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domingo, 14 de julio de 2013

CONSENSO DE WASHINGTON



           CONSENSO DE WASHINGTON 
                El movimiento neoliberal surge en la década del ochenta como una respuesta a la Teoría del Estado de Bienestar y a su traslado o aplicación en políticas concretas de numerosos países. Este pensamiento fue liderado por la primer ministro Margaret Thatcher a partir del triunfo del Partido Conservador en el Reino Unido  en 1979 y la llegada a la Casa Blanca del presidente  Ronald Reagan del Partido Republicano en los Estados Unidos en 1981, a pesar de que ambos funcionarios en realidad  no aceptarían ser definidos como liberales. Entre los economistas los principales inspiradores del movimiento fueron Friedrich von Hayek y Milton Friedman. (1)
En noviembre de 1989 el Institute for International Economics realizó en Washington  un seminario sobre “Latin American Adjustment: How Much Has Happened?” (El ajuste en América Latina: ¿Cuanto se ha hecho?) con la participación de representantes de Estados Unidos y América Latina. Uno de los asistentes, John Williamson, recopiló en un compendio las reformas que debían realizarse en la región de acuerdo con los aportes brindados por los participantes del seminario al que denominó Consenso de Washington y fue presentado como un modelo para América Latina. (2)
       Este documento tenía el apoyo de los organismos multilaterales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, centros generadores de ideas con sede en Washington y la opinión favorable del gobierno norteamericano acerca de las prioridades que debían encarar los países latinoamericanos  a su vez los puntos centrales del Consenso de Washigton fueron utilizados como condicionalidad política de los organismos financieros internacionales.
                  Debe aclararse que si bien en un principio las recetas del Consenso de Washigton estaban destinadas a América Latina, estas adquirieron un alcance más amplio en el informe elaborado por el Banco Mundial y presentado con el título de “Market Friendly Approach” en el  World Development Report 1991, donde se incluyeron distintos conceptos expuestos por Willimson     
        El Consenso de Washington establecía un decálogo de reformas para América Latina. Este consenso fue calificado como neoliberal a pesar de que el mismo autor expresa que ese texto omitía muchos otros principios del liberalismo. Sus propuestas se pueden resumir en los siguientes puntos:
1.      Disciplina fiscal. El déficit presupuestario –que debería incluir a gobiernos provinciales, empresas del Estado y el banco central- debería ser lo suficientemente reducido como para financiarlo sin recurrir al impuesto inflacionario. Ello implica contar con un superávit primario (esto es, previo a la suma de la deuda y los gastos) de varios puntos porcentuales del Producto Interno Bruto, así como un déficit operativo (que vendría a ser el déficit sin contar aquellos intereses que simplemente compensan la inflación) de no más del dos por ciento del Producto Interno Bruto.
2.      Prioridades del gasto público. El gasto debería desviarse de aquellas áreas políticamente sensibles - áreas que reciben tradicionalmente recursos desproporcionados en relación con los beneficios económicos que producen, tales como, la administración, defensa y subsidios indiscriminados –hacia áreas marginales pero capaces de generar altos rendimientos económicos y de mejorar la distribución de los ingresos, tales como la atención primaria de la salud, la enseñanza primaria y la infraestructura.
3.      La reforma tributaria. Esta reforma incluía la ampliación de la base tributaria y el recorte de tasas impositivas marginales. El objetivo era aumentar los incentivos y promover la equidad horizontal sin rebajar la progresividad existente. El mejoramiento de la administración tributaria (incluyendo la tributación sobre los ingresos e intereses derivados de bienes invertidos en el exterior - fugas de capital) es un factor determinante de la ampliación de la base tributaria en el contexto latinoamericano.
4.      La desregularización financiera. El objetivo final de la liberación financiera eran tasas de interés determinadas por el mercado, aunque la experiencia ha demostrado que en períodos de crisis de confianza crónica,  las tasas de interés pueden ser tan altas que llegan a amenazar la solvencia financiera de las empresas productivas y del propio gobierno. En semejantes condiciones, un objetivo temporal y sensato sería la eliminación de tasas de interés preferenciales para prestamistas privilegiados y, asimismo, la consecución de moderadas tasas de interés reales positivas.
5. Tipos de cambio. Todos los países requieren, por lo menos en lo que a transacciones comerciales se refiere, tipos de cambio unificados y lo suficientemente competitivos como para que estimulen el crecimiento acelerado de exportaciones no tradicionales y garanticen a los exportadores el mantenimiento de tal competitividad en el futuro.
6.Liberalización del comercio. Deben sustituirse las restricciones cuantitativas al comercio por aranceles que a su vez fueran reduciéndose progresivamente hasta alcanzar un nivel mínimo uniforme que oscile entre el 10 y el 20 por ciento. Existen, empero, discrepancias en torno al ritmo al que deberían reducirse dichos aranceles (para algunos esta reducción debería concretarse en alrededor de tres años, para otros en torno a los diez) y asimismo no existe unanimidad sobre la conveniencia de garantizar el proceso de liberalización comercial si las condiciones macroeconómicas son adversas (recesión y déficit en la balanza de pagos).
 7.Inversión extranjera directa. Se recomienda la supresión de barreras que impidan la entrada de empresas extranjeras; las empresas nacionales y foráneas deberían competir en igualdad de condiciones.
 8.Privatización. Se aboga por la privatización de las empresas estatales.
 9.Desregulacion. Los gobiernos deben eliminar las regulaciones que impidan la participación de nuevas empresas o que restrinjan de alguna manera la competencia, a la vez que garantizan el mantenimiento de regulaciones que se justifiquen como la seguridad, la protección ambiental o la supervisión de las normas de prudencia de las instituciones financieras.
10.Derecho de propiedad. El sistema legal debe garantizar derechos de propiedad a bajo costo y accesibles al sector informal.
                   Para José María Fanelli,  Williamson no es un ideólogo del liberalismo, simplemente llegó en el momento justo, al lugar adecuado e hizo un decálogo. Lo que escribió en 1989 no es un modelo teórico, sino un paper con las ideas que se discutían por aquel entonces en la capital norteamericana, llamándolo “El Consenso de Washington”. (2)
                       Según Williamson el Consenso de Washington no fue un simple trabajo informativo sino que se convirtió en un manifiesto político. Es por ello que tuvo una gran influencia en distintos ámbitos del poder político y económico no sólo de los países de América Latina, sino en otras naciones del mundo a través del informe del Banco Mundial y  también directamente en los organismos financieros internacionales.
1.       Según Anderson, Therbon, Boron y otros, el neoliberalismo es una religión expansiva y demoledora. En 20 años conquistó el mundo. Su primer apóstol fue un personaje inquisitorial: el general Augusto Pinochet en 1973. En el mundo desarrollado, los evangelistas fueron Margaret Thatcher 1979, Ronald Reagan 1981 y Helmut Kohl 1982. (ANDERSON P. THERBON, G. BORON, A. y otros La Trama del neoliberalismo EUDEBA. Buenos Aires, 2001)
2.       WILLIAMSON, John, What Washington Means by Policy Reform en Williamson, John, (Ed.) Latin American Adjustment: How Much Has Happened? Institute for International Economics, 1990. P.7
                      3.    José Maria Fanelli, Un nuevo Consenso de Washington. Entrevista por Diego Valenzuela.   Semanario El Economista. Buenos Aires, 8 de noviembre de 1996 P.8
                      http://www.cerir.com.ar/serie_docente.php?id=0000073

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