todos.

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Diario "La Nación". Buenos Aires, 27 de noviembre de 2005

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Diario "La Nación". Buenos Aires, 14 DE MARZO DE 2009.
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Diario "La Nación". Buenos Aires, l

Tras las bambalinas de la crisis política en Honduras se siente la mano de Chávez






The Wall Street Journal Americas

Durante las celebraciones del Día de la Independencia hondureña, el pasado 15 de septiembre, el entonces presidente Manuel Zelaya compareció para participar en un ritual tradicional que festeja la unidad nacional. Pero en vez de limitarse a seguir el protocolo y gritar "Viva la Independencia, Viva la República", esa vez Zelaya agasajó a su audiencia con una diatriba de 15 minutos contra el capitalismo.
"Los empresarios y las oligarquías criollas corruptas son las responsables del atraso de casi dos siglos porque impulsan un sistema económico neoliberal injusto que explota al hombre y a nuestras riquezas naturales", exclamó el mandatario. El ataque de Zelaya fue recibido con abucheos y gritos de "¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!"
Obligado por los militares a salir del país el mes pasado, Zelaya volvió a Honduras el viernes y el sábado. El viernes, seguido de reporteros y hablando por su celular, cruzó la frontera desde su exilio nicaragüense. Caminó hasta la oxidada cadena que separa a los dos países, la levantó y dio unos pasos en su tierra de origen.
"Venimos sin armas. Vengo en paz", dijo Zelaya, al estrecharle la mano a un oficial del ejército hondureño, antes de regresar a Nicaragua bajo la amenaza de una detención inmediata por parte del gobierno provisional de Honduras.
El sábado, volvió a la frontera y anunció que acamparía allí, pese a las insistencias de los mandatarios extranjeros para que no provoque un enfrentamiento con el gobierno que lo expulsó.
"Nos vamos a mantener firmes", le dijo Zelaya a la multitud, quejándose de que el gobierno interino no le ha permitido reunirse con su familia a la que no ha visto desde que fue obligado al exilio a punta de pistola el 28 de junio.
El domingo, Zelaya seguía acampado al borde de la frontera, en territorio nicaragüense. La única buena noticia que recibió durante el fin de semana es que el ejército dijo en un comunicado que acataría cualquier solución legal a la que lleguen los poderes civiles.
Este conflicto supone uno de los giros más recientes en una crisis regional que sólo parece agravarse y que es más complicada de lo que parece. Puede que el episodio parezca una réplica de una época tragicómica de la historia latinoamericana en la que los presidentes a menudo eran derrocados con golpes militares. Así ha sido como ha respondido de momento el gobierno estadounidense de Barack Obama, que ha votado con la Organización de Estados Americanos para que Honduras sea suspendida y que Zelaya sea rehabilitado.
Sin embargo, un análisis más profundo del período de Zelaya en la presidencia revela matices de un fuerte carácter antidemocrático. El mandatario se situó a sí mismo en un grupo creciente de presidentes latinoamericanos electos que han intentado mantenerse en el poder más allá del tiempo designado, con el fin de imponer una agenda populista de izquierda. Estos líderes, encabezados por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, se han aprovechado de las desigualdades históricas de la región para ganarse el respaldo de los pobres, aunque con eso han creado profundas divisiones en sus sociedades al concentrar el poder en sus manos y aumentar el control del gobierno sobre la economía, los medios de comunicación y otros sectores.
Zelaya, un ex ganadero y empresario del negocio de la tala de 56 años, se unió a este grupo, que incluye a Chávez; Rafael Correa, en Ecuador; Evo Morales, en Bolivia; y Daniel Ortega, en Nicaragua. La semana pasada, Ortega planteó la intención de convocar un referéndum para reformar la Constitución de Nicaragua con el fin de permitir su reelección de forma indefinida, algo que Chávez ya ha logrado en Venezuela.
Fue un plan similar el que arrastró a Honduras a esta crisis. En el último año, Zelaya dirigió un proyecto de reforma constitucional para abolir los límites al mandato presidencial. En el día de su expulsión, planeaba un referéndum para convocar una Asamblea Constituyente pese a que el plebiscito ya había sido declarado ilegal por la Corte Suprema.
"Esto es un enfrentamiento que determinará si el modelo chavista triunfa o no", dice Moisés Starkman, un asesor de Zelaya en proyectos especiales y que ahora trabaja para el gobierno interino con las mismas funciones.
El pasado de Zelaya apenas sugiere que fuera a convertirse en un símbolo internacional como un líder elegido democráticamente y derrocado por la fuerza. Zelaya es originario de Olancho, un estado violento y machista dominado por terratenientes pistoleros que controlan grandes haciendas. Su familia, involucrada en los negocios de ganadería y de madera, ha sido durante décadas una de las fuerzas más destacadas de Olancho.
Uno de cuatro hermanos, Zelaya disfrutó de una juventud propia de un príncipe feudal. El incidente que cambió su vida cuando tenía 23 años fue el juicio en 1975 de su padre, José Manuel, condenado a 20 años de prisión por ayudar al ejército a torturar y asesinar a 14 activistas rurales, incluidos dos sacerdotes. Sin embargo, Zelaya padre fue puesto en libertad apenas un año después de ser encarcelado gracias a una amnistía general.
Durante su encarcelamiento, Zelaya visitó a su padre en numerosas ocasiones. Incluso llegaba a dormir en la prisión, recuerda Víctor Meza, el último ministro de Gobernación y Justicia de Zelaya. "Eso lo marcó", dice.
De joven, Zelaya nunca mostró fuertes tendencias ideológicas. Dirigía el negocio familiar y llegó a convertirse en el director de la asociación de empresas más importante del país. También fue ascendiendo los peldaños en el Partido Liberal, el partido más antiguo e importante del país.
Sus colegas aseguran que Zelaya es desorganizado y que carece de una educación formal pero que tiene un instinto casi animal para la política. "Viene de ordeñar vacas y de repente está dando discursos ante las Naciones Unidas", apunta Meza.
Tras un fallido intento en 2001, Zelaya ganó las elecciones presidenciales de 2005 por un margen mínimo. En su discurso inaugural, tiró las notas que había preparado e improvisó. "Eso acabaría siendo una señal de cómo dirigiría su gobierno", dice Miguel Calix, un politólogo hondureño.
En su primer año de mandato, Zelaya no parecía tener demasiadas inquietudes ideológicas. Viajó mucho y cultivó una fama de derrochador. En su segundo año, Zelaya reestructuró su gobierno. Además de la creciente influencia izquierdista en su gabinete, la crisis económica también los empujó hacia ese lado del espectro político. En 2007, Honduras fue duramente golpeada por el alza récord en los precios del petróleo. El país importa todo el combustible que consume y carece de capacidad de refinamiento. Eso significa que cuatro compañías -Chevron, Exxon Mobil, Royal Dutch Shell y la local Dipsa- controlan el mercado. A medida que los precios escalaban, Honduras se vio obligada a subir los precios de la electricidad y racionar la energía.
Al principio, Zelaya, desesperado, intentó rebajar los costos de las importaciones al comprar crudo al por mayor, pero el plan fracasó porque el gobierno no disponía de instalaciones de almacenamiento. Por eso, en 2007, Zelaya decretó un recorte en los precios del combustible. Pero eso se tradujo en reducción de suministro. A mediados de 2008, las petroleras amenazaron con cancelar todas sus inversiones en Honduras.
En su lucha contra las petroleras extranjeras, Zelaya se topó con una oferta de Chávez de crudo barato. Pocos se opusieron a la entrada del país en el pacto venezolano (conocido como Petrocaribe) cuando el Congreso lo aprobó en marzo de 2007. Desde entonces, Petrocaribe le ha ahorrado US$ 126 millones al gobierno de Honduras.
Zelaya, quien al principio había mantenido la distancia con Chávez, se vio rápidamente integrado en el férreo abrazo venezolano. "Se hacen bromas, por eso se llevan tan bien", señala Meza.
El mandatario hondureño no tardó en adoptar la retórica explosiva venezolana. En agosto, Zelaya se unió al ALBA: el pacto comercial y político de nueve países que Chávez diseñó para contrarrestar la influencia de Estados Unidos en la región. Sus otros miembros incluyen a Bolivia, Cuba, Ecuador y Nicaragua.
Al igual que Chávez, Zelaya se encontró con la oposición de todas las instituciones del país. Obligado por la Constitución a presentar un presupuesto ante el Congreso antes del 15 de septiembre, el mandatario se negó bajo argumentos de que la crisis financiera le imposibilitaba hacer las cuentas.
"Éramos buenos amigos. Pero cambió drásticamente", lamenta el Cardenal Oscar Rodríguez, considerado un importante mentor de Zelaya. "Fue (culpa de) Chávez", concluye.
Otros allegados empezaron a notar cómo Zelaya empezaba a adoptar otros rasgos del presidente venezolano, incluida la megalomanía. Al igual que Chávez, Zelaya a menudo se apoderaba de todas las transmisiones de televisión para emitir largos discursos.
Lo que realmente creó el enfrentamiento entre Zelaya y la mayor parte del sistema hondureño fue lo que muchos de sus habitantes han descrito como su descarada campaña para perpetuarse en el poder, al reformar la Constitución para permitir su reelección.
Después de que la Corte dictaminara que el referéndum era ilegal y el ejército se negara a ayudar a repartir las papeletas de votación días antes de la consulta popular, Edmundo Orellana, ex ministro de Defensa y un amigo cercano de Zelaya, le dijo al presidente que no podía actuar en contra de una orden judicial. Por ese motivo, renunció. Aun así, reconoce que la acción de los militares de exiliar a Zelaya constituyó un golpe de Estado. "Es lo peor que podría haber pasado". .
Por José de Córdoba Tegucigalpa, Honduras 
 
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El golpe de Estado / Washington aumenta la presión

Suspende EE.UU. la ayuda a Honduras

Interrumpió toda la asistencia no humanitaria al país y anunció que no reconocerá los resultados de las elecciones de noviembre
Por   | LA NACION
WASHINGTON.- Dos meses después del derrocamiento de Manuel Zelaya, el gobierno de Barack Obama apostó ayer claramente por el aislamiento internacional del gobierno de facto que lo reemplazó, al anunciar la cancelación de un amplio rango de ayudas económicas a Honduras, en lo que constituye un duro revés para el país centroamericano.
La medida fue anunciada por el Departamento de Estado al término de un encuentro que Zelaya mantuvo con la secretaria de Estado, Hillary Clinton. Además, incluyó la advertencia de que Estados Unidos no reconocerá los resultados de las elecciones del 29 de noviembre bajo las condiciones actuales.
"Yo voy a regresar a Honduras por las buenas o por las buenas, pero voy a regresar", dijo, exultante, el presidente derrocado cuando dejaba el despacho de Clinton.
Las explicaciones del caso las dio el vocero del Departamento de Estado. "Se ha tomado esta decisión porque es consistente con la legislación estadounidense, que reconoce la necesidad de medidas firmes en vista de la continua resistencia a la adopción del Acuerdo de San José por el régimen de facto y su negativa a restablecer el gobierno democrático y constitucional en Honduras", explicó Ian Kelly en una declaración escrita.
El acuerdo de San José al que alude el texto se refiere al proceso de mediación encarado por el presidente de Costa Rica, Oscar Arias, que propuso devolver a Zelaya al poder con autoridad limitada hasta las elecciones fijadas ahora para noviembre.
El problema radicó, primero, en que quien sustituyó a Zelaya -Roberto Micheletti- se ha negado de plano a adoptar esa resolución. Y eso motivó que Washington cortara la ayuda.
Ayer, al dejar el Departamento de Estado, también Zelaya mostró rechazo a convalidar el fondo del acuerdo de San José: "Yo voy a retornar a Honduras, pero mi retorno no es negociable", dijo. De todas formas, se mostró dispuesto a "firmar" el documento que expresa ese acuerdo y que limita su permanencia en el poder hasta las elecciones de noviembre.
Zelaya se abstuvo de contestar si había una contradicción entre su rechazo a todo condicionamiento y la limitación específica que menciona el acuerdo.
No son los únicos puntos oscuros de todo el proceso. El Departamento de Estado se abstuvo ayer de definir si lo ocurrido en Honduras es o no un golpe de Estado militar. La cuestión ha sido objeto de debate y reproche en los últimos dos meses, entre republicanos y demócratas.
En el comunicado, el Departamento de Estado "reconoce la complicada naturaleza de las acciones'' que llevaron a la salida de Zelaya del poder.
Se trata de "complejos asuntos legales y de participación tanto de las ramas legislativa y judicial del gobierno como de las fuerzas armadas'', abundó la declaración, en su curiosa descripción de lo sucedido en junio pasado, cuando Zelaya fue sacado en pijama de su casa por los militares y enviado fuera del país.
Lo cierto es que ayer Washington suspendió la ayuda humanitaria al país centroamericano. Y eso pone en serios aprietos al gobierno de Micheletti, ante la evidencia de que ese paso terminará por agudizar su aislamiento internacional.
En total, los montos involucrados oscilan entre los 30 y los 200 millones de dólares. Pero es el impacto político del cierre del grifo lo que ayer destacaban las autoridades locales. "La única forma en que se reanudará la ayuda es con el retorno a un régimen democrático", explicó ayer Kelly.
La decisión se conoció junto con nuevas voces en el gobernante Partido Demócrata a favor de medidas más firmes contra el régimen de Tegucigalpa.
El presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, el demócrata Howard Berman, reclamó ayer que el gobierno de Obama "diga de una vez" que lo ocurrido en Honduras "fue un golpe de Estado". Esa determinación "es necesaria, porque cada día que pasa les da a (Roberto) Micheletti y sus aliados la oportunidad de fortalecer su control ilegítimo de las riendas del poder", añadió el congresista.
"Si los abogados del Departamento de Estado no concluyen que se trató de un golpe [militar], el Congreso debería estudiar formas para influir directamente en el flujo de ayuda", urgió el legislador.
Con eso, Berman salió al cruce de voceros republicanos que, hasta ahora, vienen sosteniendo que lo ocurrido en Honduras "no fue un golpe de Estado". Y lo cierto es que la disputa en torno de la figura con que se califica lo ocurrido no se ha zanjado. Pero ayer Washington dio pasos firmes para aislar al gobierno de facto. Y ponerlo contra la espada y la pared.

Fin de la restricción para viajar a Cuba

  • WASHINGTON (Reuters).- El Departamento del Tesoro de Estados Unidos publicó ayer las nuevas normas que regulan los viajes y los envíos de remesas de los cubanoestadounidenses a la isla, haciendo efectiva la eliminación de las restricciones anunciada en abril por el presidente Barack Obama. Los ciudadanos cubanoestadounidenses con "familiares cercanos" en Cuba podrán visitar la isla cuantas veces quieran y sin límite de días para su estancia. Las medidas, que entrarán en vigor de manera inmediata, suponen el primer paso unilateral de Washington hacia la normalización de relaciones con el régimen cubano. 
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El gobierno de facto criticó a Obama por "apoyar a Chávez"

La administración de Micheletti lamentó la decisión de la Casa Blanca
TEGUCIGALPA.- El gobierno de facto de Roberto Micheletti lamentó ayer la decisión de Washington de suspender una amplia gama de ayudas a Honduras, y criticó a la Casa Blanca por haber optado por una vía que, a su juicio, es la misma que la del presidente venezolano, Hugo Chávez.
El ministro de la Presidencia de Micheletti, Rafael Pineda, declaró a la prensa local que la medida adoptada por la administración de Barack Obama es "poco amistosa". "No la podemos aceptar con alegría", agregó, minutos después de que finalizara la reunión del presidente derrocado de Honduras, Manuel Zelaya, y la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton.
Finalizado el encuentro, el departamento que dirige Clinton difundió el comunicado en el que se amplían las sanciones al régimen hondureño.
"Lamentamos que un gobierno, que un país y un pueblo que es amigo nuestro haya tomado la decisión de irse por el lado de Chávez y de condenar al pueblo que lucha contra la expansión marxista en América", señaló Pineda.
Según el ministro, tanto Honduras como Estados Unidos saben del "afán expansionista" de Chávez, a quien acusó de querer convertirse en el gobernante de toda América latina.
"No logro comprender por qué los Estados Unidos respaldan a Chávez y no respaldan a un país y a un pueblo que lo que ha decidido es ponerle un «hasta aquí» a un sátrapa venezolano que quiere convertirse en el líder de América latina sobre la base de su petróleo y de sus dólares", añadió.
El vocero de Micheletti indicó que las sanciones económicas de Estados Unidos serán contrarrestadas "con un gobierno de austeridad".
"Lamentablemente, se sacrificarán algunas de las obras de infraestructura que, si no se paralizan en su totalidad, irán en progreso más lento, porque la inyección de recursos será menor." El gobierno de facto considera que la decisión de la Casa Blanca de suspender las ayudas a Honduras se traducirá en un mayor empobrecimiento de la población, menores oportunidades de trabajo y una merma en la atención sanitaria y educativa.
"Esta circunstancia tendrán que agradecérsela al ex presidente Zelaya, que después de haber sido el enemigo del «imperio» fue a suplicar allá [Estados Unidos] que le aplicaran a su pueblo medidas para que se muriera de hambre", ironizó el vocero de Micheletti.
En cuanto a la posición de Washington de no reconocer en estos momentos los resultados de las elecciones programadas para el 29 de noviembre, Pineda precisó que el gobierno de Micheletti garantizará unos comicios "masivos, libres, justos y transparentes". Para Pineda, será el pueblo el que determine quién conducirá el país en el próximo período presidencial (2010-2014).
Las duras declaraciones del vocero del gobierno de facto contrastan con la postura más conciliadora adoptada por el propio Micheletti anteayer. Antes de conocer la decisión de Washington, el presidente de facto dijo sentir una gran admiración por Obama: "Hemos sido y seguiremos siendo amigos de los Estados Unidos; tenemos una gran admiración por el presidente Obama [pero] estamos firmes, determinados y más fortalecidos que nunca para defender nuestra democracia", dijo Micheletti. .
Agencias EFE, AFP y ANSA 
 
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Insulza: "Hay que trabajar más para evitar golpes"

En Buenos Aires, habló sobre el papel de la OEA
El secretario de la Organización de los Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, instó ayer a la institución que dirige a trabajar para prevenir de una manera más eficaz los golpes de Estado en América latina.
"El golpe en Honduras es, sin duda, un retroceso, una involución que nos pone ante la necesidad de determinar formas de dar mayor ejecutividad a nuestra Carta Democrática Interamericana para la prevención de este tipo de situaciones", dijo Insulza en una conferencia de prensa celebrada durante una breve visita a Buenos Aires.
El ex canciller chileno reconoció que el proceso para el retorno a Honduras del derrocado Manuel Zelaya está estancado. "Hoy estamos un poquito parados [...]. Sería mejor esperar a las próximas dos o tres semanas para hacer una evaluación", señaló.
Una misión de la OEA que viajó a Tegucigalpa a fines de agosto fracasó en su intento de convencer al gobierno de facto de que aceptara el Acuerdo de San José propuesto por el presidente costarricense Oscar Arias, mediador en el conflicto.
Insulza, que rechazó la convocatoria a elecciones para el 29 de noviembre, se mostró esperanzado en que el Acuerdo de San José, finalmente, fuera aceptado por las partes. Zelaya reiteró ayer que no tiene inconveniente en firmarlo.
Durante su estancia en Washington, el presidente depuesto mantuvo una apretada agenda diplomática. Además de reunirse con la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, y con Insulza, Zelaya conversó también con el embajador de la Argentina, Héctor Timerman, sobre la situación en Honduras y las posibles salidas de la crisis institucional. El gobierno argentino ha sido uno de los más involucrados en el respaldo a Zelaya y la condena al gobierno de facto, con el que no mantiene relaciones diplomáticas.

Brasil exigirá visas

En coincidencia con la suspensión de la ayuda no humanitaria de Estados Unidos a Honduras, Brasil también anunció ayer nuevas sanciones y congeló el acuerdo de exención de visas que mantenía con el país centroamericano. El gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva exigirá visa a los hondureños que ingresen a Brasil a partir de mañana.
Brasilia comunicó el martes pasado su decisión a la canciller de Zelaya, Patricia Rodas, que agradeció el gesto por considerarlo "otra muestra del apoyo del gobierno brasileño a la restauración del orden democrático en Honduras". .
Agencias Reuters y AFP 
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Diario "La Capital". Rosario, Miércoles, 01 de julio de 200901:00

Cristina acompañará a Zelaya en su viaje de retorno a Honduras

El depuesto presidente de Honduras, Manuel Zelaya, apoyado por países y organismos internacionales, anunció que mañana retornará a su país, acompañado por la presidenta argentina, Cristina Kirchner, su par de Ecuador, Rafael Correa, y el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza. El gobernante interino que lo sustituyó en Honduras, Roberto Micheletti, advirtió que será detenido bajo cargos penales si efectivamente retorna.



El depuesto presidente de Honduras, Manuel Zelaya, apoyado por países y organismos internacionales, anunció que mañana retornará a su país, acompañado por la presidenta argentina, Cristina Kirchner, su par de Ecuador, Rafael Correa, y el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza. El gobernante interino que lo sustituyó en Honduras, Roberto Micheletti, advirtió que será detenido bajo cargos penales si efectivamente retorna. La crisis hondureña estalló el domingo, cuando las fuerzas armadas, con el apoyo del Parlamento y la Corte Suprema, destituyeron por la fuerza a Zelaya y lo expulsaron del país.
Argentina ha adoptado una fuerte posición en defensa del presidente constitucional de Honduras, y, además del viaje de Cristina, ayer dispuso postergar el nombramiento del nuevo embajador ante ese país. El canciller argentino, Jorge Taiana, viajó a Washington para participar de una reunión urgente de la OEA por el golpe en Honduras. Allí se decidió que varios mandatarios de la región acompañen a Zelaya en su vuelta al país. Fuentes de la Casa Rosada confirmaron a la prensa que la presidenta decidió acompañar al mandatario depuesto en su retorno. A nivel interno, el protagonismo internacional de Cristina puede interpretarse como el aprovechamiento de una oportunidad inesperada para fortalecer la imagen presidencial, luego de la grave derrota electoral del domingo.
  El canciller Taiana pidió ante la asamblea de urgencia de la OEA suspender la participación de Honduras en ese organismo, en caso de fracasar las gestiones diplomáticas. Taiana, elegido por sus pares de la región como titular de la sesión especial de la OEA, instó a restablecer la democracia en ese país centroamericano. "Se juega no sólo la democracia en Honduras, sino la fortaleza de procesos democráticos en todo el hemisferio", aseguró el funcionario argentino desde Washington. Por esta razón, señaló que "de no tener éxito las gestiones diplomáticas y si son infructuosos los llamados, debemos tomar la decisión de aplicar el artículo 21 de la Carta Democrática y proceder a suspender a Honduras su derecho de participación en la OEA. No podemos dejar pasar en el hemisferio este intento de retorno al pasado", añadió.
  Zelaya dijo ante la asamblea de Naciones Unidas que quiere volver a Honduras "como presidente legítimo", mientras el gobierno interino encabezado por el ex titular del Congreso, Roberto Micheletti, amenazó con arrestarlo bajo cargos de abuso de poder. El depuesto mandatario, un empresario agrícola liberal que en el último año giró bruscamente a la izquierda y se acercó al venezolano Hugo Chávez, dijo que no intentaba perpetuarse en el poder cuando la semana pasada buscó realizar una consulta popular para abrir paso a la reelección presidencial, lo que desató el golpe en su contra. "Todos los países sin excepción, de América, han tenido la dignidad muy fuerte en alto sobre este atroz acontecimiento", dijo Zelaya ante la asamblea de la ONU. La ONU aprobó una resolución para que sus 192 miembros no reconozcan a otro gobierno en Honduras que no sea el del derrocado mandatario.

Demasiados enemigos.
 
Sobre la orden de captura en su contra, Zelaya dijo que lo protege "la sangre de Cristo, mis convicciones y el pueblo, que está en la calle". Zelaya se había enfrentado en Honduras al Tribunal Supremo de Justicia, al electoral, al Congreso, las fuerzas armadas y a los medios de comunicación, que rechazaban su proyecto de buscar una reforma constitucional que incluyera la reelección presidencial, entre otros puntos.
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Diario "Clarín". Buenos Aires, 30 de setiembre de 2009

Sacamos a Zelaya porque se fue a la izquierda, puso a comunistas"

El líder golpista Roberto Micheletti dijo a Clarín que el "único error" fue la forma de derrocarlo, al detenerlo y luego sacarlo del país. Pero defendió la medida, negó que fuera un golpe de Estado y acusó a Zelaya de corrupción.

Por: Néstor Restivo, enviado especial a Honduras

El presidente de facto de Honduras, Roberto Micheletti, recibe a Clarín en la sala Dionisio de Herrera -primer mandatario del país- de la Casa Presidencial. Anochece en otro día agitado. En las calles, la "resistencia" a favor del presidente Manuel Zelaya, refugiado en la embajada de Brasil, sigue cada vez más controlada por policías y militares y con la dificultad de organizarse: los medios opositores fueron callados. Micheletti dice que el 7 de octubre autorizará que venga la OEA a mediar (el domingo se expulsó a una misión "sin permiso", dice) y que hay negociaciones internas para salir del pantano. "Hay contactos -indica-, pero Zelaya debe someterse a la Justicia y yo estoy dispuesto a renunciar, en el marco de la Constitución".

La propuesta de San José, del presidente Oscar Arias, incluye la restitución condicionada de Zelaya.

Es sólo una iniciativa, no van a venir a decirnos qué debemos hacer.

¿Hay negociaciones, o buscan tiempo hasta la elección de noviembre? La comunidad internacional ya dijo que no reconocerá ese comicio si lo llaman ustedes.

Las elecciones están llamadas desde 2008.

¿No buscan ganar tiempo expulsando a la OEA?

¿Una misión así puede entrar a Argentina, sin papeles? No tenían permiso. Somos país soberano, que quede claro.

¿Por qué el Ejército cerró medios opositores?

Fue en base al decreto (de estado de sitio). Incitaban a la violencia y la guerrilla.

Su régimen está totalmente aislado, hasta del FMI.

¿Y por eso debemos resignar nuestra dignidad? ¿Uds. en Argentina no fueron a la guerra de Malvinas por dignidad, sin importar la presión externa?

Era una dictadura militar.

Como sea. La dignidad nacional existe. ¿Hubieran permitido que Zelaya hiciera lo que hizo?

Echar a un presidente es un golpe de Estado.

Nuestro único error fue sacarlo como lo sacamos. En el resto actuamos con la ley. El violaba la Constitución al buscar una Constituyente para una reelección. Si lo deteníamos y dejábamos aquí, hubiera habido muertos. Se lo sacó del país pero ahora volvió.

¿No cree que están debilitando la democracia en la región?

Si un presidente viola la ley, es corrupto, da derecho al pueblo a reclamar. Nosotros lideramos ese pedido.

En Brasil, Argentina o EE.UU. se han usado métodos institucionales frente a crisis como las que usted intenta describir.

En esos casos, el único que hizo lo correcto fue Lula, rectificó su rumbo.

No entiendo.

Otros cambiaron la Constitución, querían perpetuarse, como Zelaya.

Sigo sin entender. Pero insisto con el Ejército. El general Vázquez recordó a Pinochet con Allende, primero leal y luego lo derroca pistola en mano.

Rogamos a Zelaya no forzar la Constitución. Robó 700 millones de lempiras (US$ 36 millones) y sacó en carretilla del Banco Central fondos para su reforma constitucional. Gastó millones para pasear en helicóptero y en asesores. Era corrupto, tenía varios sinvergüenzas.

¿Qué rol juegan las FF.AA.? Su presencia inunda las calles.

No están en el gobierno, defienden la democracia, la Policía igual. Es para cuidar la reacción incendiaria de Zelaya. Ellas nos apoyaron pues íbamos al abismo.

Pero tuvieron un pasado de violaciones a los DD.HH. y anticonstitucional. ¿Por qué se les da ahora tanto poder?

No, no. Hace 29 años que se adaptaron. Hoy llevan y traen las urnas en las elecciones, respetan al poder civil, son un orgullo.

¿Fue la corrupción, la Constituyente o intentos de cambios sociales lo que llevó al golpe?

Lo sacamos a Zelaya por su izquierdismo y corrupción. El fue presidente, como liberal, como yo. Pero se hizo amigo de Daniel Ortega, Chávez, Correa, Evo Morales.

Perdón...

Se fue a la izquierda, puso toda gente comunista, nos preocupó.

¿No hacen falta cambios sociales, con 75% de pobres y un sistema anquilosado?

Puede haber reformas, incluso constitucionales, menos en 3 artículos, territorio, forma de gobierno ni reelección. Pero lo que prometía Zelaya era pura farsa.

¿Cómo se puede resolver eso y avanzar teniendo tan baja presión fiscal, sin tocar intereses políticos, económicos, religiosos tan fuertes, sin cambios más de fondo?

Se puede hablar, sin pelearnos. Antes de irme firmaré decretos sociales. El Congreso, además, puede obligar a las empresas a pagar más impuestos si es preciso, por ejemplo.
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Diario "Clarín". Buenos Aires, 4 de octubre de 2009.

EL PRESIDENTE DERROCADO, MANUEL ZELAYA, SIGUE REFUGIADO EN LA EMBAJADA DE BRASIL

A cien días del golpe, en Honduras hay clima de cansancio en la gente

Todos quieren el fin de la confrontación en el país. Y esperan una salida que llegue por vía del diálogo.

Esto es un pleito entre dos elefantes grandes y las que sufren son las hormigas". La metáfora sobre la realidad hondureña corresponde a Marco Antonio, piel curtida, camisa raída, pocos dientes, serio, ni una mueca. No quiere revelar apellido ni oficio. Hoy, a 24 horas de que se cumplan 100 días del golpe de Estado que dejó a Manuel "Mel" Zelaya en pijamas fuera del poder, los hondureños parecen aspirar a una sola cosa: a que la crisis se termine.

Y la metáfora de Marco Antonio deriva rápidamente en esa expresión de deseo: "Todos los hondureños queremos vivir en paz y que nos dejen trabajar". Digámoslo así: en Tegucigalpa hay clima de cansancio. Y el viernes por la noche, ya sin toque de queda, la gente salió a disfrutar de una noche de clima exquisito.

Los días de tirar piedras contra la Casa presidencial hace rato que no se ven, las grandes manifestaciones de la "resistencia" como les gusta llamarse a los seguidores de "Mel" se reducen a concentraciones de pocos. "Ya nadie hace molote (pleitos)", dicen por aquí. Ayer, en Colonia Pedregal, "bastión de la resistencia", una barriada popular enredada en los cerros de esta ciudad de calles angostas y onduladas, los "melistas" juntaron a unas 200 personas.

Con sus remeras verdes y el logo de "La vía Campesina", los manifestantes gritaron ¡El pueblo unido jamás será vencido!", mientras un grupo de artistas tocaba a todo volumen consignas contra los golpistas.

"Hay dos alternativas: la restitución de Zelaya y así se restituye el orden constitucional, o continúa la crisis", explica entre la batahola a esta enviada Rafael Alegría, dirigente del bloque popular zelayista, mientras reparte apretones de manos.

Sombrero marrón y un par de gotas de sudor reptando a cada lado del rostro Alegría sigue: "Restitución sin constituyente no apoyamos en un 100% porque queremos la Constituyente. No hemos dicho que sea este año, pero tenemos que ir (a una constituyente)". La charla la interrumpe una mujer baja, redonda y humilde. Mira a Alegría y le reprocha: "Esto está bien difícil". Es "la Maciza", una de las fieles seguidoras de Zelaya, que "va donde sea que haya". "Pero son lumpen", subraya Alegría como justificando la interrupción.

A pocas cuadras de esta escena, Zelaya sigue resistiendo en la embajada brasileña, acordonada por tres retenes militares. Son las diez de la mañana, y en la zona no hay un alma que reclame su liberación. Nadie. En el tercer retén, por donde se accede a la sede diplomática, los soldados están aburridos, hablan por celular, alguno larga una carcajada y otros se refugian en el Burger King vecino para ver el partido Honduras-Sudáfrica, por el sub 20. Cada retén no supera los 10 hombres. Sólo cuando llega la gente de la Comisión de Derechos Humanos, encargada de llevarle la comida a las cerca de 50 personas que están en la casona, ponen cara de pocos amigos. El pollo del día anterior tardó tanto tiempo en ser entregado por los militares a los consumidores, que cuando lo hicieron ya estaba en mal estado. Y la intoxicación fue masiva. "Ya están bien", explica a Clarín, Andrés Pavón, de la Comisión. Ayer, en vez de pollo, recibieron pierna de cordero, arroz y ensalada verde. Gaseosas, Gatorade y pizza para los periodistas que acampan con Zelaya.

Tres jóvenes pudieron abandonar la embajada ayer y sólo lograron entrar a visitar a los "huéspedes" Olga Doris Sarmiento, madre de Xiomara Zelaya y su consuegra, Hortensia Rosales de Zelaya. Desde el gobierno de facto celebran el inicio de un diálogo que nadie sabe en qué terminará y que sólo abre el juego a especulaciones a la espera, este miércoles, de una misión de cancilleres de la OEA, cuya avanzada ya está en Tegucigalpa.

Rondy Moncada, ex vocero de Micheletti, explica el entusiasmo: "La reunión del presidente con José Miguel Insulza, en la base de Palmerola, se interpreta como avance en el diálogo". Hablaron de los preparativos del encuentro de esta semana. De la restitución de Zelaya, nada. ¿Qué saldrá de esta reunión de cancilleres? "Creo que se conocerá la nominación de las dos o tres comisiones de diálogo. ¿Y a qué no está dispuesto Micheletti a ceder? Moncada responde: "A ningún arreglo fuera de las leyes hondureñas".

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BIBLIOGRAFIA SOBRE EL GOLPE DE ESTADO EN HONDURAS

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Diario "La Nación". Buenos Aires, 28 de enero de 2010.

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Diario "La Nación". Buenos Aires, 29 de mayo de 2011.